RESUMEN
La
conducta antisocial comprende todo comportamiento que quebranta normas e
intereses sociales, siendo una acción dañina para los demás. La adolescencia
constituye una etapa en la que el individuo resulta más vulnerable a participar
en este tipo de conductas desadaptativas. El objetivo planteado, es la
confirmación factorial de la estructura del Cuestionario de Conducta Antisocial
(CCA) y su relación con variables criteriales (IVE-J, Martorell y Silva, 1993;
LCA, Martorell, González y Aloy, 1992). Los participantes (N=510) tenían entre
10 y 17 años. La estructura se confirmó con el Análisis Factorial
Confirmatorio. El Alfa de Cronbach
permitió identificar la buena consistencia interna y el Coeficiente de
Correlación de Pearson la estabilidad temporal. La convergencia con variables
de personalidad y socialización fue buena. El CCA está compuesto por tres
factores: Agresividad, Aislamiento, Ansiedad/Retraimiento.
Palabras
Clave. Conducta antisocial, adolescencia, evaluación, personalidad,
socialización.
ABSTRACT
Antisocial
behavior includes any behavior that violates social norms and interests, being
an action which is disruptive or harmful to others. Adolescence is a stage
where the individual is more likely to participate in this kind of maladaptive
behavior. The aim of this piece of work is to confirme the factorial structure
of the Antisocial Behavior Questionnaire (CCA) and its relationships with
criterial variables (IVE-J, Martorell y Silva, 1993; LCA, Martorell, González y
Aloy, 1992). The participants (n=510) are between 10 and 17 years old. The
structure was confirmed by the Confirmatory Factor Analysis. The Cronbach
Alpha, permitted the identification of a good internal consistency and the
Pearson Correlation Coefficient was used to identify temporal stability. The
convergence with personality and socialization variables was good. The CCA is
made up of three factors: Aggression, Isolation, Anxiety/Withdrawal.
Keywords.
Antisocial behavior, adolescence, assessment, personality, socialization.
INTRODUCCIÓN.
El
denominador común de todas las definiciones del concepto “Conducta Antisocial”
es la falta de respeto por las normas sociales básicas (Martínez y Gras, 2007).
Entendiéndose por conducta antisocial aquel comportamiento que infringe las
normas e intereses sociales, además de ser una acción perjudicial o dañina
contra los demás, tanto personas como animales o propiedades, siendo su factor
principal la agresión (Calvo, 1999; Garaigordobil, 2005; Bringas, Herrero,
Cuesta y Rodríguez, 2006).
La
conducta social es fruto de la interacción compleja tanto de factores
biológicos, psicológicos y sociales (Sobral, Romero, Luengo y Marzoa, 2000;
Boxer, Goldstein, Musher-Eizenman, Dubow, Heretick, 2005; Bringas et al.,
2006), como de variables personales como edad, género, valores motivacionales o
personalidad (Muñoz, 2004; Musitu, Moreno, y Murgui, 2007).
Las
investigaciones que intentan relacionar la conducta antisocial con el género
indican que es más elevada en varones: los chicos puntúan más alto en
agresividad (Calvo, González y Martorell, 2001), se involucran en mayor medida
en actividades delictivas (Rodríguez y Torrente, 2003). También en conceptos
relacionados, como búsqueda de emociones, desinhibición y susceptibilidad al
aburrimiento (Navas, Muñoz y Graña, 2005; Garaigordobil, 2005; y López y Lobo,
2008, Inglés et al., 2008).
Manifiesta
su mayor intensidad en la adolescencia, cuando aparecen o se incrementan la
mayoría de problemas (Inglés et al., 2009). Hacia el final de la adolescencia
se desarrolla cierta madurez psicosocial que aumenta el control de impulsos, la
supresión de la agresión, la responsabilidad personal, y la resistencia a la
influencia del grupo de iguales (Monahan, Steinberg y Cauffman, 2009a). Así el
individuo retorna a patrones de conducta más adaptativos, disminuyendo la
conducta antisocial (Rodríguez y Torrente, 2003; Martínez y Gras, 2007;
Monahan, Steinberg, Cauffman y Mulvey, 2009b).
Los
valores y motivaciones de los adolescentes se guían en general por metas
emancipativas y educativas. Sin embargo, los adolescentes antisociales lo hacen
por metas antisociales, el reconocimiento social y el físico (LópezRomero y
Romero, 2010).
En
adolescentes antisociales se observa un patrón desinhibido e inestable
emocionalmente (Sobral et al., 2000 y Luengo, Sobral, Romero y Gómez, 2002),
caracterizado por impulsividad, búsqueda de sensaciones, baja autoestima, falta
de empatía y locus de control externo. Así como por, inconsistencia ante las
normas y bajo autocontrol, además de ansiedad, extraversión e independencia
(López y López, 2003).
Las
variables más predictivas son la agresividad, la impulsividad y falta de
autocontrol en las emociones (Mestre, Samper y Frías, 2004); la búsqueda de
sensaciones, la susceptibilidad al aburrimiento, el afán de aventura y la
depresión (Muñoz, Navas y Graña, 2005); y también la baja competencia social al
principio de la adolescencia (Sørlie, Amlund y Ogden, 2008) y el egoísmo
(Velden, Brugman, Boom y Koops, 2010).
Muchas
de estas variables se toman como indicadores de riesgo. Sin embargo, los
factores de riesgo no son exclusivamente personales, sino que abarcan áreas
diferentes, como la familia, la escuela, el grupo de iguales, las relaciones
interpersonales o el ambiente en que se desenvuelven (Calvo, 1999; Mestre et
al., 2004; Bringas et al., 2006; Trentacosta, Hyde y Shaw, 2009; Neumann,
Barker, Koot y Maughan, 2010). Sobral et al. (2000) observaron que los factores
psicosociales que actúan como prevención espontánea son la familia (aspectos
estructurales de la unidad familiar, ambiente afectivo, pautas de crianza,
estatus socioeconómico), el contexto escolar, y el grupo de iguales; y por otro
lado factores individuales, como características de temperamento y variables
sociocognitivas. En este sentido, Mestre et al. (2004) observaron como factores
de protección la emocionalidad controlada y los sentimientos orientados al
otro; y Muñoz et al. (2005) señalaron la empatía, la práctica religiosa y un
autoconcepto positivo.
Los
instrumentos utilizados para evaluar la conducta antisocial son variados. La
Escala de Dificultades de Temperamento de Cantoblanco (EDTC, Herrero, Ordóñez,
Salas y Colom, 2002), es un autoinforme formado de 90 ítems que mide rasgos de
personalidad relacionados con la conducta antisocial (impulsividad, ausencia de
miedo y búsqueda de sensaciones). El Cuestionario de Conducta Antisocial
Delictiva de Seisdedos (1988) evalúa Conducta Antisocial y Conducta Delictiva,
y está formado por 40 ítems. La Escala de Conducta Antisocial (ASB, Martorell y
Silva, 1993), está formada por 46 ítems que hacen referencia a conductas de
trasgresión de normas sociales y gamberrismo. El Inventario de Conductas
Antisociales (ICA, Bringas et al., 2006), está construido a partir de ítems de
otros cuestionarios sobre conducta antisocial, recogiendo conductas y actitudes
catalogados de antisociales, está formado por 109 ítems. El Inventario de
Habilidades Sociales para Adolescentes (Inderbitzen y Foster, 1992) evalúa en
dos escalas la conducta Prosocial y Agresiva en las relaciones entre iguales,
está formado por 40 ítems. El Child Behavior Checklist (Achenbach, 1991),
contiene un listado de problemas emocionales y comportamentales, y mide la
conducta antisocial combinando los ítems sobre agresividad y ruptura de reglas
y normas, o bien con las escalas de problemas externalizantes. El Self Report
of Offending (Huizinga, Esbensen, y Weiher, 1991), es un autoinforme formado
por 22 ítems, el adolescente señala si se ha visto involucrado en actividades
antisociales e ilegales. Por último, el Cuestionario de Conducta Antisocial
(Luengo, Otero, Romero, GómezFraguela y Tavares-Filho, 1999), compuesto por 28
ítems, de los cuales 17 corresponden al instrumento original y 11 fueron
tomados de la Escala de Delincuencia (Carroll, Durkin, Hattie, y Houghton,
1996).
Estos
instrumentos han sido utilizados para obtener medidas relacionadas con la
conducta antisocial, como la agresividad (Inglés et al., 2008; Selene y Lobo,
2008; Veenstraa et al., 2008; Trentacosta et al., 2009), rasgos de personalidad
(Herrero, et al., 2002), la delincuencia (López y López, 2003; Rodríguez y
Torrente, 2003), la transgresión de normas (Veenstraa et al., 2008; Trentacosta
et al., 2009), la prevalencia (Garaigordobil, 2005; Muñoz, et al., 2005; Navas
et al., 2005; Bringas et al., 2006; Monahan et al., 2009a; Monahan et al.,
2009b) y la conducta antisocial en sí (López y López, 2003; Rodríguez y
Torrente, 2003; Garaigordobil, 2005; Muñoz, et al., 2005; Navas et al., 2005;
López-Romero y Romero, 2010).
Mientras
que, el comportamiento prosocial ha sido estudiado por psicólogos del
desarrollo, el antisocial lo ha hecho la psicopatología (Krueger, Hicks y
McGue, 2001). Recientemente se está haciendo énfasis en estudiar de forma
simultánea tanto la conducta antisocial como la conducta prosocial, y las
interacciones entre ambas (Veenstraa, et al., 2008).
El
interés por su estudio responde a la necesidad social de disminuir este tipo de conductas entre niños y
adolescentes (González, 1998; Sobral, et al., 2000; Bringas, et al., 2006).
Así, estudiar la conducta antisocial en edades tempranas, ayuda identificar
quiénes tienen posibilidades de desarrollar problemas de conducta en etapas
posteriores (Veenstraa, et al., 2008).
El
instrumento objeto de estudio, parte de estudios preliminares (Martorell,
Llopis y Ferris, 1994; Martorell, González, Aloy y Ferris, 1995; Martorell,
González, Calvo y Benavides, 1998), en los que se han hipotetizado posibles
factores del constructo conducta antisocial. Ahora, los objetivos que dirigen
este estudio instrumental (Montero y León, 2007) son: primero el estudio y
confirmación de la estructura del CCA, y segundo, conocer su relación con
variables de personalidad y socialización. Así, la principal aportación de esta
investigación es un cuestionario baremado en población española que evalúa la
conducta antisocial en adolescentes.
MÉTODO.
Participantes
Los
participantes fueron 510 niños y adolescentes, seleccionados aleatoriamente de
centros públicos de Valencia (provincia), entre 10 y 17 años (M=13.49 y
DT=1.90), 56.3% varones (287). La distribución fue homogénea en los diferentes
grupos de edad. Para estudiar la estabilidad temporal se ha utilizado otra
muestra (N=120), con edades comprendidas entre 10 y 17 años (M edad=13.18 y
DT=1.84), y distribuida equitativamente según sexo.
Variables
e Instrumentos
Para
evaluar la Conducta Antisocial se ha utilizado el CCA (Martorell y González,
1992). Está dirigido a niños y adolescentes (10 y 17 años), y su
cumplimentación no presenta límite de tiempo. Consta de 34 ítems, con cuatro
alternativas de respuesta (“Nunca”, “Alguna Vez”, “Muchas veces” y “Siempre”)
referidas a la frecuencia de aparición de las conductas descritas (Martorell,
et al., 1994; Martorell et al., 1995). Su origen se encuentra en el instrumento
elaborado por Silva y Martorell (1983, 1987), destinado a evaluar dimensiones
de conducta social en niños y adolescentes (6 y 18 años), especialmente en su
relación con otros niños. Los análisis factoriales sobre la estructura de la
BAS-3 (Silva y Martorell, 1991), concretaron seis escalas primarias (Consideración
con los demás, Autocontrol en las relaciones sociales, Agresividad, Liderazgo,
Ansiedad/Timidez y Retraimiento), dos escalas secundarias (Conducta Prosocial
vs. Antisocial y Sociabilidad vs Baja Sociabilidad) y una escala terciaria
(Socialización).
Se
utilizó también el Listado de Conductas Antisociales (LCA) de Martorell, González y Aloy (1992) para
evaluar la conducta social. Su objetivo es evaluar conductas que suponen
transgresiones de normas sin que sean consideradas delictivas. Consta de 29 ítems
con 4 alternativas de respuesta (“Nunca”, “Alguna vez”, “Muchas veces” y
“Siempre”), que evalúan la frecuencia de cada conducta y se obtiene una
puntuación global. Presenta elevada consistencia interna y estabilidad temporal
(0.91 y 0.84, respectivamente).
Las
variables de personalidad se han evaluado mediante la Escala de Impulsividad,
Afán de Aventura y Empatía (IVE-J), adaptada por Martorell y Silva (1993). Consta de 77 ítems de respuesta dicotómica.
Su consistencia interna es en Impulsividad 0’80 y 0’77, en Afán de Aventura
0’81 y 0’78, y en empatía 0’76 y 0’70 (chicos y chicas respectivamente). La
estabilidad temporal es en Impulsividad 0’68, en Afán de Aventura 0’70 y en
Empatía 0’69.
Procedimiento.
La
evaluación se realizó de forma colectiva dentro del horario escolar.
Los
psicólogos encargados de la administración informaron de buena colaboración,
tanto de profesores como alumnos, y de la no existencia de problemas de
comprensión de las pruebas. Para los datos del retest se intercalaron cuatro semanas
entre ambos pases, procediendo de idéntica forma. Se eliminaron cuestionarios
por cumplimentación incorrecta y falta de datos sociodemográficos.
Análisis
estadísticos utilizados.
Para
constatar la estructura del CCA se utilizó el Análisis Factorial Exploratorio
(AFE) de Componentes Principales con rotación Varimax. A continuación se
confirmó la estructura consiguiente con un Análisis Factorial Confirmatorio
(AFC). El programa utilizado fue el SPSS. El procedimiento utilizado con los
análisis estadísticos es análogo al seguido en investigaciones similares
(Molinengo y Testa, 2010).
El
AFC, fue realizado con LISREL 8 (Jöreskog y Sörbom, 1993). Dado que las
variables son ordinales se utilizó una matriz de correlación policórica,
recomendado en estos casos (Jöreskog y Sörbom, 1988). Se obtuvo una matriz de
covarianza asintótica de las varianzas y covarianzas de todas las variables,
empleando para ello PRELIS 2 (Jöreskog y Sörbom, 1993). El método de estimación
del modelo fue el de Mínimos Cuadrados Ponderados.
Varios
autores (Bentler y Bonnet, 1980; Bollen, 1989) han señalado los problemas del
estadístico chi cuadrado en la evaluación de muestras grandes, dado que lleva a
rechazar los modelos, aunque los residuos sean pequeños. Una estrategia
propuesta para salvar este problema es el cálculo de otros índices de ajuste
(Cudeck y Browne, 1983). Los indicadores manejados para probar la bondad de
ajuste y asegurar la validez del modelo han sido: índice de Ajuste Normativo
(NIF), Índice de Ajuste No Normativo (NNFI) y Promedio de Residuales
Estandarizados (RMSR).
El
Alfa de Cronbach se ha utilizado para estudiar la consistencia interna de los
factores, calculándose los Índices de Homogeneidad de cada ítem, y el valor que
tomaría el coeficiente alfa si fuera eliminado. Finalmente, tanto en el estudio
de la estabilidad temporal del CCA y en las correlaciones con las variables
criterio fue empleado el Coeficiente de Correlación de Pearson.
RESULTADOS.
Confirmación
de la Estructura Factorial
Los
resultados del AFE constataron la existencia de tres factores con valores
propios iguales o superiores a 2,
tomándose este criterio como regla para la extracción de los factores, criterio
que sigue el procedimiento realizado en estudios previos (Martorell, et al.,
1994; Martorell et al., 1995).
Los
ítems que componen cada escala fueron seleccionados a partir de saturaciones
con valores iguales o superiores a 0.30, hubo que eliminar dos por presentar
saturaciones inferiores a éste valor en las tres escalas (6 y 24).
A
continuación se realizó de nuevo un AFE con los 34 ítems restantes, que
constató de nuevo la existencia de tres factores con valor propio igual o
superior a 2, y en el cuál todos los ítems presentaban saturaciones iguales o
por encima de 0.30, siendo el valor máximo de 0.73 .
Del
análisis se han perfilado tres escalas, cuyo porcentaje total de varianza
explicada es del 31.5%. La primera escala es Agresividad (Varianza Explicada:
13.8%), hace referencia a conductas que implican agresividad verbal o física en
relación con los demás, está compuesto por 14 ítems (7, 10, 11, 12, 16, 21, 25,
29, 30, 31, 34, y 35, en sentido inverso 9 y 36), y cuenta con un valor propio
de 4.71. Análisis de Componentes Principales del CCA (Rotación Varimax).
Saturaciones ≥0.30 (n=510).
La
segunda escala ha sido denominada Aislamiento (VE: 10.6%), evalúa la necesidad
no adaptativa de estar sólo, huyendo de las situaciones que impliquen
relacionarse con los demás, está formado por 11 ítems (4, 8, 18, 22, 26, 27, y
33, en sentido inverso 14, 19, 20 y 32), y tiene un valor propio de 3.61. La
última escala nombrada Ansiedad/Retraimiento (VE: 7.1%) evalúa la dificultad
para relacionarse con los demás haciendo hincapié no tanto en sentimientos de
tipo psicológico sino en reacciones fisiológicas, está compuesto por 9 ítems
(1, 2, 3, 5, 13, 15, 17, 23 y 28), y cuenta con un valor propio de 2.42 .
Con
la finalidad de confirmar la estructura trifactorial del CCA y asegurar su
validez, se ha realizado un AFC, teniendo en cuenta la matriz de configuración
del Análisis Factorial de Componentes Principales, incluyendo los ítems con
saturación igual o superior a 0.30 y con autovalores superiores o cercanos a 2.
Se
hipotetiza que en el modelo propuesto:
a)
los ítems que refieren a contenidos de problemas con los otros, amenazas,
peleas, desafíos y violencia, miden el factor 1; b) los ítems sobre soledad, evitación de la
gente, retiro, amigos, se agrupan en el factor 2; y c) los ítems sobre las
relaciones con los otros, y sentimientos relacionados como vergüenza, nervios,
miedo, llanto, forman el factor 3.
Los
resultados del AFC mostraron índices de bondad de ajuste aceptables.
El
resultado del test χ² (χ²=1173.498; p=0.000) muestra que existen diferencias
significativas entre la matriz de correlaciones y la reproducida a partir de
las estimaciones de los parámetros implicados en el modelo, puesto que la
probabilidad de que las discrepancias entre ambas se deba al azar es menor de
0.001, χ² es significativo.
El
cociente χ²/gl tiene un valor de 2.24, situándose por debajo del valor crítico
3, indicando que el modelo presenta un buen ajuste a los datos (Carmines y
McIver, 1981). No obstante, los índices NFI y el NNFI muestran valores
inferiores a 0.9 (0.7 y 0.8, respectivamente), señalando que el modelo se
ajusta discretamente a los datos
(Bentler y Bonet, 1980). El RMSR (0.05) es menor de 0.1, lo que muestra
que las discrepancias entre la matriz de correlaciones reproducida por el
modelo y la matriz de correlaciones observada no son substanciales (Hu, y
bentler, 1999).
Todos
los ítems incluidos cuentan con una saturación factorial superior a 0.30, la
mayoría superiores a 0.35. En el primer factor el rango de saturaciones va de
0.31 hasta 0.66, coincidiendo los mínimos con ítems de saturación negativa. En
el segundo factor los ítems tienen saturaciones entre 0.34 y 0.65. Y el tercer
factor tiene un rango mayor de saturaciones, entre 0.30 y 0.73.
Las
correlaciones entre factores son bajas, aunque sí aparecen significaciones. La
correlación entre Agresividad y Aislamiento (r=20) es significativa y la
correlación entre Aislamiento y Ansiedad/Retraimiento (r=30) también, pero no
se puede afirmar en ninguno de los dos casos que exista una fuerte relación
entre escalas. La relación entre Agresividad y Ansiedad/Retraimiento es no
significativa (r=0.01). A pesar de su significación, estas correlaciones son
bajas, señalando la independencia de los factores. Así, aunque se puede hablar
de una estructura trifactorial, la hipótesis de relación entre los tres
factores no se cumple.
Estudios
de Fiabilidad.
La
fiabilidad del CCA se estudió mediante los análisis de la consistencia interna
y de la estabilidad temporal (testretest). En cuanto a la consistencia interna,
todas las escalas presentan un coeficiente alfa satisfactorio (superior a
0.70). El coeficiente más elevado es el de la escala Agresividad (0.78),
seguida de la escala Aislamiento (0.77), obteniendo el coeficiente menos
elevado la escala Ansiedad/Retraimiento (0.72). El coeficiente de la escala
Total puede considerarse satisfactorio, su valor es de 0.78.
Las
escalas del CCA presentan resultados aceptables en fiabilidad test-retest. Las
escalas Agresividad (r=0.68) y Aislamiento (r=0.70) cuentan con una estabilidad
temporal moderadamente alta, mientras que la escala de Ansiedad/Retraimiento
presenta una estabilidad temporal mayor (r=0.75). El coeficiente de correlación
hallado para la Escala total presenta un valor de 0.69, pudiendo concluir que
el CCA posee una buena fiabilidad en cuanto a estabilidad temporal de las
conductas evaluadas.
Correlación
entre el CCA y Variables de Personalidad y Socialización El patrón de las
correlaciones varía en función del tipo de variables evaluadas, lo que indica
que el instrumento tiene valor discriminativo ya que responde de forma
diferencial a las variables criterio estudiadas .
La
escala Agresividad correlaciona positivamente con Impulsividad (0.50**) y Afán
de Aventura (0.13**), así como con el
LCA (0.57**), mientras que su correlación con la escala Empatía es negativa (-0.31**). Respecto a la
escala Aislamiento correlaciona negativamente con Afán de Aventura (-0.17**) y
Empatía (-0.10*), sin existir relación significativa con Impulsividad, mientras que correlaciona de forma positiva
con el LCA (0.12**). En referencia a la escala de Ansiedad/Retraimiento, decir
que correlaciona negativamente con Afán de Aventura (-0.16**), y con
Empatía (-0.16**), aunque los valores
son bajos, y no existe relación con el LCA. Por último, la escala Total
correlaciona tanto con las escalas del IVE-J como con el LCA. Correlaciona
positivamente con las escalas de Impulsividad (0.32**) y el LCA (0.36**),
mientras que las escalas Afán de Aventura (-0.10*) y Empatía (-0.16**)
correlacionan con signo negativo, alcanzando valores más bajos.
DISCUSIÓN
Actualmente
la implantación de programas de prevención e intervención está teniendo gran
repercusión, pues se han convertido en una necesidad social (Bringas et al.,
2006). Para que éstos sean eficaces deben estar respaldados tanto en factores
de protección (Sobral et al., 2000; Muñoz et al., 2005), como en factores de
riesgo (Mestre et al., 2004; Bringas et al, 2006; et al., 2009; Neumann et al.,
2010). En este sentido cabe resaltar como importante el estudio no sólo de la
conducta antisocial, sino también de conductas adaptativas que puedan competir
con ésta, como la conducta prosocial, que puede dotar a los adolescentes de recursos
y estrategias (Garaigordobil, 2005; Veenstraa et al., 2008; Velden et al.,
2009; López-Romero y Romero, 2010).
Los
estudios revisados utilizan en la evaluación de la conducta antisocial
cuestionarios e inventarios muy variados. Se utilizan instrumentos en los
que no se mide sólo el constructo
conducta antisocial (López y López, 2003; Rodríguez y Torrente, 2003; Inglés et
al., 2008; López y Lobo, 2008), que evalúan actividades delictivas (López y
López, 2003; Rodríguez y Torrente, 2003; Monahan et al., 2009a; Monahan et al.,
2009b), así como, medidas centradas en la agresividad (Inglés et al., 2008; Selene y Lobo, 2008;
Veenstraa et al., 2008; Trentacosta et al., 2009).
El
instrumento que aquí se presenta constituye una alternativa en este sentido,
pues evalúa la conducta antisocial, basándose tanto en aspectos evolutivos como
cognitivos, y enfocándola como un obstáculo en el desarrollo socio-emocional, y
no desde el campo de la psicopatología (Krueger et al., 2001). Además es un
cuestionario creado en nuestro país, validado y baremado en adolescentes
españoles.
El
Análisis de Componentes Principales señaló una estructura trifactorial,
teniendo en cuenta este análisis y estudios previos (Martorell et al., 1994;
Martorell et al., 1995; Martorell et al., 1998) se realizó un Análisis
Factorial Confirmatorio, cuyos resultados pusieron también de relieve la
conveniencia de trabajar con tres factores: Agresividad, Aislamiento y
Ansiedad/Retraimiento. A pesar de ello el modelo trifactorial hipotetizado en el AFC no presenta un ajuste
exacto a los datos, aunque sí puede decirse en base a los índices χ²/grados de
libertad y RMSR que se trata de un modelo válido (Hu y Bentler, 1999).
En
cuanto a la relación entre los tres factores, no existen o son muy bajas. Concluyendo
que el CCA presenta un factor de orden superior (Conducta Antisocial),
compuesto por tres factores de primer orden relativamente independientes entre
sí.
Dependiendo
del objetivo con el que se administre, permite trabajar con una puntuación
total cuando se trata de realizar una clasificación general, y también conocer
el nivel que se alcanza en cada uno de los factores cuando lo que se plantea es
una intervención.
Respecto
a la consistencia interna de las diferentes escalas se observaron resultados satisfactorios
en los tres factores y en la Escala Total.
En cuanto a la estabilidad temporal, los coeficientes test-retest son
satisfactorios también en los tres factores, aunque menor para la Escala Total.
Todas
las escalas del CCA presentan una correlación positiva con el LCA. Destacar
también la correlación positiva y significativa de la escala Agresividad y de
la Escala Total con la escala Impulsividad del IVE-J.
Así
aquellos individuos más impulsivos y que les cuesta más autorregular sus
respuestas emocionales son aquellos que en momentos determinados, como
respuesta a la situación llegan a cometer conductas agresivas (Mestre et al.,
2004). Los resultados hallados han sido similares a los encontrados en otros
estudios (Sobral et al., 2000; Luengo et al., 2002; López y López, 2003; Mestre
et al., 2004; Muñoz et al., 2005), exceptuando la correlación negativa de la
Escala Total del CCA con la escala Afán de Aventura del IVE-J. La explicación
se halla en que el constructo Afán de Aventura está relacionado con la búsqueda
de sensaciones y emociones, en este sentido era de esperar una relación
positiva con el constructo Conducta Antisocial; sin embargo al incorporar al
constructo el Aislamiento y la Ansiedad/Retraimiento opuestos al Afán de
Aventura, la correlación de la Escala Total resulta negativa.
CONCLUSIÓN
La
evaluación de este tipo de conductas en nuestros adolescentes permite detectar
de forma precoz problemas socio-emocionales, que dan lugar a patrones de
conducta desadaptativas y a relaciones interpersonales problemáticas y
conflictivas. Si los casos calificados de riesgo se pueden detectar de forma
temprana, para establecer un tratamiento antes de que se agrave la situación,
las garantías de éxito de los programas de intervención serán mayores. Lo ideal
sería, no sólo detectar los casos en los que se dan conductas antisociales, si
no también delimitar un perfil característico de aquellos sujetos en riesgo.
Por ello es importante estudiar la conducta antisocial en relación con
características personales y de socialización, como se ha hecho en esta
investigación y en otras anteriores (Sobral et al., 2000; Luengo et al., 2002;
López y López, 2003; Mestre et al., 2004; Muñoz et al., 2005; Sørlie, et al.,
2008; Velden, et al., 2010).
Para
concluir, señalar que la utilización del CCA es aconsejable, pues su calidad
psicométrica es adecuada: tanto su coeficiente de consistencia interna como su
estabilidad temporal están en el rango de lo recomendado, y queda demostrada su
convergencia con instrumentos afines. Así, el CCA se presenta como un
instrumento fiable y válido en el estudio y evaluación de la conducta
antisocial en niños y adolescentes.
REFERENCIAS.
Achenbach,
T.M. (1991). Manual for the Child Behavior Checklist 4–18. Burlington:
University of Vermont.
Bentler,
P.M. y Bonet, D.G. (1980): Significance tests and goodness of fit in the
analysis of covariance structures. Psychological Bulletin, 88, 588-606.
Bollen, K.A. (1989): Structural equations with latent
variables. New York: John Wiley and Sons.
Boxer
P., Goldstein S.E., Musher-Eizenman D., Dubow E.F., Heretick D. (2005):
Developmental
issues in school-based aggression prevention from a socialcognitive
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ANEXO
1:
CUESTIONARIO
DE CONDUCTA ANTISOCIAL (CCA) M. C. Martorell y R. González
1.
Me cuesta relacionarme con los demás.
2.
Cuando tengo que hablar con alguien, me cuesta empezar.
3.
Tengo vergüenza cuando estoy con compañeros del otro sexo.
4.
Tengo la mirada triste.
5.
Me pongo rojo con facilidad.
6.
Cuando hay que hacer algo en grupo, intento evitarlo.
7.
Tengo problemas con los demás.
8.
Me gusta estar en sitios donde hay poca gente.
9.
Cuido las cosas de los demás.
10.
Amenazo a los demás.
11.
Cuando hago algo mal, culpo a los demás.
12.
Cuando me dicen o mandan hacer algo, protesto.
13.
Me pongo nervioso cuando tengo que hablar en público.
14.
Me gusta más con otros que solo.
15.
Soy vergonzoso.
16.
Cuando me hablan no hago caso.
17.
Lloro con facilidad.
18.
Me gusta estar solo.
19.
Me gusta estar con mucha gente.
20.
Soy alegre.
21.
Me peleo con los demás.
22.
Me gusta estar separado de los demás.
23.
Hablo lento, como si estuviese cansado.
24.
Me cuesta saludar a la gente.
25.
Ando buscando pelea.
26.
Cuando hay mucha gente en un sitio, intento no ir.
27.
Me gusta jugar sólo.
28.
Soy miedoso sobre todo cuando tengo que hacer cosas por primera vez.
29.
Soy cabezota, terco.
30.
Desafío o planto cara cuando me dicen algo.
31.
Cuando me dicen algo, soy irónico, cínico.
32.
Tengo buenos amigos.
33.
Esquivo o rehúyo a la gente.
34.
Estoy distraído, no me entero de lo que pasa a mi alrededor.
35.
Soy violento e incluso puedo llegar a golpear a los demás.
36.
Dejo que los demás hagan lo suyo sin molestarles.
(1)
Catedrática de la Universidad de Valencia. Facultad de Psicología, Departamento
de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos. Av. Blasco Ibáñez, 21.
46010 Valencia. Telf. 963864408.
gonzalrb@uv.es
(2)
Profesora Titular de la Universidad de Valencia. Facultad de Psicología,
Departamento de Personalidad, Evaluación y tratamientos Psicológicos.
(3)
Licenciada en Psicología. Colaboradora del Departamento de Personalidad,
Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Facultad de Psicología,
Universidad de Valencia.
(4)
Profesora Contratada de la Universidad de Valencia. Facultad de Psicología,
Departamento de Personalidad, Evaluación y tratamientos Psicológicos.
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