viernes, 28 de septiembre de 2012

ADOLESCENTES EN EL LÍMITE Y VIOLENCIA FAMILIAR: ENTRE LA PSICOPATOLOGÍA Y LA DELINCUENCIA*. Ricardo Fandiño Pascual **,Raquel Gude Saíñas ***

RESUMEN
Durante los años 2007 y 2008 se desarrolló un trabajo de  investigación acerca de la relación entre psicopatología de la  adolescencia, delito, y medio familiar, tomando como muestra  los usuarios del C.A.E. Montefiz, único Centro Terapéutico para  menores de Reforma existente en Galicia. La gravedad de los cuadros psicopatológicos atendidos, la transversalidad de las  problemáticas a todos los niveles socio-económicos, y la alta  prevalencia de los conflictos familiares son algunas de las conclusiones derivadas de este estudio.  Palabras clave: Psicopatología, adolescencia, familia, delito, institución.
ABSTRACT
An investigation work regarding the relationship between psychopathology of adolescence, crime and familiar environment  has been developed during 2007 and 2008. For this investigation,  the inmates of C.A.E. Montefiz, the unique Therapeutic Juvenile  Correctional Centre that there exist in Galicia, were taken as  samples. The seriousness of the psychopathologic frames  observed, the problems at every socio-economic level, and the  kength of the familiar confl icts are some of the conclusions derived from this investigation. Keywords: psychopathology, adolescence, family, offence,  institution.

El trabajo de investigación fue realizado con el apoyo económico de la Beca Siota concedida por el Colegio Oficial de  Psicólogos de Galicia. Para su realización nos basamos en el  trabajo que realiza todo el equipo del Centro de Atención Específica Montefiz, perteneciente a la red de Centros de la Dirección  Xeral de Benestar Social de la Xunta de Galicia, y gestionado  por la Fundación Internacional O’Belén. Contamos también, con  el soporte teórico y clínico del Seminario de Formación del Instituto Wilhelm Reich – Galicia, con sede en Ourense.

INVESTIGACIÓN

OBJETIVOS
–  Establecimiento del perfil de los menores usuarios de un Centro Terapéutico para Menores de Reforma.
–  Evolución de dicho perfil en el tiempo y previsiones de futuro. Relación entre cuadros psicopatológicos, tipologías delictivas y características familiares.
–  Establecer líneas de investigación que nos aproximen a la problemática de la adolescencia en la actualidad.

MUESTRA
–  La Muestra 1 o Muestra histórica: Usuarios que tuvieron tratamiento terapéutico en el C.A.E. Montefiz, desde su apertura, en junio de 2001 hasta diciembre de 2008. Esta muestra cuenta con 109 sujetos.
–  La Muestra 2 o Muestra Reducida: Jóvenes ingresados desde enero de 2007 hasta diciembre de 2008, con los que hemos podido utilizar un mismo protocolo de evaluación. Esta muestra es de 38 sujetos.

VARIABLES
– Edad (entre 14 y 18 o + años).
– Género.
– Perfi l psicopatológico.
°Funcionamento cognitivo:
·Atención-Concentración, Memoria de trabajo, Funciones ejecutivas, Función visoespaciales, Coeficiente Intelectual.
°Rasgos de personalidad
·  Escalas clínicas: depresión, histeria, paranoia, esquizofrenia
·  Escalas de contenido: ansiedad, depresión, baja autoestima, problemas familiares
–  Tipo de familia (ausente, monoparental, estruturada, reestruturada, adopción).
–  Nivel socioeconómico (alto, medio-alto, medio, medio-bajo, bajo).
– Tipo de delito.

INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN
Valoración Cognitiva
– WISC-R
– WAIS III
– Figura de Rey
– Stroop
– WSCT
Valoración Personalidad
– MMPI-A
Otros Instrumentos
–  Informes previos al ingreso en el Centro.
–  Entrevistas clínicas al menor.
–  Entrevista Familiar Diagnóstica.
–  Coordinación y Supervisión
Equipo Clínico/Educadores.
– Reuniones Clínicas
Nivel Socioeconómico
–  “Escala simplifi cada de Barratt (BSMSS)”

Familia

En la comparativa de la tipología de delito según el tipo de familia destacamos como dato más significativo, cómo en los casos de adopción ingresados en el centro es claramente la violencia familiar el delito que desencadena la medida judicial.

Delito/Diagnóstico

La comparativa de delito motivo de ingreso, con diagnóstico del menor, permite ver que las personas con trastornos de personalidad tienden a cometer más delitos relacionados con descontrol de impulsos (violencia familiar y agresiones), aquellos con trastorno del comportamento cometen más delitos que tienen que ver con la disocialidad (robos), y los trastornos psicóticos se centran de forma significativa en la problemática intrafamiliar.

Diagnóstico

En la comparativa de los porcentajes de diagnóstico entre la muestra 1 y la muestra 2, observamos una evolución en el perfil de los usuarios del Centro Terapéutico, hacia una mayor presencia de la psicosis, en sus diversas formas, como diagnóstico principal. Es también patente que los trastornos de personalidad son la patología más presente tanto a nivel nivel histórico como en la actualidad del centro.

Tipo de Familia

En cuanto al tipo de familia de los menores ingresados en el Centro Terapéutico, en la comparativa entre la muestra histórica, y aquella que da cuenta de los dos últimos años, se observa una evolución en la que se agudiza aún más la presencia de familias de tipo monoparental, fundamentalmente a causa de separación o divorcio. También destacan el significativo incremento de ingresos de jóvenes adoptados, y el descenso de los jóvenes tutelados, aunque este último dato puede explicarse a través de decisiones de tipo administrativo.

Tipo de delito

En cuanto al tipo de delito, motivo de ingreso en el Centro, destacaríamos la clara evolución hacia un significativo incremento de la violencia familiar que llega a ser el desencadenante de la mitad de los internamiento en Centro Terapéutico durante los últimos dos años.

Nivel Socio-económico

En cuanto al nivel socio-económico, en la comparativa entre la muestra histórica, y aquella que da cuenta de los dos últimos años, la evolución parece ser hacia un mayor porcentaje de internamientos de menores que provienen de familias de nivel socio-económico medio. La tendencia es a que las familias no provengan de un contexto marginal, sino a que se trate de familias socialmente bien adaptados pero internamento disfuncionales.

DISCUSIÓN: “ADOLESCENTES EN EL LÍMITE: ENTRE LA PSICOPATOLOGÍA Y LA DELINCUENCIA”.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Actualización en el tratamiento farmacológico de los trastornos del comportamiento de la adolescencia. O. Herreros*, F. Sánchez**, Belén Rubio*** y R. Gracia**** .

Introducción
Los trastornos del comportamiento constituyen, como grupo, el diagnóstico más frecuente en Psiquiatría Infanto-Juvenil, caracterizados por la presencia crónica de una gran variedad de conductas antisociales repetitivas, y de inicio más temprano en niños que en niñas (hacia los 7 años para los primeros frente a los 13 para las segundas). Su prevalencia se estima entre el 4 y el 9%, siendo además 5 veces más frecuente en varones (Offord y cols., 1987).
Las conductas características son diversas (agresividad, robos, incendios, fugas, mentiras), y con frecuencia se asocian con hiperactividad, impulsividad, dificultades cognitivas y de aprendizaje y habilidades sociales pobres. Si bien estas conductas, en menor intensidad, pueden verse como parte del desarrollo normal de niños y adolescentes, su severidad, frecuencia y cronicidad las hacen marcadamente diferentes en las poblaciones clínicas. Cuestiones como la psicopatología presente en los padres, la genética, el ambiente y otros factores psicosociales y, por supuesto, el propio temperamento, juegan un papel relevante en su génesis (Kazdin, 1995).

En relación con su diagnóstico, el DSM-IV-TR establece distinciones entre el Trastorno Oposicionista Desafiante (TOD) y el Trastorno de Conducta (TC) (APA, 2002). El TOD consiste en un patrón de conducta negativista, hostil y desafiante de al menos 6 meses de duración con comportamientos presentes tales como encolerizarse, discutir con adultos y desafiarles activamente, molestar deliberadamente a otras personas, acusar a otros de errores o faltas propias, ser colérico y rencoroso, etc., debiendo descartarse para su diagnóstico otras causas y que tales comportamientos sean normales dentro de la edad y el nivel de desarrollo del niño. Por otra parte, el TC presenta un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otras personas o normas sociales importantes propias de la edad (agresión a personas y animales, destrucción de la propiedad, fraudulencia o robo, violaciones graves de normas), debiendo especificarse la gravedad y el momento de inicio (infancia o adolescencia). Así, el TOD representa una variante más temprana en su aparición y menos grave del TC.

Por otra parte, la CIE-10 (OMS, 2000) establece los Trastornos Disociales (TD) como categoría única, definiéndolos como trastornos caracterizados por una forma persistente y reiterada de comportamiento disocial, agresivo o retador. Los contempla como desviaciones más graves que la simple «maldad» infantil o rebeldía adolescente, implicando un patrón de comportamiento duradero con manifestaciones como peleas o intimidaciones, crueldad hacia otras personas y animales, destrucción grave de pertenencias ajenas, incendio, robo, mentiras reiteradas, faltas a la escuela y fugas, rabietas frecuentes y graves y desobediencia.
El TOD del DSM-IV correspondería aquí a una subcategoría de los TD, el Trastorno Disocial Desafiante y Oposicionista, caracterizado por conductas marcadamente desafiantes y desobedientes y comportamientos disruptivos sin actos de delincuencia o formas más agresivas del Trastorno Disocial. Además, incluye en los Trastornos Hipercinéticos el diagnóstico de Trastorno Hipercinético Disocial, evitando así la multiplicación de diagnósticos en este trastorno, tan frecuente en la clínica y tan frecuentemente asociado a los Trastornos Disociales.

Las diferencias individuales en relación con la agresividad son casi tan estables en el tiempo como las diferencias en la inteligencia (Olweus, 1979), por lo que la presencia de trastornos del comportamiento en la infancia y de delincuencia en la adolescencia predicen un patrón persistente de violencia en la edad adulta (Pulkkinen, 1987). Ello supone que este grupo clínico es un grupo de alto riesgo evolutivo, debiendo por ello prestarse especial atención a su tratamiento.
Otro hecho especialmente importante es la frecuente presencia de comorbilidad. Los trastornos del comportamiento (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, Trastorno Oposicionista Desafiante, Trastorno de Conducta) suelen presentarse juntos (Verhulst y Koot, 1995), lo que ha llevado a algunos autores a plantear, dado su notable solapamiento, que el Trastorno de Conducta y el TOD no son entidades diferentes (Schachar y Wachsmuth, 1990). Por otra parte, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) se presenta junto con el Trastorno de Conducta en hasta un 45-70% de los casos (Ferguson y cols., 1991). Los trastornos ansiosos y la depresión son también diagnósticos comórbidos frecuentes (en un 30-50% de los casos –Zoccolillo y cols., 1992-), así como trastornos del eje II como el trastorno borderline de la personalidad, el retraso mental y los trastornos del desarrollo (Steiner y cols., 1997). Por ello, en la evaluación de este tipo de trastornos es preciso ir más allá de las simples conductas disruptivas para estudiar e identificar factores ambientales y trastornos neurológicos y psiquiátricos subyacentes y potencialmente tratables que puedan estar contribuyendo a la existencia de dichas conductas (Gérardin y cols., 2002).
En general se admite que no existen tratamientos únicos efectivos frente a los trastornos del comportamiento en la infancia y la adolescencia, y que la farmacoterapia no constituye la primera línea de tratamiento (Kazdin, 2000). Las intervenciones deben planificarse como multimodales, dirigidas a cada una de las áreas disfuncionales y diseñadas teniendo en cuenta el contexto del paciente, incluyendo siempre técnicas conductuales e intervenciones psicosociales. De entre éstas, se han identificado tres como potencialmente eficaces: el entrenamiento de padres en manejo de conductas (dirigido a modificar las interacciones padres-hijo en el hogar), el entrenamiento en habilidades cognitivas de resolución de problemas (centrado en los procesos cognitivos asociados a la conducta social), y la terapia multisistémica (centrada en el individuo y los sistemas familiar y extrafamiliar como vía para reducir los síntomas y promocionar las conductas sociales).

viernes, 7 de septiembre de 2012

Transtornos de conducta y violencia en adolescentes en conflicto con la ley. Miguel Oliveros Donohue (1), Ricardo Ramirez Bustamante (2)

Por largo tiempo se consideró que los adolescentes estaban libres de problemas y tenían la mejor expresión de salud, pero en las últimas décadas ha surgido una preocupación creciente por el consumo, cada vez a más temprana edad de alcohol, drogas, incremento de accidentes y muertes, además de violencia interpersonal, hechos que han alarmado al público (1).
El individuo (niño/adolescente) posee un sistema biopsico- social con determinadas características físicas y temperamentales que lo diferencian de otros individuos, desempeña roles y actividades, tienen diversas relaciones interpersonales entre las que se subrayan las figuras parentales, la vinculación con la madre y su medio ambiente. Las variaciones del comportamiento dependen de una adaptación saludable a las condiciones del entorno, o a desviaciones patológicas por un ambiente o entorno hostil y negativo (2).

En el mundo moderno hay millones de niños y adolescentes que sufren y mueren a causa de explotación, violencia, guerras, abandono y todas las formas de abuso y discriminación. La prostitución, el narcotráfico, la explotación física o sexual y el secuestro, al igual que la explotación económica de niños y adolescentes en sus peores formas, son una realidad cotidiana en todas las regiones del mundo, mientras que la violencia doméstica y la violencia sexual contra mujeres y niños continúa siendo un problema grave, que tendrá repercusiones en la salud mental de niños y adolescentes (3).

El fenómeno de la violencia en los centros urbanos es entendido como un problema de base bio-psicosocio-cultural, que comprende las más variadas formas de agresión, con efecto multiplicador y expansivo que no solo afecta a las víctimas sino a la sociedad en pleno, por lo que es motivo de preocupación (2). En estudios de violencia en varones adolescentes, se ha encontrado asociación significativa con el diagnóstico de trastornos de conducta y consumo de tabaco, marihuana, cocaína y sedantes. En las mujeres adolescentes se asoció la violencia a depresión moderada, distimia, trastornos de conducta desafiante, antecedentes de consumo de tabaco y acoso sexual (4,5).

Las fuerzas de socialización que históricamente han nutrido el desarrollo del niño, especialmente en la familia, necesitan ser vistas en conjunto con las prácticas en la escuela y comunidad, para darle soporte a la familia en su misión de velar por el normal crecimiento y desarrollo de ellos (6,7). Para el tipo de población estudiada, los casos más severos han estado expuestos a una socialización primaria en un entorno donde sus parientes más cercanos son personas antisociales (presos, vendedores de droga, miembros de bandas, prostitutas, drogadictos, entre otros).

Los problemas de conducta se manifiestan de diversas maneras y en diferentes entornos, llámense hogar, escuela, comunidad. En general, el desarrollo infantil normal es bastante armónico, existiendo un paralelismo en las diversas áreas del desarrollo, que permiten que el niño o adolescente se adapte fácilmente a las exigencias de su medio ambiente y que su conducta sea en general, relativamente predecible. Pero, existe un grupo relativamente importante de la población infantil en quienes este desarrollo armónico no se da, lo que determina estilos cognitivos y conductuales diferentes.

Los factores de riesgo pueden motivar cambios en esta etapa de la vida, al participar ellos en actividades que pueden comprometer su salud física y mental. En la práctica, se ve que muchas de estas conductas son de carácter exploratorio por influencia de sus pares o del entorno en que viven (8).

La adolescencia como etapa en formación marca algunas modalidades de socialización, algunas de ellas con un valor límite, así el consumo de drogas sin dependencia, la adhesión a grupos juveniles cerrados y estilos de vida que son expresión de una búsqueda de identidad necesitan ser consideradas con un necesario criterio de diagnóstico diferencial. La conducta de riesgo del adolescente se ha convertido en un problema de Salud Pública en nuestro país, como le da sustento el 13% de embarazos, la existencia de alrededor de 1,500 jóvenes privados de libertad en Centros Juveniles y la elevada cifra de niños y adolescentes que dejan las aulas o repiten anualmente (613,000 según UNICEF). Se ha introducido en la nomenclatura judicial el término “adolescentes en conflicto con la ley” para referirse a aquellos adolescentes que violen la ley penal.