En este artículo queremos explicitar que hay una violencia natural y universal que es necesaria para la supervivencia. La división celular no podría hacerse sin violencia, es necesario que se dé una ruptura para que la vida siga adelante, es necesario el acto violento del parto para nacer a la vida. Pero violencia no es lo mismo que odio y agresividad. El odio (también el amor) se refieren y se dirigen a un objeto identificado, la violencia es una reacción mucho más primaria y elemental y no está vinculada a una relación objetal. La facultad de crear un vínculo personal se organiza al mismo tiempo que los cuidados parentales y esto se reproduce, hasta cierto punto, en el período adolescente. La familia puede ejercer sobre sus miembros y descargar en ellos una violencia que configurará sus personalidades y sus modos de situarse ante la vida.
Hay un tipo de violencia activa, cruel, brutal. Un importante número de niños -uno sólo, ya sería demasiadomuere a manos de sus progenitores (no podemos ni queremos llamarles padres), otros muchos sufren agresiones directas, castigos corporales…es la violencia agresiva en estado puro. En esta comunicación queremos traer a debate, otra clase de violencia, no es la violencia por acción sino por omisión, no por exceso sino por defecto. Es lo que consideramos actitud violenta hacia los hijos, aunque socialmente pueda incluso aparecer como entrega. Es la violencia de dar demasiado para no tener que dar. Es la violencia de permitir sin límite, disfrazando esa permisividad de actitud tolerante para encubrir el miedo que a algunos padres les produce vivirse a sí mismos como seres adultos. Queremos señalar también lo importante que nos parece considerar la violencia que se ejerce desde el grupo familiar cuando éste, no es capaz de actuar como tal, es decir, conteniendo y tramitando la pulsionalidad infantil que, es esa otra violencia que está puesta al servicio de la vida. En su lugar, las funciones protectoras que deben ejercer los padres, se trasladan, quedándose el niño/a con “huecos afectivos” que no sabe cómo llenar. Algunos jóvenes intentarán cubrirlos más adelante con indumentarias protésicas (clavos, botas, objetos duros…), corazas con las que intentar cubrir la fragilidad interna y de paso, aprisionar los sentimientos de culpa para no tener que entrar en contacto con ellos. Presentaremos a dos pacientes cuyas coincidencias y divergencias pueden ilustrar las descripciones teóricas hechas hasta aquí, para poder delimitar este campo del tipo particular de violencia.
Palabras clave: Violencia. Familia. Vínculo. Objeto. Adolescencia. Duelo.