viernes, 26 de abril de 2013

Psicología forense: sobre las causas de la conducta criminal. Angie Vázquez Rosado. Universidad Interamericana de Puerto Rico.


Existen muchas causas para la conducta humana en toda su diversidad, y lo mismo aplica específicamente a la conducta criminal. El incremento de la violencia a nivel global, así como de los delitos y actos criminales, recibe ya atención prioritaria. Es así como la Convención Anual de Psiquiatría, APA -American Psiquiatric Association-, realizada en Pensilvania en el 2002, estudió la relación de los trastornos mentales con la violencia y la conducta agresiva. Otras profesiones, gobiernos, países y organizaciones, como la Organización Mundial de la Salud se han visto obligados a atender urgentemente el fenómeno dado su amenazante y constante incremento. En Puerto Rico, ya desde el 1983 se había celebrado el Primer Congreso sobre la Criminalidad en el Colegio de Abogados auspiciado por el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP). En este ensayo quiero resumir estudios e identificar variables de causa-etiología desde las perspectivas biológicas, sociológicas y psicológicas. No pretendo ser exhaustiva proveyendo profundidad de análisis sino limitarme a identificar en un solo ensayo algunas de las principales variables asociadas con la conducta criminal.

Causas biológicas

Estamos en un momento histórico crucial donde la nueva tecnología investigativa habrá de ayudar a entender mejor -con evidencia clara y contundente- el verdadero espectro de posibilidades en variables de índole biológica, orgánica, congénitas o heredadas (tome por ejemplo el Proyecto del Genoma Humano).

No creo que la biología pueda darnos la explicación total a la conducta criminal, pero igualmente creo que es obligatorio que todo profesional del campo de las Ciencias Sociales se actualice en estos nuevos descubrimientos e hipótesis, por cuanto es objetivo y competente reconocer aquellas condiciones fisiológicas, neurológicas, cromosómicas y anatómicas que puedan determinar algunos de los muchos casos de conducta criminal.

La gran cantidad de estudios para explicar la criminalidad en la perspectiva biológica no es un evento, moda o patrón nuevo. No obstante, hoy día las investigaciones giran explorando nuevas, o más específicas, variables que incluyen una variedad enorme de factores físicos tales como los niveles alterados de serotonina (perspectiva bioquímica; desbalances químicos), alteraciones en el lóbulo frontal, ADD (desorden de déficit de atención), niveles altos de testosterona combinados con niveles bajos de serotonina, niveles bajos de colesterol, el efecto en general de los andrógenos, el efecto de diversas drogas auto-inducidas (ingeridas), los efectos de las dietas (enfoque nutricional), alteraciones por cobre y zinc, el efecto de traumas y accidentes, el efecto de traumas en guerras o eventos de estrés en desastres naturales (síndrome post-traumático), el efecto de la contaminación ambiental y las toxinas, hiperactividad, problemas cognitivos, el efecto del tabaquismo en la madre sobre los hijos (as), efecto del ácido úrico, la predisposición genética, y la relación entre estados emocionales alterados (depresión y ansiedad) y la conducta criminal, entre muchos otros.

A continuación presento un breve resumen de algunos de los muchos estudios que están siendo realizados en esta área de estudio en la relación entre factores orgánicos y conducta criminal.

En cuanto a trastornos bioquímicos: Serotonina (serotonina)

Richard Wurtman (Crime Times, Vol 1, 1995) ha encontrado que dietas de alto carbohidratos y bajas proteínas afectan los niveles normales de la serotonina, neurotransmisor natural que cuando está en niveles alterados o anormales tiene efectos cerebrales asociados con tendencias suicidas, agresión y violencia, alcoholismo y conducta impulsiva. Las funciones normales de la serotonina son la regulación de la excitación, los estados de ánimo, la actividad sexual, la agresión y el control de los impulsos. Algunos estudios asocian niveles bajos de serotonina con la conducta violenta-aberrante. Jeffrey Halperin (1995, en American Journal of Psychiatry) comparó varones agresivos con no agresivos, ambos con diagnósticos de ADD (déficit de atención) combinado con diagnósticos de hiperactividad. Se les administró la droga fenfluramina, que provoca respuestas en el sistema serotonergénico. Los resultados mostraron cambios positivos en los niños agresivos al bajarle los niveles de serotonina. Matti Virkkunen (1994) cree haber identificado variaciones genéticas específicas que predisponen algunos individuos hacia la conducta suicida. Tomando casos de jóvenes ofensores violentos, descubrió que una variante del gen THP (tryptophan hydroxylase) cuyos códigos producen una enzima necesaria para la biosíntesis de la serotonina, estaba asociada fuertemente con los intentos suicidas irrespectivo a si los jóvenes eran, o no, impulsivos. Un segundo estudio, demostró que bajos niveles del metabolito 5-HIAA (localizado en el líquido cerebro espinal) están asociados con pobre control de la conducta impulsiva (sobre todo en alcohólicos). Por último, estudios en monos consistentemente demuestran altos niveles de agresividad cuando los niveles de serotonina son bajos (Kyes, 1995).

Condiciones congénitas: Síndrome fetal alcohólico

Estudios realizados por Ann Streissguth (1991) encontraron que el 6.2% de los adolescentes y adultos que muestran niveles significativos de conducta mal adaptativa nacieron bajo condiciones de Síndrome Fetal Alcohólico. Esta conducta evidenciada incluye impulsividad, falta de consideración con los demás, mentir, engañar, robar, y adicción al alcohol o drogas. También mostraron dificultad de vivir independientes a los padres, pobre juicio social y dificultades en conducta sexual, soledad y depresión. No obstante, aunque siempre se ha pensado que el alcoholismo de la madre es lo que más afecta, también se han comenzado estudios sobre el papel del alcoholismo en el padre. Estudios realizados por Theodore Cicero (1994) encontraron que los hijos de hombres alcohólicos tienden a mostrar problemas de conducta y problemas en las destrezas intelectuales. Cicero sugiere que esto está directamente relacionado con el efecto del alcohol sobre los espermatozoides o las gónadas. Cicero dice que los hijos varones de padres alcohólicos tienden a dar pobres ejecuciones en los tests de aprendizaje y destrezas espaciales. También demuestran tener niveles más bajos de testosterona y beta-endorfinas. Las hijas muestran niveles hormonales alterados en hormonas relacionadas a tensión reaccionando de forma distinta a situaciones de estrés a las féminas que no tienen el factor de padres alcohólicos.

viernes, 19 de abril de 2013

Revisión del concepto de personalidad y del modelo de personalidad de Millon.Carmen Blanco*; Pedro Moreno**. * Psicóloga * Psiquiatra Instituto Balear de Psiquiatría y Psicología. Palma de Mallorca

Resumen
En este artículo abordaremos los trastornos de la personalidad, (TP), primero desde un punto de vista general y posteriormente revisaremos la concepción de Theodore Millon. La Personalidad es un tema complicado por cuanto no existe un consenso sobre lo que es la personalidad normal. Las personas que padecen un “trastorno de personalidad” se caracterizan por presentar un conjunto de rasgos de personalidad, que se inician normalmente
en la infancia o en la adolescencia y se manifiestan de manera más específica en la vida adulta, como formas inflexibles de pensar y sentir, que se manifiesta con círculos viciosos de respuestas ante situaciones diferentes, vulnerabilidad al estrés y un comportamiento desadaptado, que lleva a un deterioro de su funcionamiento social, laboral y familiar con limitación de oportunidades. Hablaríamos de “normalidad” en personas capaces de afrontar el ambiente de un modo flexible, con percepciones y conductas que fomentan el aumento de la satisfacción personal, así como oportunidades de aprender y crecer.

Definición
Este epígrafe incluye trastornos graves del carácter constitutivo y de las tendencias comportamentales del individuo, que normalmente afectan a varios aspectos de la personalidad y se manifiestan como modalidades estables de respuestas a un amplio espectro de situaciones individuales y sociales que casi siempre, se acompañan de alteraciones personales, tensión subjetiva o alteraciones sociales con dificultades de adaptación considerable. Representan desviaciones extremas, o al menos significativas, del modo como el individuo normal de una cultura determinada percibe, piensa, siente y, sobre todo, se relaciona con los demás. Abarcan aspectos múltiples de las funciones psicológicas y del comportamiento.

Otra definición sería la de Millon, quién los define como “patrón complejo de características psicológicas profundamente arraigadas, que son en su mayor parte inconscientes y difíciles de cambiar, y se expresan automáticamente en casi todas las áreas de funcionamiento del individuo. Estos rasgos intrínsecos y generales surgen de una complicada matriz de determinantes biológicos y aprendizajes, y en última instancia comprenden el patrón idiosincrático de percibir, sentir, pensar, afrontar y comportarse de un individuo” (Sánchez y Quemada,1998).

Dentro del concepto de personalidad tradicionalmente se ha distinguido entre temperamento y carácter, el primero para referirse a los factores más biológicos de la personalidad y el segundo a los factores más relacionados con el entorno donde se desarrolla esta. En la tabla I se presentan las pautas generales de diagnóstico correspondientes a todos los trastornos de la personalidad según el CIE-10. El resto de las características complementarias se especifican en cada uno de los subtipos.

Se trata por tanto de trastornos y alteraciones y modos de comportamiento que:
- tienen relevancia clínica por sí mismos,
- tienden a ser persistentes, duraderos, inflexibles y profundamente arraigados en el enfermo.
- son la expresión de un estilo de vida y de la manera característica que el individuo tiene de relacionarse consigo mismo y con los demás.
Algunas de estas alteraciones y modos de comportamiento aparecen en estadíos precoces del desarrollo del individuo, como resultado tanto de factores constitucionales como de experiencias vividas, mientras que otros se adquieren más tarde a lo largo de la vida.

Historia
Los TP tienen una vieja historia y podemos ver descripciones ya en Hipócrates, quién hablaba de la teoría de los cuatro temperamentos, cada una de los cuales tenía predisposición a padecer determinadas enfermedades. Con Galeno en el siglo II d.de C. La doctrina de los temperamentos se convierte en un modelo descriptivo complejo, los cuatro elementos ( sangre, bilis negra, bilis amarilla y linfa), van a determinar según cual predomine el carácter sanguíneo (abiertamente optimista y extravertido), colérico ( irritable y hostil), melancólico (pesimista) y flemático (apático). Posteriormente Kretschmer propone una tipología somática en la que relaciona la constitución corporal con el carácter. El asténico lo define como tímido, perseverante y con tendencia a preocuparse, este biotipo predispondría a la esquizofrenia. El Pícnico es sociable, y despreocupado, estarían predispuestos al trastorno bipolar, el atlético sería sincero y tenaz. Los intentos de clasificar la personalidad de Gall, Sheldon o de Kretschmer, por características físicas tuvieron un valor limitado. En 1801 Pinel describe la manía sin delirio que puede considerarse como la primera aproximación al estudio de los TP, describiendo pacientes que presentaban conductas antisociales en ausencia de trastornos del juicio y de las funciones intelectuales. En 1812, Benjamín Rush, en estados Unidos, describe la deprivación moral innata y Esquirol en 1817 las monomanias instintivas, siendo mejorada la descripción del trastorno en 1835 por Prichard. Es Koch en 1881 quién introdujo el concepto de “inferioridades psicopáticas” para designar a toda irregularidad psíquica que influye sobre el hombre en su vida personal, ya sean congénitas o adquiridas.

A continuación fueron fundamentalmente Kräepelin, Bleuler, Bumke y Kurt Schneider los que hablan de estos trastornos en sus clasificaciones, las cuales han tenido una trascendencia enorme en Europa (Yllá, 1993). Kraepelin introduce modificaciones importantes, definiendo una amplia variedad de trastornos ( el criminal, el inestable, el mentiroso patológico y el pseudoquerulante) y nó sólo las conductas antisociales. También separa y diferencia las personalidades psicopáticas como entidad morbosa, con unas manifestaciones clínicas características, un curso evolutivo y una etiología específica. K. Schneider introduce una idea básica para todo el desarrollo posterior de este grupo de trastornos: la existencia de un interjuego entre los factores constitucionales y los factores ambientales en la construcción de la personalidad normal y patológica, habla de personalidades lábiles, hipertímicos, inseguros de sí mismos, necesitados de estimación, fanáticos, asténicos, depresivos, lábiles de humor, explosivos, desalmados y abúlicos, los cuales han constituido la base de las clasificaciones actuales.
Para este autor los TP son una desviación de la norma y no son por tanto algo “morboso”. Jaspers, en su tratado de psicopatología general aprecia ya que tras el conocido dilema de proceso-desarrollo se esbozan los posibles límites entre las enfermedades mentales “sensu estricto” y los TP, como variantes anormales del modo de ser psíquico.
Las tipologías de Freud, Abraham, Fenichel y Reich y las formulaciones de la relación de objeto de Kernberg han influido de forma importante en la psiquiatría americana (Widiger y Frances, 1988) y Europea. Freud estableció los fundamentos del psicoanálisis, Abraham, completó los estadios del desarrollo libidinal. Reich, años más tarde, concibió la personalidad como la cristalización de un conjunto particular de mecanismos de defensa y definió una serie de tipos de personalidad que se agrupaban en los caracteres oral, anal y fálico. Adler y Jung, valoraron más los aspectos sociales del funcionamiento interpersonal. Otras aportaciones actuales proceden de las teorías de las relaciones objetales de Kernberg y la psicología del self de Kohut.
Otro grupo que ha estudiado estos TP han sido los modelos cognitivos-conductuales. Paulov tipificó tres tipos de respuesta a un estímulo determinado: grado de excitación o inhibición, equilibrio y movilidad-rapidez para pasar de un proceso a otro.

jueves, 11 de abril de 2013

La teoría del desarrollo de la delincuencia.Terrie Moffitt


Terrie Moffitt, desarrolló esta teoría en el comportamiento adolescente infractor-limitada y ciclo de vida antisocial persistente en el año 1993. Ella propone que hay dos tipos principales de delincuentes antisociales en la sociedad. adolescentes infractores Limited presentan el comportamiento antisocial sólo durante la adolescencia. Ciclo de vida-los delincuentes persistentes comienzan a comportarse de manera antisocial en la infancia y continuar este comportamiento en la edad adulta. [ 1 ] Esta teoría se utiliza con respecto a la conducta antisocial en lugar del crimen, debido a las diferentes definiciones de "delito" entre las culturas. Debido a las características y trayectorias similares, esta teoría se puede aplicar tanto a los hombres y mujeres. [ 2 ]

Trastorno antisocial de la personalidad (TAP) es reconocida por el DSM-IV. Se trata de un trastorno que se caracteriza por un desprecio grave para los derechos de los demás. En la mayoría de los estudios se describe a continuación, los individuos con que exhiben un comportamiento antisocial, pero no han sido diagnosticados con este trastorno, se utilizan como sujetos.

La edad y el Trastorno de Personalidad Antisocial

El número de picos de detenciones en la adolescencia, pero disminuye posteriormente. Este aumento hace que las personas se preguntan si los delincuentes más están apareciendo o más delitos son cometidos por los delincuentes mismos pocos. La evidencia muestra que hay un aumento en ambos. La más persistente del 5% de los delincuentes son responsables de más del 50% de los delitos cometidos conocidos. [ 3 ]

Varios experimentos se han realizado para investigar la relación entre las extremidades y la estabilidad de los delitos. En un experimento de este tipo a un grupo de terceros muchachos grado fue estudiada. Fuera de los más agresivos del 5%, 39% de ellos anotó por encima del percentil 95 en la agresión diez años más tarde, y el 100% de ellos estaban por encima de la media . [ 3 ]

La agresión y la conducta antisocial en un niño es un predictor de la conducta antisocial adulta. [ 4 ] Algunas 'difíciles' los niños presentan problemas de comportamiento debido a la neurológicos disfunciones . Un estudio analizó específicamente el daño neurológico y el comportamiento infantil en 66 de bajo peso al nacer de los intactas familias de clase media. Estos niños exhiben características tales como la falta de madurez , hiperactividad, rabietas , falta de atención y bajo rendimiento escolar. Cada uno de los rasgos anteriores mencionados se ha relacionado con el comportamiento antisocial en el futuro. [ 3 ] Sin embargo, estos niños no fueron seguidos más adelante en la vida para garantizar su trayectoria en el crimen. [ 3 ]

La continuidad y la estabilidad de la conducta antisocial

La continuidad y la estabilidad de la conducta antisocial está en la raíz de la teoría de Moffitt. Los delincuentes Limited adolescentes presentan conductas antisociales, sin estabilidad a lo largo de su vida, mientras que el ciclo vital-reincidentes suelen mostrar un comportamiento antisocial desde edades muy tempranas. El morder y golpear a la temprana edad de 4 seguido de delitos como el robo , la venta de drogas , los robos , los robos , las violaciones y el maltrato infantil caracterizan a un delincuente curso de la vida persistente. [ 3 ]

Donker et al. presenta un ensayo sobre la predicción de la estabilidad de longitudinal comportamiento antisocial. Hay dos tipos de comportamiento antisocial se midieron: encubierta, o el comportamiento que se centra en el engaño y el robo, y abierta, o el comportamiento que implica la confrontación directa y la amenaza de daño físico. Este experimento documentos sujetos durante tres períodos principales de su vida: la infancia , 6-11 años de edad, la adolescencia, 12-17 años de edad, y la edad adulta , 20-25 años de edad. Los delincuentes que comienzan a mostrar un comportamiento antisocial en la infancia, que continúa en la edad adulta son las que Moffitt considera que es la vida-por supuesto-la persistencia de los delincuentes. Su delincuentes comportamiento se atribuye a varios factores, incluyendo alteraciones neuropsicológicas y características ambientales negativos. Moffitt predice que "... las estimaciones de la estabilidad propia de la conducta antisocial se espera que violan la ley longitudinal, que establece que las relaciones entre las variables se vuelven más débiles, como el intervalo de tiempo entre ellos crece más". [ 3 ]

La muestra original de los niños (6-11 años) en 1983, consistió en 1.125 sujetos. Las tres áreas principales fueron estudiados en los temas: violaciónes de estado, la conducta manifiesta y la conducta encubierta. Los niños que presentan conducta manifiesta se encontró que tienen un riesgo dos veces mayor de la conducta encubierta como un adolescente y tres veces más riesgo de que en la edad adulta. Esto viola la ley longitudinal y demuestra las expectativas de Moffitt correcta. Además, los resultados también apoyó esta violación, pero sólo con respecto a la conducta manifiesta, no conducta encubierta. [ 5 ] Hay una diferencia en la continuidad de la conducta antisocial entre hombres y mujeres así. En un estudio longitudinal de todo un condado de la población fue seguido de los 8 a 48. Sólo el 18% de las mujeres que clasificados de alta en la conducta antisocial a los 8 años de alto rango a los 48 años, mientras que el 47% de los hombres se quedan en la categoría alta. Alrededor del 37% de los hombres y mujeres, sin embargo, mantuvo un comportamiento antisocial bajo a través de 48 años de edad. [ 4 ]

jueves, 4 de abril de 2013

Un instrumento predice el riesgo de suicidio en jóvenes en los departamentos de emergencias....Perfil del adolescente suicida.


Un cuestionario de cuatro preguntas que puede ser aplicado por las enfermeras o los médicos de urgencias en menos de 2 minutos puede identificar con éxito a los jóvenes en riesgo de suicidio.
Dres. Horowitz LM, Bridge JA, Teach SJ, Ballard E, Klima J, Rosenstein DL, Wharff EA, Ginnis K, Cannon E, Joshi P, Pao M.
Archives of Pediatrics and Adolescent Medicine. December 2012. 166(12):1170–1176.

Antecedentes
Cada año alrededor de un 5 a 8 por ciento de los niños y adultos jóvenes estadounidenses tienen un intento de suicidio de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). En 2010, 4.867 jóvenes -entre las edades de 10 y 24 años- murieron por suicidio, por lo que es la segunda causa principal de muerte para las personas en este grupo de edad.

La mayoría de las personas que mueren por suicidio han visitado a un médico entre 3 meses a 1 año antes de su muerte. Típicamente, estos pacientes acudieron a un departamento de emergencia donde fueron asistidos por una enfermera o por un médico por algún problema de salud como el dolor abdominal o dolor de cabeza. Estos individuos en situación de riesgo a menudo no son reconocidos por el personal de urgencias que, o bien no tienen el tiempo o el entrenamiento para protegerlos adecuadamente. La Joint Commission , una importante organización estadounidense sin fines de lucro y la Academia Americana de Pediatría han recomendado la creación y el uso de herramientas de evaluación del suicidio en las poblaciones de pacientes adultos y pediátricos. Hasta la fecha no existe ningún instrumento de cribado para evaluar el riesgo de suicidio en niños y adolescentes que visitan los departamentos de Emergencias por razones médicas o quirúrgicas.

"Muchas familias utilizan el servicio de urgencias como su único contacto en el sistema de salud", dijo Lisa M. Horowitz, Ph.D., MPH, autora principal del estudio. "La mayoría de la gente no se presenta al servicio de urgencias y dice: ¡Quiero matarme! Más bien se presentan con molestias físicas y no hablan acerca de sus pensamientos suicidas. Pero los estudios han demostrado que si se pregunta directamente, la mayoría lo dirá. Las enfermeras y los médicos necesitan saber qué preguntas hacer. "