El artículo de investigación(*) describe los estilos de apegos en un grupo de jóvenes con rasgos antisociales y psicopáticos. Los
participantes fueron 100 jóvenes del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescente de Montería, con edades comprendidas
entre los 15 y 18 años (Media 16, 25, DT 2, 8). El diseño metodológico se basó en un enfoque cuantitativo tipo descriptivo.
Los Instrumento de medición fueron el Psychopathy Checklist: Youth Versión. PCL: YV y la Escala de Apego Romántico y no
Romántico. Los resultados coinciden, al igual que la base teórica revisada, en que la privación en el área afectiva desde la niñez
puede ser un indicador influyente en el desarrollo de una personalidad psicopática o antisocial.
Palabras clave: Estilo de apego, jóvenes, rasgos antisociales, rasgos psicopáticos y delincuencia.
Palabras clave: Estilo de apego, jóvenes, rasgos antisociales, rasgos psicopáticos y delincuencia.
(*) Artículo derivado de la investigación: Estilos de apego en relación a un grupo de jóvenes con rasgos antisociales y psicopáticos
en Montería (Córdoba), el cual fue financiado por COLCIENCIAS
en la convocatoria 617 del 2013, semilleros de investigación.
ABSTRACT
Attachment styles in a group of young people
with antisocial and psychopathic traits
The research paper describes the types of attachments in a group of young people with antisocial and psychopathic
traits. The participants were 100 young Penal Responsibility System for Adolescents in Monteria, aged between 15
and 18 years (mean 16, 25, DT 2, 8). The study design was based on a descriptive quantitative approach. The measuring
instrument were the Psychopathy Checklist: Youth Version. PCL: YV and scale Romantic and no romantic
attachment. The results are consistent, as the theoretical basis revised where deprivation in the affective area since
childhood may be an indicator influential in the development of a psychopathic or antisocial personality.
Keywords: attachment style, young, antisocial traits, psychopathic traits and crime.
RESUMO
Estilos de anexo em um grupo de jovens
com traços anti-sociais e psicópatas
O trabalho de pesquisa descreve os tipos de anexos em um grupo de jovens com traços anti-sociais e psicopatas.
Os participantes foram 100 jovens Sistema de Responsabilidade Penal para Adolescentes em Monteria, com idade
entre 15 e 18 anos (média de 16, 25, DT 2, 8). O desenho do estudo foi baseado em uma abordagem quantitativa descritiva.
O instrumento de medição foram o Psychopathy Checklist: Versão Juventude. PCL: YV e escala Romântico
e nenhum apego romântico. Os resultados são consistentes, como a base teórica revista quando a privação na área
afetiva desde a infância pode ser um indicador influente no desenvolvimento de uma personalidade psicopática
ou anti-social.
Palavras-chave: estilo do acessório e traços anti-sociais, traços jovens, psicopatas e crime.
Palavras-chave: estilo do acessório e traços anti-sociais, traços jovens, psicopatas e crime.
1. Introducción
La delincuencia juvenil es un fenómeno muy representativo desde el siglo pasado, uno de los problemas criminológicos que crece cada día más, es una de las acciones socialmente negativas que va a lo contrario fijado por la ley y las buenas costumbres creadas y aceptadas por la sociedad. La delincuencia juvenil es de ámbito mundial, se extiende desde los rincones más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que se da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización (Quiñones, 2008). La delincuencia o conducta antisocial del adolescente puede presentarse como un desafío que la actual sociedad debe afrontar y contener con consistencia y perseverancia.
El punto de partida para poder comprender la particularidad de las conductas antisociales y psicopáticas remite al origen del desarrollo emocional del sujeto con sus figuras significativas. Winnicott (1991) en el niño con conducta antisocial se aísla tanto de la familia y de la escuela, busca en la sociedad lo que en su familia y la escuela no consigue, el vínculo de seguridad; por tanto el desarrollo emocional en las primeras etapas de desarrollo en el niño delincuente esta mediatizada por el contacto social, que muchas veces esas relaciones sociales pueden incidir en la personalidad hasta lograr potencializar aún más la conducta delincuencial. Por lo tanto para Winnicott (1991) es necesario que los padres mantengan un control sobre los hijos y que la función de cuidador debe estar enmarcada en un ejercicio de autoridad, cariño y seguridad.
En muchos jóvenes delincuentes al no tener vínculos con las características nombradas, se configura en el joven su propia normatividad, carencia de afectividad e inseguridades que pueden potencializar rasgos propios de una psicopatía o de personalidad antisocial. Por otra parte, algunos estudios han tratado de hacer una aproximación entre el estilo de apego y los rasgos antisociales y psicopáticos, (García, Arango, Correa, Pérez, Agudelo, Mejía, Casals, López, Patiño, y Palacio, 2008) han concluido que las características familiares, sociales y demográficas representan factores de riesgo para la psicopatía, lo que permite establecer un hallazgo en relación a las teorías del apego.
De igual forma Sánchez (2010) estableció el posible nexo que puede existir entre el accionar del psicópata y la preexistencia de experiencias de apego sufridas por éste en su propia infancia, como factor coadyuvante de su conducta delictiva. A demás que los jóvenes con rasgos psicopáticos han desplegado un estilo de apego de tipo inseguro con sus primeras figuran significativas, por ende la separación ritual de los primeros vínculos con el objeto de amor conllevan a que tengan dificultades en las relaciones interpersonales y afectivos profundos. A sí mismo, (Sarmiento, Puhl, Izcurdia, Siderakis y Oteyza, 2010) analizaron y describieron la relación de las conductas transgresoras en adolescentes, en donde existen severas deficiencias en el vínculo de apego con estas conductas transgresoras.
Por lo tanto, existen una correlación significativa entre la agresividad, el retraimiento y los estilos de apego evitativo y ansioso. Por el contrario (Astudillo, Gonzáles, Navarrete y Soto, 2012) encontraron una correlación indirecta entre el nivel de psicopatía y el apego, en donde más elevado sea el nivel de psicopatía menor percepción de sobreprotección de la figura materna. Diferente a lo hallado por Cabrera y Gallardo (2013) en donde encontraron una correlación positiva y significativa entre altos niveles de psicopatía y baja percepción de sobreprotección materna.
Según Granado (2013) considera que muchos jóvenes en acogimiento residencial han padecido traumas crónicos durante su infancia y presentan altas probabilidades de haber desarrollado trastornos del apego. De igual forma opinan Amar y Berdugo (2006) cuando afirman que los niños víctimas de la violencia activa perciben mayor inaceptación por parte de sus cuidadores principales, hechos que se relaciona con una marcada búsqueda de reafirmación de su valía en otras figuras, sean estos sus amigos u otros adultos.
En consonancia a lo anterior, Carreras (2008) menciona que la presencia de desamparo como predisponente de la agresión en los jóvenes delincuentes, es una expresión de necesidades primarias de dependencia, red social pequeña que no responde ante situaciones críticas y negación de esta precariedad. Como lo señala (Mirón, Luengo, Sobral y Otero, 1988) el apego del hijo hacia los padres y el conflicto familiar, aparecen para discriminar entre delincuentes y no delincuentes, asociándose un alto nivel de apego/bajo nivel de conflicto con no delincuencia, y un bajo nivel de apego/alto nivel de conflicto con delincuencia. En ese orden de idea (Partridge, Ewing y Chandler, 1987) consideraron que el rechazo generalmente de la madre, es un factor que incide en la inhibición del apego y surgen las dificultades afectivas en los jóvenes con rasgos psicopá- ticos. Otros grupos de investigadores (Szurek, 1942; Lindner, 1944; Greenacre, 1945 y Bowlby, 1952) también plantearon el rechazo pero del padre. Uno de los estudios más amplios sobre la conducta criminal (McCord, McCord y Zola, 1959), reporta una fuerte liga entre la presencia de conducta psicopática y la privación emocional que produce el conflicto con los padres, la crueldad, el castigo errático y la falta de reconocimiento. Cassidy y Berlin, (1994) afirman que niños con apego inseguro presentan diferentes dificultades inter e intrapersonales, dependiendo de si se enfrentan a ellas con estrategias de preocupación (ambivalencia) o de evitación.
De igual forma Deklyen (1996), sugiere que las representaciones internas de apego de los padres pueden ayudar a explicar cómo aparecen los problemas de conducta en los hijos. Por consiguiente Greemberg y Snell (1997) aseveran en decir que la relación del apego con los desórdenes posteriores podría estar originada en los patrones tempranos de regulación de las emociones, especialmente el miedo y el trauma. La teoría del apego se centra en el estudio de los procesos que median una situación de vínculo o apego entre el niño y su padre, madre o cuidador, que poseen como principal función el del cuidado y protección del niño (Bowlby, 1997 y Brenlla, 2005). Es imprescindible resaltar que el concepto de apego no solo incorpora componentes emocionales sino que también sociales, cognitivos y conductuales. Por consiguiente, el apego es un componente fundamental en las relaciones psicosociales en donde un individuo más endeble y menos preparado confía en la protección que le brinda otro individuo más capacitado y poderoso (Bowlby, 1997). Por otro lado, los psicópatas son personas que desde tempranas edades colisionan y desafían a la ley, expresando oposición a la autoridad.
Por ello hay muchos psicópatas catalogados como delincuentes como otros que bien podrían ser líderes sociales, jefes de empresas, no delincuentes pero que tienen la frialdad y dureza afectiva (Hare, 2009). Las personas con estas características psicopáticas tienen poca o nula incapacidad para amar, por tanto carecen de cualquier tipo de emociones o afectos, de empatía y dificultades para relacionarse y vincularse adecuadamente (Celedón y Ruiz, 2009). No se puede hablar de psicopatía y personalidad antisocial como sinónimo ya que existen diferencias marcadas en estos dos trastornos de la personalidad, la diferencia más importante es la afectiva, ya que en la psicopatía existen una notable dificultad en sentir empatía, culpa, responsabilidad, egocentrismo y mantener vínculos emocionales profundos con otras personas (Celedón y Ruiz, 2009) mientras que en la personalidad antisocial a menudo pueden sentir empatía, culpa y lealtad, el sentido de la moralidad dependerá de las normas y las expectativas de su grupo o subcultura.
Esta relación entre afectiva y psicopatía ha sido objeto de estudio por diverso autores (Gómez, Madariaga y Silva, 1976; Goleman, 1995; Millon et al., 1998; Marietan, 1999; Hare, 1974 – 2004; Garrido, 2001; Freeman, 2001; Mejía et al., 2004; Muñoz, 1994; León, 2005; Tiffon y Bernat, 2008; García et ál., 2008) entre otros. Ambas nosología de la personalidad pueden estar asociados a delitos, pero en la psicopatía es más hedonista la conducta y el antisocial es un reforzador extrínseco la conducta delictiva. Ambos individuos despliegan vínculos dificultosos emocionales, siendo los aspectos traumáticos adquiridos desde la niñez o indicadores de maltrato en la infancia lo que contribuyen a la carencia afectiva de estos individuos con psicopatía (Bowlby, 1997 y Brenlla, 2005). Para Bowlby (1988) la experiencia de un individuo con las figuras significativas (habitualmente los padres) dependerá su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos. La calidad del vínculo de apego influirá a futuro en el niño en aspectos tan importantes como la modulación de impulsos, deseos y pulsiones, y la construcción de un sentimiento de pertenencia (Barudy, 2005).
Por consiguiente Bowlby, (1976) ratifica que el apego inseguro se constituye en un factor de riesgo en el desarrollo de las conductas antisociales. Si las conductas de los cuidadores primarios son permanentemente inconsistentes y/o de rechazo genera en el niño sentimientos de ira ante el estado de incertidumbre en relación a la disponibilidad de sus figuras de apego. De igual forma Winnicott, (1991) otorga importancia a los primeros años de vida. Es precisamente en este periodo del desarrollo cuando la deprivación resulta más nociva, logrando derivar en la interrupción del proceso de socialización, y con él, de la capacidad del niño para ponerse en la situación de otra persona. Por tanto la tendencia antisocial se deriva a la obstrucción de la capacidad de preocuparse en el niño y a la privación afectiva o vincularía en la niñez.
Cuando se habla de conducta o tendencia antisocial estamos frente a una auténtica y marcada deprivación y no frente a una imperceptible privación. Mediante esto se quiere explicar que el niño en un período de su vida tuvo algo que ha influido de forma significativa y positiva en él, y que eso bueno de un momento a otro se perdió. Este despojo de algo significativo ha causado en el niño un sentimiento de pérdida por un tiempo prolongado tan persistente que el pequeño ya no puede mantener nítido el recuerdo de la experiencia vivida Winnicott, (1991).
La delincuencia juvenil es un fenómeno muy representativo desde el siglo pasado, uno de los problemas criminológicos que crece cada día más, es una de las acciones socialmente negativas que va a lo contrario fijado por la ley y las buenas costumbres creadas y aceptadas por la sociedad. La delincuencia juvenil es de ámbito mundial, se extiende desde los rincones más alejados de la ciudad industrializada hasta los suburbios de las grandes ciudades, desde las familias ricas o acomodadas hasta las más pobres, es un problema que se da en todas las capas sociales y en cualquier rincón de nuestra civilización (Quiñones, 2008). La delincuencia o conducta antisocial del adolescente puede presentarse como un desafío que la actual sociedad debe afrontar y contener con consistencia y perseverancia.
El punto de partida para poder comprender la particularidad de las conductas antisociales y psicopáticas remite al origen del desarrollo emocional del sujeto con sus figuras significativas. Winnicott (1991) en el niño con conducta antisocial se aísla tanto de la familia y de la escuela, busca en la sociedad lo que en su familia y la escuela no consigue, el vínculo de seguridad; por tanto el desarrollo emocional en las primeras etapas de desarrollo en el niño delincuente esta mediatizada por el contacto social, que muchas veces esas relaciones sociales pueden incidir en la personalidad hasta lograr potencializar aún más la conducta delincuencial. Por lo tanto para Winnicott (1991) es necesario que los padres mantengan un control sobre los hijos y que la función de cuidador debe estar enmarcada en un ejercicio de autoridad, cariño y seguridad.
En muchos jóvenes delincuentes al no tener vínculos con las características nombradas, se configura en el joven su propia normatividad, carencia de afectividad e inseguridades que pueden potencializar rasgos propios de una psicopatía o de personalidad antisocial. Por otra parte, algunos estudios han tratado de hacer una aproximación entre el estilo de apego y los rasgos antisociales y psicopáticos, (García, Arango, Correa, Pérez, Agudelo, Mejía, Casals, López, Patiño, y Palacio, 2008) han concluido que las características familiares, sociales y demográficas representan factores de riesgo para la psicopatía, lo que permite establecer un hallazgo en relación a las teorías del apego.
De igual forma Sánchez (2010) estableció el posible nexo que puede existir entre el accionar del psicópata y la preexistencia de experiencias de apego sufridas por éste en su propia infancia, como factor coadyuvante de su conducta delictiva. A demás que los jóvenes con rasgos psicopáticos han desplegado un estilo de apego de tipo inseguro con sus primeras figuran significativas, por ende la separación ritual de los primeros vínculos con el objeto de amor conllevan a que tengan dificultades en las relaciones interpersonales y afectivos profundos. A sí mismo, (Sarmiento, Puhl, Izcurdia, Siderakis y Oteyza, 2010) analizaron y describieron la relación de las conductas transgresoras en adolescentes, en donde existen severas deficiencias en el vínculo de apego con estas conductas transgresoras.
Por lo tanto, existen una correlación significativa entre la agresividad, el retraimiento y los estilos de apego evitativo y ansioso. Por el contrario (Astudillo, Gonzáles, Navarrete y Soto, 2012) encontraron una correlación indirecta entre el nivel de psicopatía y el apego, en donde más elevado sea el nivel de psicopatía menor percepción de sobreprotección de la figura materna. Diferente a lo hallado por Cabrera y Gallardo (2013) en donde encontraron una correlación positiva y significativa entre altos niveles de psicopatía y baja percepción de sobreprotección materna.
Según Granado (2013) considera que muchos jóvenes en acogimiento residencial han padecido traumas crónicos durante su infancia y presentan altas probabilidades de haber desarrollado trastornos del apego. De igual forma opinan Amar y Berdugo (2006) cuando afirman que los niños víctimas de la violencia activa perciben mayor inaceptación por parte de sus cuidadores principales, hechos que se relaciona con una marcada búsqueda de reafirmación de su valía en otras figuras, sean estos sus amigos u otros adultos.
En consonancia a lo anterior, Carreras (2008) menciona que la presencia de desamparo como predisponente de la agresión en los jóvenes delincuentes, es una expresión de necesidades primarias de dependencia, red social pequeña que no responde ante situaciones críticas y negación de esta precariedad. Como lo señala (Mirón, Luengo, Sobral y Otero, 1988) el apego del hijo hacia los padres y el conflicto familiar, aparecen para discriminar entre delincuentes y no delincuentes, asociándose un alto nivel de apego/bajo nivel de conflicto con no delincuencia, y un bajo nivel de apego/alto nivel de conflicto con delincuencia. En ese orden de idea (Partridge, Ewing y Chandler, 1987) consideraron que el rechazo generalmente de la madre, es un factor que incide en la inhibición del apego y surgen las dificultades afectivas en los jóvenes con rasgos psicopá- ticos. Otros grupos de investigadores (Szurek, 1942; Lindner, 1944; Greenacre, 1945 y Bowlby, 1952) también plantearon el rechazo pero del padre. Uno de los estudios más amplios sobre la conducta criminal (McCord, McCord y Zola, 1959), reporta una fuerte liga entre la presencia de conducta psicopática y la privación emocional que produce el conflicto con los padres, la crueldad, el castigo errático y la falta de reconocimiento. Cassidy y Berlin, (1994) afirman que niños con apego inseguro presentan diferentes dificultades inter e intrapersonales, dependiendo de si se enfrentan a ellas con estrategias de preocupación (ambivalencia) o de evitación.
De igual forma Deklyen (1996), sugiere que las representaciones internas de apego de los padres pueden ayudar a explicar cómo aparecen los problemas de conducta en los hijos. Por consiguiente Greemberg y Snell (1997) aseveran en decir que la relación del apego con los desórdenes posteriores podría estar originada en los patrones tempranos de regulación de las emociones, especialmente el miedo y el trauma. La teoría del apego se centra en el estudio de los procesos que median una situación de vínculo o apego entre el niño y su padre, madre o cuidador, que poseen como principal función el del cuidado y protección del niño (Bowlby, 1997 y Brenlla, 2005). Es imprescindible resaltar que el concepto de apego no solo incorpora componentes emocionales sino que también sociales, cognitivos y conductuales. Por consiguiente, el apego es un componente fundamental en las relaciones psicosociales en donde un individuo más endeble y menos preparado confía en la protección que le brinda otro individuo más capacitado y poderoso (Bowlby, 1997). Por otro lado, los psicópatas son personas que desde tempranas edades colisionan y desafían a la ley, expresando oposición a la autoridad.
Por ello hay muchos psicópatas catalogados como delincuentes como otros que bien podrían ser líderes sociales, jefes de empresas, no delincuentes pero que tienen la frialdad y dureza afectiva (Hare, 2009). Las personas con estas características psicopáticas tienen poca o nula incapacidad para amar, por tanto carecen de cualquier tipo de emociones o afectos, de empatía y dificultades para relacionarse y vincularse adecuadamente (Celedón y Ruiz, 2009). No se puede hablar de psicopatía y personalidad antisocial como sinónimo ya que existen diferencias marcadas en estos dos trastornos de la personalidad, la diferencia más importante es la afectiva, ya que en la psicopatía existen una notable dificultad en sentir empatía, culpa, responsabilidad, egocentrismo y mantener vínculos emocionales profundos con otras personas (Celedón y Ruiz, 2009) mientras que en la personalidad antisocial a menudo pueden sentir empatía, culpa y lealtad, el sentido de la moralidad dependerá de las normas y las expectativas de su grupo o subcultura.
Esta relación entre afectiva y psicopatía ha sido objeto de estudio por diverso autores (Gómez, Madariaga y Silva, 1976; Goleman, 1995; Millon et al., 1998; Marietan, 1999; Hare, 1974 – 2004; Garrido, 2001; Freeman, 2001; Mejía et al., 2004; Muñoz, 1994; León, 2005; Tiffon y Bernat, 2008; García et ál., 2008) entre otros. Ambas nosología de la personalidad pueden estar asociados a delitos, pero en la psicopatía es más hedonista la conducta y el antisocial es un reforzador extrínseco la conducta delictiva. Ambos individuos despliegan vínculos dificultosos emocionales, siendo los aspectos traumáticos adquiridos desde la niñez o indicadores de maltrato en la infancia lo que contribuyen a la carencia afectiva de estos individuos con psicopatía (Bowlby, 1997 y Brenlla, 2005). Para Bowlby (1988) la experiencia de un individuo con las figuras significativas (habitualmente los padres) dependerá su posterior capacidad para establecer vínculos afectivos. La calidad del vínculo de apego influirá a futuro en el niño en aspectos tan importantes como la modulación de impulsos, deseos y pulsiones, y la construcción de un sentimiento de pertenencia (Barudy, 2005).
Por consiguiente Bowlby, (1976) ratifica que el apego inseguro se constituye en un factor de riesgo en el desarrollo de las conductas antisociales. Si las conductas de los cuidadores primarios son permanentemente inconsistentes y/o de rechazo genera en el niño sentimientos de ira ante el estado de incertidumbre en relación a la disponibilidad de sus figuras de apego. De igual forma Winnicott, (1991) otorga importancia a los primeros años de vida. Es precisamente en este periodo del desarrollo cuando la deprivación resulta más nociva, logrando derivar en la interrupción del proceso de socialización, y con él, de la capacidad del niño para ponerse en la situación de otra persona. Por tanto la tendencia antisocial se deriva a la obstrucción de la capacidad de preocuparse en el niño y a la privación afectiva o vincularía en la niñez.
Cuando se habla de conducta o tendencia antisocial estamos frente a una auténtica y marcada deprivación y no frente a una imperceptible privación. Mediante esto se quiere explicar que el niño en un período de su vida tuvo algo que ha influido de forma significativa y positiva en él, y que eso bueno de un momento a otro se perdió. Este despojo de algo significativo ha causado en el niño un sentimiento de pérdida por un tiempo prolongado tan persistente que el pequeño ya no puede mantener nítido el recuerdo de la experiencia vivida Winnicott, (1991).
2. Metodología
2.1 Participantes
La metodología utilizada fue
cuantitativa e interpretativa (Cortada
de Kohan, 1994) con un dise-
ño de tipo descriptivo-transversal,
Hernández, Fernández y Baptista
(2010). La muestra estuvo conformada
por 100 jóvenes varones, con
edades comprendida entre 15 y 18
años (media = 16, 25; DT = 2, 8),
todos ellos pertenecientes al Sistema
de Responsabilidad Penal para
Adolescente (SRPA), adscritos a
la Fundación Tiempo Nuevo de
la ciudad de Montería-Colombia,
en diferentes modalidades; Centro
Transitorio, Semi- Internado, Internado
Preventivo y el Internamiento
propiamente, Código de la Infancia
y Adolescencia (Ley 1098-2006), durante
el período comprendido entre
octubre del 2013 y febrero del 2015.
Los criterios de exclusión fueron
que los jóvenes hubiesen ingresado
al SRPA en fecha posterior a la
establecida y/o que no se contara
con información colateral para poder
llevar a cabo la puntuación de
los instrumentos de medición. La
información necesaria consistía en
un informe social; informe psicoló-
gico, e información complementaria
y colateral para la puntuación en el
PCL-YV.
2.2 Instrumentos
Se seleccionaron los siguientes
instrumentos de recolección y evaluación
los que fueron administrados
a la muestra de los 100 jóvenes:
La escala de apego romántico y no
romántico (IPPA) de Casullo (2005).
Este instrumento posee dos partes
independientes que toman como referencia
dos contextos diferenciado;
el de las relaciones románticas de 9
ítems y el de los vínculos no románticos
de 11 ítems. Se deben responder
puntuando cada elemento sobre
la base de una escala Likert. La
respuesta se escoge en función de la
frecuencia con la que quien responde
piensa o siente lo que cada reactivo
indica.
El Psychopathy Checklist: Youth Version. PCL: YV (Forth, Kosson, Hare, 2003 y Zúñiga, 2008), Adaptación de la PCL-R de adultos (Hare, 2003). El instrumento busca evaluar rasgos psicopáticos en adolescentes entre 12 y 18 años. Consta de 20 ítems, se puntúan según su presencia o ausencia en una escala de tres puntos, a través de la información obtenida en una exhaustiva entrevista clínica Semi-estructurada e información de registros externos. Reporta información de las áreas afectiva, interpersonal, conducta impulsiva y antisocial. Se sustrajeron la distribución de los jóvenes, frecuencia de los rasgos psicopáticos y Apegos. Se revisó la confiabilidad en el uso del PCL-YV con un subgrupo de 34 jóvenes, obteniéndose muy buena concordancia entre evaluadores, tanto para el total (CCI = 0,91) como por factor (CCI = 0,84; 0,80; 0,79, y 0,90, respectivamente) (Celedón et al., 2015 y León et ál., 2013). Esos valores fueron consistentes con lo informado en muestras de otros estudios (CCI PCL-YV total = 0,86; 0,79; 0,90; 0,91; 0,92; 0,91; 0,91 y 0,92) (Brandt et al., 1997; Wong, 1988; Forth et al., 1990; Langstrom y Grann, 2000; Murrie y Cornell, 2000; Loving y Russell, 2000; Lee, Hart, y Corrado, 2002; Murrie y Cornell, 2002; Zúñiga, 2008). El registro de los datos se realizó con doble control, a fin de evitar errores de carga, y el análisis se hizo con el SPSS 18.0 Statistics.
La totalidad de los resultados excede el objeto del presente artículo, solo se expone de manera simplificada lo relativo a lo que se pretende describir y relacionar. El proyecto fue acreditado por la Dirección Nacional de Investigación de la Universidad Cooperativa de Colombia DINAI, avalado y financiado por la convocatoria 617 del 2013 (Numero de contrato 0731/2013) del Departamento Administrativo de Ciencias, Tecnología e Innovación COLCIENCIAS, semilleros de investigación.
El Psychopathy Checklist: Youth Version. PCL: YV (Forth, Kosson, Hare, 2003 y Zúñiga, 2008), Adaptación de la PCL-R de adultos (Hare, 2003). El instrumento busca evaluar rasgos psicopáticos en adolescentes entre 12 y 18 años. Consta de 20 ítems, se puntúan según su presencia o ausencia en una escala de tres puntos, a través de la información obtenida en una exhaustiva entrevista clínica Semi-estructurada e información de registros externos. Reporta información de las áreas afectiva, interpersonal, conducta impulsiva y antisocial. Se sustrajeron la distribución de los jóvenes, frecuencia de los rasgos psicopáticos y Apegos. Se revisó la confiabilidad en el uso del PCL-YV con un subgrupo de 34 jóvenes, obteniéndose muy buena concordancia entre evaluadores, tanto para el total (CCI = 0,91) como por factor (CCI = 0,84; 0,80; 0,79, y 0,90, respectivamente) (Celedón et al., 2015 y León et ál., 2013). Esos valores fueron consistentes con lo informado en muestras de otros estudios (CCI PCL-YV total = 0,86; 0,79; 0,90; 0,91; 0,92; 0,91; 0,91 y 0,92) (Brandt et al., 1997; Wong, 1988; Forth et al., 1990; Langstrom y Grann, 2000; Murrie y Cornell, 2000; Loving y Russell, 2000; Lee, Hart, y Corrado, 2002; Murrie y Cornell, 2002; Zúñiga, 2008). El registro de los datos se realizó con doble control, a fin de evitar errores de carga, y el análisis se hizo con el SPSS 18.0 Statistics.
La totalidad de los resultados excede el objeto del presente artículo, solo se expone de manera simplificada lo relativo a lo que se pretende describir y relacionar. El proyecto fue acreditado por la Dirección Nacional de Investigación de la Universidad Cooperativa de Colombia DINAI, avalado y financiado por la convocatoria 617 del 2013 (Numero de contrato 0731/2013) del Departamento Administrativo de Ciencias, Tecnología e Innovación COLCIENCIAS, semilleros de investigación.
2.3 Procedimiento
Inicialmente los participantes de
la muestra fueron informados respecto
a las dimensiones, límites y
finalidades del estudio con el objetivo
de que su participación estuviera
ajustada a un claro conocimiento de
su rol como sujetos de investigación.
Se tomaron diversas precauciones
metodológicas y éticas, todo enmarcado
a la Ley 1090 (2006) Código Ético
y Deontológico del Psicólogo, en
Colombia y la Ley 1098 (2006) Có-
digo de la Infancia y Adolescencia,
posteriormente se obtuvo la firma
del consentimiento informado. Hay
que resaltar el apoyo de las directivas
de la Fundación en facilitar información
concerniente a la logística
y demás fuentes documentales.
3. Resultados
3.1 Distribución de los rasgos de
psicopatía en la muestra
En la tabla 1 se aprecia la distribución de los jóvenes estudiados; según rasgo de psicopatía, de los [N=100/100%] el 48% (n=48) no cumplían con la condición de la psicopatía, el 22% (n=22) con la característica de la psicopatía bajo, él 17% (n=17) con la psicopatía moderado y el 13% (n=13) con psicopatía a nivel alto. Para establecer estas clasificaciones se tomaron el grado de significancia que oscilaban entre [25 > para rasgos de psicopatía alto], [20 a 24 Rasgos de psicopatía moderada], [16 a 19 Rasgos de psicopatía bajo] y [< 16 No hay rasgo], siendo la categoría de rasgo de psicopatía alto el más significativo. Se debe dejar claro que estas categorías de clasificación no están destinada a reflejar diagnóstico de la psicopatía, sino que está enmarcado en la presentación de síntomas y signos positivos de esta condición de la personalidad anómala. Se considera que entre más alto sea la puntuación directa con el PCL-YV mayor es la sintomatología del rasgo, por tal razón existe una correlación positiva entre la puntuación y los criterios que aluden al rasgo, por tanto es una aproximación diagnostica de la psicopatía propiamente dicha.
En la tabla 3, se aprecia la frecuencia de los distintos tipos de apegos, de la muestra estudiada; el 3% corresponde al tipo de apego ansioso, el 3% ansioso-evitativo, el 13% evitativo, el 14% seguro, el 17% temeroso, el 7% temeroso-ansioso, el 7% temeroso-evitativo y el 36% no cumplieron con esta categorías. Existen una serie de dimensiones de la conducta parental que están íntimamente relacionadas con el apego padres/hijos: la sensibilidad, la dulzura, la capacidad de respuesta y la capacidad de aceptación. De hecho, la calidad del apego nos dice, de alguna manera, de cómo un niño ha sido tratado. Un gran número de conductas consideradas como precursoras de los trastornos de conducta (las rabietas, las agresiones, las conductas de oposición, el desafío) podrían ser estrategias de apego que intentarían llamar la atención o el acercamiento a la figura de apego cuando éstas se encuentran insensibles a las señales del niño.
En la tabla 1 se aprecia la distribución de los jóvenes estudiados; según rasgo de psicopatía, de los [N=100/100%] el 48% (n=48) no cumplían con la condición de la psicopatía, el 22% (n=22) con la característica de la psicopatía bajo, él 17% (n=17) con la psicopatía moderado y el 13% (n=13) con psicopatía a nivel alto. Para establecer estas clasificaciones se tomaron el grado de significancia que oscilaban entre [25 > para rasgos de psicopatía alto], [20 a 24 Rasgos de psicopatía moderada], [16 a 19 Rasgos de psicopatía bajo] y [< 16 No hay rasgo], siendo la categoría de rasgo de psicopatía alto el más significativo. Se debe dejar claro que estas categorías de clasificación no están destinada a reflejar diagnóstico de la psicopatía, sino que está enmarcado en la presentación de síntomas y signos positivos de esta condición de la personalidad anómala. Se considera que entre más alto sea la puntuación directa con el PCL-YV mayor es la sintomatología del rasgo, por tal razón existe una correlación positiva entre la puntuación y los criterios que aluden al rasgo, por tanto es una aproximación diagnostica de la psicopatía propiamente dicha.
En la tabla 3, se aprecia la frecuencia de los distintos tipos de apegos, de la muestra estudiada; el 3% corresponde al tipo de apego ansioso, el 3% ansioso-evitativo, el 13% evitativo, el 14% seguro, el 17% temeroso, el 7% temeroso-ansioso, el 7% temeroso-evitativo y el 36% no cumplieron con esta categorías. Existen una serie de dimensiones de la conducta parental que están íntimamente relacionadas con el apego padres/hijos: la sensibilidad, la dulzura, la capacidad de respuesta y la capacidad de aceptación. De hecho, la calidad del apego nos dice, de alguna manera, de cómo un niño ha sido tratado. Un gran número de conductas consideradas como precursoras de los trastornos de conducta (las rabietas, las agresiones, las conductas de oposición, el desafío) podrían ser estrategias de apego que intentarían llamar la atención o el acercamiento a la figura de apego cuando éstas se encuentran insensibles a las señales del niño.
En la tabla 4 y 5, se aprecia las correlaciones
no paramétricas entre
rasgos psicopáticos, apego no romántico
(R.N.R) y romántico (R.R) a
partir de la estadística descriptiva. Se
logró describir y caracterizar a nivel
de componentes el apego y la psicopatía
sim embargo no estableció una
relación directa y proporcional entre
ellas [Spearman 0,01 “bilateral”;
.R.N.R -.071: R.R .036], es decir que no
existe una correlación entre estas dos
variables, sin embargo una privación
afectiva o emocional desde la niñez
por partes de los cuidadores o padres
en el niño pueden potencializar la
deformación afectiva y condicionarse
como un elemento importante en el
niño hasta lograr la psicopatía. Sin
embargo se logró correlación positiva
entre apego romántico y no romántico
[R.N.R y R.R Spearman 0,01 (bilateral)
.611 y .611].
4.Discusión
Autores como Hart y Hare (1997)
encontraron que los jóvenes con una
marcada rasgos de psicopatía manifestaban
egocentrismo, frialdad
emocional, falta de sinceridad y de
remordimientos, La psicopatía infanto-juvenil
tiene sus orígenes en el
Trastorno de Conducta (TC), (Forth
et al., 2003; Frick et al., 2000; Frick y
Ellis, 1999; Frick, et al., 1994), categoría
diagnóstica que agrupa múltiples
tipos de conducta, trayectorias y etiologías
diferentes y que designa patrones
de comportamiento antisocial
persistentes y extremos para el nivel
evolutivo del niño, los cuales entran
en conflicto con las normas y los derechos
o necesidades de los demás.
Análisis de la conducta psicopá- tica y tal como lo refiere Frick et al., (2000), aun en niños pequeño se pueden evidenciar conductas relacionada con la impulsividad/hiperactividad, asimismo estos atienden a la crueldad y frialdad emocional o insensibilidad. De igual forma estos indicadores tempranos de la conducta desviada, pueden estar asociado a los criterios de inclusión descritos en la psicopatía adulta en especial al factor afectivo según el PCL-R de Hare (2003). En este orden de idea autores como Cooke y Michie (2001) hallaron que en muchos niños y adolescentes delincuentes cumplían con indicadores propios del egocentrismo, frialdad emocional, falta de sinceridad y de remordimientos, al igual que estudio realizado por Vinet (2010), clasificó a los jóvenes infractores con rasgos psicopáticos en entidades agrupadas por el PCLYV problemas de conductas, afectivos, impulsivos e interpersonales, en donde los que tenían rasgos altos de psicopatía se caracterizaban precisamente por los indicadores afectivos; egocentrismo, frialdad emocional, falta de sinceridad y de remordimientos.
Estos resultados son consistentes a estudios realizados por (Brandt et al., 1997; Forth et al., 1990; Langstrom y Grann, 2000; Murrie y Cornell, 2000), donde estos autores dieron categorías psicopáticas según las puntuaciones obtenidas con el PCL-YV en jóvenes delincuentes. En este estudio se encontró que los jóvenes con alto rasgo psicopáticos, se caracterizaban por la falta de dad y la insensibilidad, pero hablar de este indicador moderado del rasgos de la psicopatía es aludir precisamente al estilo de vida desviado, con conductas antisociales que incluyen delitos, la probabilidad de delitos violentos, la proporción de reincidencia y mala respuesta al tratamiento, (Cooke y Michie, 2001). Pero qué diferencia el rasgo alto de psicopatía y el rasgo moderado, precisamente que el primero hay una connotación en la parte afectiva del joven y el segundo está asociado a la violación de la norma social y jurídica, cabe establecer que un rasgo moderado puede cursar hacia un rasgo alto hasta convertirse en un potencial psicópata el joven.
El rasgo de psicopatía bajo, es una categoría a lo interpersonal; al estilo arrogante, engañoso, artificial, locuaz y la conducta promiscua, es una entidad que nos engaña, al creer que por ser bajo no es tan importante. Es una apreciación errónea, ya que tienen que ver con la gratificación subjetiva y el reforzador de la misma gratificación en el joven, este puede experimentar el regocijo de la conducta antisocial, busca el poder y control en sus acciones delictivas, esto le genera el bienestar, por tanto este estado de placer egocéntrico conlleva a potencializar la arrogancia, la manipulación y el engaño como medio instrumental para conseguir sus propósitos. Por tanto el rasgo bajo, es una condición de alerta sobre el inicio de la conducta psicopá- tica en el adolescente, ya que el echo delictual logra la motivación y el logro narcisista en su auto estima, que infravalora hasta el punto de sentirse imparable, por tanto es el momento de crear su propias normas y la yuxtapone por encima de las demás existentes, sociales, jurídicas, morales o éticas.
En la medida que le genere satisfacción la conducta delictual, mayor es el compromiso en adquirir condiciones propias de la psicopatía. Sánchez (2010) llamó a estos rasgos de psicopatía bajo como psicópata esquizoide, ya que estos jóvenes sienten la vida de manera distinta al resto de sus compañeros, esto les provoca una dificultad en la comprensión de sí mismo, sobre todo cuando esta vivencia se traduce en conductas marcadas por lo raro, lo extraño y lo incomprensible. En la vida afectiva son distantes con los otros, como también indiferentes al medio, es como si éste no existiera, como si tampoco los sujetos de su alrededor existieran. Se aleja de todo y de todos, sumergido en su mundo interno, sin establecer ningún tipo de relación interpersonal. En lo que respecta a los estilos de apego se encontró que el apego inseguro puede conducir a sesgos hostiles en la percepción del otro, dando lugar a reacciones de agresividad de tipo reactivo.
En tanto que el apego seguro daría lugar a relaciones interpersonales basadas en la confianza. El apego juega un rol muy importante en lo que se refiere a la regulación emocional. Esta regulación, dependiendo del apego, puede ser flexible o rígida. Fonagy, et al..., (1997) propone que la seguridad en el apego permite y facilita la capacidad auto-reflexiva y la mentalización que asegura la comprensión intuitiva de las motivaciones del otro y su predicción. Esto protegería contra los trastornos de conducta en la medida que el adolescente es capaz de intuir los sentimientos del otro, generando relaciones empáticas. Cabe destacar que en el presente estudio los jóvenes con alto rasgo psicopáticos estaban asociados al apego ansioso y evitativo, tenían ausencia de sentimientos positivos hacia sí mismo o hacia los demás. Dificultad en el establecimiento de relaciones interpersonales y reticencia a interactuar con los demás de forma fluida. Dificultad para la empatía. Inexistencia de relaciones intensas y perdurables.
Relaciones son superficiales y sin montos de afecto. Carencia de vínculos seguros. Expresan conductas de aislamiento y retraimiento, es decir, no manifiesta contacto con el medio que lo rodea, por momentos permanece totalmente abstraído de la realidad, disperso, inmerso en su propio mundo, con predominio de la fantasía. Se evidencia pasividad y lentitud en la reacción frente a la presentación de estímulos. Con inestabilidad emocional, motriz y conductual. Dificultad en la expresión de emociones y sentimientos. Al igual que esto resultado, estudio realizado, (Sroufe y et al, 1990 y Sánchez, 2010) encontraron que el apego ansioso y evitativo mostraron menos relaciones satisfactorias con sus iguales y mayor número de síntomas ansiosos. Las conductas de tipo externalizante fueron más frecuentes en los adolescentes. Para la conducta que tiende a aumentar la distancia de personas y objetos supuestamente amenazadores resultan convenientes los términos "retracción" "huida" y "evitación".
La conducta de retracción y la de apego se suelen dar simultáneamente, en adecuadas medidas y proporciones. Contrario a lo hallado en Sroufe y et al., (1990), ya que ellos no lograron detectar distintas modalidades de inseguridad en el apego y su influencia específica. Sin embargo el presente estudio logró comprobar esta categoría en la relación de establecer las distintas modalidades de inseguridades en el apego y tal como lo refiere Bowlby (1997), una conducta de apego insegura-evitante o la presencia de dificultades en el establecimiento del vínculo materno-infantil, estaría ligado a madres o padres que maltratan o abusan a sus hijos, ya sea de manera física, verbal, a través de la apatía o por una incapacidad psicológica.
La mayoría de la muestra del presente estudio vienen de familia disfuncional y que su dinámica interna han estado vinculado filialmente dentro del maltrato y la violencia en toda su expresión. Por tanto la característica más sobre saliente en estos jóvenes es el despliegue inapreciable de las emociones de afecto, mucha angustia hacia el cuidador, o evasión de esta figura ante situaciones que exigen la cercanía. Rechazan la información que pudiese crear desconcierto, cerrando sus esquemas a ésta, poseen estructuras cognitivas muy rígidas, tienen más propensión al enfado, centrándose la mayoría de las veces en metas perjudiciales, frecuentes episodios de cólera y otras emociones negativas (Bowlby, 1997).
Los jóvenes que se encontraron con el apego ansioso-evitativo, eran renuentes en evitar relacionarse con otras personas, una introversión social, de igual forma estos jóvenes manejaban altos niveles de hostilidad y agresividad, distancia emocional e irritables, algunos de estos jóvenes con apego ansioso-evitativo habían puntuado alto y moderado en la escala de psicopatía. Este resultado se puede relacionar al encontrado por Sánchez (2010) en virtud que los jóvenes que se encontraban con el apego ansioso-evitativo manifestaban una mirada positiva hacia sí mismo pero una negativa hacia los demás. Evidente desconfianza hacia los demás, esto provoca una alerta constantemente, previniendo ataques del afuera.
Dificultad en las relaciones interpersonales. Sánchez (2010) encontró que estos jóvenes no pudieron incorporar un estilo de apego seguro, ya que sus primeras figuras significativas no le suministraron un tipo de apego óptimo para el posterior desarrollo emocional, esto en el caso de sus padres biológicos. Según (Puhl, Izcurdia, Siderakis y Oteyza, 2010) hallaron una correlación significativa entre la agresividad, el retraimiento y los estilos de apego evitativo y ansioso. Por el contrario (Astudillo, Gonzáles, Navarrete y Soto, 2012) encontraron una correlación indirecta entre el nivel de psicopatía y el apego. Pero lo hallado por Cabrera y Gallardo (2013) encontraron una correlación positiva y significativa entre altos niveles de psicopatía y baja percepción de sobreprotección materna en el nivel de apego. Los resultados obtenidos en este estudio se acercan más por lo encontrado por (Astudillo, Gonzáles, Navarrete y Soto, 2012) ya que no se encontró correlación entre los rasgos de psicopatía y estilo de apego (R.N.R-R.R) a diferencias los de Según (Puhl, Izcurdia, Siderakis y Oteyza, 2010); Cabrera y Gallardo, (2013). El estudio permitió indagar acerca de los estilos de apego en relación de un grupo de jóvenes con rasgos antisociales y psicopáticos, y en particular analizar una posible influencia del apego inadecuado en la formación de una personalidad psicopática.
En esta configuración inicial del apego y la psicopatía o personalidad antisocial no es una instancia dependiente, ya que existen otros factores que conllevan a un adolescente a delinquir, factores que pueden ser de orden económico, social, cultural, psicoló- gicos etc.
5. Conclusiones
Los jóvenes con estilos de apego seguro, en el dominio interpersonal tienden a ser establecer relaciones cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias. Y a nivel intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo. De igual forma, muestran tener una alta accesibilidad a esquemas y recuerdos positivos, lo que las lleva a tener expectativas positivas acerca de las relaciones con los otros, a confiar más y a intimar más con ellos sin que haya predominio de la desconfianza hacia los demás.
Los jóvenes con apego ansioso – evitante; tienen despliegues inapreciables emociones de afecto. Rechazan la información que pudiese crear desconcierto, cerrando sus esquemas a ésta, poseen estructuras cognitivas muy rígidas, tienen más propensión al enfado, centrándose la mayoría de las veces en metas perjudiciales, frecuentes episodios de cólera y otras emociones negativas. Los jóvenes con apego ansioso ambivalente (temeroso-ansioso, temeroso –evitativo etc.); buscan la proximidad de la figura primaria y al mismo tiempo se resisten a ser tranquilizados por ella, exponiendo agresión hacia la figura significativa de apego. Reaccionan ante la separación con angustia aguda y combinan comportamientos de apego con expresiones de reproche, enfado y obstinación (Bowlby, 1997).
A nivel descriptivo se puede decir, que de la muestra los que obtuvieron una puntuación importante en la escala de psicopatía PCL-YV en estos jóvenes, además la percepción negativa de su figura de apego, por tanto se le dificultaban entablar emociones profundas con los demás. Estos jóvenes tienen pobre control de los impulsos, despliegues de conductas desadaptativas y promiscuas, dificultad en a catar las normas, reglas y leyes, dificultad en elaborar duelos, baja tolerancia a la frustración, incapacidad para responsabilizarse de sus actos, inexistencia de culpa, remordimiento o vergüenza. Además se comprobó que ninguno de los casos exhibía un estilo de crianza de tipo “democrático”. Sino que por el contrario prevalecía el estilo de crianza permisivo y autoritario.
Si bien es cierto no existe una relación causal entre el apego y la psicopatía, pero dicha privación en el área afectiva desde la niñez e inhibición en el vínculo filiares (padre, madre, hijo) puede ser un indicador influyente en el desarrollo de una personalidad psicopática. La teoría del apego trabaja principalmente, centrándose en el estudio de los procesos que median una situación de vínculo o apego entre el niño y su padre, madre o cuidador, que poseen como principal función la del cuidado y protección de pequeño. Es imprescindible resaltar que el concepto de apego no solo incorpora componentes emocionales sino que también sociales, cognitivos y conductuales. Todos los individuos han desplegado un estilo de apego de tipo inseguro con sus primeras figuran significativas.
La mayoría de los participantes poseen dificultades a nivel de relaciones interpersonales con los demás, ya que los mismos no pudieron internalizar patrones interactivos adecuados para futuras relaciones interpersonales. Además como para finalizar se llegó a la conclusión de que una persona con una estructuración psicopá- tica no necesariamente tiene que ser delincuente, existen personalidades psicopáticas que poseen dicho funcionamiento pero no llegan a una instancia de privación de la libertad. En algunos sujetos de la muestra se hallaron indicadores significativos de Psicopatía desarrollados en la infancia y arraigados además en la actualidad. Estos individuos no han podido incorporar una esperable capacidad para amar ni tampoco una adecuada capacidad para empalizar con las demás personas. Se pudo evidenciar una gran impulsividad, es decir existe en dichos sujetos incapacidad en el control de los impulsos.
Generalmente se halló en los sujetos conductas sexuales precoces a tempranas edades y situaciones teñidas por promiscuidad. Se podría pensar que lo que ocurre en dichos jóvenes es una reactualización de los primeros vínculos con sus objetos de amor.
Cómo referenciar este artículo: Celedón Rivera José; Barón García Beatriz; ElenaCogollo María; Miranda Yánez Massiel; Martínez Bustos Plutarco, (2016) Estilos de apego en un grupo de jóvenes con rasgos antisociales y psicopáticos. Revista Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe, 14 (01), pp. 151 - 165
Tablas https://docs.google.com/viewer url=https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5390715.pdf
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Análisis de la conducta psicopá- tica y tal como lo refiere Frick et al., (2000), aun en niños pequeño se pueden evidenciar conductas relacionada con la impulsividad/hiperactividad, asimismo estos atienden a la crueldad y frialdad emocional o insensibilidad. De igual forma estos indicadores tempranos de la conducta desviada, pueden estar asociado a los criterios de inclusión descritos en la psicopatía adulta en especial al factor afectivo según el PCL-R de Hare (2003). En este orden de idea autores como Cooke y Michie (2001) hallaron que en muchos niños y adolescentes delincuentes cumplían con indicadores propios del egocentrismo, frialdad emocional, falta de sinceridad y de remordimientos, al igual que estudio realizado por Vinet (2010), clasificó a los jóvenes infractores con rasgos psicopáticos en entidades agrupadas por el PCLYV problemas de conductas, afectivos, impulsivos e interpersonales, en donde los que tenían rasgos altos de psicopatía se caracterizaban precisamente por los indicadores afectivos; egocentrismo, frialdad emocional, falta de sinceridad y de remordimientos.
Estos resultados son consistentes a estudios realizados por (Brandt et al., 1997; Forth et al., 1990; Langstrom y Grann, 2000; Murrie y Cornell, 2000), donde estos autores dieron categorías psicopáticas según las puntuaciones obtenidas con el PCL-YV en jóvenes delincuentes. En este estudio se encontró que los jóvenes con alto rasgo psicopáticos, se caracterizaban por la falta de dad y la insensibilidad, pero hablar de este indicador moderado del rasgos de la psicopatía es aludir precisamente al estilo de vida desviado, con conductas antisociales que incluyen delitos, la probabilidad de delitos violentos, la proporción de reincidencia y mala respuesta al tratamiento, (Cooke y Michie, 2001). Pero qué diferencia el rasgo alto de psicopatía y el rasgo moderado, precisamente que el primero hay una connotación en la parte afectiva del joven y el segundo está asociado a la violación de la norma social y jurídica, cabe establecer que un rasgo moderado puede cursar hacia un rasgo alto hasta convertirse en un potencial psicópata el joven.
El rasgo de psicopatía bajo, es una categoría a lo interpersonal; al estilo arrogante, engañoso, artificial, locuaz y la conducta promiscua, es una entidad que nos engaña, al creer que por ser bajo no es tan importante. Es una apreciación errónea, ya que tienen que ver con la gratificación subjetiva y el reforzador de la misma gratificación en el joven, este puede experimentar el regocijo de la conducta antisocial, busca el poder y control en sus acciones delictivas, esto le genera el bienestar, por tanto este estado de placer egocéntrico conlleva a potencializar la arrogancia, la manipulación y el engaño como medio instrumental para conseguir sus propósitos. Por tanto el rasgo bajo, es una condición de alerta sobre el inicio de la conducta psicopá- tica en el adolescente, ya que el echo delictual logra la motivación y el logro narcisista en su auto estima, que infravalora hasta el punto de sentirse imparable, por tanto es el momento de crear su propias normas y la yuxtapone por encima de las demás existentes, sociales, jurídicas, morales o éticas.
En la medida que le genere satisfacción la conducta delictual, mayor es el compromiso en adquirir condiciones propias de la psicopatía. Sánchez (2010) llamó a estos rasgos de psicopatía bajo como psicópata esquizoide, ya que estos jóvenes sienten la vida de manera distinta al resto de sus compañeros, esto les provoca una dificultad en la comprensión de sí mismo, sobre todo cuando esta vivencia se traduce en conductas marcadas por lo raro, lo extraño y lo incomprensible. En la vida afectiva son distantes con los otros, como también indiferentes al medio, es como si éste no existiera, como si tampoco los sujetos de su alrededor existieran. Se aleja de todo y de todos, sumergido en su mundo interno, sin establecer ningún tipo de relación interpersonal. En lo que respecta a los estilos de apego se encontró que el apego inseguro puede conducir a sesgos hostiles en la percepción del otro, dando lugar a reacciones de agresividad de tipo reactivo.
En tanto que el apego seguro daría lugar a relaciones interpersonales basadas en la confianza. El apego juega un rol muy importante en lo que se refiere a la regulación emocional. Esta regulación, dependiendo del apego, puede ser flexible o rígida. Fonagy, et al..., (1997) propone que la seguridad en el apego permite y facilita la capacidad auto-reflexiva y la mentalización que asegura la comprensión intuitiva de las motivaciones del otro y su predicción. Esto protegería contra los trastornos de conducta en la medida que el adolescente es capaz de intuir los sentimientos del otro, generando relaciones empáticas. Cabe destacar que en el presente estudio los jóvenes con alto rasgo psicopáticos estaban asociados al apego ansioso y evitativo, tenían ausencia de sentimientos positivos hacia sí mismo o hacia los demás. Dificultad en el establecimiento de relaciones interpersonales y reticencia a interactuar con los demás de forma fluida. Dificultad para la empatía. Inexistencia de relaciones intensas y perdurables.
Relaciones son superficiales y sin montos de afecto. Carencia de vínculos seguros. Expresan conductas de aislamiento y retraimiento, es decir, no manifiesta contacto con el medio que lo rodea, por momentos permanece totalmente abstraído de la realidad, disperso, inmerso en su propio mundo, con predominio de la fantasía. Se evidencia pasividad y lentitud en la reacción frente a la presentación de estímulos. Con inestabilidad emocional, motriz y conductual. Dificultad en la expresión de emociones y sentimientos. Al igual que esto resultado, estudio realizado, (Sroufe y et al, 1990 y Sánchez, 2010) encontraron que el apego ansioso y evitativo mostraron menos relaciones satisfactorias con sus iguales y mayor número de síntomas ansiosos. Las conductas de tipo externalizante fueron más frecuentes en los adolescentes. Para la conducta que tiende a aumentar la distancia de personas y objetos supuestamente amenazadores resultan convenientes los términos "retracción" "huida" y "evitación".
La conducta de retracción y la de apego se suelen dar simultáneamente, en adecuadas medidas y proporciones. Contrario a lo hallado en Sroufe y et al., (1990), ya que ellos no lograron detectar distintas modalidades de inseguridad en el apego y su influencia específica. Sin embargo el presente estudio logró comprobar esta categoría en la relación de establecer las distintas modalidades de inseguridades en el apego y tal como lo refiere Bowlby (1997), una conducta de apego insegura-evitante o la presencia de dificultades en el establecimiento del vínculo materno-infantil, estaría ligado a madres o padres que maltratan o abusan a sus hijos, ya sea de manera física, verbal, a través de la apatía o por una incapacidad psicológica.
La mayoría de la muestra del presente estudio vienen de familia disfuncional y que su dinámica interna han estado vinculado filialmente dentro del maltrato y la violencia en toda su expresión. Por tanto la característica más sobre saliente en estos jóvenes es el despliegue inapreciable de las emociones de afecto, mucha angustia hacia el cuidador, o evasión de esta figura ante situaciones que exigen la cercanía. Rechazan la información que pudiese crear desconcierto, cerrando sus esquemas a ésta, poseen estructuras cognitivas muy rígidas, tienen más propensión al enfado, centrándose la mayoría de las veces en metas perjudiciales, frecuentes episodios de cólera y otras emociones negativas (Bowlby, 1997).
Los jóvenes que se encontraron con el apego ansioso-evitativo, eran renuentes en evitar relacionarse con otras personas, una introversión social, de igual forma estos jóvenes manejaban altos niveles de hostilidad y agresividad, distancia emocional e irritables, algunos de estos jóvenes con apego ansioso-evitativo habían puntuado alto y moderado en la escala de psicopatía. Este resultado se puede relacionar al encontrado por Sánchez (2010) en virtud que los jóvenes que se encontraban con el apego ansioso-evitativo manifestaban una mirada positiva hacia sí mismo pero una negativa hacia los demás. Evidente desconfianza hacia los demás, esto provoca una alerta constantemente, previniendo ataques del afuera.
Dificultad en las relaciones interpersonales. Sánchez (2010) encontró que estos jóvenes no pudieron incorporar un estilo de apego seguro, ya que sus primeras figuras significativas no le suministraron un tipo de apego óptimo para el posterior desarrollo emocional, esto en el caso de sus padres biológicos. Según (Puhl, Izcurdia, Siderakis y Oteyza, 2010) hallaron una correlación significativa entre la agresividad, el retraimiento y los estilos de apego evitativo y ansioso. Por el contrario (Astudillo, Gonzáles, Navarrete y Soto, 2012) encontraron una correlación indirecta entre el nivel de psicopatía y el apego. Pero lo hallado por Cabrera y Gallardo (2013) encontraron una correlación positiva y significativa entre altos niveles de psicopatía y baja percepción de sobreprotección materna en el nivel de apego. Los resultados obtenidos en este estudio se acercan más por lo encontrado por (Astudillo, Gonzáles, Navarrete y Soto, 2012) ya que no se encontró correlación entre los rasgos de psicopatía y estilo de apego (R.N.R-R.R) a diferencias los de Según (Puhl, Izcurdia, Siderakis y Oteyza, 2010); Cabrera y Gallardo, (2013). El estudio permitió indagar acerca de los estilos de apego en relación de un grupo de jóvenes con rasgos antisociales y psicopáticos, y en particular analizar una posible influencia del apego inadecuado en la formación de una personalidad psicopática.
En esta configuración inicial del apego y la psicopatía o personalidad antisocial no es una instancia dependiente, ya que existen otros factores que conllevan a un adolescente a delinquir, factores que pueden ser de orden económico, social, cultural, psicoló- gicos etc.
5. Conclusiones
Los jóvenes con estilos de apego seguro, en el dominio interpersonal tienden a ser establecer relaciones cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias. Y a nivel intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas coherentes de sí mismo. De igual forma, muestran tener una alta accesibilidad a esquemas y recuerdos positivos, lo que las lleva a tener expectativas positivas acerca de las relaciones con los otros, a confiar más y a intimar más con ellos sin que haya predominio de la desconfianza hacia los demás.
Los jóvenes con apego ansioso – evitante; tienen despliegues inapreciables emociones de afecto. Rechazan la información que pudiese crear desconcierto, cerrando sus esquemas a ésta, poseen estructuras cognitivas muy rígidas, tienen más propensión al enfado, centrándose la mayoría de las veces en metas perjudiciales, frecuentes episodios de cólera y otras emociones negativas. Los jóvenes con apego ansioso ambivalente (temeroso-ansioso, temeroso –evitativo etc.); buscan la proximidad de la figura primaria y al mismo tiempo se resisten a ser tranquilizados por ella, exponiendo agresión hacia la figura significativa de apego. Reaccionan ante la separación con angustia aguda y combinan comportamientos de apego con expresiones de reproche, enfado y obstinación (Bowlby, 1997).
A nivel descriptivo se puede decir, que de la muestra los que obtuvieron una puntuación importante en la escala de psicopatía PCL-YV en estos jóvenes, además la percepción negativa de su figura de apego, por tanto se le dificultaban entablar emociones profundas con los demás. Estos jóvenes tienen pobre control de los impulsos, despliegues de conductas desadaptativas y promiscuas, dificultad en a catar las normas, reglas y leyes, dificultad en elaborar duelos, baja tolerancia a la frustración, incapacidad para responsabilizarse de sus actos, inexistencia de culpa, remordimiento o vergüenza. Además se comprobó que ninguno de los casos exhibía un estilo de crianza de tipo “democrático”. Sino que por el contrario prevalecía el estilo de crianza permisivo y autoritario.
Si bien es cierto no existe una relación causal entre el apego y la psicopatía, pero dicha privación en el área afectiva desde la niñez e inhibición en el vínculo filiares (padre, madre, hijo) puede ser un indicador influyente en el desarrollo de una personalidad psicopática. La teoría del apego trabaja principalmente, centrándose en el estudio de los procesos que median una situación de vínculo o apego entre el niño y su padre, madre o cuidador, que poseen como principal función la del cuidado y protección de pequeño. Es imprescindible resaltar que el concepto de apego no solo incorpora componentes emocionales sino que también sociales, cognitivos y conductuales. Todos los individuos han desplegado un estilo de apego de tipo inseguro con sus primeras figuran significativas.
La mayoría de los participantes poseen dificultades a nivel de relaciones interpersonales con los demás, ya que los mismos no pudieron internalizar patrones interactivos adecuados para futuras relaciones interpersonales. Además como para finalizar se llegó a la conclusión de que una persona con una estructuración psicopá- tica no necesariamente tiene que ser delincuente, existen personalidades psicopáticas que poseen dicho funcionamiento pero no llegan a una instancia de privación de la libertad. En algunos sujetos de la muestra se hallaron indicadores significativos de Psicopatía desarrollados en la infancia y arraigados además en la actualidad. Estos individuos no han podido incorporar una esperable capacidad para amar ni tampoco una adecuada capacidad para empalizar con las demás personas. Se pudo evidenciar una gran impulsividad, es decir existe en dichos sujetos incapacidad en el control de los impulsos.
Generalmente se halló en los sujetos conductas sexuales precoces a tempranas edades y situaciones teñidas por promiscuidad. Se podría pensar que lo que ocurre en dichos jóvenes es una reactualización de los primeros vínculos con sus objetos de amor.
Cómo referenciar este artículo: Celedón Rivera José; Barón García Beatriz; ElenaCogollo María; Miranda Yánez Massiel; Martínez Bustos Plutarco, (2016) Estilos de apego en un grupo de jóvenes con rasgos antisociales y psicopáticos. Revista Encuentros, Universidad Autónoma del Caribe, 14 (01), pp. 151 - 165
Tablas https://docs.google.com/viewer url=https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5390715.pdf
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