Resumen
El objetivo de este artículo es hacer una revisión sobre la relación existente entre el
individuo con trastorno de la personalidad antisocial y el denominado delincuente de cuello
blanco; éste es un fenómeno social relevante y actual que representa gravedad para la sociedad;
por esto es de suma relevancia su estudio. La metodología utilizada fue el rastreo en la literatura
sobre los temas: trastorno de la personalidad antisocial, delincuencia de cuello blanco,
corrupción, criminalidad, desviación social, entre otros; como criterio de búsqueda: bases de
datos como Redalyc, Scielo, revistas de psicología jurídica, libros indexados en SISNAB,
ProQuest EBook Central, etc, con fechas no mayores a diez años. Tras la búsqueda para hallar la
relación de la delincuencia de cuello blanco y el trastorno de la personalidad antisocial se
encontró como las condutas de ambos convergen en muchos aspectos y existe relación en cuanto
a los criterios diagnósticos descritos en el DSMV.
Abstract
The objective of this article is to review the relationship between the individual with
antisocial personality disorder and the so-called white-collar delinquent; this is a relevant and
current social phenomenon that represents gravity for society; this is why its study is very
important. The methodology used was the tracking in the literature on the topics: antisocial
personality disorder, white collar crime, corruption, criminality, social deviance, among others;
as search criteria: databases such as Redalyc, Scielo, legal psychology journals, books indexed in
SISNAB, ProQuest EBook Central, etc., with dates no longer than ten years. After the search to
find the relationship between white-collar crime and antisocial personality disorder, it was found
that the conduct of both converge in many aspects and there is a relationship in terms of the
diagnostic criteria described in the DSMV.
Palabras clave
Criminología, trastorno de la personalidad, conducta antisocial, corrupción, control
social, psicología social, neuropsicología.
Key words
Criminology, personality disorder, antisocial behavior, corruption, social control, social
psychology, neuropsychology.
Introducción
Este estudio se aborda a partir del análisis interdisciplinario sobre el objeto a ser
estudiado, el cuál es el fenómeno social conocido y titulado como “La delincuencia de cuello
blanco y su relación con el trastorno de la personalidad antisocial”; el cual al ser mirado a partir
de los diferentes enfoques y conceptos dimensiona la importancia y gravedad que representa
dicho fenómeno para la sociedad institucionalmente organizada; fenómeno éste que viene siendo
visto desde la estructuración jurídico-criminal de las conductas ejecutadas por quienes ejercen el
poder jerárquicamente instituído como ordenamiento social en donde se hace visible el
comportamiento antisocial y/o psicopático.
El objetivo principal es entonces el de lograr parangonar las conductas y estilo de vida
entre el delincuente de cuello blanco y su estrecha relación con el denominado trastorno de la
personalidad antisocial y/o psicópata; este tipo de individuos que caracterizan específicamente
los elementos que nos permiten el rastreo y análisis de su personalidad, modus operandi, y de la
forma en que conciben el mundo y se relacionan con las demás personas; mediante la ejecución
del delito; como un ejercicio que realizan desde su hacer funcional, laboral; analizando como
pueden algunas organizaciones requerir ejecutivos cuya personalidad contenga las características
en estudio.
Lo anterior permitirá comprender en que consiste y por qué se mantiene este fenómeno
social; cómo evita este tipo de delincuente el ser juzgado en instancias legales y más aún nunca
pagar con cárcel por sus conductas punitivas. Se analizará cómo es su dinámica social, sus
vínculos de poder, los mismos que convierte en el escenario al interior del cuál se mueve,
permitiéndose mantener un tipo de transgresión encubierto, lo que le favorece en la ejecución de
dichos actos delictuales, los mismos que repite sobre las víctimas que acumula como un simple
ejercicio laboral.
Pregunta de investigación
¿Cuál es la relación que existe entre el trastorno de la personalidad antisocial y el
delincuente de cuello blanco?
Marco teórico
Fenómenos jurídicos frente al delito
Es relevante una revisión epistémica a partir de varios conceptos que se desarrollarán a
continuación y que dilucidarán el camino hacia la comprensión del fenómeno aquí tratado: la
delincuencia de cuello blanco y su relación con el trastorno de la personalidad antisocial.
Criminología.
La criminología nace a principios del siglo XIX, respondiendo a una demanda social para
estudiar las causas de la conducta antisocial, siguiendo los fundamentos del método científico,
con el fin de fomentar políticas preventivas eficaces, efectivas, eficientes y pertinentes a las
necesidades de la sociedad (Buil, 2016).
López (2015) señala a la criminología como una ciencia social, que a través de múltiples
planteamientos y metodologías, concibe la criminalidad como “un fenómeno social”.
Dentro de ésta se encuentra la criminología clínica que es la ciencia que se ocupa del
diagnóstico y tratamiento de los tipos de personalidad antisocial, aproximándose a una respuesta
explicativa de cada caso, teniendo en cuenta la naturaleza biológica, psicológica, social e
individual; estudia las causas que condujeron al individuo a llevar a cabo cierta conducta
antisocial, se estudia entonces la particularidad de cada caso, no la generalidad (Hikal, 2009).
Loeber y Le Blanc (como se citó en Requena, 2014): la criminología del desarrollo se
centra en conocer las motivaciones que causan que un individuo empiece a cometer actos
delictivos, y la forma en que su modus operandi puede intensificarse o al contrario desistir de
dicha conducta, esta corriente teórica busca la explicación a esto y estudia las diferencias
individuales relacionadas con la conducta antisocial.
La criminología del desarrollo parafraseando a Hikal (2009) se ocupa del estudio de la
evolución de los seres humanos desde que nacen hasta su vejez; de igual forma analiza las
problemáticas que puedan presentarse en cada etapa del desarrollo para así establecer que tipo de
inconvenientes surgieron influyendo en el individuo como factores criminógenos para que su
comportamiento se tornara antisocial; una vez conocidos estos aspectos se realizaría una
intervención.
Es asi que el concepto de criminología del desarrollo hace alusión al seguimiento de los
cambios delictivos que se presentan en un individuo a lo largo del tiempo en las diferentes etapas
de su vida y concernientes a su conducta antisocial; centrándose en tres principales aspectos para
su análisis: El desarrollo de la conducta delictiva y antisocial, los factores de riesgo de protección en las distintas etapas vitales, y las consecuencias de determinados hechos de la vida
del desarrollo (Farrington, citado por Requena, 2014).
Otro importante concepto al que se debe hacer mención es el de carrera criminal ya que
va ligado a la criminología del desarrollo; según afirmaban Sampson y Laub (como se citó en
Requena, 2014); la visión evolutiva de la criminología ha avanzado en paralelo con la
perspectiva de las carreras criminales; no obstante es una concepción mas exhaustiva en el
sentido de que se incluyen los factores de riesgo así como los eventos vitales para su análisis
(Farrington, citado por Requena, 2014).
El concepto de carrera criminal no es una teoría del crimen; es más bien una forma de
organizar y edificar un conocimiento acerca de las características delincuenciales a nivel
individual, éstos aportes ayudan al entendimiento de las diferencias entre delincuentes
indistintamente de si actúan en grupos o en solitario; la carrera tiene un inicio, una duración y un
final (Piquero, farrington y blumstein; citado en Requena, 2014).
Psicología Jurídica.
Soria (citado por Ovejero, 2012) define la psicología jurídica como la rama de la
psicología que desarrolla su saber y aplicación con el objetivo de resolver sus aciertos en una
sala de justicia con el fin de auxiliar al ente censor en la toma de decisión.
La siguiente definición es del grupo de profesores de los posgrados en psicología jurídica
de la Universidad de Santo Tomás: “la psicología jurídica es un área básica y aplicada de la
psicología científica que interviene sobre la conducta humana que conllevan consecuencias de
tipo jurídico; orientándose a la defensa de los derechos humanos, la salud mental y su efecto en
la sociedad con el fin de alcanzar y humanizar la justicia” (citado por Gutierres de Piñeres,
2010, p. 230).
Psicología forense.
Es una subespecialidad de la psicología jurídica y nace de la necesidad o de los
interrogantes que surgen desde la perspectiva jurídica que realiza un profesional del Derecho
ante un caso en particular; forense, proviene del latín forensis; relativo al foro, lo que hoy en día
sería audiencia (Lobo, Espinosa y Guerrero, 2016).
Según Bartol y Bartol; la psicologia forense se refiere a la producción y aplicación del
conocimiento a los órganos de justicia penal y civil (citado por Ovejero, 2012).
Urra (como se citó en Lobo, Espinosa y Guerrero, 2016) señala que la psicología forense
es la ciencia que enseña la aplicación de todos los campos y conocimientos de la psicología ante
los interrogantes de la justicia, colaborando con la administración de justicia, desempeñandose
en el foro y mejorando el ejercicio del Derecho.
En cuanto al papel del psicólogo forense Finol (citado por Aristizábal & Amar, 2010), lo
define como aquél profesional que se ocupa de evidenciar, asesorar y facilitar conocimientos al
juez o tribunal, es decir es un colaborador y un apoyo de el sistema de justicia.
No obstante para tener la capacidad de hacer los ya mencionados peritajes el psicólogo
forense debe tener una formación en conocimientos tanto genéricos de su profesión, asi como
específicos pertenecientes al campo forense; entre los conocimientos genéricos este autor los
clasifica así: evaluación, intervención, asesoramiento, supervisión, investigación y como
conocimientos específicos de la psicología forense: bases biológicas de la conducta, bases
cognitivo-afectivas de la conducta, bases sociales de la conducta y otros como son el
entrenamiento especializado en regresiones, estadísticas, metodologías epidemiológicas, diseños
experimentales entre otros (Finol, citado por Aristizábal &Amar, 2010).
Psicología Criminológica.
La Psicología Criminológica constituida por la aplicación de la Psicología; más
precisamente la Psicología Social en el estudio del crimen; siendo la rama de la Psicología
Jurídica que estudia los factores individuales, biológicos, familiares, sociales y culturales que
conllevan a un individuo a delinquir; es decir explica el delito y a la vez las razones que han
llevado al delincuente a cometer un ilícito, así como encontrar formas preventivas y de control;
siendo ésta una subdisciplina de la Psicología Criminal; con la que se complementa (Ovejero,
2012).
El Delito.
El delito es una conducta antisocial humana por la cual se presume la imposición de una
pena o medida de aseguramiento contra quien se considera responsable (Tamarit, 2014).
Según García-Pablos (citado en Hernández, 2015) el delito igualmente denominado
crimen o conducta desviada continua siendo el objeto primordial en la investigación
criminológica; dicho concepto ha venido evolucionando con la sociedad y la cultura; así que no
toda conducta socialmente desviada se constituye en delito ni todo delito es visto como conducta
desviada por la sociedad.
Para Garofalo (citado por Castro, 2017) el delito constituía “la violación de los
sentimientos altruistas fundamentales de la piedad y de la probidad, en el grado medio en que se
encuentra la humanidad civilizada, por acciones perjudiciales a la colectividad”. (p.62)
Ferri se adhirió al concepto de Colajanni de delito natural, este autor definió como
comportamientos punibles los actos que determinados por móviles individuales y antisociales,
perturban las condiciones de existencia enfrentándose con la moral de un pueblo (Castro, 2017).
El delito es doloso cuando es premeditado y querido, es culposo cuando se produce de
manera involuntaria o por efecto de un juicio inadecuado y en situaciones que excluirían la
responsabilidad del mismo, es preterintencional en el momento en que ya sea la acción u omisión
extrema lo planeado o querido por el agente, y en el caso de las contravenciones sólo se exige la
voluntad de su propia conducta (Manzini, citado por Castro, 2017).
Siendo el dolo aquella conducta que se realiza con intencionalidad y conocimiento y que
se ejecuta a sabiendas de que es contrario a la ley; y que tiene cuatro niveles según la intensidad
del hecho: la premeditación, la deliberación, la resolución súbita y la pasión ciega (Maggiore,
citado por Castro, 2017).
La Culpa.
En palabras de Carrara (citado por Castro, 2107) la culpa es definida como la omisión
voluntaria de la celeridad en preveer las posibles y previsibles consecuencias del propio hecho; y
se presenta en tres modalidades: la culpa lata, la culpa leve, y la culpa levísima.
Silva (como se citó en Hernández, 2015) para que pueda existir culpabilidad debe haber
imputabilidad y responsabilidad, es de índole subjetiva e implica la actitud psíquica del individuo
en relación con el delito y un estado de imputabilidad y de ausencia de causas de inculpabilidad.
Es la actitud no debida de la voluntad que ha de generar el hecho material que se necesita
para la presencia del delito (Antolosei, citado por Castro, 2017).
La imputabilidad es un concepto jurídico definido como la capacidad psíquica que posee
un individuo de entender la antijuridicidad de su comportamiento y de no acomodar la misma a
tal entendimiento (Machicado, citado por Hernández, 2015).
La imputabilidad es una condición jurídica de todo aquel que tenga una madurez mínima
tanto fisiológica como psíquica, que sea mentalmente sano y tenga conocimiento de los actos
que realiza (Patitó, citado por Hernández, 2015).
Toda alteración o trastorno psíquico que perturben significativamente la inteligencia y/o
la voluntad puede ser causal de inimputabilidad; por lo tanto es inimputable aquel individuo que
no es responsable penalmente de un crimen cometido, ya que no es consciente de las
consecuencias que acarrea dicha conducta (Patitó, citado por Hernández, 2015).
Conducta criminal.
La conducta criminal es estudiada por la criminopatología; en la cual confluyen
disciplinas como son la biología, sociología, psicología, psiquiatría, victimología, derecho entre
otras; y se asocian para responder a las causas que conllevan a la conducta criminal y/o
antisocial; desde la medicina y la psicología patológica el objetivo es hallar las causas de las
enfermedades o trastornos y desde la criminopatología se estudian las conductas antisociales,
inadaptadas y delictivas y sus causas; suministra una información descriptiva metódica de las
irregularidades de la conducta en cualquier nivel de severidad; catalogándolas y explicando cuál
pudo ser su origen (Hikal, 2015).
La conducta criminal no siempre se origina en familias o entornos disfuncionales ya que
existen criminales que vienen de familias bastante estructuradas y cometen infames delitos
(Aristizábla y Amar, 2012).
Para Sutherland (citado por Hikal, 2017); la conducta criminal sistemática es la resultante
inminente de la asociación diferencial dada en determinada situación en la que se presentan
conflictos culturales; para finalmente darse la denominada desorganización social
Desviación social.
El apartarse de seguir las normas establecidas dentro de la sociedad, por un individuo o
grupos de individuos se le llama desviación social; siendo las conductas delictivas las de mayor
relevancia; la desviación social puede ser estudiada desde varias perspectivas:
Como fenómeno o anormalidad estadística; se enfocaría en fenómenos que se alejan de la
media.
Como violación de reglas normativas; al no obtener expectativas satisfactorias dichos
individuos.
Como disfuncionalidad; siendo consecuencia de la escision de un rol asignado en la
función social.
En un enfoque multifactorial, analizando factores como son los biológicos, psíquicos y
sociales.
Y desde una perspectiva sociológica, dando fundamental relevancia a las explicaciones
del delito como fenómeno (Vicente, 2012).
No obstante, Rios (2017) considera que al ser vista de manera individual el origen de la
desviación en una patología, la criminología clínica no contempló que la desviación no es un
componente inherente del comportamiento, sino la resultante de un constructo social atribuido a
determinados individuos.
Control social.
El control social o regulación social; siguiendo a Vicente (2012), se refiere a los medios y
métodos que emplean los grupos sociales para lograr que la conducta de sus miembros se adapte
a la forma en que se espera.
La delincuencia de cuello blanco como fenómeno social
Sutherland (citado por Rios, 2017 ), identifica la dinámica que confiere la impunidad de
los delincuentes de cuello blanco e identifica que los considerables procesos de este tipo de
delincuentes muestran la apariencia de la peculiaridad que les da el prestigio social del imputado,
pero la verdad es que no pueden ser más repetitivos y rituales.
En su libro delincuencia de cuello blanco; Sutherland señala cómo la delincuencia se
relacionaba únicamente con la pobreza y fealdad sin tener en cuenta a los que poseían riqueza y
belleza; desvelando así a individuos de clase social y estatus económico alto y que debido al
entorno laboral en que se mueven, les favorece para llevar a cabo las conductas ilícitas, les
resulta algo tentador, acto al que le dan continuidad por la codicia financiera y de poder, recurren
a la defraudación, cifras maquilladas, desvío de recursos, enriquecimiento ilícito entre otros
(Sutherland, citado por Hikal, 2017).
En palabras de Sutherland (1999): “El delincuente de cuello blanco no se considera a sí
mismo como delincuente, porque con él no se emplean los mismos procedimientos oficiales que
con los otros delincuentes, y porque debido a su estatus de clase, no tiene asociaciones
personales íntimas con aquellos que se definen a sí mismos como delincuentes” (p.266).
Restrepo (citado por Hikal, 2017); hace mención de la importancia de Sutherland, y cómo
en su libro El delito de cuello blanco sostiene la tesis de que, entre los individuos de las clases
socioeconómicas poderosas; quienes gozan de honorabilidad y reconocimiento en sociedad, es
alta la incidencia de conductas criminógenas (…), como consecuencia de su actividad
profesional.
Los índices de criminalidad oculta e impunidad, son asombrosamente elevados, en
cuanto a este tipo de conductas desviadas, debido a la manipulación del poder que tienen estas
personas.
Para Sutherland (citado por Rios, 2017), las explicaciones de la etiología clínica del
crimen no eran convincentes, así que realizó críticas incisivas concerniente a ello; ya que las
características de anormalidad, patología y aberración de los delincuentes comunes; no eran las
mismas de los delincuentes de cuello blanco quienes realizaban ilícitos desde sus privilegiadas
posiciones de poder en empresas, en el ámbito político y profesional, ejercidas en altas
posiciones de la sociedad.
Grancha (citado por Araya & Crespo, 2016) señala como los delitos de cuello blanco
ahora son denominados delitos de la clase media-alta ó según Mills (citado por Araya &
Crespo,2016) delitos de poderosos con perfil delincuencial.
Según Pérez (2018) los régimenes penitenciarios denotan una distorsión en su estructura
esencial ya que solo buscan capturar la delincuencia común que pertenece a las clases
subordinadas; ésto avala la imágen estereotipada del criminal pobre y violento y tal como señala
Baratta (citado por Perez, 2018) desde la interpretación legal, el crimen es una conducta que
podría ser atribuida a personas socialmente privilegiadas y bien posicionadas y no únicamente a
la minoridad estigmatizada y desviada como se ha hecho siempre.
Por otro lado la percepción de los jurados en casos de delitos de cuello blanco sugiere que
al ser elegidos para dicha función, y al explicarles acerca de este tipo de delito, y los rasgos
psicopáticos inherentes a estos individuos; recomendaban sentencias altamente punitivas, debido
a la falta de remordimiento del acusado, de empatía y el hecho de no aceptar su responsabilidad
(Cox, Edens, Rulseh & Clark, 2016).
Delitos de Poder: corrupción.
Según Casar (2015) hablando de la corrupción: sabemos de varias de sus causas sin
comprender como hace parte de un estilo de vida. Advertimos que tiene desenlaces negativos sin
embargo la dejamos actuar. Bien sabemos que perjudica la economía familiar de los más
necesitados, que abre la brecha de inequidad y reduce la calidad de vida pero elegimos
practicarla. Conocemos a quienes la practican no obstante los elegimos como nuestros
gobernantes y un lugar de privilegio en la sociedad.
Analizamos casos eficaces para combatirla
pero no los emulamos. La condenamos pero la justificamos.
La corrupción es un fenómeno social complejo de definir y aún mucho más de medir, el
estudio de este fenómeno necesita un trabajo multidisciplinar ya que la decisión que toma una
persona al cometer actos ilícitos no solo depende del costo beneficio; sino de cómo la sociedad lo
juzgue y la posibilidad de ser descubierto, es decir si la sociedad reacciona ya sea denunciando o
guardando silencio (Castañeda, 2016).
Algunos puntos de vista radicales advertirían acerca de cómo las empresas cuando se
encuentran con obstáculos para obtener sus logros financieros a través de procedimientos
legales, tienen pocos escrúpulos al recurrir a métodos ilegales (Box, citado por Jones, 2017).
La corrupción es una conducta que infringe los valores establecidos, los fundamentos
morales básicos, la normativa social, las leyes y deberes propios de un cargo con el propósito de
obtener provecho personal en perjuicio de otros (Bohorquez, citado por Peña, 2012).
Pegoraro (citado por Maltz, 2013) afirma cómo el Delito Económico Organizado (DEO)
consiste en una organización delincuencial que realiza negocios legales-ilegales de naturaleza
jurídica-política, por lo tanto participan institucionesy altos funcionarios que obtienen grandes
sumas de dinero y que además disfrutan de inmunidad e impunidad social-penal.
El fenómeno criminal visto desde lo sociológico data desde el nacimiento mismo de la
criminología como ciencia; aparece Durkheim, postulando cómo la delincuencia es un fenómeno
social normal según su principio de la normalidad estadística; en la cual dice que la delincuencia
surge de las características de la sociedad en que emerge (Herrero, 2013).
Ferri en su obra Sociología Criminal; resalta los factores sociales al enunciar su ley de la
saturación criminal: la delincuencia de una sociedad se inclina a perdurar invariable en la medida
en que perseveran las mismas características sociales; esto teniendo en cuenta la impronta de los
factores psicobiológicos de índole individual (Herrero, 2013).
Es así que ésta perspectiva sociológica fue impulsada por La Escuela Sociológica
Funcional de Chicago; es aquí donde Sutherland postula su teoría de la asociación diferencial:
Teoría de la asociación diferencial o de los contactos diferenciales.
La teoría de la asociación diferencial fue edificada por el sociólogo Sutherland y su
colaborador Cressey en la década de los treinta. Sutherland perteneció a la Escuela de Chicago
en su primera etapa; en su artículo “The prison as a Criminological Laboratory” publicado en
1931, argüía que no se podía hablar de delito sin tener conocimiento previo del delincuente;
realizó estudios a individuos recluidos en penitenciarios sin perder de vista que estos sitios no
eran su entorno natural y que estos tan solo representaban una muestra de la población
delincuencial (Vicente, 2012).
Demostró la existencia de un significativo número de delitos de cuello blanco, mediante
autoinformes, encuestando a 1700 individuos de clases media y alta; hasta este momento la
delincuencia era relacionada con el factor pobreza con la falta de iguales oportunidades, dicho de
otro modo en la desorganización social; es así como Sutherland cambió el objeto de estudio de la
pobreza a las clases más privilegiadas, es decir de la desorganización social a la organización
social diferencial (Vicente, 2012).
Hikal (2017) señala que según estos autores la delincuencia tiene su origen en conflictos
culturales, en la inequidad social en donde el individuo propende por asociarse a ciertos grupos
como resultado de un proceso normal de aceptación; y que las organizaciones que incumplen las
normativas legales son las responsables de incentivar la conducta criminal.
Siguiendo a Vicente (2012), es así como Sutherland pormenoriza como las causas del
delito no difieren mucho en las clases bajas y en las de más alto estatus; concluye que
evidenciando los delitos de cuello blanco se eliminaría el supuesto que ha prevalecido como
factor delincuencial que es la pobreza y de esta forma se llegaría a una teoría general del delito
menos prejuiciosa y más apta, relacionándola con el aprendizaje.
La asociación diferencial surge o nace en la organización diferencial; la disposición y
motivos para delinquir; son aprendidos al tener contacto con valores, actitudes y definiciones de
la criminalidad valoradas positivamente en un grupo específico de individuos y no dependerá
mucho de problemáticas de desorganización social como argumentaba la Escuela de Chicago
(Vicente, 2012).
La teoría de la conducta criminal es sintetizada por Sutherland (1999) así:
1. El comportamiento criminal se aprende, no se hereda ni se inventa.
2. Se aprende en contacto con otras personas por un proceso de comunicación.
3. Se aprende, sobre todo, en el interior de un grupo reducido de relaciones personales y
no por medios impersonales, como la televisión.
4. También se aprende el modus operandi, móviles, jerga, procesos de justificación y
racionalización de la conducta criminal.
5. La orientación de los móviles está en función de la interpretación favorable o
desfavorable de las disposiciones legales.
6. Un individuo se convierte en criminal cuando las interpretaciones desfavorables de la
ley preponderan sobre las favorables, siendo esto lo que constituye el principio de la
asociación diferencial.
7. La asociación diferencial puede variar según la frecuencia, duración, prioridad e
intensidad.
8. La formación criminal por asociación con modelos criminales o anticriminales es
idéntica a cualquier otro proceso de formación, no adquiriendose, por tanto, por simple
imitación.
9. Aunque el comportamiento criminal es la expresión de un conjunto de necesidades y
valores no se explica por tales necesidades y valores, puesto que el comportamiento no
criminal es también expresión de las mismas necesidades y valores (Vicente, 2012).
Sutherland advierte que los individuos llegan a ser criminales por una serie de métodos
transferidos culturalmente, primordialmente a través del empoderamiento que logra el crimen en
grupos especificos donde se configura dicha actividad y se mantiene con el reforzamiento (Hikal,
2017, p.2).
Cressey (como se citó en Vicente, 2012) respecto a las críticas que se hicieron a esta
teoría; señaló que no es el número de contacto con criminales el que facilita iniciarse en la
carrera delictiva sino la calidad de los contactos; ya que de otro modo los jueces, policias al tener
contacto permanente con tipos delictivos serían verdaderos focos de delincuencia.
El delincuente debe sentirse presionado para llevar a cabo el acto delictivo, que
únicamente emergerá si se dá la oportunidad apropiada para acometerlo, luego de esto se pasará
a justificar y razonar dicha actuación; es así que: presión, oportunidad y justificación serían los
extremos del “triángulo del fraude” denominado así por Cressey (citado por Vicente, 2012).
Para Sutherland, la desorganización social se establece porque existe “conflicto de
normas”; existen normas que se oponen o no son coherentes con la realidad social (Gonzáles y
Sánchez, citado por Hikal, 2017).
Perfil individual.
En cuanto a la perfilación de este tipo de delincuente de cuello blanco, y poder concebirlo
como un individuo antisocial, será preciso puntualizar en los criterios y características descritos
en el DSM-V y DSM-IV-TR, develando así los aspectos psicológicos de dicho fenómeno
delincuencial.
Trastornos de la personalidad: Manual de Diagnóstico Estadístico DSM-V.
Según Echeburúa & Salaberría (2014): El DSM-5 en el capítulo de los trastornos de la
personalidad (TP) la clasificación y el criterio categorial son los mismos que los usados en el
DSM-IV-TR, excepto que ya no figuran en el eje II. De este modo se señalan tres grupos en los
cuales se agrupan los diez trastornos específicos de la personalidad:
a) Grupo A: trastorno de la personalidad paranoide, trastorno de la personalidad
esquizoide y trastorno de la personalidad esquizotípica; vinculados a personas con conductas
extravagantes y excéntricas.
b) Grupo B: trastorno de la personalidad antisocial, trastorno de la personalidad límite,
trastorno de la personalidad histriónica y trastorno de la personalidad narcisista; afín con
personas con conductas dramáticas, emocionales o erráticas.
c) Grupo C: trastorno de la personalidad evasiva, trastorno de la personalidad
dependiente y trastorno de la personalidad obsesivocompulsiva; referido a personas con
conductas de ansiedad.
El trastorno de la personalidad antisocial 301.7 (F60.2);en el DSM-5:
A. Patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se
produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por tres (o más) de los siguientes hechos:
1. Transgresión de las normas sociales respecto a los comportamientos legales, que se
manifiesta por actos repetitivos que son motivo de detención.
2. Engaño, manifestado por repetición de mentiras, uso de alias o estafa por conveniencia
o placer personal.
3. Impulsividad o fracaso para planificar.
4. Irritabilidad y agresividad, expresada por conflictos o agresiones físicas repetidas.
5. Desatención temeraria de su seguridad o de los demás.
6. Irresponsabilidad recurrente, manifestada por la incapacidad repetitiva de mantener un
comportamiento laboral razonable o cumplir con compromisos económicos adquiridos.
7. Falta de remordimiento, que se expresa con indiferencia o racionalización del hecho de
haber herido, maltratado o robado a alguien.
B. El individuo tiene como mínimo 18 años.
C. Se evidencia la presencia de un trastorno de la conducta con inicio antes de los 15
años.
D. La conducta antisocial no se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia o
de un trastorno bipolar (p. 363).
No obstante en la sección III del DSM-5 se agrega un modelo alternativo para los TP,
basado en el daño causado por el funcionamiento de la personalidad y en los rasgos de
personalidad patológicos.
Este enfoque agrupa solamente seis de los TP (antisocial, evasiva, límite, narcisista,
obsesivocompulsiva y esquizotípica); así como un trastorno de personalidad- rasgo; el cual se
refiere a la presencia de un trastorno de personalidad que no se ajusta a los criterios diagnósticos
para los trastornos específicos y que reemplaza al trastorno de la personalidad no especificado
del DSM-IV-TR.
El DSM-5 mantiene el criterio categorial para los trastornos de personalidad del DSMIV-TR; aunque se ha planteado en la sección III un modelo alternativo híbrido como guía para
investigaciones futuras que incluye la evaluación del funcionamiento de la personalidad y de los
rasgos de personalidad patológicos en los ya mencionados seis TP. (p. 71)
Respecto a los trastornos específicos resulta desconcertante que el DSM-V, sostenga el
trastorno antisocial de la personalidad cuando hay investigaciones fiables que respaldan la
existencia de un trastorno de personalidad más específico y preciso conocido como psicopatía, el
cual comprende dos factores: los antisociales resumidos en el DSM-V y los factores afectivos de
este trastorno: ausencia de empatía, crueldad, falta de remordimientos (Esbec y Echeburúa,
Echeburúa y Fernández, Fernandez y Echeburúa; citado por Echeburúa y Salaberría, 2014).
Perfil del individuo antisocial.
En el DSM-5 se describe el trastorno antisocial de la personalidad; este se centra
basicamente en las conductas antisociales (Esbec & Echeburúa, 2014); la psicopatía va más allá
de este constructo y está compuesta por indicadores comportamentales como son el estilo de vida
y faceta antisocial, y también por rasgos de personalidad, es decir características emocionales e
interpersonales.
La psicopatía no se encuentra como tal en el DSM-5; tal vez por aspectos de
política criminal como serían absolutorios o atenuantes al no ser catalogada como trastorno
mental; no obstante en las especificaciones del trastorno antisocial se encuentra la posibilidad de
incluir si existen o no expresiones psicopáticas (Esbec & Echeburúa, 2014).
La psicopatía es un concepto clínico, descrita como un trastorno de la personalidad con
diferentes características interpersonales, afectivas y de estilo de vida; en el contexto
interpersonal los psicópatas son presumidos, despectivos, insensibles, despóticos, manipuladores
y superficiales; en el ámbito afectivo son irascibles, incapaces de establecer vínculos
emocionales duraderos, carecen de empatía, de sentimientos de culpa o remordimiento estos
rasgos están asociados con un modo de vida socialmente desviado, aunque no necesariamente
criminal (Hare, citado por Tovar & Ostrosky, 2013).
Hare (citado por Tovar & Ostrosky, 2013) se refiere a la necesidad de estímulos
constantes, tendencia al aburrimiento, estilo de vida parasitario, metas poco realistas,
impulsividad e irresponsabilidad, proclives a ignorar o romper las normas de la sociedad; estas
características incrementan la posibilidad de estos individuos en incidir en comportamientos
violentos o agresivos.
Hare & Newman (citado por Tovar & Ostrosky, 2013): el diseño de cuatro factores de la
psicopatía se compone de las siguientes dimensiones:
Interpersonal: encanto superficial, sentido desproporcionado de autovaloración, mentiras
patológicas y manipulación.
Afectivo: ausencia de culpa o remordimiento, afectos superficiales, frialdad, carencia de
empatía, incapacidad de asumir responsibilidad por sus actos.
Estilo de vida: necesidad de estimulación permanente, tendencia al aburrimiento, forma
de vida parasitaria, metas poco realistas a largo plazo, impulsividad e irresponsabilidad.
Antisocial: escaso control comportamental, que se evidencian en conflictos desde la
niñez, delincuencia juvenil, revocacion de libertad condicional y versatilidad delincuencial.
Hare (citado por López, 2013), en su libro “Sin conciencia” hace mención a los
psicópatas predelincuentes y delincuentes; en el caso de los primeros no denota que no delincan,
sino más bien que han tenido la fortuna de no ser desenmascarados. Otra subtipología es la de
exitosos y no exitosos haciendo alusión igualmente a si han sido descubiertos delinquiendo o no
(Babiak, Sanmartín; citado por López, 2013).
En niños y adolescentes el Trastorrno de Conducta (TC) es la génesis de la psicopatía, ya
que este criterio diagnóstico reune diversos tipos conductuales, desarrollo y etiología disímiles
que refieren modelos de conductas antisociales, perseverantes y limites para el grado evolutivo
del niño y que entran a controvertir con las normas y derechos de los demás (Romero, citado por
Vinet & Alarcón, 2011).
Psicopatía y sociopatía.
La diferenciación entre psicopatía y sociopatía según Blair, Viding et al., (citado por
Tovar & Ostrosky, 2013); es que las psicopatías poseen un componente genético; y las
sociopatías son adquiridas (Tranel, Saber y damasio, Blumer y Benson, citado por tovar &
Ostrosky, 2013) siendo las sociopatías adquiridas al menos por estas dos formas: un daño en el
lóbulo frontal del cerebro; es decir, sujetos con enfermedad cerebro vascular, tumores, deterioro
neuronal, o accidente tienen un daño en la corteza prefrontal ventromedial (CPV) o en la region
frontal del cerebro; la segunda forma de adquirir la sociopatía es por la experiencia; que hace que
el individuo cambie su estilo de vida; por ejemplo niños víctimas de violencia que luego de
intensos traumas se unen a pandillas; perdiendo así la capacidad para sentir empatía e incluso
infligen dolor.
Siendo esta última una sociopatía culturalmente adquirida y la primera neuronalmente
adquirida. La primera se refiere a la carencia de sensibilidad hacia el otro, por el sufrimiento de
otros debido a un daño neuronal, a la alteración provocada por una lesión en la CPV (Damasio et
al., Tranel, como se citó en Tovar & Ostrosky); y la sociopatía cultural se refiere a la pérdida de
sensibilidad por el sufrimiento del otro; debido a experiencias del entorno.
Estudios realizados a individuos afectados en áreas frontales del cerebro, ponen de
manifiesto como un daño en el lóbulo frontal afecta significativamente la capacidad de estos
individuos para manifestar tipo alguno de juicio moral; debido a que áreas como la CPV son
indispensables para el procesamiento de emociones no-básicas (Damasio, citado por Tovar &
Ostrosky, 2013).
Si bien no todos los psicópatas llegan a los tribunales; sus rasgos característicos los
convierten en un problema grave para la sociedad (Tovar & Ostrosky, 2013).
Sin embargo el ser psicópata no necesariamente significa ser un criminal; pero al hacer
una revisión de los rasgos característicos de dicho trastorno tales como: impulsividad,
insensibilidad, narcisismo, egocentrismo, carencia de empatía, irresponsabilidad, ausencia de
sentimientos de culpa o remordimiento; queda claro que un psicópata es mucho más propenso a
infringir las normas sociales para adecuarlas según su conveniencia (Hare, citado por Tovar &
Ostrosky, 2013).
Según Woodworth y Porter (citado por Tovar & Ostrosky, 2013) aunque la impulsividad
es un factor latente en los psicópatas, esta no está relacionada precisamente con la ausencia de
autocontrol; sino con la toma de decisiones de forma consciente, influida por la inmediata
consideración de la peligrosidad de los posibles resultados.
Aunque el término sociopatía es usado asiduamente; la comunidad científica continúa
manteniendo la nomenclatura tradicional de psicopatía, estipulando diferencias muy sutiles al
respecto; es decir mientras la problemática que subyace en el psicópata se encuentra en algo
interno a su propia estructura de personalidad, la de los sociópatas yacería, en la estructura de las
características de la sociedad de cada período o momento ( Pozueco, 2011).
Neuropsicología.
Según Yang y Raine (citado por Tovar y Ostrosky, 2013), estudios de neuroimágen
arrojan que el comportamiento antisocial, violento y psicópata está relacionado con un déficit
estructural y funcional de la CPF; sin embargo no se ha llegado a un consenso con los resultados
encontrados, tampoco queda claro si estos resultados se aplican a psicópatas, criminales no
violentos, muestras de población general o a poblaciones psiquiátricas.
Se ha demostrado empíricamente cómo los psicópatas muestran una variedad de
anormalidades neurocognitivas correlacionadas con la variación de las funciones ejecutivas,
relacionandose esto con un deterioro en la CPF (Tovar & Ostrosky, 2013).
Estudios de pacientes con daño en la corteza prefrontal, desde el caso de Phineas Gage
advierten que la corteza prefrontal tiene una función relevante ya que media en conductas
relacionadas con la violencia como es la psicopatía; el daño en esta área cerebral conlleva a una
condición denominada como pseudopsicopatía (Blumer & Benson, citado por Díaz & Ostrosky,
2012) o sociopatía adquirida caracterizada por problemas de agresión reactiva, motivación,
empatía, planeación y organización, irresponsabilidad, impulsividad, autorregulación e
inhibición conductual (Damasio, citado por Díaz & Ostrosky, 2012).
En un innovador estudio donde se monitoreó a través de una resonancia magnética
funcional (fMRI) la actividad de la amígdala cerebral, se encontró como ésta iba aumentando o
disminuyendo según el deshonesto engañaba más y más gradualmente; la resultante de dicho
experimento fué que con los primeros actos de deshonestidad, la amígdala cerebral se activaba
en gran medida, pero al hacerse este acto repetitivo, progresivamente su actividad disminuía, en
otras palabras la amígdala cerebral se iba acostumbrando a la conducta deshonesta (Huerta,
2016)
La personalidad antisocial y psicopática y su relación con el delincuente de cuello blanco
Homs (2013) en su libro “Antisociales y psicópatas”; habla de la conducta psicopática
institucionalizada que se manifiesta o surge de muchos de los individuos que poseen el
direccionamiento de los poderes e instituciones en la sociedad capitalista; conglomerados
empresariales, banqueros, etc., y cómo estos exhiben conductas psicopáticas, sin ética alguna, sin
escrúpulos, sin conciencia, políticos que piensan exclusivamente en su propio bienestar y
satisfacción, sin importar el bienestar común.
Según criterio del DSM- IV (citado por Hikal, 2017); acerca del trastorno antisocial;
señala que este tipo de individuos podrían actuar con cierta indiferencia o argumentar
justificaciones someras al haber ofendido, maltratado o hurtado a alguien; culpando a sus
víctimas por ser ingenuos, débiles o por merecerse lo que les pasa, minimizando los resultados
de sus actos, o sencillamente muestran una total insensibilidad. En síntesis no recompensan ni
retribuyen a nadie por su conducta.
Green (citado por Miró & Medina, 2015) señala como el concepto de delincuencia de
cuello blanco ha traspasado asombrosamente el reducido ámbito académico científico-social para
ocupar un puesto en el imaginario colectivo de la sociedad culturalmente hablando, donde se
emplea para hacer mención esencialmente a la delincuencia económica cometida por individuos
de acomodada posición social.
Al respecto Hare (citado por Pozueco, 2011), señala que los delitos de cuello blanco
constituyen una fábula fantástica acerca de la moralidad: es suficiente con tener buenos modales
y una débil conciencia para conseguir desplumar a cualquier persona e institución; los
delincuentes de cuello blanco tienen encantadora sonrisa y una voz que inspira confianza, sin
embargo jamás llevan colgadas a su cuello campanillas de advertencia.
Al leer a Cleckley (citado por Pozueco, 2011) cuando señala que la conducta antisocial y
destructiva por sí misma no era bastante para dictaminar la psicopatía, por lo tanto sugería
diferenciarla de la criminalidad común; por tal motivo consideró la posibilidad de que las
personalidades psicopáticas no se hallen únicamente en instituciones carcelarias, sino también en
la clase alta de la sociedad, encontrándose así a médicos, jurista, políticos y hombres de negocios
entre otros; al igual que lo infirió Sutherland al concluir que la delincuencia no solo se
encontraba en las calles, sino también en las posiciones más acomodadas de la sociedad.
Ball (citado por Zuñiga, 2015 ) argumenta que el delito de cuello blanco ha llegado a ser
aceptado en muchas organizaciones (Colleman); ya que los delincuentes de cuello blanco son
individuos con una formación superior que la de la mayor parte de los delincuentes y mucho más
preocupados de su respetabilidad.
Homs (2013) menciona a los nuevos psicópatas que son esencialmente la mayoría de los
conglomerados empresariales y multinacionales que con sus prácticas corruptas y psicopáticas
perjudican a toda una sociedad.
Friedrichs (citado por Payne, 2017) señala cómo el crimen corporativo y el crimen laboral
son considerados como los dos estilos mas representativos o puros de los delitos de cuello
blanco.
El criterio selectivo penalmente hablando referente a la delincuencia de cuello blanco es
evidente; por factores como la inexistencia de la ilegalidad clara de algunos comportamientos,
ausencia de conciencia referente a los actos ilícitos, refuerzo positivo al interior del grupo,
tolerancia en la sociedad y por ende de quienes administran lo jurídico e imputan las normas
(Zuñiga, 2015).
Según Hare (como se citó en Tovar & Ostrosky, 2013), el trastorno antisocial está
estrechamente ligado al estilo de vida de los psicópatas, pero en menor proporción en el ámbito
interpersonal y afectivo.
Homs (2013 ) critica abiertamente la escala de Hare ya que según él, si tomamos como
punto de referencia solo la conducta antisocial, excluyendo los rasgos afectivos e
interpersonales; como son el narcisismo, insensibilidad, inclinacion a mentir y ausencia de
empatía, muy probablemente se diagnosticarían muchos casos de psicópatas en poblaciones
criminales y muy pocos en poblaciones no criminales.
En consonancia con Homs, el CIE-10 a diferencia del DSM-IV-R, tiene en cuenta los
rasgos internos, como lo es la falta de empatía e incapacidad emocional, rasgos que ayudan a
discernir dentro de la población delincuencial; entre criminales psicópatas y sin psicopatía
(Torrubia y Fuentes, Cabello y Bruno, Millon, et al., Pozueco, Casas y Guillena, citado por
López, 2013).
Los psicópatas inician su carrera antisocial y criminal muy jóvenes y perpetúan éstas
conductas delictivas a lo largo de sus vidas; muchos de ellos abandonan su comportamiento
antisocial al alcanzar la madurez; reduciendo así el número de ilícitos entre los 35-40 años (Hare,
McPherson y Forth, citado por Homs, 2013).
No obstante, este hecho no indica que hayan dejado por completo la vida delictiva, sino
que la intensidad de ésta ha descendido hasta el nivel del delincuente reincidente medio; por el
contrario, el egocentrismo, narcisismo, la autojustificación, impulsividad, la ausencia de
inhibición, comportamientos mentales, las ansias de poder y control componen la receta perfecta
para las acciones antisociales y criminales (Homs, 2013).
Estos individuos pese a que atentan contra el patrimonio y otras formas de daño a la
sociedad; en los procesos de criminalización en los que son actores, no son acordes con éstos; ya
que lo que cuenta es la posición que ocupa en la escala social (Baratta, citado por Fernández,
2017).
Descripción del antisocial y el psicópata
El antisocial.
Según este autor los psicópatas y antisociales tienen características muy diferentes, sin
embargo casi todos, o la gran mayoría coinciden en una serie de rasgos; que menciona en una
escala de su propia creación:
Sonrisa falsa y muecas al saludar.
Ropa y calzado cómodos, para huir en cualquier momento.
Cambia de imágen periódicamente.
Cambio de dirección, teléfono, mail e identidad.
Porta documentación de otra persona, con la que se ha puesto de acuerdo, para
burlar la acción de la justicia que se ocupa de su búsqueda y captura.
Lleva consigo documentación de alguna persona fallecida.
Escasa capacidad de ahorro, pues su dinero siempre está en circulación.
No vota, aunque no duda en mostrar sus opiniones moderadas y conciliadoras
cuando en un debate surge el tema político.
Suele ser siempre activo, incapaz de mantener relaciones personales duraderas, ya
que sufren de paranoia, desconfían de los demás, o porque se cansan de las
personas.
Manipula al terapeuta, ya que no cree poder ser curado de sus patologías, aunque
es consciente de sus falencias en el control de impulsos y concentración.
Hace de la mentira su vocación, de tal forma que el repetirlo muchas veces,
termina siendo convincente.
Utiliza siempre el doble lenguaje, esto le ayuda incluso por escrito a retractarse de
lo que ha prometido.
Sabe más de un idioma, dialecto o jerga.
Sabe modales, besa manos, reverencia, saluda afectivamente, sonrisa social.
Siente que es importante, posee autoestima alta, no se deprime, excepto cuando
las consecuencias de sus actos le agravan su situación (Homs, 2013).
Por otra parte autores como Bonilla y Fernández (citados por Araya y Crespo, 2016);
señalan que la conducta antisocial es al fin y al cabo quebrantar las normas y expectativas
sociales que perjudican a las personas y a la propiedad.
Siguiendo a Homs (2013); también existen los psicópatas por shock traumático, generado
a partir de experiencias altamente estresantes, es el caso de los excombatientes, o individuos que
han sufrido en exceso en sus vidas; saben de religiones, creencias y ritos, incluso pueden
practicarlos sin sentimiento alguno, es el caso de los extremistas o integristas.
Homs (2013) advierte cómo durante el periodo de la denominada inquisición la iglesia
tuvo conductas consideradas hoy, no como antisociales sino psicopáticas; tambien menciona
como el psicópata se incorpora como soldado mercenario en el ejército para desarrollar o
canalizar la agresividad; siendo muy útiles en la guerra.
Los antisociales y psicópatas son entrenados en los ejercitos para aprender disciplina pero
tambien para psicopatizarse aun más, igual que se adiestra a un animal; el psicópata sabe fingir,
llorar y reír de forma provocada; logra todo esto con aparente normalidad (Homs, 2013).
Diferencias entre antisociales y psicópatas.
Homs (2013): el psicópata conoce y goza del acto delictivo por el contrario el antisocial
es una víctima de la sociedad consumista que lo utiliza y lo margina.
El psicópata es sociable, encantador, afectivo, seductor, amable e incluso trabaja duro si
tiene algún interés; el antisocial por lo general es apático, no le gustan los grupos, las sociedades,
es poco colaborador.
Crego & Widiger (2014), el encanto de un psicópata puede ser inicialmente un medio
ventajoso para sus propósitos de seducción, estafas y fraudes; pero quizá también debería estar
expuesto por su falta de sinceridad y superficialidad.
Para Patrick et al., (citado por Crego & Widiger, 2014) el encanto se entiende de una
manera desviada; mostrando un comportamiento excesivo al hablar, astuto y falto de sinceridad.
Continuando con Homs (2013); el psicópata tiene metas claras, precisas, planea, organiza
sus crímenes; el antisocial realiza sus actos solitario sin planificar a medio o largo plazo.
El psicópata puede ser un traficante de estupefacientes, pero no por esto se droga con
ellos; el antisocial rápidamente cede y cae en la drogadicción, se favorece del parasitismo y
reniega de su suerte.
En individuos con psicopatía no se advierte deficiencia cognitiva; poseen una inteligencia
intacta en la dimension moral e intelectual (Alcázar et al., citado por López, 2013).
El psicópata puede tener la mejor educación, en los mejores colegios y universidades,
hacer parte de la élite, como los directivos de empresas; el antisocial puede que no termine
nisiquiera la educación primaria.
“El antisocial y el psicópata no deben ser tratados de manera conjunta, pues el psicópata
más habilidoso que el antisocial, manipula preferentemente a los antisociales, los cuales pueden
convertirse en psicópatas en el futuro” (Homs, 2013, p. 37).
Perspectiva de género del trastorno de personalidad antisocial
En cuanto a la perspectiva de género es relevante destacar como los diversos autores
hablan específicamente de hombres con trastorno de la personalidad antisocial y hacen referencia
a las mujeres como víctimas de éstos.
Sin embargo en el DSM-IV-TR, se habla de la prevalencia del TAP en muestras de la
población general siendo del 3% en hombres y el 1% en mujeres aproximadamente; según una
encuesta realizada en México:
La encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica, (Medina, et
al, citado por Herrera, 2015), un 10.3% de hombres han padecido trastorno disocial (antecedente
del TAP) alguna vez en su vida, y solo un 2.3% de las mujeres lo ha manifestado.
Cabría preguntarse si este trastorno tiene un alto componente más que misantrópico,
misógino ya que en las contadas excepciones que Hare describe a mujeres con psicopatía, estás
no hacen uso de la violencia al igual que los hombres, sino en muchísima menos proporción y
actúan entre el límite de lo ilegal y lo legal (Herrera, 2015).
Hare (citado por Herrera, 2015) señala un alto porcentaje de psicópatas como
maltratadores habituales de sus parejas, esto es un claro indicio que permite asociar la psicopatía
como generador de violencia de género.
Método
Siendo un artículo de revisión, la metodología empleada fue la realización de un rastreo
en la literatura sobre los temas: trastorno de la personalidad antisocial, delincuencia de cuello
blanco, corrupción, conceptos de delito, criminalidad, psicopatía, desviación social, entre otros;
teniendo como criterio la búsqueda en bases de datos como Redalyc, Scielo, revistas de
psicología jurídica, Maestrias, Tesis Doctoral, libros indexados en SISNAB, ProQuest EBook
Central, entre otros, teniendo en cuenta que las fechas de los contenidos no fuesen anteriores al
2009, sino lo más recientes posibles; todo enmarcado desde un análisis psicológico,
criminológico y jurídico, pertinente al fenómeno social delincuencia de cuello blanco y al
trastorno de la personalidad antisocial y psicopática.
Discusión
Acerca de la interdisciplinariedad entre la Psicología jurídica y el Derecho, Kapardis
(citado por Cuartas y Acevedo, 2016 ) señala como más allá de las diferencias, estas dos
disciplinas están inherentemente unidas debido a su rol de reguladores de la conducta humana y
de su responsabilidad para mantener el tejido social en una sociedad civilizada, así como la
manera de usar las conceptualizaciones psicojurídicas.
Es así que mediante el estudio de ambas disciplinas se puede dilucidar la personalidad,
modus operandi, e imputabilidad de conductas criminógenas como son las de cuello blanco.
Desde los criterios del DSM IV-TR y DSM-V se revisó el concepto de la personalidad
antisocial y de psicopatía parangonándola con la personalidad del delincuente de cuello blanco;
se encontró cómo en dicho manual diagnóstico no se habla propiamente de psicopatía; no
obstante en las especificaciones del trastorno antisocial se encuentra la posibilidad de incluir si
existen o no expresiones psicopáticas (Esbec & Echeburúa, 2014).
Se encontró a través del rastreo de la literatura disponible que son muchos los autores que
utilizan el concepto de psicopatía y sociopatía indistintamente junto con el de la personalidad
antisocial. En el DSM I la psicopatía apareció bajo la categoría de disturbio de la personalidad
sociópata, en el DSM II aparece como trastorno antisocial y en el DSM III y IV sigue con la
misma clasificación (Oldham, citado por López, 2013).
Asi mismo al ingresar las palabras de búsqueda trastorno antisocial de la personalidad
referían a características esencialmente conductuales y relacionadas con infringir la ley; mientras
que el concepto de psicopatía resaltaba aspectos interpersonales y emocionales; algo confuso es
ver como características presentes en un cuadro clínico al mismo tiempo pueden estar presentes
en el otro, sin que se delimite de manera asertiva dichos términos (Simón & Pérez, et al; 2015 ).
Es así que el plantear el uso indistinto del concepto sociopatía con el de psicopatía es un
desacierto; puesto que, aun cuando no son totalmente contradictorios, pueden utilizarse, pero no
indistintamente, y tampoco como si fueran intercambiables, habría que recalcar las diferencias de
dichos terminos (Pozueco, 2011).
Al efectuar la búsqueda que se ha propuesto desde el principio de encontrar la relación de
la delincuencia de cuello blanco y su relación con el trastorno de la personalidad antisocial se
encontró que efectivamente convergen en muchos aspectos; como se puede ver en los criterios
descritos en el DSM-5: desacato de las normas sociales respecto a las conductas legales, que se
manifiesta por actuaciones repetidas que son motivo de detención; Engaño, que se manifiesta por
mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer personal; ausencia de
remordimiento, que se manifiesta con indiferencia o racionalización del hecho de haber herido,
maltratado
o robado a alguien; comparado con los rasgos del psicópata descrito por Hare:
mentiroso patológico, estafador/engañador y manipulador, ausencia de remordimiento o
sentimiento de culpa, incapacidad para aceptar la responsabilidad de sus actos, versatilidad
criminal.
Homs (2013) describe aún con más precisión a este tipo de individuo haciendo una
distinción entre el psicópata y el sociópata, también menciona a los nuevos psicópatas que son en
esencia las grandes multinacionales y grupos empresariales que con sus prácticas corruptas y
psicopáticas perjudican a toda una sociedad no sólo económicamente sino social y culturalmente.
Anteriormente Cleckley (citado por pozueco, 2011), señaló como la psicopatía es un
trastorno grave incluso más peligroso que la psicosis misma; debido esto, a la apariencia externa
de normalidad; concibió al psicópata como un individuo socialmente agradable pero
extremadamente asocial, superficial e impulsivo.
El androcentrismo con el que se ha mirado a través de la historia a la psicopatía, ha sido
ampliamente criticado, puesto que los estudios siempre se han centrado en individuos varones,
viendose sesgados los resultados por la no inclusión del género femenino; si bien existen
estudios al respecto (Stefurak & Calhoun, citado por Vinet & Alarcón, 2009).
La figura femenina como víctima de estos maltratadores habituales con psicopatía,
indican altos indices de incidencia, como lo expresó Hare (citado por Herrera, 2015); en la
denominada violencia de género o como mediáticamente se le llama crímenes pasionales.
Conclusiones y limitaciones
Según lo planteado en el título de este artículo se puede evidenciar como el delincuente
de cuello blanco posee ciertas características específicas que lo señalan como antisocial, por su
personalidad, modus operandi, y estilo de vida.
Dichas características o rasgos distintivos han sido claramente descritos por Cleckley
(1976, 1988, 1998); Hare (1996, 1999, 2003, 2009) y Sutherland (1999), mencionadas
anteriormente; dando una respuesta dilucidante a la pregunta de investigación que concierne a
este artículo de revisión: la respuesta es sí, sí existe una relación entre el delincuente de cuello
blanco y el trastorno de personalidad antisocial, o psicopática como lo sugirió Cleckley
(1976,1988,1998).
Al no tener conciencia de la gravedad que representan los delitos económicos o de cuello
blanco, los ciudadanos solo ven los crímenes callejeros como un gran peligro, esta idea es
reforzada desde luego por los medios que mediatizan ciertas conductas y restan importancia a las
que realmente golpean y devastan la economía de un país como son los delitos de cuello blanco.
Es importante destacar cómo el sistema penal no está adecuado para investigar e imputar
cargos a los denominados delincuentes de cuello blanco, ya que por su posición social tienen la
potestad para manipular, comprar y acomodar a su conveniencia la ley siempre cuidándose de no
ser descubiertos; en síntesis cuentan con los medios para salir impunes.
Por esta razón es relevante que se modifiquen y precisen las leyes para garantizar que este
tipo de delincuente reciba las condenas que merecen, sin tener en cuenta su posición social, sino
la gravedad de los delitos que atentan contra el patrimonio, dignidad y riqueza de un país y de los
individuos que conforman la sociedad.
Las limitaciones consistieron en la imposibilidad de obtener abundante información
sobre esta modalidad criminal ya que la escaza literatura que aborda este fenómeno
delincuencial es relativamente poca y este tipo de delincuentes en primera instancia ni siquiera
aceptan que incurren en delito alguno.
Como sugerencias a nuevos estudios: se recomiendan lineas de investigación con
propósito de seguimiento a la trayectoria evolutiva del trastorno de la personalidad antisocial
(TAP) desde la crianza y los diversos factores que incidirían y/o conllevarían al desarrollo de
esta conducta.
La elaboración de test especializados y evaluaciones cognitivas avalados por La
Asociación Americana de Psiquiatría para detectar rasgos del TAP que puedan ser la génesis del
tipo delincuencial de cuello blanco; y al mismo tiempo considerar su inclusión en un clúster del
DSM-6 como una nueva entidad de los TAP.
Estudios estadísticos referentes a delincuentes de cuello blanco en reclusorios y sus
respectivas sentencias; teniendo en cuenta que la reserva en el sistema penal colombiano haría
titánica esta sugerencia; sería de gran relevancia para combatir este tipo de delitos mas estudios
desde disciplinas como son la Antropología cultural, el Derecho, Economía, Politica
Internacional, Sociología, Psicología, Ciencia Política y los nuevos medios, esta
interdisciplinariedad dimensionaría la magnitud de dicho fenómeno como un crimen realmente
más grave que los mediatizados a diario; ya que muchos de ellos atentan contra la dignidad
humana, que es el fundamento principal de los Derechos Humanos asi como del Codigo Penal
Colombiano.
Finalmente es de suma importancia profundizar en la perspectiva de género y su relación
con la psicopatía; si en realidad las mujeres son sujetos pasivos e indefensos ante sus agresores, o
si contrario a esto las mujeres son tan eficientes que a través de la historia han pasado sin ser
detectadas.
Referencias
Alcázar Córcoles, M., & Bouso Saiz, J. (2008). La Personalidad y la Criminología. Un Reto para
la Psicología. Anuario de Psicología Jurídica, 18 , 99-111.
American psychiatric association. (2013). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del
DSM-5.Arlington, Estados Unidos: VA, Asociación Americana de Psiquiatría.
Araya, I., & Crespo, F. (2016). Teoría de agencia: una revisión del origen biológico del
delito. Estudios Gerenciales, 32 (139), 146-153.
Aristizábal, D. E. (2012). Psicología forense: estudio de la mente criminal. Recuperado de:
https://ebookcentral-proquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Aristizábal, D. E. & Amar, J. (2010). Psicología forense: estudio de la mente criminal.
Barranquilla Colombia: Ediciones UniNorte.
Brage, C. S. B. (2013). Cuadernos de criminología. Recuperado de: https://ebookcentralproquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Buil, G. D. (2016). ¿Qué es la criminología? Una aproximación a su ontología, función y
desarrollo. Derecho y cambio social, (2), 3.
Casar, M. A. (2015). México: Anatomía de la Corrupción. México: editorial Cide.
Castañeda Rodríguez, V. (2016). Una investigación sobre la corrupción pública y sus
determinantes. Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, LXI (227), 103-135.
Castro, C. C. G. (2017). Manual de teoría del delito. Recuperado de: https://ebookcentralproquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Cox, J., Edens, J., Rulseh, A., & Clark, J. W. (2016). Juror perceptions of the interpersonalaffective traits of Psychopathy predict sentence severity in a white-collar criminal case.
doi: 10. 1080/1068316X.2016.1174864
Crego,C. & Widiger, T. (2014). Psychopathy and the DSM. doi: 10.1111/jopy.12115
Cuartas, G, M. & Acevedo, O. F. (2016). La psicología jurídica como una fuente
interdisciplinaria del Derecho en Colombia. (Maestría). Universidad Santo Tomás,
Bogotá, Colombia.
Díaz Galván, K., & Ostrosky, F. (2012). Desempeño Neuropsicológico Prefrontal en Sujetos
Violentos de la Población General. Acta de Investigación Psicológica - Psychological
Research Records, 2 (1), 555-567.
Echeburúa, E., & Salaberría, K., & Cruz-Sáez, M. (2014). Aportaciones y limitaciones del DSM5 desde la Psicología Clínica. Terapia Psicológica, 32 (1), 65-74.
Esbec, E., & Echeburúa, E. (2014). La evaluación de los trastornos de la personalidad según el
DSM-5: recursos y limitaciones. Terapia Psicológica, 32 (3), 255-264.
Fernández, A.C. (2017). Necesitan ser los delincuentes de cuello blanco resocializados?: una
aproximación crítica a las limitaciones del término “resocialización” a partir de la
experiencia española. Revista de sociología configuracoes, vol (20), 45-58.
Gutiérrez de Piñeres, B. C., (2010). Revisión sobre la definición de Psicología Jurídica. Revista
Diversitas- Perspectivas en psicológica. Volumen (6), p.230.
Hernández, A. F. (2015). La imputabilidad e inimputabilidad desde el punto de vista médico
legal. Volúmen (32), p.2-6.
Herrera R, J. (2015). Uso de la categoría “Trastorno Antisocial de la Personalidad” como
invisibilización de la violencia feminicida. Revista de Estudios de Género. La
ventana, V (42), 100-128.
Herrero, H. C. (2013). Tratado de criminología clínica. Recuperado de https://ebookcentralproquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Herrero, H. C. (2007). Criminología: parte general y especial (3a. ed.). Recuperado de:
https://ebookcentral-proquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Hikal, W. (2017) La teoría de la asociación diferencial para la explicación de la criminalidad y la
articulación de una política criminal. derecho y cambio social. recuperado de:
La_Teoría_de_la_Asociacion_Diferencial-1.pdf
Hikal, W. (2009). Criminología del desarrollo: el estudio de la personalidad. Ciencia UANL,
vol. XII, (2), pp. 124-130. Abril-junio de 2009. Universidad Autónoma de Nuevo León
México. recuperado de:
https://www.google.com/search?q=criminologia+del+desarrollo+redalyc&ie=utf8&oe=utf-8&client=firefox-b
Homs, J. (2013). Antisociales y psicópatas. Recuperado de: https://ebookcentral-proquestcom.loginbiblio.poligran.edu.co
Huerta, E. (12 de diciembre de 2016). ¿Cómo funciona el cerebro de los corruptos? Esto dice la
ciencia. El Comercio. Recuperado de: https://elcomercio.pe/tecnologia/ciencias/funcionacerebro-corruptos-esto-dice-ciencia-noticia-506186
Jones, S. (2017). Criminology. United States of América: Oxford University press.
Lobo, R. A. C., Espinosa, B. A. P., & Guerrero, Z. J. A. (2016). Psicología forense en el proceso
penal con tendencia acusatoria: guía práctica para psicólogos y abogados. Recuperado
de: https://ebookcentral-proquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
López, M. J. (2015). Criminalidad organizada: aspectos jurídicos y criminológicos. Recuperado
de: https://ebookcentral-proquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
López, S. (2013). Revisión de la psicopatía: Pasado, presente y futuro.. Revista Puertorriqueña
de Psicología, 24 (2), 1-16.
Maltz, H. (2013). La no tan clara diferencia entre delitos y negocios. una lectura entre Edwin
Sutherland y Raymond Chandler. Nómadas. Critical Journal of Social and Juridical
Sciences, 37 (1)
Miró, L. F., Agustina, S. J. R., & Medina, S. J. E. (Eds.). (2015). Crimen, oportunidad y vida
diaria: libro homenaje al profesor dr. marcus felson. Recuperado de https://ebookcentralproquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Ovejero, B. A. (2012). Fundamentos de psicología jurídica e investigación criminal. Recuperado
de: https://ebookcentral-proquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Payne, B. (2017). White-collar crime: the essentials. United States of América: Sage
Publications, Inc.
Peña, B.J. (2012). El Sector Privado en la Lucha Legal contra la Corrupción. Rostros & Rastros.
Volumen (8),p.31-32.
Pérez-Duharte, Arlín. (2018). Determining the perpetrators of white collar crimes.Ideas on
solutions and several points for debat. Díkaion Revista de Fundamentación
Jurídica, 27(1), 29-50. https://dx.doi.org/10.5294/dika.2018.27.1.2
Pozueco, R.J.M. (2015). Psicópatas Integrados en las Relaciones de Pareja: La Tríada Oscura
de la Personalidad (Tesis doctoral). Universidad de Extremadura, Badajoz, España.
Pozueco Romero, J.M., Romero Guillena, S.L., & Casas Barquero, N.. (2011). Psicopatía,
violencia y criminalidad: un análisis psicológico-forense, psiquiátrico-legal y
criminológico (Parte I). Cuadernos de Medicina Forense, 17(3), 123-136.
https://dx.doi.org/10.4321/S1135-76062011000300004
Pozueco Romero, J.M., Romero Guillena, S.L., & Casas Barquero, N.. (2011). Psicopatía,
violencia y criminalidad: un análisis psicológico-forense, psiquiátrico-legal y
criminológico (Parte II). Cuadernos de Medicina Forense, 17(4), 175-192.
https://dx.doi.org/10.4321/S1135-76062011000400002
Requena, E. L. (2014). Principios generales de criminología del desarrollo y las carreras
criminales. Recuperado de: https://ebookcentral-proquestcom.loginbiblio.poligran.edu.co
Ríos Patio, G. (2017). La herencia de la criminología clínica. Horizonte Médico, 17 (2), 71-76.
Simón, B., & Pérez Sánchez, B., & Fernández Alonso, L., & Bringas Molleda, C., & Rodríguez
Díaz, F. (2015). La psicopatía: Una revisión bibliográfica y bibliométrica. Arquivos
Brasileiros de Psicologia, 67 (2), 105-121.
Sutherland, (1999). El delito de cuello blanco. Madrid, España: La piqueta.
Tamarit, S. J. M. (2014). La criminología. Recuperado de: https://ebookcentral-proquestcom.loginbiblio.poligran.edu.co
Tiffon, N. B. (2008). Manual de consultoría en psicología y psicopatología clínica, legal,
jurídica, criminal y forense. Recuperado de: https://ebookcentral-proquestcom.loginbiblio.poligran.edu.co
Tovar, B. J. O., & Ostrosky-Shejet, F. (2013). Mentes criminales: ¿eligen el mal?: estudios de
cómo se genera el juicio moral. Recuperado de: https://ebookcentral-proquestcom.loginbiblio.poligran.edu.co
Vicente, C. M. Á. (2012). Sociología de la desviación: una aproximación a sus fundamentos.
Recuperado de: https://ebookcentral-proquest-com.loginbiblio.poligran.edu.co
Vinet, E., & Alarcón Bañares, P., & Pérez-Luco Arenas, R. (2011). Detección y descripción de
rasgos psicopáticos en adolescentes utilizando el MACI. Universitas
Psychologica, 10 (3), 705-719
Vinet, E., & Alarcón Bañares, P. (2009). Caracterización de personalidad de mujeres
adolescentes infractoras de ley: un estudio comparativo. Paidéia, 19 (43), 143-152.
Zúñiga Rodríguez, L. (2015). Culpables, millonarios e impunes: el difícil tratamiento del derecho
penal del delito de cuello blanco. IUS. Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de
Puebla A.C., IX (35), 37-57.
¿SIENTE QUE SU MATRIMONIO ESTÁ FRACASANDO/DIVORCIO/PERDIÓ EL AMOR Y BAJO FINANCIERAMENTE??? LA CASA ESPIRITUAL DE LA DR ELLEN OMIRI ES LA SOLUCIÓN A TUS PROBLEMAS. LLAMA O WHATSAPP:+2348106541486
ResponderEliminar* Poderoso hechizo de amor.
*La venganza del cuervo maldito.☎ +2348106541486
* Lanzador de hechizos de amor para recuperar a un amante perdido en 24 horas.
* Curandero tradicional para recuperar a un amante perdido (recupera a tu ex).
*Hechizos de matrimonio. Correo electrónico: ellenspellcaster@gmail.com
* Curandero local.
*Herbolario/curandero tradicional.+2348106541486
*Adivino
*Lectura de mano. Correo electrónico: ellenspellcaster@gmail.com
*Lectura psíquica.
*Locura causada por el arte de las brujas.+2348106541486
*Hechizos negros para recuperar a un amante
*Hechizos de besar/tirar.
*Niños tercos
*Niños sordos en el aula
OFRECEMOS NUESTROS SERVICIOS EN TODOS LOS PAÍSES DEL MUNDO LLAME/ WHATS APP:+2348106541486
CORREO ELECTRÓNICO: ellenspellcaster@gmail.com