miércoles, 30 de septiembre de 2020

Conductas Antisociales-Delictivas y Funcionalidad Familiar en Adolescentes del Distrito de Trujillo. Angie Melinda Esquivel Perea. Ana Elizabeth Vásquez Polo. Extracto de Tesis. Peru

 I. INTRODUCCIÓN 

La sociedad a nivel mundial, de hace un tiempo, vive una serie de cambios constantes que, en algunos casos, han traído consigo diversos problemas de orden psicosocial, dentro de los cuales se encuentran desarrollo de las conductas violentas que predicen la aparición de comportamientos criminales (Gendreau, Goggin y Law, 1997; Holsinger, 1999; Walters, 2005); despertando el interés de estudio por parte de diversas disciplinas. Diversos medios de comunicación muestran en el día a día una serie constante de incidentes que son parte de los comportamientos delictivos ejercidos por los adolescentes, que han generado estados de inseguridad en el grupo social; mientras que, los especialistas en las ciencias sociales, han encontrado que las conductas antisociales y delictivas se vienen formando de manera progresiva por influencia de variables individuales, sociales, culturales y familiares (Aredo, 2018).

La adolescencia, es la etapa en la que se presenta con mayor frecuencia diversos cambios típicos de las etapas evolutivas, tales como son los cambios físicos, sociales, cognitivos y afectivos; lo que lo hace una etapa crítica, en donde se pueden desencadenar la mayor parte de comportamientos antisociales y delictivas (Seisdedos, 2001). Los principales demostraron aumentos significativos en las creencias y actitudes antisociales durante la infancia tardía y la adolescencia (Butler, Leschied y Fearon, 2007). De igual forman, que las cogniciones desviadas desarrolladas en la juventud juegan un papel importante en el desarrollo de tendencias antisociales (Fontaine, 2008). Y estas a su vez traen consigo el pensamiento criminal (Andrews, Bonta y Hoge, 1990; Andrews et al., 1990).

La sociedad peruana, es las últimas décadas ha sido testigo del creciente incremento de la delincuencia juvenil en cada uno de sus regiones, llevando a suponer que los adolescentes, autores de ella, están desarrollando patrones de conductas antisociales y delictivas. Este fenómeno va en incremento constante, los adolescentes tomen cada vez mayor protagonismo al igual que quienes los van formando en el mundo de la delincuencia.

Las estadísticas presentadas en el 2016 señalan que el índice de delincuencia en Perú alcanza el 30,6%, en contraste con países como Venezuela que alcanzó el 24,4%, México el 23,4% y Colombia con el 19,6%. De forma precisa, la mayor incidencia delincuencial en el Perú, lo constituye los robos con arma y sin arma (Robo con arma 18%, extorsión 7,5% y delito 32%) y la violencia en todas sus manifestaciones (Diario Virtual el Comercio, 2016).

 El año 2016, el porcentaje de adolescentes que integran pandillas alcanzó el 88% de pandillas, siendo adolescentes que oscilan entre las edades de 12 y 24 años de edad (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2015). En el año 2014, en cambio, las edades de adolescentes que cometen actos delictivos en el rango de 12 a 23 años llegaron al 80% (Diario Virtual el Comercio, 2014).
 
En la provincia de Trujillo, en los últimos años, se ha incrementado la percepción de inseguridad y de victimización, vinculado a una la creciente ola de delitos e infracciones cometidas por jóvenes y adolescentes (Institución de la Secretaria Nacional de la Juventud [SENAJU], 2007). De igual manera, en su distrito El Porvenir, se reportan con frecuencia delitos de violencia y crimen de los que destacan con mayor incidencia: ataques contra el orden social, ataque contra la propiedad y persona, conductas antisociales y delictivas (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2007).

Las conductas antisociales y delictivas son consideradas como un prototipo de comportamiento desadaptativo, lo que genera problemas clínicos afectando en áreas de familia, sociedad, academia y persona (American Psychiatric Association [APA], 2013). Tales, pueden ser aprendidas, mediante la observación, imitación y estimuladas por medio de constantes esfuerzos y recompensas que recibe aquel sujeto con estos comportamientos (Bandura, 2001). 

De acuerdo con los modelos integrados de procesamiento de información socio-cognitivo, las estructuras cognitivas latentes fuera de línea comprenden creencias, actitudes y valores que respaldan el comportamiento antisocial (Fontaine, Rijsdijk, McCrory y Viding, 2010) y el pensamiento criminal (Mandracchia, Morgan, Garos y Garland, 2007). Además, se ha señalado que, uno de los factores que más influyen en el incremento de las conductas delictivas es la disfunción en el núcleo familiar. 

La familia, se considera como una organización donde se debe transmitir a sus miembros, valores, conductas, emociones que le resulten adecuadas en su desarrollo personal, social, económica, religiosas, etc., por tanto, es la base donde sus miembros alcanzaran una preparación personal para desenvolverse en las condiciones que ofrecen la vida y la sociedad, a partir de sus diferentes recursos, dentro de los cuales se destaca la comunicación y la integración de valores (Gutiérrez, Días y Román, 2014), además de, su capacidad de dar soporte social y apoyo en la construcción de la identidad de sus miembros (Musitu y García, 2004). Sin embargo, se ha detectado que los hogares de hoy en día, son precarios en cuanto a lo referido. 

Los estudios muestran que es común identificar adolescentes provenientes de hogares con problemas en los vínculos familiares, en los cuales, se llegó a identificar una alta prevalencia de conductas antisociales 72.7% nivel medio y conductas delictivas 10,9% nivel alto (Morales, 2018). En esa misma línea, el estado de la paternidad y maternidad responsables en el Perú, mostró que por lo general los padres suelen presentar dos modalidades de castigo ejecutadas frente a los hijos, la primera en un 78,5% basada en la violencia verbal y la segunda basada en el castigo físico en un 76,4% (Instituto Nacional de Estadística e Informática [INEI], 2016). 

En cuanto al uso del castigo verbal o físico hacia los menores se ha señalado que implican dificultades en la socialización de los padres con los hijos, lo que puede generar problemas de comportamiento futuro (Matalinares, 2010). En efecto, la funcionalidad familiar podrá determinar la adaptación o inadaptación de los menores en los contextos donde se desenvuelven, y dependerá de cuán vulnerables se encuentran por los eventos experimentados (Esteve, 2005). 

Es decir, las condiciones familiares que ofrecen los padres, será un factor predisponente para que los menores desarrollen comportamientos inadecuados, dentro de estos se encuentran los antisociales, dado que la socialización parental no es ajena al desarrollo de los mismos. Partiendo de lo antes mencionado, la presente investigación pretende brindar alcances sobre la asociación que podría presentarse entre las variables de conductas antisociales delictivas y la funcionalidad familiar en distritos que presentan altos índices de violencia, delincuencia y marcados comportamientos antisociales. 

Asimismo, se han encontrado trabajos de investigación donde el funcionamiento familiar percibido por un grupo de adolescentes alcanzó relación inversa con las conductas delictivas (r=-.206, p<.01) y las conductas antisociales (r=-.241, p<.01); asimismo, se demostró relación inversa por sexo entre las mismas variables (Rivero, 2017) pero los varones tienen a tener mayores conductas antisociales que las mujeres (X2=7,185; p<.0,1) (Matta, 2015). 

También, en el extranjero se encontró datos que respaldan la relación entre las variables funcionalidad familiar, conductas antisociales y delictivas, donde las conductas antisociales se correlacionaron inversamente con la adaptabilidad (r=-.212, p<.01), el desarrollo (r=- .121, p<.05) y capacidad resolutiva (r=-.134, p<.05) y las conductas delictivas con afectividad (r=-.211, p<.01) y cooperación (r=-.167, p<.05) (Pardo y Rodríguez, 2014 ).

Luego, respecto al fundamento teórico, las conductas antisociales han sido definidas ampliamente, desde una perspectiva son comportamientos que se alejan de las reglas y normas sociales, acciones que se califican como crímenes, pero no presentan las particularidades de las conductas delictivas, pero sí podrían preceder a estas. En efecto, forman parte de estos comportamientos tocar las puertas de casas, tirar basura, malograr las calles, etc. (Seisdedos, 2001). 

En algunos casos, se confunde a la conducta con comportamientos activos, impulsivo, discapacidad de comportamiento entre otros, pero, a diferencia de estos, el comportamiento antisocial está orientado a la violación de las reglas sociales infringidas por adolescentes (Sanabria y Uribe, 2009), en diversas acciones, tales como golpes, pelear, mentir y toda acción negativa de gravedad, que tienen consigo una carga emocional de odio y resentimiento a otros, además de ser intencionados (Burt y Donnellan, 2009).

 La conducta antisocial se desarrolla en lugares como el hogar y la sociedad, pero, y se caracterizan por la carencia de empatía y consideración al bienestar de los demás (Urteaga, 2014). Por tanto, se orienta a generar daños materiales en las pertenencias de las demás personas, falta a las instituciones educativas, comportamientos inadecuados dentro de las aulas de clase, contestar de manera inadecuada a los mayores, etc. (Sanabria y Uribe, 2009). Estos patrones comportamentales también tienen características psicológicas, las cuales influyen en la manera como manifiestan dichos comportamientos, por tanto, pueden ser explosivos, pueden sentir satisfacción por generar daños a los demás, no presentan miedos al castigo ni preocupación por la consecuencia de los mismos, y son complicadas de modificar (Millon, 2007).
 Las definiciones antes presentadas se recogen en la propuesta por Andreu y Peña (2013), quienes afirman que son acciones que irrumpen las normas que se establece por determinada sociedad, depende de la cultura en la que se presenta y las que son fácilmente detectables por la intención que presentan.

 Los criterios de la conducta antisocial según el DSM plantean divisiones de la conducta antisocial, las cuales ayudan a generar un alcance del cuadro clínico en las personas que presentan características marcadas: Como el uso de arma u objetos para atemorizar, amedrentar, golpear, agredir la fisionomía de otra persona o hacia los animales con actos de crueldad: perjudicar una propiedad incendiándola de forma intencional: El uso del fraude, robo o engaño hacia el patrimonio del otro: La violación de normas sociales (American Psychiatric Association [APA], 2013). 

Las conductas antisociales presentan las siguientes características: Irresponsabilidad, por lo que no les importa asistir a instituciones educativas; Romper las normas sociales, dichas personas creen que son para los demás, menos para ellos, son fríos y faltos de empatía y aprendizaje de sus malos actos (Andújar, 2011); Agresividad: presentan altos índices de agresividad, lo que influye de manera significativa en los comportamientos orientados al daño de los demás (Seisdedos, 2001); y, Actos delictivos: se refiere a que dichas personas presentan tendencia a vulnerar normas sociales con castigos penales (Andújar, 2011). 

Los tipos de comportamiento delictivo se pueden explicar en cuatro dimensiones: comportamiento imprudente (p. Ej., Uso de sustancias, conducta sexual de riesgo, uso arriesgado de vehículos de motor, juegos de azar, etc.), conflicto de autoridad (p. Ej., En el hogar, en la escuela, etc.), delincuencia encubierta (p. ej., robo, fraude, etc.) y delincuencia manifiesta (p. ej., violencia, vandalismo, etc (Le Blanc, 2005, 2009). 

Respecto a los factores que pueden predisponer a desarrollar el trastorno se encuentran: Factores individuales, tales como la edad, menor a los 12 años, aspectos de genética y biológicos, pero, cada uno de ellos en interacción con otros factores de tipo social y psicológico. Factores filiales: ante hogares con ausencia de comunicación, diálogo, expresión de afecto, planteamiento de normas y límites entre otras formas improductivas, violentas o descuidadas de educar a los hijos. Factores sociales: donde se incluyen además de los medios de comunicación con su abundante información de violencia de cualquier medio, los grupos de pares, donde la presión social y grupal puede generar la desviación de los comportamientos hacia otros que sean antisociales (Peña, 2010; León y Zúñiga, 2011; Valenzuela et al, 2013). 

Con relación a la conducta delictiva se define como la conducta instaurada, producto del pobre y nulo aprendizaje de las reglas sociales, los que se pueden manifestar en diversos entornos y sociales. Asimismo, se considera como aquella conducta que se encuentra al margen de la ley, la que tiene el fin de provocar perjuicio material, física y /o patrimonios de las demás personas (Seisdedos, 2001; Morales & Moysén, 2015).

Por otro lado, las acciones delictivas son específicas, las cuales además de ir contra la ley, son consideradas ilegales, infractoras y hasta crímenes (Sanabria y Uribe 2009). Asimismo, son por lo general, más graves que cualquier comportamiento antisocial (Morales y Moysén, 2015). La teorización y medición de la satisfacción familiar se inicia a mediados de 1970 con los trabajos iniciales de Campbell, Converse y Rodgers (1976) y de Andrews y Withey (1976) para teorizar el grado de satisfacción. 

En la sociedad, la familia es considerada como una unidad fundamental, la cual brinda condiciones necesarias para el desenvolvimiento y crecimiento de la sociedad, de las personas y del país, a través de las relaciones que establecen, los lazos emocionales y la interacción frecuente entre los miembros (Camacho, 2002; Ferrer, Miscán, Pino y Pérez, 2013). 

De igual modo, la familia es un sistema conectado entre sí, en donde cada sujeto es responsable de su propia conducta y generar acciones de beneficio del desarrollo conjunto y armonioso (Rivera y Andrade, 2010), y, también es un sistema de múltiples composiciones que intervienen en el estado afectivo de sus miembros (Suárez, Díaz, Sánchez, Fernández, Carrillo & Guasch, 2015) y resulta crítico para estimular la funcionalidad en su sistema (Cervini, Dari & Quiroz, 2016). 

Dentro de la funcionalidad familiar es necesario mantener un equilibrio y estabilidad en las familias, con el fin de desarrollar estrategias adecuadas para afrontar eventos adversos, lo que brindará soporte para afrontar crisis latentes (Perdomo, Ramírez y Galán, 2015; Kreppner, 2000). Para los adolescentes es fundamental y prescindible el desarrollo de familias con estabilidad, pues ayudaría a sostener y a orientar los cambios que presenten de acuerdo a su etapa evolutiva, y será de beneficio para todos los integrantes (Uribe, Orcasita y Aguillón, 2012; Smilkstein, 1978). 

La funcionalidad familiar es una variable que se ha estudiado de manera amplia en los últimos años, pues se ha observado que parte de los problemas que existen en la actualidad son producidos por deficiencias en la función de la familia, calificándose como disfunción familiar (Palacios, 2016). De acuerdo con Staccini, Tomba, Grandi, & Keitner, (2015) la funcionalidad en la familia refiere a la idea de funciones que corresponden en el conjunto filial, siendo estas las que generan equilibrio, orden y unidad en los miembros en respuesta a cada etapa del ciclo de la vida (Staccini, Tomba, Grandi, & Keitner, 2015). Olson et al. (1982); Olson (2000, 2011) atribuyeron a la funcionalidad los principios de adaptabilidad y cohesión.

Desde otra perspectiva, se refiere a las condiciones saludables que propicien las familias, lo cual fundamenta el desarrollo de cada uno de los miembros, basándose en la comunicación asertiva, la expresión emocional, la solución de conflictos, satisfacción de necesidades y el apoyo mutuo (González, Gimeno, Meléndez y Córdova, 2012). 

Dentro de los indicadores de funcionalidad familiar, Herrera (2000), añade que para considerar la funcionalidad se tiene que tener en cuenta lo siguiente: las familias deben cumplir con todas las funciones de las que son responsables, en todas las áreas biológicas, psicológicas, económicas, etc.; La familia tiene la responsabilidad de brindar las condiciones adecuadas para que los sujetos desarrollen su identidad, personalidad y autonomía; La familia debe plantear normas, roles y reglas que aseguran la adecuada conducción de la misma; En las familias debe existir una comunicación basada en la asertividad; Las familias deben satisfacer todas las necesidades de sus miembros; La familia debe ser responsable de transmitir los valores éticos, morales y culturales; La familia debe transmitir las actitudes que favorecen el desarrollo de la convivencia social; La familia debe ayudar a que todos sus miembros se adapten de una manera adecuada. 


Para Arias (2012), las familias se clasifican de la siguiente manera: Familia nuclear: se refiere a la conformada por padres e hijos, en donde los únicos responsables de la conducción familiar son los padres; Familia extendida: se refiere a familias en las que se encuentran influidos los abuelos, tíos, primos y otros familiares. 

Asimismo, es probable que dentro de estas familias existan ciertas dificultades, puesto que la intromisión de los demás puede resultar incómoda; Familia monoparental: se refiere a la familia en donde solo se presenta una figura parental, ya sea el padre o la madre, que se encarga de dar el soporte a todos los miembros de la familia; Familia reconstruida: parte de una separación o fallecimiento de uno de los cónyuges, lo que lleva a la nueva unión con otra pareja, por lo tanto, debe existir un respeto para todos los que conforman la familia. 

Las dimensiones que se describen a continuación son planteadas por Smilkstein (1982) en las que se basa en APGAR familiar, y quien considera la funcionalidad familiar como la percepción de apoyo y atención que tienen los integrantes de su propio núcleo familiar: Adaptabilidad: se refiere a la utilización de los recursos necesarios con los que cuenta la familia, para poder hacer frente a los eventos adversos, a las crisis y cómo los miembros de la familia se pueden ajustar a los diversos cambios que ofrece la realidad; Cooperación: se aprecia en la satisfacción que presenta la familia en relación a las condiciones que ofrece, así como también la comunicación, los beneficios mutuos, y las habilidades que tiene cada uno de ellos para afrontar los problemas; Desarrollo: se refiere al crecimiento y madurez emocional, social y física de los integrantes, lo cual es producto de la unión de la familia, lo que ayuda a gestionar y promover el progreso y desarrollo personal; Afectividad: se refiere a la satisfacción de los sujetos con la expresión y comunicación emocional que reciben por parte de las demás personas, lo que ayuda a su desarrollo emocional y emotivo; Capacidad resolutiva: hace referencia a la participación de los integrantes de la familia en la resolución de conflictos tanto internos como externos, la consideración que tienen a cada uno de ellos y cómo aportan a la solución de dificultades propias de la familia. 

Por lo expuesto en líneas anteriores, nos formulamos la siguiente interrogante ¿Cuál es la relación entre conductas antisociales delictivas y funcionalidad familiar en adolescentes del Distrito de Trujillo? El presente trabajo se justifica a nivel teórico, práctico y social, puesto que se podrá conceptualizar las variables de una forma amplia, tomando en cuenta planteamientos teóricos presentes hasta la actualidad y lo que también ayudará a la explicación de los resultados que se podrán obtener; mediante los hallazgos se podrá cubrir con los vacíos de conocimiento respecto a la realidad que se presenta en la muestra que se va a estudiar. 

Es importante realizar estudios orientados a la explicación de los comportamientos antisociales y delictivos y si existe relación con variables importantes como lo es la funcionalidad familiar, puesto que podría existir una asociación entre ambas. 

Es un tema relevante en la sociedad actual, ya que con el tiempo se aprecia el incremento de índices de conductas antisociales y delictivas, y va tomando mayor frecuencia en la población adolescente. Por ende, es importante generar explicaciones sobre las variables que puedan estar asociadas a las conductas antisociales. 

En relación a la implicancia teórica, en la presente investigación se podrá reportar evidencia existente de la relación entre la funcionalidad familiar y las conductas antisociales delictivas, lo que ayudará a generar nuevos conocimientos a partir de la misma y originar un antecedente importante para futuros estudios similares.....Aporte.