Fríos hasta un grado inhumano, egocéntricos, sin empatía ni miedo al castigo. Así son los psicópatas. En los escáneres de sus cerebros, dos zonas aparecen intrigantemente 'apagadas'. Hablamos con dos investigadores obsesionados con lo que sucede en las neuronas de quienes guardan entre ceja y ceja un cóctel explosivo de violencia.
Durante más de trece años, el neuroanatomista James Fallon ha escudriñado los escáneres cerebrales de psicópatas y asesinos en serie para encontrar en qué difieren sus estructuras cerebrales de las nuestras. El azar ha querido que Fallon se topara con un hallazgo que ni él mismo podría sospechar en un millón de años: su propio cerebro posee todas las cualidades que se esperan de una mente criminal.
Fallon no es un neurocientífico del montón. Simpático, extravertido, parece un volcán de ideas cuando habla con entusiasmo de su trabajo. Ha aparecido, representándose a sí mismo, en series de televisión como Mentes criminales, y no esperaba convertirse en una estrella mediática. Como investigador de la prestigiosa Universidad de California en Irvine ha logrado hitos significativos en la investigación del cerebro humano, desentrañando los circuitos cerebrales para la dopamina y las endorfinas -las moléculas que nos causan placer-, o los genes que hay detrás de enfermedades como el alzhéimer y el párkinson.
Fallon fue el primero en caracterizar una molécula esencial para el crecimiento de las neuronas. Formó parte del equipo de expertos que asombró al mundo al demostrar que el mismo cerebro fabrica neuronas nuevas tras el nacimiento -a partir de las células madre adultas- haciendo trizas el dogma sagrado según el cual nacíamos con todas las neuronas contadas.
Su vuelco hacia la investigación de las mentes criminales ocurrió por casualidad. "Conozco todas las partes del cerebro", relata a El País Semanal, "mis colegas y psiquiatras en neurología suelen consultarme para que eche un vistazo a los escáneres cerebrales". A principios de los noventa, los expertos de Irvine probaban entusiasmados el nuevo escáner de emisión de positrones (TEP), que iluminaba las zonas del cerebro cuando se piensa, se reacciona ante una imagen o un sonido. Fallon atravesaba tranquilamente el campus de su universidad cuando se topó con un equipo SWAT (unidad policial de élite), que custodiaba el centro donde se encontraba la máquina prodigiosa. Al preguntar qué sucedía, los agentes le respondieron que estaban escaneando el cerebro de un asesino en serie. "En eso estaban mis colegas. Se trataba realmente de tipos muy malos". A Fallon le pidieron ayuda: un vistazo de una placa al año, o tres como mucho. Y aceptó. Sin saberlo, había abierto una nueva puerta para conocerse a sí mismo.
Hace ahora unos cinco años, la historia dio un giro inesperado, propio de un thriller. Uno de sus colegas le pasó a Fallon de sopetón unos setenta escáneres de asesinos. Se trataba de un material muy valioso, por las dificultades legales para su obtención, y estaba mezclado con otras tantas placas de personas que sufrían esquizofrenia y depresión. Fallon vio en ello una oportunidad única para encontrar patrones cerebrales en un experimento ciego, sin saber quién es quién.
Video explicando su experiencia. James Fallon. http://www.youtube.com/watch?v=cnV4RnWcmWo&feature=related
Video explicando su experiencia. James Fallon. http://www.youtube.com/watch?v=cnV4RnWcmWo&feature=related