I. Introduccion
Hasta mediados
del siglo pasado, el estudio del fenómeno de la conducta desviada se encontraba
anclado a las concepciones positivistas, que limitaban el objeto del análisis –centrándolo
exclusivamente en el desviado, el antisocial, las motivaciones del
comportamiento antisocial o desviado, etc.- y determinaban además el método
del análisis. – basado en la observación y la descripción del fenómeno,
de carácter causal-explicativo.- Se concebía al delincuente como
una suerte de “entidad patológica” ante la cual la sociedad organizada en base
a los inmutables valores que debía preservar a toda costa, debía actuar a fin
de encontrar las razones de la patología, y aplicar el remedio. Tal
ha sido( y es) la base ideológica fundamental de las políticas estatales
dirigidas exclusivamente a la corrección del problema criminal, aplicando penas
y sanciones con cada vez mayor severidad y violencia.
Sin embargo, tal sustento
doctrinario comenzó a declinar cuando los estudios sociológicos pusieron en
tela de juicio la imagen estática de la organización social,
establecida a base del sometimiento individual a las reglas
establecidas por el grupo.
La teoría del “labelling approach”
también llamada de la reacción social o del “etiquetamiento”, revolucionó en su
momento los círculos intelectuales al otorgar relevancia a los mecanismos de
control de la sociedad como los auténticos creadores de la conducta antisocial,
en abierta oposición a los estudios imperantes que, volcados en el estudio del
delincuente, no prestaban atención a los problemas del control social, ni
cuestionaban las definiciones otorgadas por las normas, ni criticaban el
funcionamiento del sistema ni la aplicación normativa a la realidad social.
Por
el contrario, el objeto central del análisis del fenómeno criminal en el
“etiquetamiento” es precisamente la acción del control social, su
comportamiento selectivo y su impacto en el sujeto sobre el que actúan. Su
campo de estudio se centró en este nivel. En tal sentido, su aporte en una
concepción cabal del proceso por el cual una persona va estructurando un
comportamiento contrario a las normas establecidas ha sido valiosísimo.
Si bien
en su momento se le hicieron, y aún pueden hacérsele hoy, diversas
observaciones, su impacto en la evolución del pensamiento
criminológico es, y sigue siendo, trascendental. Al estudio de estas
teorías centradas en el estudio de los mecanismos del control social antes que
en el estudio de la motivaciones de la conducta antisocial, está dirigido el
presente trabajo.
II. RESPECTO AL CONCEPTO DE “CONTROL SOCIAL”.
Los sociólogos definen el
Control Social como una extensión del proceso de socialización, mediante el
cual una persona aprende y se conduce conforme lo que se considerada
“adecuado” para su sistema social. Como lo anota Joseph Fichter, para actuar
“....hace presión
sobre las personas para que se conformen con las pautas, papeles, relaciones e
instituciones que son considerados de alto valor en la cultura.” Su acción,-y esto
es oportuno recalcar- no se restringe al concepto estatal únicamente. “La
sociedad contemporánea conoce y teme el poder dominante del Estado sobre los
individuos. Sin embargo, las exigencias de la institución política en la
mayoría de las sociedades son de hecho indirectas e impersonales. Mucho más
poderosa es la influencia de otros grupos, y es un axioma que los pequeños
grupos primarios ejercen sobre el comportamiento individual mayor y más directo
control que las grandes asociaciones secundarias”.[1]
El control social no tiene un solo nivel de acción,
en función pluralidad- individuo. Existe un control inverso; el jefe ejerce su
influencia sobre el grupo para que se allane a los valores que fomenta o
representa. Existe también la presión de grupos sobre la totalidad de la
sociedad, como es el caso de algunas minorías políticas o los llamados “grupos
de presión económica”.
La distinción básica entre los
tipos de control social es la siguiente:
-Controles
Formales: Los que el sistema elabora cuidadosamente, son
promulgados solemnemente y son de carácter obligatorio para todo aquél que
se encuentre de algún modo subordinado a la autoridad que establece la
norma. De tal tipo son las Leyes, decretos reglamentos, etc.
-Controles
informales: Son de tipo más sutil y se usan para imponer un
comportamiento acorde con las prescripciones del sistema social.
En tal área de acción, podemos
encontrar otros tipos de control:
-Control de grupo, que es
ejercido por la totalidad sobre sus integrantes para mantener su cohesión
interna. Tiene varios niveles: el familiar y educativo, el económico y
político, el recreativo y religioso.
-Control Institucional, que es
el que ejerce el grupo sobre la totalidad social, repitiendo comportamientos
establecidos y desarrollando en otros la progresiva aceptación a tales
comportamientos.
De otra parte las pautas de
comportamiento establecido y aceptado por la sociedad, deben ser comunicadas a
aquellos que están obligados a mantenerlas. Sin una efectiva comunicación, y en
varios niveles, el control social no tendría forma de llevar a cabo su
misión. Se requiere que las reglas consideradas básicas o fundamentales, sean
internalizadas por todos los miembros. Esto se logra mediante mecanismos de
carácter formal, como son las órdenes o mandatos emanados del Estado o de la
autoridad (Leyes, decretos) o mediante mecanismos indirectos o informales, como
el proceso educativo, la publicidad y la propaganda.
Como podemos apreciar, el
control social de carácter informal cumple un rol trascendental para establecer
los motivos o intereses que llevan al poder político a crear la imagen de la
criminalidad. La instancia familiar produce esquemas de comportamiento en el
individuo; los miembros de la familia reciben roles sociales que se espera sean
cumplidos a cabalidad. El proceso educativo en sus primeros años está generalmente
construido en base a conceptos como “obediencia” y “disciplina”, defendiendo el
modelo social preeminente a través de su estructura. Los medios de
comunicación, por su parte, imponen modelos de comportamiento por medio de la
publicidad.
En tal sentido, es válida la
conclusión de Villavicencio Terreros:
“Las sanciones penales son sólo un medio de control social, y probablemente, ni
siquiera el más importante.” [2]
III. LA TEORIA
DEL ETIQUETAMIENTO, DE LA REACCION SOCIAL O DEL “LABELLING APPROACH”.
Como ya se ha expresado, esta concepción afirma que la conducta
delictiva es el resultado del proceso de “rotulación” o “etiquetamiento” que
efectúa la misma sociedad, y no una enfermedad o degradación de ella. En las
siguientes líneas intentaremos desarrollar sus fundamentos más importantes.
3.1.
Principales Antecedentes.
Tiene sus antecedentes en dos tendencias de la sociología
norteamericana:
a) Interaccionismo
simbólico,
b) Etnometodología.
-El
Interaccionismo Simbólico, considera
que la realidad social se forma por interacciones concretas entre individuos, a
quienes un proceso de tipificación confiere un significado que es
abstraído de las situaciones concretas y se extiende por medio del
lenguaje.
Esta corriente, fundamentada
al igual que las anteriores en la filosofía fenomenológica, pone énfasis en la
interacción de los individuos y en la interpretación de estos procesos de
comunicación. De tal manera, no presta mucha atención a las estructuras
sociales, a los sistemas y a las relaciones funcionales, sino al mundo de
significados de los símbolos dentro del cual actúan los sujetos.
El método está basado en la
interpretación de las acciones a partir de los elementos que se encuentran en
la situación social a estudiar. Los fundadores más
importantes son: Cooley (1909 Social organization), George H.Mead (1934, Mind,
Self and Society), Blumer (1969, Symbolic interaccionism, perspectiva and
method), y Thomas (en: Zllderveld, 1973, De theorie van bet symbolisch
interaccionisme).
Los fundamentos teóricos más
importantes son:
· La alienación del
sentido de la comunicación cotidiana, contraria a la búsqueda de identidad y
del importante papel que juega en la sociedad la empatía (capacidad de ponerse
en el lugar de otro).
· La realidad social
se explica a través de las interacciones de los individuos y grupos sociales
(en este sentido se opone al determinismo social). Para interpretar la
actuación de los grupos e individuos no es suficiente estudiar su comportamiento
visible, sino también es relevante considerar su conciencia y sus pensamientos
como parte de sus actuaciones (contrario al conductismo).
Esta visión está basada en la
concepción teórica del hombre, a la vez producto y productor de su realidad
social. La interpretación, el sentido de las acciones, es resultado de las
interacciones que tienen una intencionalidad y un objeto; este sentido es
objetivo en la medida en que la interpretación es intersubjetiva. Se llega a la
interpretación de que una situación es real si los involucrados la definen como
tal (pragmatismo). Los hombres construyen la verdad, es decir, la verdad no
existe, por sí como tal.
El método de esta corriente se
puede caracterizar como el estudio
de los casos comparativos (véase
Glaser y Strauss, 1967). No parte de teorías globales, sino de conceptos
relevantes para analizar los casos particulares. A través de las
investigaciones comparativas y de la visión y conceptualización precisas, se
intenta construir teorías que sean relevantes para las acciones participativas.
El interaccionismo simbólico
busca, más que los dos métodos anteriormente mencionados, conjugar la teoría
analítica deductiva y la investigación empírico-inductiva, procurando
investigar la realidad en su complejidad sin reducirla a lo que el investigador
científico" cree como esencial. No obstante, el énfasis queda en los
procedimientos inductivos del método empírico. El mismo trabajo de
investigación es una interacción simbólica entre el investigador y los sujetos
de la investigación. Esta concepción se desarrolló con los aportes de Herbert
Blumer y sus colegas de la llamada Escuela de Chicago.
Los interaccionistas
simbólicos consideran que el ser humano es básicamente distinto del resto de
los animales. Mientras que los animales actúan en respuesta a otros objetos y
acontecimientos a partir del instinto o del condicionamiento previo, los seres
humanos adoptan una actitud o comportamiento sobre los objetos a partir de los
significados que estos objetos tienen para ellos. Los significados surgen a
través de la interacción social con los demás. Los significados son
comprendidos como productos sociales.
La conducta humana no es causada de un
modo determinado predefinido por fuerzas internas. La conducta es causada por
una interpretación reflexiva y derivada de la cultura de los estímulos internos
o externos presentes. Sin duda es G.H. Mead el sociólogo más destacado de esta
tendencia, entre otras cosas porque rompió con las nociones mecánicas y pasivas
del yo y de la conciencia.
Para Mead tanto el yo como la conciencia son
creaciones sociales de la vida cotidiana. Mead estaba preocupado por analizar
las pautas de interacción, los actos sociales que constituían la base de la
sociedad humana. La realidad no es un dato fijo sino que es cambiante a medida
que los actores crean nuevos roles y nuevos significados, definiendo su
situación de diferentes maneras, todas las cuales son reales para ellos.
Blumer ha criticado el empleo
exclusivo de variables en la investigación social, lo que reduce los sujetos a
factores en vez de actores que construyen o dan sentido a su realidad social en
términos pluriformes y dinámicos.
- Por su parte, la Etnometodología, o
Interaccionismo Neosimbólico, considera que
los significados del comportamiento son construidos y reconstruidos por el
hombre común durante su quehacer cotidiano. La realidad social es producto de
esta “construcción social”.
Este enfoque hace hincapié en
la interpretación y también en la transformación de la realidad social y en el
actuar creativo de los sujetos.
La etnometodología es
especialmente desarrollada por Garfinkel (1967: Studies in Ethnomethodology) y
Cicoruel (1964: Method and measurement in sociology) y está enfocada a las
maneras en que la gente comparte (en el sentido comunicativo) los hechos,
procesos y acontecimientos sociales.
El énfasis en los estudios
etnometodológicos se centra en los acontecimientos cotidianos y las influencias
del conocimiento común en las ciencias humanas.
Las investigaciones en este
contexto se realizan a nivel micro y parten del supuesto de que el
comportamiento humano es, en gran medida, racional. El interés no se halla en
el análisis funcional de las normas sociales, sino en los procesos en los que
la gente organiza sus actuaciones en la vida cotidiana.
Se intenta analizar el sentido
del comportamiento y las relaciones socio-culturales de las expresiones,
normas, reglas y códigos que emplea la gente. Las personas emplean el lenguaje
cargándolo de sentido; no se socializa únicamente, sino "crea"
acciones en un contexto social. La producción y la reproducción de las
relaciones sociales también en la forma institucionalizada de las
organizaciones, conforman los procesos centrales de estudio. Esta es más
notable en los trabajos de Berger y Luckman, (en: Turner, R. Ed. 1974.
Ethnomethodology selected readings) quienes caracterizan los procesos de
institucionalización en la sociedad como dialécticos. Ellos indican la relación
estrecha de la cultura (religión, lengua, arte) con los cambios en la sociedad
global. En este sentido la etnometodología cobra importancia para el estudio de
la educación de adultos en los procesos de desarrollo en las sociedades
latinoamericanas.
La etnometodología se preocupa
por descubrir los procedimientos que utilizan los actores para hacer el mundo
inteligible. Es el estudio del cuerpo de conocimientos de sentido común y de la
gama de procedimientos y consideraciones por medio de los cuales los miembros
corrientes de la sociedad dan sentido a las circunstancias en las que se
encuentran, hallan el camino a seguir en esas circunstancias y actúan en
consecuencia. Los etnometodólogos se centran en la acción, acción a la que
conciben en tanto implica y entraña un actor reflexivo.
Critican algunas
teorías sociológicas, por ejemplo, el funcionalismo estructural y el marxismo
estructural, que consideran al actor como un "imbécil desprovisto de
juicio". Se puede comprender en qué consiste la Etnometodología a partir
de la definición de Garfinkel, quien considera que los hechos sociales
constituyen el fenómeno sociológico fundamental, sin embargo, estos hechos
difieren considerablemente de los de Durkheim. Para este último los hechos
sociales son externos y coercitivos para los individuos. Para Garfinkel los
hechos existen a nivel micro.
La etnometodología se ocupa de la organización de
la vida cotidiana. Los hechos sociales son el resultado del esfuerzo concertado
de las personas en su vida cotidiana. El orden social se deriva, al menos
parcialmente, de la reflexividad (término que debe entenderse como el proceso
en el que estamos todos implicados para crear la realidad social mediante
nuestros pensamientos y nuestras acciones) de las personas.
Es decir, los
etnometodólogos rechazan la idea de que el orden se deriva meramente de la
conformidad a las normas. Es la conciencia del actor de sus opciones, así como
su capacidad de anticipar cómo van a reaccionar los otros a lo que ellos dicen
y hacen, lo que dispone el orden en el mundo cotidiano.
Los sociólogos acuden a su
interior para analizar qué procesos tienen lugar. El método de investigación
más utilizado es la observación participante. Al contrario que el
cuantitativismo funcionalista considera como no-real lo cuantificable. Rechaza,
por considerarlos reificantes, los análisis macrosociológicos.
Una de las críticas a la etnometodología es que no logra cuestionar el
orden y los conflictos sociales de los sistemas existentes. La decodificación
de la información de los individuos no conduce a la explicación de los procesos
sociales.
Con el método participativo comparte la crítica a los métodos
burocráticos y estadísticos y a la pretensión de la interpretación de
realidades desconocidas, a través de un lenguaje sofisticado que, muchas veces,
está lejos de entender la problemática de los grupos investigados. Por otra
parte tienen diferencias, por su empleo de procedimientos exclusivamente
inductivos, su carácter funcionalista y su renuencia a la teoría para lograr la
praxis.
-Por su parte, FRANK TANNENBAUM acuñó el término “dramatizacion of evil” (“dramatización de
la realidad”) que designaba la manera en que se aplicaba públicamente a un
persona una etiqueta deshonrosa. Este proceso de reacción social determina
futuros comportamientos y además condiciona el concepto que el sujeto se forma
respecto a su papel en el sistema. Las reacciones y definiciones sociales sobre
ciertas formas de conducta son indispensables para el surgimiento del
comportamiento desviado, que se modela a través del conflicto de valores que se
produce entre quien rompe las reglas y el resto de la comunidad.
-A su vez, Edwin LEMERT realiza un importante aporte a estas Teorías, al
considerar que la asignación de un significado antisocial o desviado a un acto
determinado se producen por interacción informal o a través de instituciones
formales de control social. Existe una desviación “primaria” que por los
procesos estigmatizantes subsiguientes se convierte en una desviación
“secundaria” como medio de defensa, ataque o adaptación ante los conflictos
creados por la reacción de la sociedad oponiéndose a la primigenia desviación.
Son pues, fundamentalmente dos las cuestiones: primero, como surge el
comportamiento desviado, y segundo, como se ligan simbólicamente los
actos desviados, y cuales son las consecuencias para la posterior conducta del
sujeto. La reacción del entorno negativa hacia su conducta, origina que el
individuo finalmente se identifique con el papel que el entorno le ha
otorgado, e inicie su carrera delictiva.
3.2. La teoría de
la rotulación o “labelling approach según el enfoque de HOWARD S. BECKER.
Es considerado como el
auténtico sistematizador y el mayor representante de la teoría del
etiquetamiento. En su obra
“Outsiders: Studies of the Sociology of desviance”, (1963) expone lo siguiente:
“...deviance is not a quality of the act of a
person commits, but rather a consequence of the application by others of rules
and sanction to an “offender” The deviant .is one to whom the label has
successfully been applied; deviant behaviour is behaviour that people so
label.” [3]
Es decir, la desviación no es
una cualidad del acto cometido por la persona; es más bien, una consecuencia de
la aplicación por parte de otros de las reglas y sanciones a este ofensor. El
desviado es alguien a quien esta etiqueta le ha sido aplicada con éxito, el comportamiento
desviado es el que la gente ha establecido o“etiquetado” como tal.
La conducta desviada o
criminal surge verdaderamente en el momento en que la sociedad establece reglas
que definen que comportamiento es aceptado y cuál no lo es.
Para Becker, que tan
“desviada” es una conducta, depende en qué tanto lo vea el entorno de esta
manera. No se trata de una simple cualidad presente en algunos
tipos de conducta y no en otros.
La misma conducta puede ser una
infracción a las reglas en alguna circunstancia y no serlo en otra; puede
ser considerada infracción cuando es cometida por una persona pero no cuando la
comete otra; algunas reglas se violan impunemente y otras no. Que tan
“desviado es un acto no es solamente consecuencia de la naturaleza del acto (en
la medida que viole o no determinada regla) sino que precisa de una efectiva
reacción contraria de la comunidad.
El definir un comportamiento como
antisocial involucra cómo responde el resto de la comunidad a la conducta. En
esta concepción teórica, como bien anota Villavicencio Terreros,”...la
conducta desviada es el resultado de un proceso de interacción que tiene lugar
entre la acción que se cuestiona y la reacción de otros individuos.”[4] El
objeto central del análisis es la definición de la criminalidad, que se
hace en las circunstancias ya mencionadas.
Ahora bien, después de
haber sido definidas las normas y delimitada de tal forma la criminalidad, debe
tomarse en cuenta el hecho que la sola violación de éstas no ocasiona la
calificación de un comportamiento como antisocial o desviado, como se ha
anotado en los párrafos anteriores. La fijación de las normas debe
combinarse con la percepción del entorno social. Becker plantea la siguiente
tipología:
Tipos de
comportamiento desviado ( Deviant Behavior)
CONDUCTA OBEDIENTE
(Obedient Behavior)
|
CONDUCTA
INFRACTORA
(Rule-breaking Behavior)
|
|
PERCIBIDO COMO DESVIADO
(Perceived as deviant)
|
Equivocadamente incriminado
(Falsely Accused)
|
Netamente desviado
(Pure deviant)
|
NO PERCIBIDO COMO DESVIADO
(Not perceived as deviant)
|
Conformista
(Conforming)
|
Secretamente desviado
(Secret deviant)
|
Se considera de
importancia esta “diferenciación” o categorización de la desviación” por ser
necesaria para una completa explicación de tal conducta. Por cierto,
Becker se apresura a acotar que esta clasificación debe ser usada en un entorno
en el cual exista un código de normas ya establecido; no será efectiva en una
sociedad compleja en la cual exista más de un código aplicable a la misma
persona y situación.
Dentro de su esquema
sociológico conflictual, en el cual los grupos sociales están siempre tratando
de imponer sus reglas a otros, una importante cuestión salta a la vista: :
”... Who can, in fact, force others to accept their
rules and what are the causes of their success? This is, of course, a question
of political and economic power”. (“¿Quien
puede, de hecho, forzar a otros a aceptar sus reglas y que ocasiona que
tengan éxito? Esta es, por supuesto, una cuestión de poder político y
económico.”)[5]
Becker apreció que en
Estados Unidos de Norteamérica los negros tienen reglas hechas por
gente de raza aria; los inmigrantes o integrantes de una etnia diferente
siempre tenían reglas diseñadas para ellos por la minoría protestante anglosajona.
Igualmente la clase media norma lo que debe llevarse a cabo por los que
pertenecen a clases más bajas. Simplemente, porque tienen preeminencia sobre el
resto de la comunidad, ya sea por riqueza o por tener a su lado algún tipo de
fuerza coercitiva.
Sobre este fundamento
eminentemente político, se explica el comienzo (pero no el origen)
de las carreras delictivas. Sin dar demasiada importancia a las motivaciones
internas, Becker afirma que no hay razón válida para asumir que solamente los
que efectivamente incurren en un acto desviado son los que sienten el impulso
de perpetrarlo. En tal sentido, antes que preguntarse porque hay gente que
tiene impulsos criminales, hay que preguntarse porqué existe gente que no cede
a estos impulsos. El desarrollo normal de la Sociedad puede ser visto como una
secuencia progresiva de mandamientos en pro de instituciones y nuevas
convencionales sociales.
La persona “normal” que descubre en sí un impulso
desviado, puede sopesar las consecuencias que le acarrearían el ceder al mismo.
Un adolescente clasemediero reprime su impulso de abandonar la secundaria
porque su futuro ocupacional depende de que tenga una instrucción completa.
Igualmente, el adulto de posición social establecida reprime su interés en las
sustancias tóxicas o su beneficio pecuniario por temor a perder lo ganado:
familia, trabajo, reputación etc. Por el contrario, quien no tiene una
reputación o una posición que mantener no tiene porqué refrenar sus
impulsos. De tal manera, la sumisión se produce por temor a la reacción
del entorno, que viene a ser temor a la sanción, o finalmente, temor al
poder.
Ahora bien; ¿cómo se crea en
el sujeto el patrón criminal, es decir, no el acto aislado sino la conducta
habitualmente habitual o desviada? Aquí viene -no antes- la actuación del
aprendizaje. Quien está primaria mente involucrado en el proceso de convertirse
en un marginal (“Outsider”,
como lo denomina Becker) de
primera mano no puede reconocer los beneficios o placeres que produce el
quebrar las normas establecidas. Necesita, por tanto, ser avisado de ellas.
Paso crucial en el inicio de la carrera delictiva, como ya se ha mencionado
párrafos arriba, es tener la experiencia efectiva de ser señalado, “ marcado” ,
“etiquetado” o “rotulado” como antisocial o desviado, es decir, se ha
revelado , para la sociedad como una persona distinta a la que se conocía
anteriormente. Esto trae drásticas consecuencias para la posterior
participación social del sujeto, así como para con la imagen que posea de sí
mismo.
“To be labelled a criminal one need only commit a
single criminal offense, and this is all the term formally refers to..(...).One
recieves the status as a result of breaking a rule, and the
identification proves to be more important than most of others. One will be identified
as a deviant first before other identifications are made. The cuestion is
raised: what kind of person would break such an important rule? And the answer
is given: One who is different from the rest of us, who cannot act as a
moral human being and therefore break another important rules. The deviant
identification becomes the controlling one.” [6]
Solamente se requiere cometer
un acto criminal o antisocial para que el fenómeno de “estigmatización” se
inicie. La reacción social es fácilmente graficable :”Quién sería capaz de
hacer eso?” Solamente alguien diferente, que no puede vivir como el
resto. La identidad criminal pasa a tener control absoluto y definitivo.
Ante esta circunstancia, ¿Cuál
es el siguiente paso para el ya “etiquetado”? Buscar a otros que compartan su
condición. Los grupos de marginales se organizan, de tal manera, en torno a su
marginalidad, que los ha separado del resto. Becker recurre constantemente al
ejemplo de los homosexuales, ejemplo que resulta a la fecha particularmente
actual, si tomamos en cuenta la acción de las Comunidades y Movimientos de
homosexuales en América y Europa, los cuales plantean reivindicaciones al
Estado y van ganando terreno progresivamente.
Ahora bien, que tan completa
es esta teoría, o en todo caso, que tan bien logra explicar el fenómeno
de la criminalidad en la sociedad, precisa de un análisis que efectuaremos a
continuación.
IV. ANALISIS
CRÍTICO DE LA TEORIA DEL “ETIQUETAMIENTO”.
La Teoría del “etiquetamiento” o “labelling
approach” tuvo gran aceptación en los círculos intelectuales y progresistas
norteamericanos durante la década del sesenta. Sin embargo, el avance de las
sociedades en América latina durante las décadas subsiguientes puso en
tela de juicio gran parte de sus razonamientos y conclusiones. Villavicencio
Terreros sintetiza las críticas planteadas de la siguiente forma:
“..la perspectiva del
etiquetamiento se desatiende de la desviación primaria (de las causas que
conducen al comportamiento desviado), cae en un determinismo (la etiqueta
siempre conduce a la desviación y con ello se ignora que la desviación puede
ser una opción para el sujeto), la perspectiva del etiquetamiento es idealista
y que esa perspectiva desconoce la cuestión del poder pues sólo presta atención
al mecanismo del etiquetamiento.”[7]
Por su parte, Francisco Alonso Pérez, citando a García-Pablos de Molina,
sintetiza las críticas correspondientes de la siguiente forma:
· “No dice nada respecto a la existencia y explicación de una conducta
socialmente no deseada, que oficialmente no se caracteriza como delito y que,
además tampoco pretende cambiarla.
· No ofrece, pues, respuesta al problema de la desviación misma ni se
preocupa de problemas básicos, como los de control y prevención del delito o la
resocialización del delincuente.
· Parece interesada sólo por describir y criticar la acción del control
penal y de sus instancias criminalizadoras, prescindiendo de toda referencia
valorativa.
En efecto, el método de análisis utilizado por el
“labelling aproach” enfatiza la observación sobre la acción y reacción
del entorno social a la conducta desviada, expresados a través de los
mecanos del Control Social.
Como operan estos mecanismos es fundamental, porque
son los que atribuyen el la condición de criminal al individuo. En esta
concepción, es trascendental la dialéctica grupo-individuo, y la acción del
poder político y económico. A mi entender, sin embargo, esto ha ocasionado una
polarización de sus puntos de vista.
Su observación parece demasiado sesgada a
la acción formal del control social. Muy poco o nada se analiza de la acción y
reacción de controles de tipo informal, cuya acción, como ya hemos apreciado a
lo largo del tema, es generalmente mucho más importante en el medio social y de
mayor efecto y presión sobre el individuo.
En efecto, encontramos referencias a
la acción del poder, al castigo, a la penalización de la conducta.......pero
casi ninguna referencia a la acción del medio familiar, de la religión o de la
“mass media” (de tanto poder precisamente en su propio país, Estados Unidos de
Norteamérica). Aún más.... ¿que hay de la educación recibida por el sujeto
desde sus primeros años? ¿No es este acaso un aspecto de alguna importancia
para el control social?
Esta polarización del análisis queda evidenciada cuando Becker llega al
punto de explicar las motivaciones iniciales de aquél que muestra una conducta
“inadecuada” a los cánones del sistema imperante. Sencillamente evita tratar la
cuestión, y sostiene su análisis de forma negativa, centrándose en observar a
quien se niega a seguir sus impulsos criminales por temor a la reacción del
entorno.
Correcto, pero la pregunta sigue en pie: ¿porqué unos siguen sus
impulsos criminales y porqué otros no? ¿Porqué algunos tuvieron temor
suficiente al castigo y porqué otros vencieron su temor? Becker
intentaría responder: porque algunos tienen más que perder que otros. Otra vez
correcto...pero esto no responde la cuestión. Finalmente, aceptando sus
razonamientos, siempre queda esta pregunta:
¿por qué existen los
impulsos criminales?........
De tal manera, se hace evidente que la teoría que formula carece de una
explicación coherente de la conducta criminal. Es bastante completa al dar una
explicación de las motivaciones “posteriores” del individuo ya
“rotulado”, “etiquetado” “marcado” o, en fin “tachado” como antisocial. Pero no
explica las motivaciones iniciales del desviado.
Aún mas, al explicar la conducta delictiva como resultado de un proceso
de estigmatización efectuado por los poderosos de la sociedad, se logra
un acertado análisis de la conducta de los criminales “tradicionales”,
pero poco ayuda esta definición a explicar comportamientos criminales
“evolucionados”, que no encajan en el esquema del individuo con impulsos
antisociales sujeto o dependiente del poder del Estado.
Cabe aquí,
precisamente, otra pregunta incómoda ¿Qué ocurre con la delincuencia efectuada
por quienes, precisamente, detentan el mando? ¿Cómo delinque aquél de una
posición política o económica predominante en el medio? Infortunadamente,
sobran casos en nuestra realidad social......y Howard Becker no nos ayuda a
explicar este fenómeno. Al tratar las causas de la delincuencia económica o de
“cuello blanco”, Alejandro Solís Espinoza anota que “..las hipótesis comprensivo-explicativas de la delincuencia
tradicional y común, no podrían ser aplicables en forma idéntica a esta “
criminalidad dorada” o de los poderosos.” En tal sentido, la concepción del “etiquetamiento social”
“...aplicada a la delincuencia económica no explica tanto su existencia como su
cifra negra (desconocida).”[9]
Respecto a este punto, Elena Larrauri anota:
“Es cierto que los teóricos del etiquetamiento mencionan el poder, pero
este análisis no se desarrolla ulteriormente, ni se nos indica quién es, ni
como opera. (..) Sitúan el énfasis en las consecuencia que importa para
el desviado la etiqueta, el cambio que éste experimenta en su identidad, pero
se desentienden del interés que tiene el poder para ejecutar este proceso de
etiquetamiento.” [10]
Las fisuras en el esquema teórico de la “rotulación” se hace aún más
evidente cuando Becker plantea su tipología del comportamiento desviado,
e incluye al denominado “desviado secreto”. La incongruencia salta a la vista.
De ser cierto que la conducta antisocial depende de la reacción social, no
queda clara la existencia de esta tipología.
Sin quererlo, Becker está
admitiendo que hay algo más en la creación del comportamiento desviado que la
sola estigmatización del entorno social. Mejores resultados al respecto
había obtenido Robert Merton dentro de su concepción de la “anomia
social”, al definir la conducta innovadora, como aquella efectuada por el
individuo que es parte y hasta soporte del sistema, pero que para lograr sus
fines de enriquecimiento utiliza métodos rechazados por la sociedad.
Por otra parte, no resulta clara la razón por la cual Becker considera
irremisible el inicio de una carrera delincuencial en el individuo que cedió a
sus impulsos desviados y recibió la sanción del sistema social y después fue
encasillado como antisocial.
Según su análisis, este individuo buscará el
amparo de otros en su misma situación, y pasará a integrar el grupo de los
profanos u “outsiders”, dado a que tiene
con ellos algo en común: este encasillamiento o rótulo social.
Nuevamente vemos
que en la formación definitiva de un desviado hay un elemento que no depende
exclusivamente del rechazo de un grupo social, sino por el contrario de la
aceptación de otro grupo. Aún más, viene al cuento otra pregunta incómoda:
¿Qué impide al sujeto rotulado como “outsider” refugiarse más bien en el ostracismo social? Al respecto,
nuevamente el análisis de Merton tenía mejores respuestas.
Del mismo modo, resulta también objetable que al formularse esta teoría,
no se tuviera en cuenta el hecho, fácilmente verificable en nuestra realidad
social, que un grupo con intereses contrapuestos con el sistema imperante,
llegue a un nivel de cohesión tal que lo motive a plantearle
reivindicaciones.
El ejemplo de los homosexuales, tan usado por Becker,
es claro: las llamadas “comunidades gay” en Europa y América tienen una acción
cada vez más incomoda para los gobiernos de corte conservador, ya sea en sus
reclamos de reconocimiento de sus derechos, de igualdad de oportunidades, en
sus demandas de modificaciones legislativas. Estos grupos quieren ser parte del
sistema, pero ser también aceptados con sus peculiaridades.
Acudiendo a un ejemplo mas cercano al sistema penal, podemos apreciar
los reclamos y revueltas efectuados por los internos de los diversos penales
del país en meses pasados. Tales revueltas, como podría pensarse por la
ideología que profesan, no fueron llevadas a cabo exclusivamente por
delincuentes terroristas, sino también por los presos denominados
“comunes” que reclamaban un mejor trato penitenciario, celeridad en sus
procesos y el derecho a no ser discriminado laboralmente al cumplir su condena.
No siempre ocurre, como vemos, el apartamiento total del sistema por parte de
los rechazados. Estos también se agrupan y reaccionan contra este rechazo. Y
este aspecto está totalmente ausente en los razonamientos de Becker.
Esta falencia, a mi entender, se origina en el haber ignorado al
fundamentar sus hipótesis, que los grupos sociales de diversa índole, se
encuentran muchas veces aptos para defender sus intereses, así sean contrapuestos
a los del grupo dominante, o finalmente, del Estado. Un interés grupal
económico o político, no preeminente por el momento, de hecho intentará
predominar finalmente. De otra manera, no se explica la existencia actual de
los llamados grupos de presión.
Es decir, la dinámica del poder en la sociedad no se circunscribe
solamente a como defiende sus intereses. Debe apreciarse también la reacción de
quienes no tienen el mando, pero a pesar de ello tienen mucho o poco que decir.
Y muchas veces la acción de estos grupos ocasiona que el control social
modifique sus mecanismos. Sobre el particular, Alesandro Baratta anotaba
que: “... estas teorías, reduciendo, como se ha visto, la
criminalidad a la definición legal y al efectivo etiquetamiento, exaltan el
momento de la criminalización y dejan fuera del análisis la realidad de
comportamientos lesivos de intereses merecedores de tutela, (...) el análisis
de las relaciones sociales y económicas, que debería proporcionar la clave de
las diversas dimensiones de la cuestión criminal, se desenvuelve en un nivel
insuficiente, típico de las teorías de mediano alcance. (..) ..mientras
las hace vagamente fungibles a un ulterior encuadramiento en teorías más
comprensivas y no identificadas del todo, les permite proporcionar una serie de
elementos descriptivos, indudablemente útiles, de la superficie fenoménica de
uno y otro aspecto de la cuestión, pero no de aprehenderlos en su raíz, de modo
contextual y orgánico. Sólo descendiendo del nivel fenoménico de la superficie
de las relaciones sociales al de su lógica material es posible una
interpretación contextual y orgánica de ambos aspectos de la cuestión. Pero eso
trasciende los límites de una teoría de mediano alcance e implica un
desplazamiento del punto de partida para la interpretación del fenómeno
criminal: del fenómeno mismo a la estructura social, históricamente
determinada, en la cual éste se inserta.” [11]
CONCLUSIONES.
1. El enfoque del “etiquetamiento” de Howard Becker, así como la interacción
simbólica y la etnometodología, presta invalorables aportes en el
entendimiento del proceso mediante el cual el individuo desarrolla un
comportamiento criminal, y se “institucionaliza” como tal.
Pero consideramos válida la crítica efectuada por otros estudiosos del
tema, en el sentido de no ofrecer explicación alguna a la desviación primaria
del futuro criminal. Es decir, presta una explicación coherente del inicio y
hasta del proceso de una carrera criminal. Pero no otorga explicación alguna
del ORIGEN del criminal o del antisocial.
2.
Al no prestar atención alguna a las
motivaciones individuales, centrando su análisis en el proceso, se originan
fisuras y contradicciones en su concepción teórica. Se evidencian las mismas en
su propuesta de tipología criminal, donde tiene que aceptar que existen
criminales a quienes la sociedad o la reacción social no ha podido
“crear” (los “desviados secretos”), o no puede explicar cuál es la razón de que
el sujeto ya rechazado se una a otros de su condición y se
institucionalize como antisocial sin optar por otras conductas.
3.
Aún más el enfoque de la rotulación
resulta incompleto, pudiendo ser aplicable únicamente a conductas antisociales
comunes cometidas por gente de estratos sociales bajos, y no a conductas
delictivas cometidas por gente de estratos sociales altos, con poderío
económico y/o político ,de importancia cada vez mayor en nuestra sociedad.
4.
Asimismo, esta teoría yerra al considera en su análisis casi exclusivamente la
reacción del grupo de poder contra el individuo, olvidando que existe una
reacción del individuo que va más allá del simple refugio entre sus
“congéneres sociales (los otros desviados)” y que llega a expresar una real
solidaridad y lucha por adquirir espacios sociales. (Los negros y los latinos
en Estados Unidos, los movimientos integrados por homosexuales y lesbianas,
etc.) Es decir, la explicación del proceso de rotulación criminal deviene en
“excesivamente técnica” y desconectada de la estructura social y política
en donde se origina, en donde la relación dialéctica entre los grupos con mayor
o menor grado de poder ocasionan comportamientos socialmente perjudiciales.
5.
Sin embargo, pese a sus carencias o a las limitaciones en su alcance como acota
Baratta, el aporte intelectual de Becker y de las concepciones interaccionistas
ha sido fundamental para el avance en el estudio del fenómeno criminal. No es aventurado
decir que sin él, hasta hoy no sería posible entender el análisis de este
fenómeno de forma amplia, integrando en este el comportamiento de las
estructuras de la sociedad políticamente organizada. Como lo define
Larrauri, tales aportes constituyeron “el cambio de paradigma”; el mismo
que, a pesar de todo el tiempo transcurrido desde su aparición, no apreciamos
aún en el diseño y aplicación de la política criminal en nuestro país.
BIBLIOGRAFÍA
1. ALONSO
PEREZ, Francisco. 1999. “Introducción a la Criminología”. Madrid, Ed.
REUS.
2. BARATTA,
Alessandro. 2001. “Criminología Crítica y Crítica del derecho penal” Buenos
Aires, Siglo XXI Eds.
3. BECKER, Howard S.
1963 ”Outsiders: studies in the Sociology Of deviance.” New York, Free Press.
4. FICHTER,
Joseph. 1969. “Sociología”. Barcelona, Ed.Herder.
5. SOLIS
ESPINOZA, Alejandro. 1988. “Criminología: panorama Contemporáneo”. Lima,
Ed. DESA.
6. LARRAURI,
Elena: 2000. “La herencia de la Criminología crítica”; Madrid, Siglo XXI Eds.
7. VILLAVICENCIO
TERREROS, Felipe. 2000. “Introducción a la Criminología”. Lima,
Ed.GRIJLEY.
Muchas gracias. Muy útil e integra las ideas de una manera muy accesible
ResponderEliminar¿SIENTE QUE SU MATRIMONIO ESTÁ FRACASANDO/DIVORCIO/PERDIÓ EL AMOR Y BAJO FINANCIERAMENTE??? LA CASA ESPIRITUAL DE LA DR ELLEN OMIRI ES LA SOLUCIÓN A TUS PROBLEMAS. LLAMA O WHATSAPP:+2348106541486
ResponderEliminar* Poderoso hechizo de amor.
*La venganza del cuervo maldito.☎ +2348106541486
* Lanzador de hechizos de amor para recuperar a un amante perdido en 24 horas.
* Curandero tradicional para recuperar a un amante perdido (recupera a tu ex).
*Hechizos de matrimonio. Correo electrónico: ellenspellcaster@gmail.com
* Curandero local.
*Herbolario/curandero tradicional.+2348106541486
*Adivino
*Lectura de mano. Correo electrónico: ellenspellcaster@gmail.com
*Lectura psíquica.
*Locura causada por el arte de las brujas.+2348106541486
*Hechizos negros para recuperar a un amante
*Hechizos de besar/tirar.
*Niños tercos
*Niños sordos en el aula
OFRECEMOS NUESTROS SERVICIOS EN TODOS LOS PAÍSES DEL MUNDO LLAME/ WHATS APP:+2348106541486
CORREO ELECTRÓNICO: ellenspellcaster@gmail.com