John W. Santrock se doctoró por la Universidad de Minnesota
en 1973. Impartió clases en la Universidad de Charleston
y en la Universidad de Georgia antes de unirse al
Departamento de Psicología de la Universidad de Texas en
Dallas. Ha sido miembro del consejo de redacción de las
revistas Developmental Psychology y Child Development.
Sus investigaciones sobre la custodia se citan y utilizan
profusamente en los testimonios de testigos expertos para
favorecer la flexibilidad y formas alternativas de enfocar
las disputas sobre la custodia de los hijos. John también es
autor de los siguientes textos publicados por McGrawHill:
Child Development, 9.- edición; Life-Span Development,
8.a edición; y en español, Psicología de la Educación
(2001), Infancia. Psicología del Desarrollo (2003).
Introducción
Hace algunos años se me ocurrió la idea de que, cuando yo era un adolescente, en los primeros
años de la depresión, ¡no había adolescentes! Los adolescentes han entrado a hurtadillas
en nuestras vidas y parece como si siempre hubieran estado ahí. Pero la adolescencia aún
no se había inventado y todavía no existía esa clase especial de seres humanos, que en cierto
sentido están a medio camino — no son niños ni tampoco, desde luego, adultos.
P. MUSGROVE
Escritor norteamericano, siglo X X .
LA JUVENTUD DE JEFFREY DAHMER Y ALICE WALKER
LA JUVENTUD DE JEFFREY DAHMER Y ALICE WALKER
Jeffrey Dahmer tuvo una infancia y una adolescencia
muy agitadas. Sus padres reñían constantemente
hasta que se divorciaron. Su madre tenía
problemas emocionales y lo pagaba con el hermano
menor de Jeffrey. Jefrey sentía que su padre
lo desatendía, y un niño abusó sexualmente
de él cuando tenia 8 años.
Pero la inmensa mayoría
de las personas que tienen una infancia y
una adolescencia muy duras nunca llegan a cometer
los crímenes espeluznantes que cometió
Dahmer entre los años setenta y noventa. Dahmer
asesinó a su primera víctima en 1978 con
una barra de pesas y después mató a 16 personas
más.
Una década antes de que Dahmer cometiera
su primer asesinato, Alice Walker, quien posteriormente
ganaría el Premio Pulitzer por su libro
«El color púrpura», pasaba sus días luchando
contra el racismo en Mississippi. Walker, la octava
hija de una familia de aparceros de Georgia,
conocía los brutales efectos de la pobreza. A pesar
de lo mucho que tenía en su contra, se acabó convirtiendo
en una novelista galardonada.
Walker
escribe sobre la gente que, en sus palabras, «lo
consigue, se labra un destino a partir de la nada.
Las personas que triunfan».
¿Qué es lo que lleva a un adolescente, tan prometedor,
a cometer actos de violencia brutales y a
otro a transformar la pobreza y los traumas en
creatividad literaria? ¿Cómo podemos explicar
que un adolescente sea capaz de recoger los pedazos
de una vida destrozada por la tragedia, como
la muerte de un ser querido, mientras que otro
parece trastornarse ante los menores contratiempos
de la vida? ¿Por qué algunos adolescentes son
verdaderos torbellinos —tienen éxito en el instituto,
muchos amigos y rebosan energía— mientras
que otros se quedan al margen, como meros
espectadores de la vida? Si se ha preguntado alguna
vez qué es lo que mueve a los adolescentes,
se ha formulado la principal pregunta que analizaremos
en este libro.
PERSPECTIVA HISTÓRICA
¿Cómo han sido los adolescentes a lo largo de la historia?
¿Cuándo se inició el estudio científico de la adolescencia?
Antigüedad
En la Antigua Grecia, tanto Platón como Aristóteles hicieron
comentarios sobre la naturaleza de la juventud. Según
Platón (siglo IV a. C), el razonamiento no es una característica
propia de los niños, sino que aparece durante
la adolescencia. Platón pensaba que los niños deberían invertir
su tiempo en el deporte y la música, mientras que
los adolescentes deberían estudiar ciencias y matemá
ticas.
Aristóteles (siglo IV a. C.) argumentó que el aspecto
más importante de la adolescencia es la capacidad de
elección y que esta autodeterminación se convierte en un
sello distintivo de la madurez.
El énfasis de Aristóteles en
el desarrollo de la autodeterminación no difiere demasiado
de algunos enfoques contemporáneos que consideran
la independencia, la identidad y la elección de una profesión
como los temas clave de la adolescencia. Aristóteles
también señaló el egocentrismo de los adolescentes,
comentando que éstos se creen que lo saben todo y además
están bastante convencidos de ello.
En la Edad Media los niños y los adolescentes se consideraban
adultos en miniatura y eran tratados con una
disciplina férrea. En el siglo XVIII, el filósofo francés
Jean-Jacques Rousseau ofreció una visión más esperanzadora
de la adolescencia, restableciendo la creencia de
que ser un niño o un adolescente no es lo mismo que ser
un adulto.
Al igual que Platón, Rousseau creía que el razonamiento
se desarrolla durante la adolescencia. Afirmó
que en la educación de los niños de 12 a 15 años se debe
fomentar sobre todo la curiosidad. Rousseau creía que entre
los 15 y los 20 años se madura emocionalmente y el
egoísmo es substituido por el interés por los demás.
Por
lo tanto, Rousseau contribuyó a restablecer la creencia de
que el desarrollo tiene fases claramente delimitadas. Pero
las ideas de Rousseau eran especulativas. Hasta principios
del siglo XX no se empezó a estudiar científicamente la
adolescencia.
El siglo xx
Las postrimerías del siglo XIX y los primeros años del siglo
XX fueron un importante período para la construcción
del concepto que ahora denominamos adolescencia. Los cambios subsiguientes que experimentaron los adolescentes
a medida que avanzaba el siglo XX también repercutieron
considerablemente sobre sus vidas.
El cambio de siglo
Entre 1890 y 1920, diversos psicólogos, reformadores urbanos,
educadores, trabajadores y orientadores juveniles
empezaron a dar forma al concepto de adolescencia. En
aquel entonces, los jóvenes, sobre todo los de sexo masculino,
ya no se veían como causantes de problemas, sino
como seres cada vez más pasivos y vulnerables —cualidades
que previamente sólo se habían asociado a las adolescentes
de sexo femenino. La publicación en 1904 del
libro de G. Stanley Hall sobre la adolescencia, comentado
en el próximo apartado, desempeñó un gran papel en
la reestructuración de las ideas sobre los adolescentes.
Hall dijo que aunque algunos adolescentes aparentan pasividad
están experimentando una gran confusión en su
interior.
Los educadores, orientadores y psicólogos empezaron
a desarrollar normas de conducta para los adolescentes.
La idea de «la tempestad y el estrés» de Hall influyó considerablemente
sobre estas normas. Consecuentemente,
los adultos intentaron imponer la conformidad y la pasividad
en los adolescentes entre los años 1900 y 1920. Entre
los ejemplos de este énfasis en la conformidad, se incluyen
la potenciación del espíritu escolar, la lealtad y el
culto al héroe en los equipos deportivos.
G. Stanley Hall
Los historiadores consideran a G. Stanley Hall (1844
1924) como el padre del estudio científico de la adolescencia.
Las ideas de Hall se publicaron por primera vez
en dos volúmenes titulados Adolescence en 1904.
Hall estaba muy influido por Charles Darwin, el famoso
teórico de la evolución. Hall aplicó las dimensiones
científicas y biológicas de la teoría de Darwin al
estudio del desarrollo adolescente.
Hall creía que el desarrollo
está controlado por factores fisiológicos genéticamente
determinados y que el ambiente desempeña un
papel mínimo en el desarrollo, sobre todo durante los primeros
años de vida. Sin embargo, admitió que el ambiente
permite explicar más cambios en el desarrollo durante
la adolescencia que en períodos evolutivos previos.
Así que, por lo menos en lo que se refiere a la adolescencia,
Hall creía — como pensamos en la actualidad—
que la herencia interactúa con las influencias ambientales
para determinar el desarrollo del individuo.
Según Hall, la adolescencia es el período comprendido
entre los 13 y los 23 años de edad y se caracteriza por
la tempestad y el estrés.
El enfoque de la tempestad y el
estrés es la idea de Hall de que la adolescencia es una
etapa turbulenta dominada por los conflictos y los cambios
anímicos. Hall tomó prestada la expresión de tempestad
y estrés de las descripciones de «strum und drang»
de los autores alemanes, como Goethe y Schiller, que escribieron
novelas que rebosaban idealismo, compromiso
con las metas, pasión, sentimiento y revolución. Hall consideraba
que había un gran paralelismo entre los temas
tratados por los autores alemanes y el desarrollo psicoló
gico de los adolescentes.
Según Hall, las ideas, sentimientos
y acciones de los adolescentes oscilan entre la
vanidad y la humildad, el bien y la tentación, la alegría y
la tristeza. Un adolescente puede ser desagradable con un
compañero de clase en un momento dado y amable inmediatamente
después. En un momento dado, un adolescente
puede querer estar solo y, al cabo de pocos segundos,
buscar compañía.
Hall fue un genio en el campo de la adolescencia. Fue
el primero en empezar a teorizar, sistematizar y cuestionar
más allá de la mera especulación filosófica. De hecho,
a Hall le debemos el inicio del estudio científico del desarrollo
adolescente.
El enfoque socio cultural de Margaret Mead
La antropóloga Margaret Mead (1928) estudió a los adolescentes
de la isla de Samoa, situada en el Pacífico Sur.
Esta autora concluyó que la naturaleza básica de la adolescencia
no era biológica, como había apuntado Hall,
sino más bien sociocultural. Además argumentó que
cuando la cultura permite hacer una transición suave y
gradual entre la infancia y la etapa adulta, que es el modo
en que se enfoca la adolescencia en Samoa, este período
se asocia a escasas turbulencias.
Mead concluyó que las
culturas que permiten que los adolescentes presencien las
relaciones sexuales y cómo nacen los bebés, vean la
muerte como algo natural, realicen tareas importantes,
participen en juegos sexuales y sepan claramente en qué
consistirán sus roles como adultos fomentan una adolescencia
relativamente exenta de estrés.
Sin embargo, en
culturas como las occidentales, donde se establece una separación
tajante entre niños y adultos y la adolescencia no
se asocia a las experiencias que acabamos de mencionar,
hay muchas más probabilidades de que esta etapa se viva
de forma tormentosa.
Más de medio siglo después de su publicación, los
trabajos de Margaret Mead fueron criticados como sesgados
y plagados de errores (Freeman, 1983). Las críticas
actuales también afirman que en Samoa la adolescencia
es más estresante de lo que señaló Mead y que la
delincuencia aparece entre los adolescentes de Samoa
igual que entre los adolescentes occidentales.
En la actual
controversia sobre los hallazgos de Mead, algunos investigadores
han defendido el trabajo de esta autora (Holmes,
1987).
La construcción social de la adolescencia
A pesar de que la adolescencia tiene una base biológica,
como creía G. Stanley Hall, también tiene una base sociohistórica,
como afirmaba Margaret Mead. De hecho, las condiciones sociohistóricas contribuyeron a la emergencia
del concepto de adolescencia. En la cita que abre
este capítulo, P. Musgrove comenta que los adolescentes
han entrado a hurtadillas en nuestras vidas. En un momento
no demasiado alejado de la historia, la adolescencia
todavía no se había inventado.
La construcción social
de la adolescencia postula que es una creación sociohistórica.
En este enfoque desempeñaron un papel fundamental
las circunstancias sociohistóricas que convergieron
a principios del siglo XX, un momento en el que se
promulgaron leyes que aseguraban la dependencia de los
jóvenes, relegándolos a una esfera económica más manejable.
Comentamos muchas de esas circunstancias sociohistóricas
en nuestro repaso general de los antecedentes
históricos de la adolescencia. Esas circunstancias
incluyen la reducción del régimen de aprendices; el incremento
de la mecanización durante la Revolución
Industrial, que a su vez requirió mano de obra más cualificada
y una división especializada del trabajo; la separación
entre el trabajo y la vida familiar; los escritos de
G. Stanley Hall; la aparición de grupos juveniles, como
los YMCA y los Boy Scouts; y los centros de enseñanza
segregados por grupos de edad.
Los centros educativos, el trabajo y la economía son
dimensiones importantes de la construcción social de la
adolescencia (Eider, 1975; Fasick, 1994; Lapsley, Enright
y Serlin, 1985).
Algunos expertos en adolescencia sostienen
que la construcción del concepto de adolescencia fue
un efecto colateral del intento de crear un sistema obligatorio
de educación pública. Según este punto de vista,
la función de la enseñanza secundaria es transmitir habilidades
intelectuales a los jóvenes.
Sin embargo, otros expertos
defienden que el principal objetivo de los centros
de enseñanza secundaria es ubicar a la juventud dentro de
la esfera económica y actuar a modo de trampolín para
que se incorporen a la estructura de autoridad de la cultura
(Lapsley, Enright y Serlin, 1985). Según este enfoque,
las sociedades occidentales «concedieron» el estatus
de adolescentes a los jóvenes promulgando leyes de protección
al menor. Al dictar este tipo de leyes, la estructura
de poder de los adultos colocó a los jóvenes en una posición
de sumisión que restringía sus opiniones y
fomentaba su dependencia, relegándolos a una esfera
económica más manejable.
Los historiadores se refieren al período comprendido
entre 1890 y 1920 como la «edad de la adolescencia»
porque creen que fue durante estos años cuando se inventó
el concepto de adolescencia. En este período se
promulgaron muchas leyes obligatorias relacionadas con
los jóvenes. Prácticamente en todos los países occidentales
se dictaron leyes que excluían a los jóvenes de la mayoría
de empleos y les obligaban a asistir a centros de
educación secundaria.
La mayoría de estas leyes incluían
amplias medidas de aplicación.
Estos cambios legislativos trajeron consigo dos consecuencias
evidentes: la disminución del empleo juvenil
y el incremento de las tasas de asistencia de los jóvenes
a los centros educativos.
Entre 1910 y 1930, la cantidad
de adolescentes de 10 a 15 años que tenían un trabajo remunerado
descendió aproximadamente en un 75 por 100.
Además, entre 1900 y 1930 la cantidad de alumnos que
completaban el bachillerato aumentó considerablemente.
En este período de 30 años, en Estados Unidos, terminaron
el bachillerato aproximadamente un 600 por 100 más
de adolescentes que en el período inmediatamente anterior.
Un análisis del contenido de la revista más antigua sobre
Psicología del Desarrollo que todavía se sigue publicando
(Journal o f Genetic Psychology —anteriormente
denominada Pedagogical Seminary) proporcionó pruebas
adicionales sobre el papel que desempeñó la Historia en
la percepción de los adolescentes (Enright et al., 1987).
En este trabajo se evaluaron cuatro períodos históricos
—la depresión de la década de 1890, la depresión del
29 y las dos guerras mundiales—. Durante los períodos
de depresión predominaron los escritos sobre la inmadurez
psicológica de los jóvenes y sus necesidades educativas.
Sin embargo, durante las dos guerras mundiales no se describió a los adolescentes como inmaduros, sino
que se recalcó su importancia como reclutas y empleados
de las fábricas.
Cambios duran te el siglo xx
Cambios duran te el siglo xx
En las tres décadas comprendidas entre 1920 y 1950, los
adolescentes adquirieron un estatus más prominente conforme
iban experimentando una serie de cambios complejos.
La vida de los adolescentes dio un giro a mejor en
los años veinte, pero atravesó momentos difíciles durante
los años treinta y cuarenta. En la década de 1920, la atmósfera
optimista de los alocados años veinte influyó sobre
los adolescentes. La pasividad y la conformidad con
los dictados de los adultos dieron paso al incremento de
la autonomía y a la conformidad con los valores del grupo.
Los adultos empezaron a imitar el estilo de vida de
los jóvenes, en lugar de al revés. Si se ponía de moda un
nuevo baile, la hija adolescente era la que lo bailaba primero
y su madre lo aprendía de ella. En Norteamérica, en
muchos estados estaba prohibido beber, pero muchos
adolescentes bebían considerablemente. Irrumpieron actitudes
sexualmente más permisivas y las fiestas de besos
se pusieron a la orden del día. Las minifaldas provocaron
incluso una campaña por parte de la YMCA contra un
comportamiento tan «anormal».
Justo cuando la adolescencia estaba empezando a ser
divertida, llegó la depresión del 29, seguida de la Segunda
Guerra Mundial en los años cuarenta. Las graves preocupaciones
económicas y políticas sustituyeron a los valores
hedonísticos de los adolescentes de los años veinte.
Durante la década de 1930 en Estados Unidos creció la
cantidad de grupos radicales de protesta que criticaban la
labor del gobierno, y la Segunda Guerra Mundial puso en
peligro la vida de muchos adolescentes. El servicio militar
dio pie a que los jóvenes viajaran y entraran en contacto
con personas de otros lugares. Esta experiencia favoreció
la adquisición de una perspectiva más amplia
sobre la vida y un mayor sentido de independencia.
En los años cincuenta, el período evolutivo que conocemos
como adolescencia había alcanzado la mayoría de
edad —no sólo poseía una identidad física y social, sino
que también recibía un tratamiento legal especial. Muchos
países occidentales habían desarrollado leyes especiales
para los jóvenes comprendidos entre los 16 y los 18 o 20
años de edad.
Los adolescentes de los años cincuenta se
han descrito como la generación silenciosa. La vida era
mucho mejor para los adolescentes de esta década que
para los que habían vivido durante los años treinta y cuarenta.
El gobierno de los Estados Unidos pagaba los estudios
universitarios a muchos jóvenes con los presupuestos
generales del estado y la televisión empezaba a invadir los
hogares. Estudiar una carrera universitaria, la clave para
encontrar un buen empleo, estaba en la mente de muchos
adolescentes en la década de 1950 —al igual que casarse,
formar una familia y establecerse para poder acceder a la
vida llena de lujos que mostraban los anuncios televisivos.
Aunque la meta de tener una educación superior persistió
entre los adolescentes norteamericanos de los años
sesenta, se hizo tristemente evidente que a muchos adolescentes
afroamericanos no sólo se les negaba una educación
universitaria, sino que también recibían una enseñanza
secundaria de menos calidad.
Los conflictos étnicos, en
forma de disturbios y sentadas, estaban a la orden del día,
y los adolescentes en edad universitaria protagonizaban la
mayoría de ellos.
Las protestas políticas de los adolescentes alcanzaron
su máxima expresión a finales de los años sesenta y principios
de los setenta, cuando millones de adolescentes reaccionaron
violentamente ante lo que percibieron como
la participación inmoral de Estados Unidos en la Guerra
del Vietnam. Cuando en el año 1968 los padres norteamericanos
presenciaron la famosa Convención Democrática, no sólo vieron discursos políticos en apoyo de los
candidatos sino también a sus hijos adolescentes peleándose
con la policía, gritando obscenidades y protagonizado
sentadas.
En la década de 1960 a los padres les preocupaba más
el consumo y el abuso de las drogas de sus hijos adolescentes
que en épocas anteriores. Y también aumentó la
permisividad sexual, que incluía las relaciones sexuales
prematrimoniales, la cohabitación y la aprobación de
conductas sexuales antes prohibidas.
A mediados de los años setenta, la mayor parte de la
protesta radical de los adolescentes se había esfumado,
dando paso a una mayor preocupación por labrarse un
futuro profesional, trabajando mucho en el instituto, la
universidad o las escuelas de artes y. oficios. Los intereses
materiales empezaron a dominar las motivaciones de
los adolescentes, mientras las reivindicaciones ideológicas
contra las instituciones sociales iban perdiendo intensidad.
Las protestas de los años setenta también implicaron
el movimiento por la liberación de las mujeres.
Las descripciones
de los adolescentes de épocas anteriores se referían
prioritariamente a jóvenes de sexo masculino. Los
objetivos profesionales y familiares de las adolescentes
de hoy en día coincidirían en muy poco con los de las
adolescentes de las décadas de 1890 y 1900.
Durante muchos años, distintas barreras impidieron
que muchas mujeres y miembros de minorías étnicas entraran
en el ámbito de estudio del desarrollo adolescente.
Las mujeres y los miembros de minorías étnicas que obtenían
el título de doctores tenían que esforzarse mucho
y superar muchas dificultades. Una de las mujeres pioneras
en este campo fue Leta Hollingworth, que llevó a cabo
importantes investigaciones sobre desarrollo adolescente,
retraso mental y niños superdotados.
Entre los psicólogos afroamericanos pioneros cabe
destacar a Kenneth y Mamie Clark, que estudiaron la autoestima
de los niños afroamericanos (Clark & Clark,
1939). Y en 1932, George Sánchez documentó la existencia
de sesgos culturales en los tests de inteligencia
para niños y adolescentes.
a) Los alocados años veinte fueron un período en el que los adolescentes empezaron a comportarse de una forma más permisiva. Los adultos
empezaron a imitar los estilos de los jóvenes. El consumo de alcohol creció considerablemente entre los adolescentes, b) En los años cuarenta
muchos jóvenes participaron en la Segunda Guerra Mundial. El servicio militar expuso a muchos adolescentes a circunstancias que pusieron en
peligro sus vidas y les permitieron entrar en contacto directo con personas de otros lugares, c) En los años cincuenta los objetivos de muchos jó
venes se orientaron más hacia la educación. La televisión entró en muchos hogares. Uno de los entretenimientos que estaban de moda en los años
cincuenta, como se ve en esta fotografía, consistía en comprobar cuánta gente podía meterse en una cabina telefónica, d) En los años sesenta muchos
jóvenes protestaron contra la participación de los Estados Unidos en la Guerra del Vietnam. Los padres se empezaron a preocupar más por
el consumo de drogas de sus hijos adolescentes, e) A partir de los años setenta, gran parte de las protestas radicales de los jóvenes se atemperaron.
Los adolescentes de hoy en día están más orientados hacia la motivación de logro y es más probable que tengan trabajos remunerados, desempeñen
roles adultos antes, muestren un mayor interés por la igualdad entre sexos y estén muy influidos por los medios de comunicación.
Hasta este momento hemos descrito algunas circunstancias
sociohistóricas importantes que han experimentado
los adolescentes a lo largo de la historia y hemos evaluado
cómo la sociedad ha visto a los adolescentes en
distintos momentos históricos. A continuación analizaremos
por qué es necesario ser precavido a la hora de generalizar
sobre los adolescentes en cualquier área.
Estereotipos sobre los adolescentes
Es fácil estereotipar a una persona, grupo o clase de personas.
Un estereotipo es una categoría amplia que refleja
nuestras impresiones y creencias sobre la gente. Todos los
estereotipos se refieren a una imagen de cómo es un
miembro típico de un grupo en particular.
Vivimos en un mundo complejo e intentamos simplificar su complejidad.
Una forma de conseguirlo es creando estereotipos
sobre la gente. Simplemente asignamos una etiqueta a un
grupo de personas —por ejemplo, decimos que los jóvenes
son promiscuos—.
Así, simplificamos las cosas cuando
pensamos en este grupo de personas. Una vez asignamos
un estereotipo, es difícil abandonarlo, incluso
aunque encontremos indicios contradictorios.
Los estereotipos sobre la adolescencia son innumerables:
«Dicen que quieren trabajar, pero cuando encuentran
un trabajo, no quieren pegar golpe»; «Son todos unos
vagos»; «Todos se lían con todos»; «Se drogan todos, no
se salva ninguno»; «Los chicos de hoy en día no tienen
la moral de mi generación»; «El problema de los adolescentes
de hoy en día es que lo tienen todo demasiado fácil»; «Son el colmo del egoísmo»; y un largo etcétera.
Hay que reconocer que durante la mayor parte del
siglo xx los adolescentes han sido descritos como personas
anormales y pervertidas más que como normales y sanas.
Recuérdese la propuesta de Hall sobre de la tempestad
y el estrés. Consideremos también la imagen de los
adolescentes que difunden los medios de comunicación,
como seres rebeldes, conflictivos, caprichosos, delincuentes
y egocéntricos —Rebelde sin causa a finales de
los años cincuenta, y Easy Rider en los sesenta, por ejemplo—
.
Consideremos también la imagen de los adolescentes
como perturbados y estresados que se da en las películas
Dieciséis velas y El club del desayuno, en los años
ochenta, y en Boyz N the Hood, en los noventa.
Esta tendencia a estereotipar a los adolescentes está tan
extendida que el investigador Joseph Adelson (1979) se refirió
a ella como la brecha de la generalización sobre la
adolescencia, refiriéndose a que se han desarrollado generalizaciones
ampliamente extendidas sobre los adolescentes
basadas en una información ^ fragmentaria sobre un
grupo limitado y a menudo muy visible de adolescentes.
Una visión positiva de la adolescencia
Se ha abusado mucho del estereotipo negativo de la adolescencia
(Howe y Strauss, 2000; Stepp, 2000). En un estudio
transcultural llevado a cabo por Daniel Offer y sus
colaboradores (1988) no se pudo verificar esta visión negativa
de la adolescencia. Se analizó la propia imagen que
los adolescentes tienen de si mismos en distintas partes del
mundo —Estados Unidos, Australia, Bangladesh, Hungría,
Israel, Italia, Japón, Taiwan, Turquía y Alemania
Occidental. Se constató que por lo menos el 73 por 100
de los adolescentes estudiados tenían una imagen positiva
de si mismos. Estaban avanzando hacia la etapa adulta con
una integración sana de las experiencias previas, con confianza
en sí mismos y optimismo sobre el futuro. Aunque
había diferencias entre ellos, estaban contentos la mayor
parte del tiempo, disfrutaban de la vida, se experimentaban
a sí mismos como capaces de ejercer autocontrol, valoraban
el trabajo escolar, expresaban seguridad en su identidad sexual, tenían sentimientos positivos hacia sus familias y se sentían capaces de afrontar el estrés de la vida —lo que no encaja demasiado con la imagen de la adolescencia como una etapa de estrés y tempestad.
Querer que te valoren
«Muchas veces a los adolescentes se nos percibe como
un problema del que nadie quiere hacerse cargo. A veces
la gente se siente intimidada y reacciona con hostilidad
cuando intentamos desafiar su autoridad. Lo interpretan
como una falta de respeto. A los adolescentes no se nos
valora ni se nos trata como pensadores innovadores que
seremos los dirigentes del mañana. Los adultos tienen en
sus manos la facultad de enseñar a la generación más joven
y trasmitirnos el mensaje de que tenemos un papel
importante en el mundo.»
Zula , 16 años
Brooklyn, Nueva York
Viejos siglos y nuevos siglos
Lamentablemente, siguiendo las ideas de G. Stanley Hall
en los Estados Unidos y las procedentes de otros países
occidentales, la adolescencia se ha percibido durante la
mayor parte el siglo XX como una etapa problemática del
ciclo vital que los jóvenes, sus familias y la sociedad tenían
que soportar. Pero, como indica el estudio que acabamos
de comentar, la gran mayoría de los adolescentes
no se sienten tan alterados ni tienen tantos problemas
como sugiere el estereotipo popular sobre la adolescencia.
Los cambios de siglo tienen la propiedad de estimular
reflexiones sobre cómo han sido las cosas e ideas sobre
cómo podrían o deberían ser.
Tanto en el ámbito de la psicología
general como en el ámbito concreto del desarrollo
adolescente, esto ha implicado volver la vista atrás,
contemplando un siglo en el que el campo de la psicología
se había vuelto demasiado negativo (Larson, 2000; Santrock,
2003; Seligma y Csikszentmihalyi, 2000). La psicología
se había convertido en una ciencia marcadamente
pesimista en la que se solía caracterizar a la gente como
pasiva o victimizada. Ahora se reivindica centrar el foco
de atención en la cara positiva de la psicología y poner
mayor énfasis en temas como la esperanza, el optimismo,
los rasgos individuales, la creatividad y los valores grupales
y cívicos positivos, tales como la responsabilidad, la
educación, el civismo y la tolerancia.
Como hemos visto antes, en el ámbito concreto del
desarrollo adolescente, a principios del siglo XX G. Stanley
Hall (1904) propuso un enfoque negativo de la adolescencia,
caracterizado por la tempestad y el estrés, que influyó considerablemente sobre la forma de concebir la
adolescencia durante la mayor parte del siglo. Ahora, a
principios del siglo XXI, nos damos cuenta de que durante
el siglo XX los adolescentes se estereotiparon demasiado
negativamente.
Recuerdos y percepciones generacionales
Las percepciones que tienen los adultos sobre los adolescentes
son el resultado de la combinación de sus propias
experiencias personales y de la imagen que difunden los
medios de comunicación, ninguna de las cuales produce
una visión objetiva de cómo se desarrollan normalmente
los adolescentes (Feldman y Elliott, 1990). En gran parte,
la facilidad con que los adultos asumen lo peor sobre los
adolescentes probablemente se debe a que tienen mala
memoria. Muchos adultos perciben a los adolescentes de
hoy en día como más problemáticos, menos respetuosos,
más egocéntricos, más asertivos y más aventureros de lo
que fueron ellos en su juventud.
Sin embargo, en lo que se refiere a gustos y modos de
comportarse, los jóvenes de cada generación siempre han
parecido radicales, desconcertantes y diferentes a los adultos
—en lo que se refiere al aspecto, el comportamiento,
los gustos musicales, el corte de pelo y el vestuario. Es un
error garrafal confundir el entusiasmo propio de los adolescentes
por probar nuevas identidades y disfrutar de dosis
moderadas de comportamientos escandalosos con la
hostilidad contra los estándares paternos y de la sociedad
en general. El hecho de revelarse y de poner a prueba los
límites son formas consagradas de avanzar hacia la aceptación,
en vez de hacia el rechazo, de los valores paternos.
Hasta este punto hemos examinado muchas ideas sobre
la perspectiva histórica de la adolescencia. El siguiente
repaso le ayudará a alcanzar los objetivos de aprendizaje
relacionados con este tema.
Para tu revisión
Objetivo de aprendizaje 1
Explicar la perspectiva histórica sobre la adolescencia.
Platón dijo que el razonamiento se empieza a desarrollar durante la adolescencia y
Aristóteles sostuvo que la autodeterminación es el sello distintivo de la adolecencia.
En la Edad Media el conocimiento sobre la adolescencia dio un paso hacia atrás:
los niños se consideraban como adultos en miniatura, ignorándose las transforma
ciones evolutivas propias de la adolescencia. Rousseau planteó una visión más
esperanzadora de la adolescencia, incluyendo el énfasis en las fases del desarrollo.
Entre 1890 y 1920, una serie de psicólogos, reformadores urbanos y otros profesionales
empezaron a dar forma al concepto de adolescencia.
G. Stanley Hall se considera el padre del estudio científico de la adolescencia. En 1904
propuso el enfoque de la tempestad y el estrés, que enfatizaba las bases biológicas.
Contrastando con la propuesta de Hall, Margaret Mead defendió una interpretación
sociocultural de la adolescencia. Según la construcción social de la adolescencia,
ésta es una invención sociohistórica. A principios del siglo xx se promulgaron leyes
que aseguraban la dependencia de los adolescentes y retrasaban su entrada en el
mundo laboral.
Entre 1900 y 1930 creció en un 600 por ciento la cantidad de estudiantes
norteamericanos que completaron la enseñanza secundaria.
Entre 1920 y 1950 los adolescentes adquirieron un lugar más prominente en la sociedad.
Las barreras sociales determinaron que el ámbito de estudio del desarrollo
adolescente estuviera vetado para muchas personas pertenecientes a minorías étnicas
y para muchas mujeres a principios y mediados del siglo xx. Leta Hollingworth
fue una mujer pionera, y Kenneth y Mamie Clark y George Sánchez fueron miembros
de minorías étnicas pioneros en el estudio de los adolescentes.
Objetivo de aprendizaje 2
Comentar la tendencia a estereotipar a los adolescentes y presentar una visión positiva
de la adolescencia.
• En todas las épocas históricas se ha tendido a estereotipar negativamente a los adolescentes.
• Joseph Adelson introdujo el concepto de «brecha de la generalización sobre la adolescencia»,
que sostiene que las generalizaciones ampliamente extendidas sobre los adolescentes
suelen estar basadas en un conjunto limitado y muy visible de adolescentes.
• Los adolescentes se han percibido de forma negativa durante demasiado tiempo. Las
investigaciones muestran que un considerable número de adolescentes de distintas
partes del mundo tienen una autoestima positiva. La mayoría de los adolescentes no
son muy conflictivos sino que están buscando su identidad.
LOS ADOLESCENTES DE HOY EN DÍA
Después de explorar la perspectiva histórica sobre la adolescencia
y la tendencia a estereotipar a los adolescentes,
analizaremos ahora su estatus actual.
El estatus actual de los adolescentes
En muchos sentidos, éste es el mejor y el peor momento
para los adolescentes. Su mundo les ofrece posibilidades
y perspectivas que eran inconcebibles hace un siglo:
ordenadores; mayor esperanza de vida; accesibilidad a
todo el planeta a través de la televisión, los satélites y los
viajes.
Después de estudiar la forma en que se ha concebido
la adolescencia a lo largo de la historia, nos centraremos
en los adolescentes de hoy en día.
Nuestra exposición se
focalizará específicamente en cómo se caracterizan los
adolescentes en lo que se refiere a la heterogeneidad y a
la diversidad.
Sin embargo, hoy en día, las tentaciones y peligros
del mundo adulto llegan a los niños y a los adolescentes
tan pronto que con frecuencia no están preparados cognitiva
y emocionalmente para asimilarlas de forma eficaz.
Por ejemplo, el crack es mucho más adictivo que la
marihuana, la droga de la generación anterior. Extraños
fragmentos de violencia y sexo emergen de los televisores
y se instalan en las mentes de los jóvenes. Los mensajes
son impactantes y contradictorios. Los vídeos de
rock sugieren sexo orgiástico, mientras que los funcionarios
de la salud pública aconsejan el sexo seguro.
Los presentadores
de programas sensacionalistas difunden reportajes
sobre drogas exóticas y asesinos en serie. La
televisión proyecta una versión distorsionada de la realidad
en la imaginación de muchos adolescentes.
Todas las sociedades estables transmiten valores entre
generaciones consecutivas. Ésa es la función de la civilización.
En el mundo actual una de las principales preocupaciones
es el tipo de valores que estamos transmitiendo
a los adolescentes. Hace sólo medio siglo, dos de cada
tres familias estaban integradas por un padre, que era el
que traía el pan a casa, una madre y sus hijos, niños y/o
adolescentes.
En la actualidad, menos de una de cada
cinco familias encaja en esta descripción. La ausencia es
una constante en la vida de muchos adolescentes actuales
—ausencia de autoridad, ausencia de límites, ausencia
de implicación y de apoyo emocional (Morrow, 1988).
En muchos sentidos, los adolescentes de hoy en día
se encuentran con un entorno mucho menos estable que
los adolescentes de hace varias décadas (Weissberg y
Greenberg, 1998). Los elevados índices de divorcio y de
embarazo adolescente y la mayor movilidad geográfica
de las familias contribuyen a esta falta de estabilidad.
Los
índices de consumo de drogas entre los adolescentes han
crecido en los países industrializados, con los Estados
Unidos a la cabeza.
De todos modos, crecer nunca ha sido fácil. En muchos
sentidos, las tareas evolutivas de los adolescentes de
hoy en día no difieren de las de los adolescentes de los
años cincuenta. La adolescencia no es una etapa de rebelión,
crisis, patología y desviación para la gran mayoría
de jóvenes.
Una visión mucho más acertada de la adolescencia
es la que la describe como un período de evaluación,
toma de decisiones, asunción de compromisos y
búsqueda de un lugar en el mundo.
En nuestra exposición, hemos pasado por alto un aspecto
muy importante de los adolescentes. No son un grupo
homogéneo. La mayoría de adolescentes recorren eficazmente
el largo camino hacia la madurez propia de la
etapa adulta, pero una minoría nada despreciable no lo
consigue. Las diferencias socioeconómicas, étnicas, culturales,
de género, de edad y de estilo de vida influyen sobre
la trayectoria evolutiva de los adolescentes.
Un área de especial interés en el estudio de los adolescentes
es cómo los contextos influyen sobre su desarrollo
(Bronfenbrenner, 2000; Eccles, 2001; Lerner, 2000).
Los contextos son los entornos donde tiene lugar el desarrollo;
estos entornos están influidos por factores históricos,
económicos, sociales y culturales. Para comprobar
lo importantes que son los contextos para entender el
desarrollo adolescente, supongamos que un investigador
quiere dilucidar si los adolescentes actuales son racialmente
más tolerantes que los adolescentes de hace una o
dos décadas.
Sin tener en cuenta los aspectos históricos,
económicos, sociales y culturales de las relaciones raciales,
la tolerancia racial de los adolescentes no se podrá entender
en su totalidad. El desarrollo de todo adolescente
ocurre sobre un telón de fondo cultural en el que están implicados
múltiples contextos (McLoyd, 1998, 2000). Estos
contextos o entornos incluyen a las familias, otros chicos
de su edad, los centros de enseñanza, las iglesias, los
vecindarios, los municipios, los laboratorios universitarios,
los Estados Unidos, China, México, Egipto y muchos
otros, cada uno de los cuales posee un legado histórico,
económico, social y cultural lleno de significado.
En este libro, los contextos recibirán una atención especial
.
.
La tercera parte está dedicada íntegramente a los
contextos, con capítulos separados sobre las familias, los
compañeros, los centros educativos y la cultura. Como
veremos a continuación, algunos expertos argumentan
que la política social de los países occidentales debería
poner mayor énfasis en mejorar los contextos donde se
desarrollan los adolescentes.
Política social y desarrollo adolescente
La política social incluye el conjunto de decisiones de un
gobierno diseñadas para influir sobre el bienestar de los
ciudadanos. Una tendencia actual consiste en realizar investigaciones
sobre desarrollo adolescente que permitan
tomar decisiones acertadas en el ámbito de la política social
(Bogenschneider, 2002; Carlson y McLanahan, 2002; Edelman, 1977; Ferber, 2002; Lerner, Fisher y Weinberg, 2000; Shonkoff, 2000). Debido a que en los Estados Unidos más del 20 por 100 de los adolescentes actuales tienen hijos, el uso y el abuso de las drogas está a la orden del día entre los adolescentes y el fantasma del sida se está extendiendo, este país necesita revisar la política social relacionada con los adolescentes. Marian Wright Edelman, presidenta del Children Defense Fund, ha sido una incansable defensora de los derechos de los niños.
El punto de vista de los adolescentes
La tierra donde
se desvanecen los sueños
Estamos en el año 2054
El mundo está maldito
La gente ya no pasea por las calles
Las mujeres ya no llevan bolsos
El nombre del juego es sobrevivir ahora La
seguridad es un recuerdo del pasado Las familias
son enormes, con muchos hijos Con la esperanza
de que alguno llegue a mayor
Las drogas ya no están mal vistas Son una
forma de vida Nos ayudan a huir del
insoportable estrés De este mundo en
incesante lucha
Me despierto —sólo era un sueño Pero el mensaje
era terriblemente claro Mejor pensamos
detenidamente en el futuro Antes de que nuestras
metas y nuestros sueños se desvanezcan
Jessica Inglis , 16 años.
A Edelman (1997) le parecen especialmente
preocupantes los indicadores de falta de protección
social que colocan a los Estados Unidos en, o cerca de, la
cola de los países industrializados en el tratamiento que reciben
los niños y los adolescentes. Edelman afirma que
educar y cuidar a la próxima generación de niños y adolescentes
es la función más importante de una sociedad y
que nos tenemos que tomar esta tarea más en serio que en
el pasado. Apunta que actualmente oímos muchas cosas
en boca de los políticos sobre «valores familiares», pero,
cuando examinamos las políticas familiares de nuestros
gobiernos, comprobamos que no reflejan las palabras de
los políticos.
Edelman sostiene que necesitamos un mejor
sistema de asistencia sanitaria para las familias, más centros
de enseñanza y vecindarios más seguros, una mejor
educación para los padres y mejores programas de apoyo
a la familia.
¿Quién debería beneficiarse de los recursos del gobierno
para mejorar el bienestar social? ¿Los niños? ¿Los adolescentes?
¿Sus padres? ¿Los ancianos? La injusticia generacional
es el tratamiento injusto de los miembros más
jóvenes de una sociedad envejecida en la que las personas
mayores tienen muchas ventajas, recibiendo cantidades
desproporcionadamente elevadas de recursos, como
la seguridad social y la asistencia médica.
La injusticia
generacional nos lleva a formulamos preguntas como si
los jóvenes deberían pagar por las personas mayores y si
una población anciana «privilegiada» está utilizando recursos
que deberían revertir sobre los niños y adolescentes
con desventajas.
La idea es que en muchos países industrializados
las personas mayores son privilegiadas
porque tienen pensiones que paga el gobierno, asistencia
sanitaria, bonos para adquirir alimentos, subsidios para pagar
la vivienda, ventajas fiscales y otros beneficios de los
que carecen los grupos más jóvenes.
Mientras van aumentando
los servicios para las personas mayores, el porcentaje
de niños y adolescentes que viven en la pobreza
también va en aumento. Los adolescentes han sido especialmente
desatendidos por muchos gobiernos.
Bernice Neugarten (1988) afirma que el problema no
se debería considerar como un caso de injusticia generacional,
sino más bien como una importante deficiencia de
nuestras políticas económicas y sociales globales. Ella
cree que deberíamos desarrollar un espíritu de apoyo para
ampliar el abanico de oportunidades disponibles para todos
los miembros de la sociedad.
También es importante
tener en cuenta que los niños de hoy serán los adultos del
mañana y que también se beneficiarán de los esfuerzos de
sus hijos.
Si no existiera un sistema de Seguridad Social, en muchas
ocasiones los adultos tendrían que hacerse cargo de
sus padres ancianos, lo que reduciría su capacidad para invertir
recursos en educar a sus propios hijos (Schaie, 2000).
En el siglo XXI, el bienestar de los adolescentes debería
ser una de las principales preocupaciones en todos
los países industrializados.
El futuro de nuestra juventud
es el futuro de nuestra sociedad.
Los adolescentes que no desarrollen plenamente su potencial, que hagan menos contribuciones a la sociedad de las necesarias y que no ocupen el lugar que deberían ocupar como adultos productivos ensombrecen el futuro de nuestra sociedad. En un esfuerzo reciente por aprehender lo que se necesita para fomentar un desarrollo adolescente más positivo, Redd Larson (2000) señaló que los adolescentes necesitan más oportunidades para desarrollar la capacidad de iniciativa.
Los adolescentes que no desarrollen plenamente su potencial, que hagan menos contribuciones a la sociedad de las necesarias y que no ocupen el lugar que deberían ocupar como adultos productivos ensombrecen el futuro de nuestra sociedad. En un esfuerzo reciente por aprehender lo que se necesita para fomentar un desarrollo adolescente más positivo, Redd Larson (2000) señaló que los adolescentes necesitan más oportunidades para desarrollar la capacidad de iniciativa.
Esto implica ser capaz de automotivarse y
esforzarse para alcanzar metas desafiantes. A menudo los
adolescentes se encuentran aburridos de la vida. Larson
considera que las actividades estructuradas de carácter
voluntario, como el deporte, el arte y la participación en
organizaciones son contextos importantes para contrarrestar
este aburrimiento y ayudar a los adolescentes a desarrollar
más su iniciativa.
Hasta este punto, hemos analizado muchas ideas sobre
los adolescentes de hoy en día. El siguiente repaso le
ayudará a alcanzar los objetivos de aprendizaje relacionados
con este tema.
Objetivo de aprendizaje 3
Evaluar a los adolescentes de hoy en día.
• Los adolescentes son un grupo heterogéneo. Aunque la gran mayoría de ellos realiza eficazmente la Iranskion de la infancia a la etapa adulta, un porcentaje nada despreciable no lo consigue y no tiene el apoyo ni las oportunidades adecuadas. Podemos caracterizar a los adolescentes de muchas formas distintas, dependiendo del
grupo particular de adolescentes que describamos.
• Los contextos, los ambientes donde tiene lugar el desarrollo, desempeñan un papel
importante en el desarrollo adolescente. Estos contextos incluyen las familias, los
compañeros, los centros de enseñanza y la cultura.
• La política social incluye el conjunto de decisiones adoptadas por un gobierno para
influir sobre el bienestar de los ciudadanos. La política social relacionada con los
adolescentes de muchos países industrializados debería revisarse para mejorar los ser
vicios destinados a los jóvenes.
• Algunos expertos consideran que los adolescentes son un grupo de edad que ha sido
desatendido por los gobiernos y que hemos llegado a una situación de injusticia generacional, en la que un porcentaje desproporcionadamente elevado del apoyo gubernamental va dirigido a las personas mayores.
Hasta este punto del capítulo hemos explorado la forma
en que se ha percibido la adolescencia a lo largo de
la historia y los adolescentes de hoy en día. A continuación,
estudiaremos la naturaleza del desarrollo.
LA NATURALEZA DEL DESARROLLO
En cierto modo, cada uno de nosotros nos desarrollamos
como cualquier individuo, como algunos individuos,
y como ningún otro individuo. La mayor parte del tiempo
centramos nuestra atención en nuestra exclusividad individual,
pero los investigadores que estudian el desarrollo se
interesan tanto por nuestras características únicas como
por las que compartimos con otros individuos. Como seres
humanos, todos y cada uno de nosotros recorremos un
trayecto común. Cada uno de nosotros —Leonardo Da
Vinci, Juana de Arco, George Washington, Martin Luther
King, usted y yo— empezamos a andar aproximadamente
cuando teníamos un año, hablamos a los dos años, nos implicamos
en juegos simbólicos durante la primera infancia
y adquirimos mayor independencia durante la juventud.
¿A qué nos referimos cuando hablamos sobre el desarrollo
de un individuo? El desarrollo es el patrón de cambios
que se inicia con la concepción y continúa a lo largo
de todo el ciclo vital. La mayor parte del desarrollo implica
crecimiento, pero también decadencia (como en la
muerte y el envejecimiento). Se trata de un patrón complejo
porque es el producto de varios procesos.
Procesos y períodos
El desarrollo adolescente está determinado por procesos
biológicos, cognitivos y socioemocionales. El desarrollo
se suele describir por períodos.
Procesos biológicos, cognitivos
y socioemocionales
Los procesos biológicos implican cambios físicos en el
cuerpo de un individuo. Los genes heredados de los padres,
el desarrollo del cerebro, el aumento de peso y de
estatura, las habilidades motoras y los cambios hormonales
de la pubertad, todos ellos reflejan el papel que desempeñan
los procesos biológicos en el desarrollo adolescente.
Los procesos biológicos y el desarrollo físico se
exponen extensamente en el Capítulo 3.
Los procesos cognitivos implican cambios en el pensamiento
y la inteligencia de un individuo. Memorizar un
poema, resolver un problema de matemáticas e imaginarse
cómo sería convertirse en una estrella de cine reflejan
el papel que desempeñan los procesos cognitivos
en el desarrollo adolescente. En los Capítulos 4 y 5 analizaremos
detalladamente los procesos cognitivos.
Los procesos socioemocionales implican cambios en
las relaciones de un individuo con otras personas, las
emociones, la personalidad y el papel que desempeñan
los contextos sociales en el desarrollo. Contestar a los padres,
agredir a otro adolescente, el desarrollo de la asertividad,
la alegría de los adolescentes en una fiesta del
instituto y la orientación de los roles sexuales de la sociedad,
todos ellos reflejan el papel que desempeñan los
procesos socioemocionales en el desarrollo adolescente.
La tercera y la cuarta parte de este libro se centran en este
tipo de procesos.
Los procesos biológicos, cognitivos y socioemocionales
están entrelazados de forma compleja. Los procesos
socioemocionales moldean los procesos cognitivos,
los procesos cognitivos estimulan o restringen los procesos
socioemocionales, y los procesos biológicos influyen
sobre los procesos cognitivos y socioemocionales. Aunque los distintos tipos de procesos implicados en el desarrollo
adolescente se comentan en distintas partes del libro,
no hemos de olvidar que estamos estudiando el desarrollo
de un ser humano unitario que posee una sola
mente y un solo cuerpo interdependientes.
Períodos evolutivos
El desarrollo se suele describir por períodos. Seguidamente
expondremos los períodos evolutivos en que se dividen
la infancia, la adolescencia y la edad adulta. Se facilitan
intervalos de edad aproximados de cada período
para proporcionar una idea general de cuándo empieza y
cuándo acaba cada uno.
Infancia.
La infancia comprende el período prenatal, la
primera infancia, la etapa preescolar y la etapa escolar.
El período prenatal es el intervalo de tiempo comprendido
entre la concepción y el nacimiento. Es un período
de gran crecimiento, ya que se pasa de una sola célula a un organismo completo dotado de cerebro y
capacidades conductuales, aproximadamente en 9 meses.
La primera infancia es el período evolutivo que se
extiende entre el nacimiento y los 18 o 24 meses. Es una
etapa de extrema dependencia con respecto a los adultos.
Muchas capacidades y actividades psicológicas —por
ejemplo, el lenguaje, el pensamiento simbólico, la coordinación sensoriomotora, el aprendizaje social y las relaciones
entre padres e hijos— se empiezan a desarrollar en
este período.
La etapa preescolar es el período evolutivo que se
extiende desde el final de la lactancia hasta los 5 o 6
años: a veces se denomina primera infancia. Durante este
período los niños aprenden a ser más autosuficientes y a
cuidar más de sí mismos, adquieren las habilidades necesarias
para ir al colegio (seguir instrucciones, identificar
letras), y pasan muchas horas jugando con otros niños
de sus edad. El primer curso de primaria suele marcar
el final de este período.
La etapa escolar es el período evolutivo que se extiende
aproximadamente desde los 6 años hasta los 10 u
11 años; en algunos países denominada de la educación
primaria. Los niños dominan las habilidades básicas de
lectura, la escritura y la aritmética y son expuestos formalmente
al mundo y a la cultura. En este período, la motivación
de logro se convierte en el tema más central del
universo infantil y aumenta el autocontrol.
Adolescencia.
El principal foco de interés de este libro
es el desarrollo de los adolescentes. Sin embargo, como
sugiere nuestro calendario, cuando un individuo llega a la
adolescencia, ya se ha producido en él un desarrollo considerable
y ha acumulado muchas experiencias.
Ningún adolescente llega a la adolescencia como una
tabula rasa, sólo con un anteproyecto genético que determinará
sus pensamientos, sentimientos y comportamientos.
Contrariamente, la combinación de un anteproyecto
genético, las experiencias acumuladas durante la
infancia y las experiencias adolescentes son las que determinan
el curso del desarrollo adolescente. Por eso es
importante tener en cuenta esta continuidad del desarrollo
entre la infancia y la adolescencia. En breve, profundizaremos
más en la cuestión de la continuidad y la discontinuidad
en el desarrollo.
Una definición de adolescencia requiere la consideración
de la edad y también de las influencias sociohistóricas.
Recuérdese la construcción social de la adolescencia.
Teniendo en cuenta estas limitaciones, podemos
definir la adolescencia como el período evolutivo de
transición entre la infancia y la etapa adulta; que implica
cambios biológicos, cognitivos y socioemocionales. A
pesar de que las circunstancias culturales e históricas limitan
nuestra capacidad de establecer intervalos de edad
con exactitud, en la mayoría de las culturas actuales la
adolescencia se inicia aproximadamente entre los 10 y los
13 años y finaliza entre los 18 y los 22 en la mayoría de
los individuos. Los cambios biológicos, cognitivos y socioemocionales
de la adolescencia van desde el desarrollo
de las funciones sexuales hasta el pensamiento abstracto
y la conquista de la independencia.
Cada vez más los especialistas en desarrollo distinguen
entre la adolescencia temprana y la adolescencia
tardía. La adolescencia temprana corresponde grossomodo con los años de enseñanza secundaria obligatoria e incluye la mayoría de cambios asociados a la pubertad.
La adolescencia tardía se refiere aproximadamente
a la segunda mitad de la segunda década de la vida. Los
intereses profesionales, las citas románticas y la exploración
de la identidad suelen predominar más en la adolescencia
tardía que en la temprana. Los investigadores
que estudian la adolescencia cada vez especifican más si
sus resultados son generalizables a toda la adolescencia
o son específicos de la adolescencia temprana o la tardía.
La antigua visión de la adolescencia postulaba que era
un período de transición singular y uniforme que finalizaba
con la entrada en el mundo adulto. Sin embargo, los
enfoques actuales sobre el estudio de la adolescencia examinan
los precursores y los resultados de diversas transiciones,
la constelación de acontecimientos que define el
período de transisición, o la distribución temporal o la
secuencia de acontecimientos que tiene lugar durante este
período de transición (Graber, Brooks-Gunn y Peterson,
1996; Lerner et al., 1996; Sarigiani y Petersen, 2000). Por
ejemplo, la pubertad y el inicio de la etapa de la educación
secundaria se suelen estudiar como transiciones fundamentales
que señalan la entrada en la adolescencia, y
completar los estudios o conseguir el primer trabajo a
tiempo completo se evalúan como acontecimientos transicionales
que determinan la salida de la adolescencia y
la entrada en la etapa adulta.
Hoy en día, los especialistas en desarrollo no consideran
que el cambio acabe con la adolescencia (Baltes,
2000; Baltes, Lindenberg y Staudinger, 1998; Lerner,
1998; Santrock, 2002). Recordemos que el desarrollo se define como un proceso que dura toda la vida. La adolescencia forma parte del ciclo vital y, como tal, no debe considerarse como un período de desarrollo aislado. Aunque es cierto que la adolescencia posee algunas características únicas, lo que ocurre durante la adolescencia está interconectado con el desarrollo y las experiencias de la infancia y de la etapa adulta.
Imagine cómo habría sido
su desarrollo como adolescente
en otros contextos culturales
Intente imaginar cómo habría sido su desarrollo adolescente
en una cultura que le ofreciera muy pocas opciones
en comparación con el mundo occidental —por
ejemplo, la China comunista durante la Revolución Cultural—.
En la China rural los jóvenes no podían elegir
profesión ni pareja. Tampoco se les permitía emigrar a la
ciudad. Imaginémonos también otro contexto cultural, en
esta ocasión en los Estados Unidos. Algunas áreas de las
ciudades del interior pueden ser contextos adecuados
para educar a los jóvenes, pero otras no lo son tanto.
¿Cómo habría sido su adolescencia si hubiera crecido en
un área de una ciudad del interior donde la mayoría de
los servicios se habían trasladado a otros lugares, los centros
de enseñanza eran de baja calidad, la pobreza extrema
y el crimen generalizado? Lamentablemente, algunos
de los lectores de este libro habrán crecido es esas circunstancias.
Desarrollo adulto.
Al igual que la infancia y la adolescencia,
la etapa adulta no es un período de desarrollo homogéneo.
Los especialistas en desarrollo suelen distinguir
entre tres subperíodos de desarrollo adulto: adultez
inicial, adultez media y adultez tardía. La adultez temprana suele iniciarse afínales de la segunda década de
la vida o principios de la tercera y se prolonga durante
la cuarta década. Es un período de establecimiento de la independencia personal y económica. El desarrollo de una carrera profesional se convierte en un tema más central
que en la adolescencia.
Nuestra exposición de los períodos evolutivos del ciclo
vital humano continúa con la adultez media, el período
evolutivo que se inicia aproximadamente entre los
35 y los 45 años de edad y finaliza aproximadamente entre
los 55 y los 65.
Este período es especialmente importante en la vida
de los adolescentes porque sus padres o están a punto de
entrar en él o ya lo han iniciado. La adultez media es un
período en que crece el interés por transmitir valores a la
próxima generación, aumenta la preocupación por el propio
cuerpo y se reflexiona más sobre el sentido de la vida.
En el Capítulo 5 analizaremos cómo la maduración tanto
de los adolescentes como de sus padres contribuye a una
mayor comprensión de las relaciones entre padres y adolescentes.
Por último, el ritmo y el significado del ciclo vital humano
finaliza con la adultez tardía, el período evolutivo
que se inicia entre los 60 y 70 años de edad y finaliza con
la muerte. Es un período de adaptación a la pérdida de
fuerza y salud, la jubilación y la reducción de los ingresos
económicos. Revisar la propia vida y adaptarse a los
roles sociales cambiantes también caracterizan a la adultez
tardía, así como la reducción de las responsabilidades,
la mayor libertad y el hecho de convertirse en abuelo.
Transiciones evolutivas
Las transiciones evolutivas suelen ser coyunturas importantes
en la vida de una persona. Estas transiciones incluyen
dejar de ser un feto para convertirse en un bebé, dejar
de ser un bebé para convertirse en un niño pequeño y dejar
de ser un niño pequeño para convertirse en un niño en
edad escolar. Desde el foco de atención de este libro, dos
transiciones importantes en la vida de una persona son la
comprendida entre de la infancia y la adolescencia y
la comprendida entre la adolescencia y la etapa adulta.
Seguidamente exploraremos estas transiciones.
De la infancia a la adolescencia
La transición de la infancia a la adolescencia implica una
serie de cambios biológicos, cognitivos y socioemocionales.
Entre los cambios biológicos, podemos señalar la
pubertad con su estirón, los cambios hormonales y la maduración
sexual. Además, durante la adolescencia temprana
se producen una serie de cambios en el cerebro que
permiten pensar de forma más compleja. También en este
período se producen cambios en las pautas de sueño, y los
adolescentes prefieren acostarse y levantarse más tarde
que los niños.
Entre los cambios cognitivos que se asocian a esta
transición cabe mencionar el incremento del pensamiento
abstracto, idealista y lógico. Asimismo, cuando los niños
se convierten en adolescentes empiezan a pensar de
una forma más egocéntrica, es decir, se sienten los protagonistas
de la escena, únicos e invulnerables. También adquieren
mayores responsabilidades en la toma de decisiones
que durante la infancia.
Entre los cambios socioemocionales que acompañan
a esta transición cabe mencionar un mayor deseo de independencia,
el incremento de los conflictos con los padres
y una mayor motivación por pasar tiempo con otros
chicos y chicas de la misma edad. Las conversaciones con
los amigos se vuelven más íntimas y se caracterizan por
una mayor implicación personal. La entrada en la adolescencia
se suele asociar a la asistencia a centros de enseñanza
más grandes e impersonales. El rendimiento escolar
se convierte en algo más serio y aumentan los problemas
académicos. Los cambios en la maduración sexual se asocian
a un mayor interés por las citas y las relaciones de
pareja. Los adolescentes también presentan más cambios
anímicos que los niños.
Como acabamos de ver, la transición de la infancia a
la adolescencia es compleja y multidimensional, implicando
cambios en muchos aspectos distintos de la vida
del individuo.
Para completar eficazmente esta transición se requiere capacidad de adaptación y el apoyo atento y sensible de los padres.
Para completar eficazmente esta transición se requiere capacidad de adaptación y el apoyo atento y sensible de los padres.
De la adolescencia a la etapa adulta
Otra transición importante es la que tiene lugar cuando un
individuo deja de ser un adolescente para convertirse en
un adulto (Gutman, 2002; Jozefowicz, 2002; Raymore,
Baber y Eccles, 2001). Se ha dicho que la adolescencia
empieza con la biología y acaba con la cultura. Esto significa
que el marcador de la transición de la infancia a la
adolescencia es la maduración asociada a la pubertad,
mientras que el marcador de la transición de la adolescencia
a la etapa adulta está determinado por estándares
y experiencias culturales. De todos modos, como acabamos
de ver, la transición de la infancia a la adolescencia
no implica sólo cambios biológicos, sino también cambios
cognitivos y socioemocionales.
¿Se entra abruptamente en la etapa adulta? Es poco
probable. El sociólogo Kenneth Kenniston (1970) propuso
que entre la adolescencia y la adultez tiene lugar una
transición que puede durar de dos a ocho años o incluso
más tiempo. Juventud es el término que utiliza Kenniston
para referirse al período de transición comprendido
entre la adolescencia y la etapa adulta, que es un período
de inestabilidad económica y personal. Ante un mundo
laboral complejo que exige una preparación profesional
altamente especializada, muchas personas invierten
un período de tiempo extenso en asistir a escuelas técnicas
superiores, escuelas universitarias y facultades. Durante
este período de transición sus ingresos suelen ser
bajos y esporádicos. Pueden cambiar frecuentemente de
residencia, posponiendo a menudo el matrimonio y la formación
de una familia.
Recientemente, la transición entre la adolescencia y la
etapa adulta se ha denominado adultez emergente (Arnett,
2000). El intervalo de edad aproximado de esta etapa de
transición está comprendido entre los 18 y los 25 años.
La adultez emergente se caracteriza por la experimentación
y la exploración. En este punto del desarrollo, muchas
personas todavía están decidiendo qué trayectoria
profesional quieren seguir, cómo quieren construir su
identidad y qué estilo de vida quieren adoptar (por ejemplo,
soltero, vivir en pareja, casado).
Es difícil determinar cuándo una persona se convierte
en adulto.
El marcador más ampliamente reconocido de
la entrada en la etapa adulta es la consecución de un
puesto de trabajo a tiempo completo. Esto suele ocurrir
cuando se completan los estudios —el bachillerato en algunos
casos, la formación profesional técnica o superior
en otros, y la formación universitaria superior o de grado
medio en otros (Graber y Brooks-Gunn, en prensa). De
todos modos, los criterios para determinar cuándo una
persona deja atrás la adolescencia y entra en el mundo de
los adultos distan mucho de estar claros. La independencia
económica se suele considerar un marcador del estatus
adulto, pero desarrollar esta independencia suele ser
un proceso largo y dificultoso. Cada vez hay más licenciados
que viven con sus padres mientras intentan independizarse
económicamente.
Aproximadamente el 40 por
100 de las personas que se encuentran a finales de la segunda
década de su vida o a principios de la tercera vuelven
a vivir con sus padres por lo menos en una ocasión
(Goldscheider y Goldscheider, 1999).
La asunción de responsabilidades y la toma independiente
de decisiones son otros marcadores de la adultez.
De hecho, en un estudio los adolescentes citaron estos dos
aspectos como los que marcan la entrada en la etapa adulta
(Scherr y Unger, 1994).
En otra investigación, más del 70
por 100 de los estudiantes universitarios consultados
afirmaron que ser un adulto significa asumir la responsabilidad
de las consecuencias de las propias acciones, decidir
en base a las propias creencias y valores y establecer
una relación de igual a igual con los padres (Arnett, 1995).
¿Existe una edad específica a partir de la cual podemos
afirmar que un individuo se convierte en adulto? En
un estudio, personas de 21 años dijeron que habían alcanzado
el estatus adulto cuando tenían entre 18 y 19
años (Scheer, 1996). En este estudio, los sujetos consultados
mencionaron tanto factores de estatus social (ingresos
económicos y estudios) como factores cognitivos
(ser responsable y tomar decisiones independientes)
como marcadores del inicio de la etapa adulta.
No hay ninguna duda de que hacerse adulto significa
mucho más que alcanzar una determinada edad.
Resumiendo, la cuestión es que en algún punto comprendido
entre finales de la segunda década y principios
de la tercera el ser humano entra en la etapa adulta. Al hacerse
adulto, asume la responsabilidad de su propia vida,
desarrolla la capacidad de tomar decisiones independientes
y obtiene la independencia económica (Arnett, 2000).
Lo que hemos expuesto hasta ahora sobre los determinantes
del estatus adulto es aplicable mayoritariamente
a las personas que viven en países industrializados y
especialmente a los norteamericanos. ¿Coinciden los criterios
de la adultez en los países en vías de desarrollo con
los de los países industrializados? En los países en vías
de desarrollo, el matrimonio suele ser un marcador más
significativo de la entrada en la etapa adulta y suele ocurrir
mucho antes (Arnett, 2000; Davis y Davis, 1989).
Hasta este punto, nuestra exposición sobre la naturaleza
del desarrollo se ha centrado en los procesos y períodos
evolutivos, así como en las transiciones evolutivas.
A continuación, analizaremos algunas cuestiones importantes
sobre el desarrollo.
Cuestiones sobre el desarrollo
En el estudio del desarrollo adolescente se plantean diversas
cuestiones. Entre las principales, se incluyen las siguientes:
¿el desarrollo depende más de la naturaleza (herencia)
o de la crianza (ambiente)? ¿El desarrollo es un
proceso gradual y continuo o más bien un proceso discontinuo
y por etapas? ¿El desarrollo depende más de las
experiencias tempranas o de las tardías?
La importancia de plantearse
preguntas
—explorar nuestro
propio desarrollo como adolescentes
El hecho de plantearse preguntas refleja nuestra curiosidad.
Los niños —especialmente los niños pequeños— se
caracterizan por su marcada tendencia a hacer preguntas.
Cuando mi nieta tenía 4 años, una de sus preguntas favoritas
era «¿por qué?». Por muy fuerte que sea nuestra
tendencia a formular preguntas en las primeras etapas de
la vida, muchas personas se plantean muchas menos peguntas
cuando se hacen adultas.
El hecho de hacer y hacernos preguntas puede ayudarnos
a pensar críticamente sobre el desarrollo adolescente,
incluyendo nuestro propio desarrollo como adolescentes.
Conforme vaya avanzando en la lectura de este
libro, puede ser un sano ejercicio que se vaya formulando
preguntas sobre cómo experimentó determinados aspectos
del desarrollo. Por ejemplo, considere las experiencias
que tuvo en el seno de su familia conforme iba
madurando. Entre las preguntas que se puede hacer a sí
mismo se pueden incluir: «¿cómo me educaron mis padres?
¿En qué medida la forma en que me educaron influyó
en cómo soy ahora? ¿Cómo repercutió sobre mi desarrollo
mi relación con mis hermanos o hermanas?».
Plantéese también preguntas sobre sus experiencias escolares
y sus relaciones con sus compañeros de clase.
«¿Tenía muchos amigos íntimos?¿ Cuánto tiempo pasé
con otros chicos de mi edad en distintos momentos de la
infancia y la adolescencia en comparación con el tiempo
que pasé con mis padres? ¿Cómo fueron los centros educativos
a los qué asistí? ¿Tuve buenos profesores? ¿Cómo
repercutieron los centros de enseñanza y los profesores
sobre mi orientación hacia el logro actual?»
Sea curioso. Formúlese preguntas. Pregunte a sus
amigos o compañeros de clase sobre sus experiencias durante
la adolescencia y compárelas con las suyas.
Naturaleza versus crianza
La cuestión naturaleza-crianza se refiere al debate sobre
si el desarrollo está influido prioritariamente por la naturaleza
o por la crianza. Por naturaleza entendemos la herencia
biológica del organismo y por crianza las experiencias
ambientales. Los defensores de la «naturaleza» sostienen
que la influencia más importante sobre el desarrollo es la
herencia biológica. Los defensores de la «crianza» sostienen
que las experiencias ambientales son el influjo más
importante.
Según los partidarios de la «naturaleza», del mismo
modo que un girasol crece de una forma ordenada —a menos
que se le exponga a un entorno hostil— el ser humano
también crece en una determinada dirección. El abanico
de ambientes puede ser muy amplio, pero los partidarios
de este enfoque sostienen que el anteproyecto genético
produce una pauta de crecimiento y desarrollo común. Todos
andamos antes de hablar, decimos una palabra antes
que dos, crecemos muy deprisa durante la primera infancia
y más lentamente durante la etapa escolar, sufrimos el
asalto de las hormonas en la pubertad, alcanzamos la plenitud
física a finales de la adolescencia y principios de la
etapa adulta, y después iniciamos el declive físico.
Los
defensores de la naturaleza reconocen que los ambientes
extremos —físicamente pobres u hostiles— pueden comprometer
el desarrollo, pero consideran que las tendencias
básicas del crecimiento están genéticamente determinadas.
Contrariamente, otros psicólogos enfatizan la importancia
de las experiencias ambientales en el desarrollo.
Estas experiencias engloban desde el ambiente biológico
del individuo —nutrición, atención médica, fármacos y
accidentes— hasta el ambiente social —familia, compañeros,
vecindario, medios de comunicación y cultura.
Algunos especialistas en desarrollo adolescente consideran
que históricamente se ha puesto demasiado énfasis
en los cambios biológicos asociados a la pubertad como
determinantes del desarrollo psicológico adolescente
(Montemayor y Flannery, 1991).
Reconocen que estos
cambios biológicos son una importante dimensión de la
transición de la infancia a la adolescencia que está presente
en todas las especies de primates y en todas las culturas
del mundo. Sin embargo, creen que los contextos sociales
(crianza) también desempeñan un papel importante
en el desarrollo psicológico, un papel que hasta hace poco
no había recibido la atención que merece.
Continuidad y discontinuidad
Detengámonos un momento para pensar en nuestro desarrollo.
Para convertimos en la persona que somos ¿crecimos
de forma gradual, como el crecimiento progresivo y
acumulativo de una bellota que se acaba convirtiendo en
un roble gigantesco?, ¿o experimentamos cambios claros
y repentinos en el crecimiento, similares a la metamorfosis
de un gusano que se convierte en mariposa? Generalmente,
los psicólogos del desarrollo que enfatizan en el
papel de la experiencia describen el desarrollo como un
proceso gradual y continuo; los que enfatizan en la importancia
de la naturaleza lo describen como una secuencia
de etapas claramente diferenciadas.
La cuestión continuidad-discontinuidad se centra
en la medida en que el desarrollo implica cambios graduales
y acumulativos (continuidad) o etapas claramente
diferenciadas (discontinuidad). Según la visión continuista,
la primera palabra de un bebé, aunque aparentemente
sea un acontecimiento abrupto y discontinuo, de
hecho, es el resultado de semanas y meses de crecimiento
y práctica. La pubertad, aunque también parezca algo
repentino, en el fondo es un proceso gradual que se prolonga
durante varios años.
Según la visión no continuista del desarrollo, cada
persona pasa por una secuencia de etapas en las que el cambio es cualitativo, en vez de cuantitativo. Conforme
un roble va creciendo desde una semilla hasta convertirse
en un árbol gigantesco, se va haciendo más roble —su
desarrollo es continuo— . Pero, cuando un gusano se
transforma en mariposa, no se vuelve más gusano; se convierte
en un tipo distinto de organismo —su desarrollo es
discontinuo— . Por ejemplo, hay un punto a partir del cual
un niño pasa de ser incapaz de pensar de forma abstracta
sobre el mundo a ser capaz de hacerlo. Se trata de un
cambio cualitativo o discontinuo en el desarrollo, no de
uno cuantitativo o continuo.
Experiencias tempranas y tardías
Otro debate importante sobre el desarrollo es la cuestión
experiencias tempranas-tardías, que se centra en la medida
en que las experiencias tempranas (sobre todo las
de las primeras etapas de la infancia) o las tardías son
los principales determinantes del desarrollo. Es decir, si
un lactante o un niño pequeño experimenta circunstancias
negativas y estresantes, ¿podrá superar esas experiencias
si tiene experiencias posteriores más positivas durante la
adolescencia? ¿O son las experiencias tempranas tan crí
ticas, posiblemente porque se trata de las primeras experiencias
prototípicas de un individuo, que no se pueden
contrarrestar con un ambiente posterior más rico durante
la infancia y la adolescencia? .
La cuestión experiencias tempranas-tardías tiene una
larga historia y sigue debatiéndose acaloradamente entre
los especialistas del desarrollo. Algunos consideran que,
si un bebé no recibe consuelo y cuidados afectuosos durante
aproximadamente el primer año de vida, su desarrollo
nunca será óptimo (Bowlby, 1989; Main, 2000;
Sroufe, 1996). Platón estaba convencido de que los bebés
que se mecían más frecuentemente se acababan convirtiendo
en mejores atletas. Los sacerdotes decimonónicos
de Nueva Inglaterra decían a los padres en los sermones
dominicales que la forma en que trataran a sus bebés determinaría
el futuro carácter de sus hijos.
El énfasis en la
importancia de las experiencias tempranas descansa sobre
la creencia de que cada vida es una trayectoria sin solución
de continuidad en la cual las cualidades psicológicas
se pueden rastrear hasta sus orígenes.
La doctrina que enfatiza la importancia de las experiencias
tempranas contrasta con la que enfatiza la de las
experiencias tardías, la cual, en vez de postular la consecución
de una permanencia estatutaria después de un
cambio durante la primera infancia, sostiene que nuestro
desarrollo continúa, como el flujo y el reflujo de un río.
Los defensores de esta perspectiva argumentan que los niños
y los adolescentes son maleables a lo largo del desarrollo
y que una atención tardía sensible y adecuada es tan
importante como una atención temprana de las mismas
características. Algunos especialistas en desarrollo cuyo
interés es todo el ciclo vital, en vez de centrarse exclusivamente
en el desarrollo infantil, consideran que se ha
prestado una atención insuficiente al papel que desempeñan
las experiencias tardías en el desarrollo (Baltes, 1989,
2000).
Estos autores aceptan que las experiencias tempranas
son importantes en el desarrollo, aunque no más
que las experiencias tardías. Jerome Kagan (1992) señala
que incluso los niños que presentan un temperamento
inhibido por motivos hereditarios poseen la capacidad de
cambiar su comportamiento. Kagan constató que casi un
tercio de un grupo de niños que tenían temperamento inhibido
a los dos años de edad no solían mostrarse tímidos
ni miedosos cuando cumplieron 4 años (Kagan, Snidmar
y Arcus, 1995).
En las culturas occidentales, muchas personas, especialmente
las que compartían la creencia freudiana de que
las experiencias fundamentales en el desarrollo de una
persona son las relaciones que mantiene con sus padres
durante los -primeros cinco años de vida, han tendido a
defender la idea de que las experiencias tempranas son
más importantes que las tardías (Chan, 1963). Sin embargo,
la mayoría de la gente del resto del mundo no comparte
esta creencia.
Por ejemplo, los habitantes de muchos países asiáticos
creen que las experiencias que ocurren después de los
6 o 7 años de edad son más importantes en el desarrollo
que las experiencias tempranas.
Esta asunción emana de
la creencia milenaria que impera, desde hace mucho tiempo
en las culturas orientales, de que las habilidades de razonamiento
de los niños se empiezan a desarrollar de forma
importante durante la etapa escolar.
Evaluar las cuestiones sobre el desarrollo
Al considerar detenidamente las tres cuestiones fundamentales
sobre el desarrollo —naturaleza versus crianza,
continuidad versus discontinuidad, y experiencias tempranas
versus experiencias tardías— es importante saber
que la mayoría de los expertos en desarrollo reconocen
que no es sensato adoptar una posición extrema. El desarrollo
no es todo naturaleza ni todo crianza, no es todo
continuidad ni todo discontinuidad, ni todo experiencias
tempranas o experiencias tardías.
La naturaleza y la crianza,
la continuidad y la discontinuidad, y las experiencias
tempranas y tardías, todo ello afecta al desarrollo a lo largo
del ciclo vital. Por ejemplo, en la cuestión naturalezacrianza,
la clave del desarrollo está en la interacción entre
ambas en vez del efecto aislado de cada una de ellas
(Loehlin, 1995, 2000).
El desarrollo cognitivo de un individuo
es el resultado de la interacción entre su herencia
y su ambiente, no de la herencia o del ambiente exclusivamente.
En el Capítulo 3 profundizaremos más en
el papel de la interacción entre herencia y ambiente.
Consideremos por ejemplo, el comportamiento de los
adolescentes y de las adolescentes (Feldman y Eliot,
1990).
Los factores hereditarios influirán sobre las diferencias
entre chicos y chicas en lo que se refiere al peso,
la estatura y la edad dé inicio de la pubertad. Como promedio,
las chicas son más bajas y pesan menos que los
chicos y entran antes en la pubertad. Sin embargo, algunas diferencias entre sexos que antiguamente parecían estar
claramente establecidas se están empezando a cuestionar,
lo que sugiere que la crianza también desempeña
un papel importante. Por ejemplo, las mujeres de hoy en
día eligen carreras de matemáticas y ciencias en mucha
mayor medida y buscan la autonomía con mucha más determinación
que en el pasado. Lamentablemente, las adolescentes
actuales también consumen muchas más drogas
y tabaco que en épocas anteriores. Las modificaciones
que están experimentando las diferencias y similitudes
entre géneros confieren mayor credibilidad a la idea de
que las explicaciones simplistas basadas solamente en
factores biológicos o ambientales son inadecuadas.
A pesar de que la mayoría de los especialistas en desarrollo
no adoptan posturas extremas en las cuestiones
sobre el desarrollo que acabamos de exponer, este consenso
no implica que no haya debates acalorados sobre en
qué medida el desarrollo está determinado por cada uno
de los factores mencionados. Siguiendo con el ejemplo de
las diferencias entre géneros, ¿las chicas suelen rendir
menos en matemáticas a causa de su naturaleza «femenina»
o debido al sesgo masculino de la sociedad? Consideremos
también aquellos adolescentes que tuvieron una
infancia caracterizada por la pobreza, la falta de atención
paterna y una escolarización deficiente. ¿El hecho de que
tengan experiencias enriquecedoras durante la adolescencia
les permitirá superar los déficits que tuvieron durante
las primeras etapas del desarrollo? Las respuestas que los
expertos en desarrollo dan a este tipo de preguntas reflejan
sus puntos de vista sobre las cuestiones naturalezacrianza,
continuidad-discontinuidad y experiencias tempranas-tardías.
Las respuestas también influyen sobre la
política social relacionada con los adolescentes y sobre
nuestra vida a lo largo del ciclo vital.
Hasta este punto, hemos analizado muchas ideas sobre
la naturaleza del desarrollo. El siguiente repaso le
ayudará a alcanzar los objetivos de aprendizaje relacionados
con este tema.
Objetivo de aprendizaje 4
Definir el concepto de desarrollo y describir los procesos y períodos evolutivos.
• El desarrollo es el patrón de cambios que tienen lugar a lo largo de todo el ciclo vital.
• Los procesos biológicos implican cambios físicos en el cuerpo del individuo. Los procesos
cognitivos consisten en cambios en el pensamiento y la inteligencia. Los cambios
socioemocionales son los que afectan a las relaciones con la gente, la emoción,
la personalidad y los contextos sociales.
• El desarrollo se suele dividir en una serie de períodos: período prenatal, primera infancia,
etapa preescolar, etapa escolar, adolescencia, adultez temprana, adultez media
y adultez tardía. La adolescencia es el período de transición de la infancia a la
adultez e implica cambios biológicos, cognitivos y socioemocionales. En la mayoría
de culturas la adolescencia empieza aproximadamente entre los 10 y los 13 años de
edad y finaliza entre los 18 y los 22. Los expertos en desarrollo cada vez distinguen
más entre adolescencia temprana y tardía.
Objetivo de aprendizaje 5 Exponer las transiciones evolutivas y las principales cuestiones sobre el desarrollo.
• Dos transiciones evolutivas importantes son el paso de la infancia a la adolescencia
y el paso de la adolescencia a la etapa adulta. En la transición de la infancia a la
adolescencia los cambios asociados a la pubertad son prominentes, aunque también
tienen lugar cambios cognitivos y socioemocionales. A veces se ha dicho que la adolescencia empieza con la biología y acaba con la cultura. Para describir la transición
de la adolescencia a la etapa adulta se han propuesto los conceptos de juventud y
adultez emergente. Entre los criterios que se suelen citar para determinar la entrada
en la adultez figuran la responsabilidad, la toma independiente de decisiones y la independencia
económica.
• Tres cuestiones importantes relacionadas con el desarrollo son: (1) la cuestión naturaleza-crianza
(¿el desarrollo está determinado por la herencia [naturaleza] o por el
ambiente [crianza]?) (2) La cuestión continuidad-discontinuidad (¿el desarrollo es
gradual y acumulativo [continuidad] o abrupto y por etapas [discontinuidad]?) (3) La
cuestión experiencias tempranas-tardías (¿el desarrollo está determinado por las experiencias
tempranas, especialmente las de la primera infancia, o por las experiencias
tardías [más recientes o actuales]?) La mayoría de los expertos en desarrollo no
adoptan posiciones extremas en estas cuestiones, aunque éstas siguen siendo objeto
de largos debates
Hasta este punto del capítulo, hemos analizado la forma
en que se ha percibido la adolescencia a lo largo de
la historia, los adolescentes de hoy en día y la naturaleza
del desarrollo. A continuación, estudiaremos qué es lo
que importa en la adolescencia, proporcionando un marco
de referencia sobre los principales temas que se tratarán
en el resto del libro.
ENTENDER LA ADOLESCENCIA:
¿QUÉ ES LO QUE IMPORTA?
En la adolescencia, ¿qué es lo que importa? ¿Qué hemos
de tener en cuenta para entender la adolescencia? ¿Qué
es lo que contribuye a que un adolescente recorra de forma
saludable el camino que va desde la infancia hasta la
etapa adulta? ¿Qué es lo que ocurre cuando se sale del camino
y no logra desarrollar todo su potencial? Al analizar
lo que importa realmente en la adolescencia, examinaremos
algunos de los temas principales de este libro al
tiempo que estudiaremos la posición actual sobre estos temas.
Para entender la adolescencia, hay que tener en
cuenta: los procesos biológicos, los procesos cognitivos,
los contextos, el desarrollo social y de la personalidad, los
problemas y trastornos, la ciencia y el pensamiento crítico.
Estudiar estos aspectos de la adolescencia científicamente
y pensar críticamente sobre ellos puede mejorar
considerablemente nuestra comprensión sobre su desarrollo.
Importancia de los procesos biológicos
Previamente, en este mismo capítulo, hemos estudiado la
cuestión naturaleza-crianza. Recordemos que esta cuestión
plantea la medida en que la constitución biológica de
los adolescentes (naturaleza) influye sobre su comportamiento
y desarrollo.
Hay bastante controversia sobre esta cuestión. Según
el enfoque de Hall y de Freud, la biología era lo que dominaba.
En la actualidad, seguimos pensando que la biología
desempeña un papel fundamental en el desarrollo
adolescente, pero los teóricos actuales intentan determinar
cómo interactúan la herencia y el ambiente para explicar
el desarrollo adolescente.
Una tendencia actual consiste en examinar qué papel
ha podido desempeñar la evolución en la determinación
de la naturaleza del desarrollo adolescente (Buss, 1998,
2000; Buss et al, 2001; Csikszentmihalyi y Schmidt,
1998). La psicología evolutiva, el enfoque teórico más reciente
dentro del ámbito de estudio de la psicología, intenta
dilucidar cómo la adaptación, la reproducción y «la
supervivencia del más apto» pueden ayudar a explicar el
comportamiento y el desarrollo.
En el Capítulo 3: «Pubertad,
salud y fundamentos biológicos» y en el Capítulo
10: «Género» examinaremos más detenidamente el papel
de la evolución.
Actualmente también existe un gran interés por estudiar
cómo influye la herencia sobre el comportamiento y
el desarrollo (Lewis, 2002; Wahlsten, 2000).
Los científicos están haciendo grandes progresos en
la determinación del papel que desempeñan los genes en
distintas enfermedades y trastornos. En el Capítulo 3 revisaremos
el papel de la herencia más detenidamente.
El interés por la salud de los adolescentes de hoy en
día es una cuestión de central importancia. Una cantidad
demasiado elevada de adolescentes se implican en comportamientos
que ponen en peligro la salud, como fumar,
abusar del alcohol y participar en actividades de alto riesgo.
Examinaremos la salud de los adolescentes a lo largo
de todo el libro, especialmente en el Capítulo 3.
Importancia de los procesos cognitivos
¿En qué medida importa la mente en el comportamiento
y el desarrollo de un adolescente? Los adolescentes no
sólo son seres biológicos, también son seres mentales.
Durante la adolescencia se producen cambios importantes
en la cognición (Byrnes, 2001; Kuhn, 2000). Aunque
existen variaciones considerables entre adolescentes, éstos
poseen habilidades cognitivas más sofisticadas que los
niños.
Los cambios que tienen lugar en el pensamiento de
los adolescentes no sólo les permiten resolver problemas
difíciles en áreas académicas como las matemáticas, sino
también modificar la forma en que analizan su vida social.
Los expertos en desarrollo se están interesando cada
vez más en entender el proceso de toma de decisiones de
los adolescentes y cómo se podría mejorar para ayudarles
a adaptarse de forma más eficaz.
También intentan
descubrir la forma de ayudar a los adolescentes a pensar
de forma más crítica y profundamente sobre los problemas
y cuestiones. Otro foco de interés contemporáneo
consiste en determinar cuáles son los componentes de la
inteligencia y crear programas educativos que los tengan
en cuenta (Torff, 1999). Estudiaremos más detalladamente
los procesos cognitivos en el Capítulo 4: «El desarrollo
del pensamiento en los adolescentes».
Importancia de los contextos
Antes, hemos comentado la creciente tendencia a estudiar
los contextos o ambientes para entender mejor el desarrollo
adolescente. Contextos especialmente importantes
en la vida de un adolescente son la familia, los compañeros,
el centro de enseñanza y la cultura (Eccles, 2002;
Harkness y Super, 2002).
La familia influye considerablemente sobre el desarrollo
de los adolescentes, y en la actualidad una gran
cantidad de investigadores están analizando muchos aspectos
de la vida familiar, como el conflicto, el apego y
el divorcio, para determinar cómo repercuten sobre el desarrollo
adolescente (Buchanan, 2000; Dunn et al, 2001; Hetherington y Stanley-Hagan, 2002; Rutter, 2002). En el
Capítulo 5 estudiaremos éstos y otros aspectos de la importancia
de la familia.
Al igual que la familia, los compañeros también
desempeñan un papel importante en la vida de un adolescente.
Los investigadores están estudiando cómo influyen
sobre el desarrollo adolescente el estatus dentro
del grupo (por ejemplo, estar asilado, ser rechazado o ser
popular), los amigos, las bandas, las citas y las relaciones
de pareja (Brown, 2002).
En el Capítulo 6 analizaremos
éstos y otros aspectos de las relaciones entre adolescentes.
Los centros de enseñanza son otro contexto importante
en la vida de un adolescente (Eccles y Wigfield,
2000; Pierce y Kurtz-Costes, 2001; Sadker y Sadker,
2003). Actualmente existe una gran preocupación por la
calidad de la educación secundaria. También hay bastante
controversia sobre cuál es la mejor forma de enseñar a
los adolescentes (Ferrari, 2002). Una tendencia actual
consiste en que los profesores actúen como guías, proporcionando
a los adolescentes oportunidades de aprendizaje
que les permitan construir su comprensión de un
determinado tema o cuestión (Cobb, 2000; Santrock,
2001). Revisaremos estas preocupaciones en el Capítulo
7: «La escuela».
La cultura en la que vive inmerso un adolescente es
otro contexto importante en su desarrollo (Greenfield,
2000, 2002; Triandis, 2000). En muchas investigaciones se
está analizando en qué se parecen y en qué se diferencian
los adolescentes de distintos países.
Y existe una preocupación
especial por el hecho de que en muchos países,
como en Estados Unidos, muchos adolescentes están creciendo
en la pobreza (Fuligni y Yoshikawa, 2003; Magnuson
y Duncan, 2002; McLoyd, 2000). En los últimos
años también ha crecido considerablemente el interés por
comprender el papel que desempeña el hecho de pertenecer
a una u otra etnia en el desarrollo adolescente (Cushner,
McClelland y Safford, 2003; Wong y Rowley, 2001).
Otro aspecto importante de muchas culturas actuales es
la tecnología (Calvert, 1999; Murray, 2000).
Examinaremos
éstos y otros aspectos de la cultura en el Capítulo 8:
«Cultura».
Importancia del desarrollo social
y de la personalidad
Otros aspectos importantes en la vida de un adolescente
son los relacionados con el desarrollo social y de la personalidad,
cuestiones como la construcción de su yo y su identidad, el género, la sexualidad, el desarrollo moral y
la motivación de logro. Un aspecto fundamental del desarrollo
adolescente, sobre todo durante la adolescencia
tardía, es la construcción de la identidad (Adams, Abraham
y Markstrom, 2000, Comas-Díaz, 2001).
Los investigadores
están interesados en determinar los factores
contextúales y evolutivos que promueven un desarrollo de
la identidad saludable (Rodríguez y Quinlan, 2002). Examinaremos
éstos y otros aspectos de la construcción del
yo y la identidad en el Capítulo 9.
El género es un aspecto omnipresente en el desarrollo
adolescente. Los investigadores están interesados en
averiguar cómo influyen los contextos en el desarrollo de
los roles de género, el papel que desempeña la sexualidad
en este proceso durante la adolescencia, por qué la
adolescencia puede ser una coyuntura crítica en el desarrollo
del género (especialmente para las chicas), las similitudes
y las diferencias existentes entre géneros, y las
cuestiones adolescentes masculinas y femeninas (Bumpas,
Crouder y McHale, 2001; Eagly, 2000).
Revisaremos
éstos y otros muchos aspectos relacionados con el género
en el Capítulo 10.
La sexualidad se ha descrito siempre como una dimensión
fundamental del desarrollo adolescente. Durante
la adolescencia los niños y las niñas inician el camino
para acabar convirtiéndose en hombres y mujeres.
Se trata de un camino complejo, lleno de misterios y
curiosidades. Un tema importante es que la sexualidad es
un aspecto normal del desarrollo adolescente.
Los expertos
en desarrollo están interesados en averiguar cuáles son
las actitudes y comportamientos heterosexuales y homosexuales
de los adolescentes norteamericanos; por qué
Estados Unidos tiene los índices más altos de embarazo
adolescente de todos los países industrializados y qué se
puede hacer al respecto, y qué estrategias pueden ayudar
a reducir las enfermedades de transmisión sexual (BasenEnquist
et al., 2001; Ford, Sohn y Lepkowski, 2001;
Kelly, 2000; Leadbetter y Way, 2000). Trataremos éstos
y otros muchos temas relacionados con la sexualidad en
el Capítulo 11.
El desarrollo moral es otro aspecto importante en la
vida de un adolescente. Los investigadores intentan dilucidar
el papel que desempeñan los pensamientos, los sentimientos
y los contextos en el desarrollo moral de los
adolescentes (Bandura et al., 2001; Damon, 2000). Les
interesa determinar la importancia de los compañeros y
los padres en el desarrollo moral adolescente. También
existe un considerable interés por descubrir la mejor forma
de educar moralmente a los adolescentes y por identificar
los valores de los adolescentes y lo que piensan sobre
la religión. Estudiaremos éstos y otros muchos
aspectos del desarrollo moral en el Capítulo 12.
En la adolescencia, la motivación de logro se convierte
en algo mucho más serio. Los investigadores están
interesados en determinar en qué medida factores como
estar internamente motivado, planificar, fijarse metas, autocontrolarse
y tener capacidad de superarse a sí mismo
están implicados en la motivación de logro de los adolescentes
(Elliot y McGregor, 2001; Weimer, 2000; Stipek,
2002). También quieren entender mejor el papel que
desempeña el trabajo en el desarrollo adolescente y qué
es lo que piensan los adolescentes sobre las carreras profesionales
(Spokane, 2000).
Desarrollaremos éstos y otros
aspectos relacionados con el logro en el Capítulo 13.
Importancia de los problemas y trastornos
Hay demasiados adolescentes que tienen problemas y
trastornos que restringen su posibilidades de alcanzar la
etapa adulta de forma óptima (Miller et al., 2000). Los
investigadores estudian problemas y trastornos como el
uso y abuso de las drogas, la delincuencia, la depresión,
el suicidio y los trastornos alimentarios (Mont, Colby y
O'Leary, 2001). Quieren saber qué es lo que determina
que los adolescentes desarrollen estos problemas y cuá
les son las mejores formas de prevenirlos y de intervenir
cuando aparecen (Alquzzine y Kay, 2002).
Una tendencia
actual consiste en reconocer que muchos adolescentes
de riesgo presentan más de un problema y que los programas
de intervención deben tener esto en cuenta.
Expondremos éstos y otros aspectos de los problemas y
trastornos adolescentes en el Capítulo 14.
Importancia de la ciencia
¿Importa la ciencia para comprender el desarrollo adolescente?
Casi todos hemos oído en alguna ocasión que
la experiencia es el mejor maestro. De todos modos, gran
parte de los conocimientos que adquirimos a partir de experiencias
personales se basan en nuestras observaciones
e interpretaciones individuales. ¿Cómo podemos saber si
son precisas? A veces cometemos errores de visión, audición
e interpretación. Los estudios científicos nos ayudan
a corregir las interpretaciones personales (Best y
Kahn, 2003; McMillan y Wering, 2002). Durante las últimas
décadas, la cantidad de investigadores interesados
en el estudio de los adolescentes ha ido en aumento, y
ello ha revertido en una comprensión mucho mayor de su
desarrollo.
Aunque todavía queda mucho por descubrir y
sigue habiendo muchas controversias sobre el desarrollo
adolescente, los científicos están haciendo muchos progresos
en este campo. A lo largo de todo el libro, remarcaremos
la importancia de la investigación y en el Capítulo 2 exploraremos en mayor detalle los aspectos
científicos del estudio del desarrollo adolescente.
Importancia del pensamiento crítico
¿Es usted un pensador crítico? ¿Qué significa ser un pensador
crítico? Los pensadores críticos piensan reflexiva y
productivamente y evalúan las pruebas empíricas.
Pensar críticamente significa ser capaz de plantearse
preguntas sobre cómo se ha adquirido determinado conocimiento.
Con frecuencia, tendemos a recitar, definir,
describir, afirmar y enunciar, más que a analizar, inferir,
conectar, sintetizar, criticar, crear, evaluar, pensar y repensar
(Brooks y Brooks, 1993).
Los pensadores críticos
tienen la mente abierta, buscan determinantes múltiples
del comportamiento y a menudo piensan como los científicos
(Halpern, 1996). Pensar críticamente implica tener
presente que las experiencias e interpretaciones personales
están abocadas al error y que es importante
examinar las pruebas sobre los distintos temas o cuestiones
relacionados con el desarrollo adolescente. Le recomendamos
que, conforme vaya avanzando en la lectura
de este libro, adopte siempre una actitud crítica.
Para
fomentar el pensamiento crítico, a lo largo del texto aparecen
muchas preguntas bajo el encabezamiento de
«Pensamiento crítico» y, al final de cada capítulo, los
ejercicios de «Adolescencia en internet» también fomentan
la reflexión crítica sobre problemas y cuestiones que
se pueden consultar en Internet. Asimismo, también se
incluyen citas periódicamente para estimular el pensamiento
crítico.
Hasta este punto, hemos examinado muchas ideas sobre
lo que importa en la adolescencia. El siguiente repaso
le ayudará a alcanzar los objetivos de aprendizaje relacionados
con este tema.
En este capítulo hemos presentado una introducción
sobre el desarrollo adolescente. Al estudiar qué es lo que
importa en el desarrollo adolescente, señalamos que la
ciencia importa. En el próximo capítulo profundizaremos
más en este tema.
Objetivo de aprendizaje 6
Saber qué es lo que importa para entender el desarrollo adolescente.
• En lo que se refiere a los procesos biológicos, hay un gran interés por estudiar el papel
que desempeñan la herencia y el ambiente, la evolución y la salud en el desarrollo
adolescente.
• En lo que se refiere a los procesos cognitivos, necesitamos entender los cambios que.
se producen en las habilidades de pensamiento y toma de decisiones. También es
importante analizar la naturaleza de la inteligencia en la adolescencia.
• En lo que se refiere a los contextos, los entornos clave o ambientes donde se produce
el desarrollo adolescente son la familia, los compañeros, los centros de enseñanza
y la cultura.
• En lo que se refiere al desarrollo social y de la personalidad, hay un gran interés por
estudiar la construcción del yo y de la identidad, el género, la sexualidad, el desarrollo
moral y la motivación de logro.
• En lo que se refiere a la ciencia, los estudios científicos nos ayudan a corregir las observaciones
individuales e interpretaciones personales sobre la adolescencia.
• En lo que se refiere al pensamiento crítico, para entender mejor la adolescencia, es
importante reflexionar profunda y sistemáticamente sobre este tema.
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