The juvenile delinquency has grown worldwide in alarming form in the last time, a multicausality is recognized in the origin of this phenomenon, but it becomes necessary to identify the importance of each one of this causes, and its specific impact in the time. Objective: To identify individual, educational and family factors associated with criminal conduct in a sample of adolescent offenders. Method: Observational study, crossectional, of case-control. From a universe of adolescents between 12 years old and 17 years with 11 months and 30 days, offenders, imprisoned in penal or protection institutions, a convenience sample of 100 adolescents was chosen, which was equalled in gender, age range, and socioeconomic level with a control group of the same size. To both groups a battery of instruments, DISC IV, WISC-R or WAIS, and the Family History Screen, was applied. Results: During the 12 months prior to the study 64% of the offenders and 18% of the controls presented a psychiatric diagnosis. Among the offenders the most prevalent disorder were conduct disorder (46.99%), abuse of alcohol (26%) and dependence of other substances (18%); among the control group the most prevalent were attentional deficit disorder (5%) and conduct disorder (5%). There are statically significant differences between both groups when measuring the intellectual level of functiong, 31%) of the offenders were in the rank of borderline and 34%> of controls were classified as low average. Conclusions: Lower intellectual capacity, school failures, number of sexual partners and conduct disorder were the variables that better predicted inclusion in the group of juvenile offenders.
Key
words: Adolescents, criminal conduct, psychiatric prevalence, associated
factors.
Resumen
La
delincuencia juvenil ha crecido en forma alarmante. Se reconoce en el origen
del fenómeno una multicausalidad, pero se hace necesario identificar y ponderar
eventuales causas y medir su impacto específico. Objetivo: Identificar
prevalencias de patología psiquiátrica y variables individuales, educacionales
y familiares asociadas con conductas delictivas en una muestra de adolescentes
infractores de ley. Método: Estudio observacional, transversal, de
caso-control. De un universo de adolescentes entre 12 y 17 años, infractores,
recluidos en instituciones penales o de protección, se eligió una muestra por
conveniencia de 100 sujetos y una muestra control pareada por edad y nivel
socioeconómico. A ambos grupos se aplicó una batería de instrumentos, incluyendo
DISC-IV, WISC-R ó WAIS, Cuestionario de Estilos de Vida y FHS. Resultados: Un
64% de los adolescentes infractores de ley y 18% de sus pares, presentaban
algún diagnóstico psiquiátrico durante los doce meses previos a la entrevista.
Los cuadros más prevalentes en los adolescentes infractores son trastorno
disocial (46,9%), abuso de alcohol (26%) y dependencia a otras sustancias
(18%). En los adolescentes no infractores son más prevalentes el déficit
atencional con hieractividad (5%) y el trastorno disocial (5%). Hay diferencias
estadísticamente significativas entre ambos grupos en la medición de
coeficiente intelectual, un 31%) de infractores está en el rango de
inteligencia limítrofe y un
34% en normal lento. Conclusiones: Menor capacidad intelectual, antecedentes de
repitencia, mayor número de parejas sexuales y presencia de un trastorno
disocial son las variables que mejor predicen la pertenencia al grupo de
adolescentes infractores de ley.
Palabras
clave: Adolescentes, conducta criminal, patología psiquiátrica, factores
asociados.
Introducción
La
violencia juvenil resulta desde hace varios años inquietante en nuestra región,
por el incremento sostenido que ha sufrido en el último tiempo. Esto no ha
ocurrido sólo en América Latina -región especialmente marcada por la violencia-
sino que se observa también a nivel mundial. En el año 2000, de acuerdo a datos
entregados por la OMS(1), se produjeron a nivel mundial unos 199.000 homicidios
de jóvenes (9,2 por 100.000 habitantes).
Desde
hace varios años se viene discutiendo sobre las causas de los comportamientos
antisociales de los jóvenes, considerándose finalmente la multicausalidad del
fenómeno, por lo cual se hace necesario identificar la ponderación de cada una
y su impacto específico en el tiempo. En caso contrario se llega a concluir que
sólo los cambios estructurales en materia social, que constituyen el núcleo de
muchos problemas, son los únicos relevantes para la prevención.
Sobre
la edad de inicio de las conductas disocíales, Frechette et Leblanc(2) identificaron
varios períodos en los cuales pueden comenzar en los menores de edad, pero sin
duda la preado-lescencia parece ser una edad privilegiada para el ingreso a la
delincuencia gracias al contexto de crecimiento disarmónico a menudo presente,
en el cual se mezclan aspectos de la infancia y manifestaciones de
contestación, de oposición más típicas de la adolescencia.
Corsi
y Peyrú(3), plantean que hay distintas formas de violencias sociales que crecen y
se multiplican a un ritmo acelerado. Estas conductas resultan disruptivas y
amenazan el proceso de integración en el que los adolescentes incorporan nuevas
capacidades y aptitudes. En medio de este revolucionario período de cambio
personal los adolescentes intentan formar su propio espacio y son vulnerables a
las conductas de violencias que los rodean. En este período también se
transforma la relación con el poder adulto, reelaborán-dose conceptos e
imágenes de sí mismo y del mundo, para llegar a formar su propia identidad.
Los
estudios internacionales indican la existencia de factores de riesgo(4) asociados
al desarrollo del comportamiento delictivo en jóvenes y que en algunos casos
resultan útiles para construir perfiles de riesgo que orienten la focalización
de políticas preventivas.
El
desarrollo de los individuos no se da en forma aislada(5), y necesariamente se
relaciona con una compleja red de sistemas interconectados, como la escuela, la
familia, los grupos de pares y otras instituciones o situaciones que influyen
en forma directa o indirecta en su desarrollo y cuyas características pueden
convertirse tanto en factores protectores como de riesgo.
Los
factores relacionados con la conducta delictiva juvenil pueden ser clasificados
en 6 ámbitos de procedencia, de acuerdo a un continuo que va desde el nivel individual
hasta el nivel sociocultural(6), dejando de lado el concepto de que la sola
exclusión social sería uno de los principales o más bien único factor
importante.
Así,
junto a los factores asociados al entorno que inciden sobre la probabilidad de
que un joven cometa ilícitos o desarrolle comportamientos violentos, los
factores de carácter individual inciden igualmente en el fenómeno. Es lo que
Farrington(7) llama "potencial criminal", partiendo de la premisa que
existen diferencias individuales en la predisposición al comportamiento
criminal que se mantienen relativamente estables a lo largo del tiempo y en
diferentes tipos de ambiente. Este potencial criminal dependería de procesos
que los fomenten, que los impulsen y que los inhiban, como también de procesos
cognitivos, observándose importantes diferencias individuales. Sin embargo,
investigaciones muestran que los que más determinan la comisión de los actos
son los procesos inhibidores a nivel individual(8).
Los
factores individuales que más relevancia tienen son aquellos de carácter
psicológico, dentro de los cuales tienen mayor significancia la impulsividad,
hiperactividad, el débil control personal, un nivel de inteligencia bajo y
falta de concentración. La hiperactividad diagnosticada ha sido relacionada en
forma importante con trastornos de conducta(9-12).
Rutter13,
señala entre las características que harían más vulnerables a los jóvenes a
incurrir en actos delictivos a la hiperactividad, baja inteligencia,
agresividad temprana, bajo autocontrol -impulsividad- alta distractibilidad,
irreflexividad sobre los efectos negativos del comportamiento, alta tendencia a
tomar riesgos, a atribuir la responsabilidad de su comportamiento a fuerzas
externas y a sentir que el mundo es para el propio beneficio, extrema confianza
en si mismo, pereza en el ejercicio del pensamiento crítico, tendencia a
interpretar al mundo como un lugar hostil, y abuso de drogas y alcohol.
Diversas
investigaciones(14-17), han constatado que el mayor factor predictivo de
violencia en jóvenes y adultos recluidos en centros penitenciarios es el
trastorno de personalidad antisocial o psicopatía; y aunque Hart y Hare(18) hallaron que sólo una minoría de las personas admitidas en un centro
psiquiátrico penitenciario eran psicópatas, muchos de los pacientes reclusos
mostraban un número de síntomas antisociales significativos.
El
diagnóstico de la psicopatía, o personalidad antisocial(19-21), suele resultar
tan complejo que no son pocos los científicos que niegan su existencia. Sin
embargo, lo que queda claro es que existen personas que no sufren problemas
mentales y que se comportan de un modo singular, cuya personalidad y conducta
están fuertemente alteradas, por lo menos,
en tres vertientes, la de relaciones interpersonales, en el plano afectivo y en
la conducta.
En
la búsqueda de las influencias biológicas, un estudio realizado en Dinamarca(22) reveló que el 80% de los jóvenes detenidos por delitos de violencia se
encontraba en la categoría más alta de complicaciones en el momento del parto.
Otros han señalado la importancia del período perinatal en el fenómeno(23). Un
estudio realizado en Estados Unidos en 1993(24) descubrió que las complicaciones
durante el parto predecían comportamientos violentos cuando uno de los
progenitores tenía antecedentes de enfermedad mental. Otros estudios sugieren
que el nerviosismo y la ansiedad están relacionados negativamente con la
violencia, así como la hiperactividad con déficit de atención, otras
comorbilidades psiquiátricas(25-27), la discapacidad de aprendizaje, el desarrollo
deficiente de la habilidad motora, complicaciones prenatales y perinatales,
anomalías físicas menores y traumatismo craneoencefálico(7-9).
Intentando
determinar las influencias genéticas, Rowe(28) estudió la probabilidad de heredar
la conducta antisocial en la adolescencia, utilizando 265 parejas de gemelos.
Las correlaciones entre parejas para el grado de conducta antisocial admitida
fueron de alrededor de 0,64 para los gemelo monocigotos y de 0,49 para los
dicigotos, comprobándose entonces una influencia genética significativa, pero
sin desconocer que el entorno común del hogar tiende a socializar a los dos
gemelos de cada pareja de igual manera. En síntesis, el autor señala que las
posibilidades de heredar la conducta antisocial era de 0,30. Lyyken(29) explica
estos resultados señalando que las características psicológicas más básicas que
hacen que a los niños les cueste socializar y que conducen a la delincuencia,
como una temeridad relativa, agresividad, búsqueda de estímulos, constitución
muscular y un coeficiente intelectual por debajo de la media, también están muy
influidos por la variación genética.
En
cuanto a la influencia de los factores de riesgo de tipo social, se ha prestado
especial atención a la influencia que ejerce el sistema familiar(30) de niños y
jóvenes en el desarrollo de conductas delictivas. Existirían varias formas en
que las características familiares influyen en el desarrollo posterior de este
tipo de comportamientos de riesgo(31,32): pobreza familiar, involucramiento
familiar en conductas delictivas, abuso y negligencia, gran tamaño de la
familia (con más de 4 hijos) y familias monoparentales.
La
importancia de la influencia del grupo de pares ha sido descrita en numerosos
estudios. Jóvenes que exhiben conductas delictivas tienden a tener amigos
igualmente involucrados. En principio, todos los comportamientos se aprenden en
un contexto social.
En
relación a los factores escolares, diversos estudios chilenos(33-35) han descrito
que al menos la mitad de los jóvenes infractores tenía un nivel escolar básico
incompleto derivado del abandono escolar temprano por problemas conductuales.
Como
factores de riesgo socioeconómicos se han identificado fundamentalmente dos:
las desventajas socioeconómicas y el desempleo juvenil. La pobreza ha sido
asociada al estrés familiar, el que impactaría la capacidad de los padres para
responder adecuadamente ante problemas y necesidades de sus hijos.
Conocer
con precisión los probables factores que conllevan este tipo de actos, con
énfasis en las conductas psicopatológicas, puede ser útil para diseñar acciones
preventivas.
Método
Tipo
de estudio: Observacional, transversal, de caso-control.
Universo:
Jóvenes adolescentes de entre 12 y 17 años, 11 meses y 30 días, infractores de
ley, ingresados a instituciones penitenciarias o de protección en la provincia
de Concepción.
Muestra:
Se realizó un muestreo de conveniencia, con una muestra de 100 adolescentes
infractores de ley y 100 adolescentes en el grupo control, pareados por rango
de edad y nivel socioeconómico.
Criterios
de inclusión:
1. Grupo en estudio: Adolescentes de ambos
sexos, de entre 12 y 17 años, 11 meses y 30 días al momento de ingresar al
estudio, con antecedentes de haber infringido la ley, que se encontraban en
alguna de las dependencias del sistema judicial, ya sea a cargo de Gendarmería
o del Servicio Nacional de Menores (SENAME).
2. Grupo control: Adolescentes entre 12 y 17
años, 11 meses y 30 días, integrados al sistema formal de educación, sin
antecedentes delictuales (autorreporte o informado por terceros).
Criterios
de exclusión:
1.
Presentar discapacidad física.
2.
Pertenencia a etnia mapuche, incluidos aquellos que presenten ambos apellidos
mapuches o que tengan autoconcepto de pertenencia.
Instrumentos:
Diagnostic
Interview Schedule for Children (DISC IV). Entrevista altamente estructurada
diseñada para ser usadas por no clínicos y que permite reconocer la presencia
de patología mental36. La confiabilidad del test-retest del DISC-IV ha sido
informado tanto en muestras clínicas para hispanoparlantes como para
angloparlantes y produjeron resultados comparables(36,37).
La
Weschler Intelligence Scale for Children fWISC-R) y Weschler Adult Intelligent
scale (WAIS) fueron usadas para la medición de inteligencia. Su aplicación fue
realizada por estudiantes del último curso de psicología.
Family
History Screen (FHS)(38) Instrumento usado para obtener un historial psiquiátrico
de los familiares de primer grado de cada adolescente.
Normas
éticas
El
proyecto recibió la aprobación del comité de ética de la Universidad de
Concepción y de CONICYT. Los adolescentes identificados fueron invitados a
participar del estudio junto a su familia. Si ambas partes aceptaban el
consentimiento explícito fue recogido para el adolescente y para su cuidador
responsable ante la instancia institucional correspondiente a través de un
formulario. La información acerca de la identidad de los jóvenes, su condición
clínica y la resultante de los instrumento aplicados fue resguardada. En
aquellos casos en que se pesquisó patología psiquiátrica se informó a los
padres/cuidadores, garantizando en todo momento absoluta confidencialidad de la
información.
Procedimiento
La
identificación del marco muestral requirió el contacto con la institución
SENAME, a cuyo cargo permanecían los adolescentes infractores de ley. Una vez
identificada la muestra se seleccionaron los controles que fueron extraídos de
un liceo técnico subvencionado de la comuna de Concepción. Los datos fueron
tomados en las respectivas instituciones por entrevistadores capacitados y por
alumnos de último año de la carrera de psicología de la Universidad de
Concepción.
Procesamiento
de datos
Los
datos recogidos en instrumentos tipo "papel y lápiz" fueron digitados
con una doble entrada e incorporada al archivo maestro, junto con los
resultados de WISC-R/WAIS y de diagnósticos psiquiátricos, obtenidos del
análisis del DISC-IV con sus respectivos algoritmos. La información contenida
en el archivo maestro generó un número cercano a las 400 variables lo que fue
revisado por el grupo investigador y resumido o colapsado en aproximadamente
50, para permitir un análisis estadístico multivariante válido, considerando
que se disponía sólo de 200 sujetos.
Posteriormente,
la aplicación del algoritmo random forests(39'40) se llevó a cabo empleando el
lenguaje R2.8.1. Al momento de especificar los parámetros de ajuste del
algoritmo se estableció como número de árboles a ser construidos un total de
10000, mientras que se estableció en 6 el número de predictores a ser
seleccionados aleatoriamente al momento de construir cada nodo de los árboles.
Resultados
Se
completó la muestra de 100 casos obteniéndola directamente de los Centros de
Rehabilitación Conductual (CERECOs) de Concepción, instituciones dependientes
del SENAME. No fue posible incorporar mujeres ya que durante todo el período de
recolección de información no había infractoras en los centros incorporados al
estudio. La muestra de 100 adolescentes controles fue seleccionada de entre los
alumnos del Instituto Superior de Comercio de Concepción (INSUCO), pareados
según edad y nivel socioeconómico con la muestra de adolescentes infractores.
A
todos los adolescentes de la muestra se les aplicó la batería de instrumentos
propuestos (Tabla 1).
Tabla 1. Batería de instrumentos aplicados en el
estudio
Instrumento
|
Propósito
|
• DISC IV (Diagnostic Interview Schedule for children)
• WAIS-WISC • Cuestionario de Estilo de Vida adaptado • CTS (Conflict Tactic Scalesadaptada) • UNOCCA-CS (Versión de la Universidad de Puerto Rico) • FHS (Family History) |
Diagnóstico psiquiátrico
Inteligencia Información sobre actitudes y conductas en el ámbito escolar y laboral Información sobre maltrato infantil Comportamiento Sexual Antecedentes psiquiátricos en familiares directos. Incluye depresión, suicidio, drogas, alcohol, ansiedad, conducta antisocial |
Variables
individuales
Edad.
La media de edad para ambos grupos era de 16 años, con una mediana y un rango
similar (16 y 14-17 respectivamente).
Escolaridad.
El rendimiento académico comparativo de los infractores es claramente menor y
la conducta es calificada por ellos mismos como buena o regular en la mayoría
de los casos (82%) lo que es prácticamente igual a la opinión de los
adolescentes escolarizados (96%). El 100% de los controles asistían regularmente
a clases mientras que sólo el 72% de los infractores estaba escolarizado al
momento del estudio. El total de los
controles cursaba entre I° y 4° de enseñanza media, lo que resultaba esperable
por el rango de edad, en cambio el 63% de los infractores no habían alcanzado
la enseñanza media. La imagen que los controles tienen de sus profesores es
regular o buena en prácticamente el total de la muestra, en cambio un 30% de
los infractores la considera mala o pésima.
Sólo
un 19% de los controles presenta el antecedente de repitencia, comparado con el
83% de los infractores, quienes además han repetido más de una vez en la
mayoría de los casos. La mayoría de los adolescentes infractores que no estaban
estudiando habían sido expulsados de la escuela.
Trabajo.
El 53% del grupo en estudio refería haber trabajado alguna vez, comparado con
el 36% de los controles. No hay diferencias en cambio en la edad promedio en
que los dos grupos trabajaron por primera vez, la que alcanza a los 14 años. El
trabajo más frecuente, en ambos grupos, fue de empaquetador en algún
supermercado.
Comportamiento
Sexual. El 90% de los infractores ha tenido relaciones sexuales alguna vez y 4
de ellos tenían entre 1-3 hijos. Los controles no tienen hijos y refieren haber
tenido experiencia sexual en un 22% de los casos.
Nivel
Intelectual. Los resultados de la medición de coeficiente intelectual se
presentan en la Tabla 2.
Prevalencia
de trastornos psiquiátricos. Los resultados más relevantes del estudio de
trastornos psiquiátricos en ambos grupos se presentan en las Tablas 4 y 5. Los
resultados se presentan como diagnóstico clínico y sumado a la presencia de
criterios de discapacidad. Éstos surgen de la propia percepción de los sujetos
en el sentido de evaluar cuánto interfiere el conjunto de síntomas o entidad
nosológica con su funcionamiento global y se resumen en la Tabla 3. Destaca la
elevada prevalencia de patología (64%) en el grupo de infractores comparado con
los controles (18%). Prácticamente la mitad del grupo en estudio presenta trastornos
de conducta o disocial (46,9%).
Variables
familiares y socioeconómicas. El 38% de los infractores y el 69% de los
controles viven con ambos padres, no siendo la diferencia estadísticamente
significativa. Sí lo es aquella que existe entre un 27% de infractores que al
momento de su detención vivía con otro familiar, lo que sólo ocurría con el 4%
del grupo control. La media de miembros del grupo familiar es más alta en el
grupo de infractores (5,2 versus 4,7). El 72% de los controles refiere sentirse
"querido y apoyado por ambos padres", lo que disminuye a un 51% en el
grupo de casos. Destaca además un 2% de infractores que se declara casado o en
convivencia.
Tabla
2. Evaluación intelectual de la muestra
Tabla 2. Evaluación intelectual de la muestra
Clasificación
de inteligencia |
Casos
% |
Controles
% |
Total
% |
Retardo
|
13,0
|
6,5
|
|
Limítrofe
|
31,0
|
15,5
|
|
Normal lento
|
34,0
|
3,0
|
18,5***
|
Normal promedio
|
16,0
|
74,0
|
45,0***
|
Normal superior
|
21,0
|
10,5
|
|
Superior
|
2,0
|
1,0
|
|
Muy superior
|
|||
*p< 0,05; *p< 0,01; ***p<
0,001
|
■S Algunas veces
|
Intermedio
|
■S La mayoría del tiempo
|
Severo
|
■S Intenso
|
Intermedio
|
■S Muy Intenso
|
Severo
|
■S Criterio A
|
1 Criterio
(Intermedio o Severo) |
■S Criterio B
|
2 Criterios
(Intermedio o Severo) |
■S Criterio C
|
1 Criterio Severo
|
■S Criterio D
|
C o B
|
Tabla 4. Prevalencia de 12 meses de trastornos psiquiátricos en los adolescentes infractores de ley,
según criterio DSM-IV (DISC-IV)
Diagnóstico
|
DISC-IV
|
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad A |
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad D |
|||
n
|
%
|
n
|
%
|
n
|
%
|
|
Trastorno por ansiedad generalizada
|
6
|
6,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Ansiedad de separación
|
16
|
16,0
|
14
|
14,0
|
10
|
10,0
|
Fobia social
|
4
|
4,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Trastorno depresivo mayor
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Déficit atencional con hiperactividad
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Trastorno disocial
|
70
|
71,4
|
56
|
57,1
|
46
|
46,9
|
Trastorno oposicionista desafiante
|
16
|
16,0
|
16
|
16,0
|
4
|
4,0
|
Dependencia de alcohol
|
18
|
18,0
|
14
|
14,0
|
12
|
12,0
|
Abuso de alcohol
|
42
|
42,0
|
38
|
38,0
|
26
|
26,0
|
Dependencia de marihuana
|
32
|
32,0
|
26
|
26,5
|
16
|
16,3
|
Abuso de marihuana
|
24
|
24,5
|
12
|
12,0
|
10
|
10,2
|
Dependencia nicotina
|
24
|
26,1
|
6
|
6,5
|
6
|
6,5
|
Dependencia de otras sustancias
|
26
|
26,0
|
||||
Abuso de otras sustancias
|
26
|
26,0
|
||||
Cualquier diagnóstico DSM-IV
|
90
|
90,0
|
84
|
84,0
|
64
|
64,0
|
Tabla 5. Prevalencia de 12 meses de trastornos psiquiátricos en los adolescentes controles,
según criterio DSM-IV (DISC-IV)
Diagnóstico
|
DISC-IV
|
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad A |
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad D |
|||
n
|
%
|
n
|
%
|
n
|
%
|
|
Trastorno por ansiedad generalizada
|
11
|
11,0
|
2
|
2,0
|
1
|
1,0
|
Ansiedad de separación
|
6
|
6,0
|
5
|
5,0
|
3
|
3,0
|
Fobia social
|
3
|
3,0
|
3
|
3,0
|
3
|
3,0
|
Trastorno depresivo mayor
|
8
|
8,0
|
8
|
8,0
|
4
|
4,0
|
Déficit atencional con hiperactividad
|
7
|
7,0
|
6
|
6,0
|
5
|
5,0
|
Trastorno disocial
|
9
|
9,0
|
6
|
6,0
|
5
|
5,0
|
Trastorno oposicionista desafiante
|
3
|
3,0
|
3
|
3,0
|
1
|
1,0
|
Dependencia de alcohol
|
4
|
4,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Abuso de alcohol
|
14
|
14,0
|
7
|
7,0
|
2
|
2,0
|
Dependencia de marihuana
|
2
|
2,0
|
||||
Abuso de marihuana
|
2
|
2,0
|
1
|
1,0
|
1
|
1,0
|
Dependencia nicotina
|
3
|
3,1
|
1
|
1,0
|
1
|
1,0
|
Dependencia de otras sustancias
|
||||||
Abuso de otras sustancias
|
||||||
Cualquier diagnóstico DSM-IV
|
41
|
41,0
|
29
|
29,0
|
18
|
18,0
|
Tabla 2. Evaluación intelectual de la muestra
Clasificación
de inteligencia |
Casos
% |
Controles
% |
Total
% |
Retardo
|
13,0
|
6,5
|
|
Limítrofe
|
31,0
|
15,5
|
|
Normal lento
|
34,0
|
3,0
|
18,5***
|
Normal promedio
|
16,0
|
74,0
|
45,0***
|
Normal superior
|
21,0
|
10,5
|
|
Superior
|
2,0
|
1,0
|
|
Muy superior
|
|||
*p< 0,05; *p< 0,01; ***p<
0,001
|
Tabla 3. Definición de criterios de discapacidad
■S Algunas veces
|
Intermedio
|
■S La mayoría del tiempo
|
Severo
|
■S Intenso
|
Intermedio
|
■S Muy Intenso
|
Severo
|
■S Criterio A
|
1 Criterio
(Intermedio o Severo) |
■S Criterio B
|
2 Criterios
(Intermedio o Severo) |
■S Criterio C
|
1 Criterio Severo
|
■S Criterio D
|
C o B
|
Tabla 4. Prevalencia de 12 meses de trastornos psiquiátricos en los adolescentes infractores de ley,
según criterio DSM-IV (DISC-IV)
Diagnóstico
|
DISC-IV
|
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad A |
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad D |
|||
n
|
%
|
n
|
%
|
n
|
%
|
|
Trastorno por ansiedad generalizada
|
6
|
6,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Ansiedad de separación
|
16
|
16,0
|
14
|
14,0
|
10
|
10,0
|
Fobia social
|
4
|
4,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Trastorno depresivo mayor
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Déficit atencional con hiperactividad
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Trastorno disocial
|
70
|
71,4
|
56
|
57,1
|
46
|
46,9
|
Trastorno oposicionista desafiante
|
16
|
16,0
|
16
|
16,0
|
4
|
4,0
|
Dependencia de alcohol
|
18
|
18,0
|
14
|
14,0
|
12
|
12,0
|
Abuso de alcohol
|
42
|
42,0
|
38
|
38,0
|
26
|
26,0
|
Dependencia de marihuana
|
32
|
32,0
|
26
|
26,5
|
16
|
16,3
|
Abuso de marihuana
|
24
|
24,5
|
12
|
12,0
|
10
|
10,2
|
Dependencia nicotina
|
24
|
26,1
|
6
|
6,5
|
6
|
6,5
|
Dependencia de otras sustancias
|
26
|
26,0
|
||||
Abuso de otras sustancias
|
26
|
26,0
|
||||
Cualquier diagnóstico DSM-IV
|
90
|
90,0
|
84
|
84,0
|
64
|
64,0
|
Tabla 5. Prevalencia de 12 meses de trastornos psiquiátricos en los adolescentes controles,
según criterio DSM-IV (DISC-IV)
Diagnóstico
|
DISC-IV
|
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad A |
DISC-IV
+ Criterio
de discapacidad D |
|||
n
|
%
|
n
|
%
|
n
|
%
|
|
Trastorno por ansiedad generalizada
|
11
|
11,0
|
2
|
2,0
|
1
|
1,0
|
Ansiedad de separación
|
6
|
6,0
|
5
|
5,0
|
3
|
3,0
|
Fobia social
|
3
|
3,0
|
3
|
3,0
|
3
|
3,0
|
Trastorno depresivo mayor
|
8
|
8,0
|
8
|
8,0
|
4
|
4,0
|
Déficit atencional con hiperactividad
|
7
|
7,0
|
6
|
6,0
|
5
|
5,0
|
Trastorno disocial
|
9
|
9,0
|
6
|
6,0
|
5
|
5,0
|
Trastorno oposicionista desafiante
|
3
|
3,0
|
3
|
3,0
|
1
|
1,0
|
Dependencia de alcohol
|
4
|
4,0
|
2
|
2,0
|
2
|
2,0
|
Abuso de alcohol
|
14
|
14,0
|
7
|
7,0
|
2
|
2,0
|
Dependencia de marihuana
|
2
|
2,0
|
||||
Abuso de marihuana
|
2
|
2,0
|
1
|
1,0
|
1
|
1,0
|
Dependencia nicotina
|
3
|
3,1
|
1
|
1,0
|
1
|
1,0
|
Dependencia de otras sustancias
|
||||||
Abuso de otras sustancias
|
||||||
Cualquier diagnóstico DSM-IV
|
41
|
41,0
|
29
|
29,0
|
18
|
18,0
|
En
relación a antecedentes de violencia y maltrato, el 87% de los controles y el
88% de los casos refieren haber vivido algún tipo de violencia psicológica,
teniendo como fuente directa la madre para ambos grupos, 82% para los casos y
63% para los controles. En los primeros destaca un 42% que reporta como fuente
de la violencia psicológica al tutor. El antecedente de violencia física es
reportado por el 56% de los controles y el 67% de los casos, siendo también la
madre la fuente más frecuente de la agresión; en ambos grupos el 1% reporta
haber consultado varias veces a servicios sanitarios por este motivo y el 4% de
cada grupo señala haber acudido a Carabineros o a tribunales por esta causa.
Variables
asociadas al delito. La edad del primer delito sólo pudo determinarse con
certeza en 20 de los adolescentes infractores y el rango es amplio, variando
entre los 8 y los 17 años. En el 70% de los casos se registra reincidencia y la
mitad de los infractores se encontraba condenado al momento del estudio,
mientras el resto estaba en la condición legal de imputado. Las sanciones que
los infractores recibían al momento del estudio implicaban mayoritariamente no
estar privados de libertad. Sólo un 20% estuvo internado, de estos 10 en
régimen cerrado y 10 en régimen semicerrado.
Discusión
La
conducta delictual en adolescentes ha alcanzado en los últimos años importante
connotación social que han motivado, inclusive, reformas en el sistema procesal
que ha visto disminuir la edad de imputabilidad de los adolescentes en la
búsqueda de una respuesta represiva frente a la presencia del delito.
Si
bien el estudio presentado indaga en un conjunto de variables psicopatológicas,
psicológicas y sociológicas eventualmente presentes en los adolescentes con conducta
delictual, buscando una mirada comprehensiva al estudio del fenómeno, presenta
limitaciones que es preciso explicitar. La principal es la extracción del grupo
control de entre un universo de adolescentes escolarizados, decisión basada en
las dificultades para diseñar y recoger datos de una muestra similar, es decir,
de adolescentes no escolarizados y que no presenten conducta delictual, pero
que sin duda coloca como elemento diferenciador de ambos grupos a una variable
ampliamente reportada como factor de riesgo para la presencia de conducta
delictual. Una segunda limitación es la inclusión en la muestra sólo de
adolescentes hombres, quienes muy probablemente muestran diferencias y
particularidades respecto de sus pares mujeres.
Los
resultados permiten identificar una elevada presencia de patología psiquiátrica
en el grupo de jóvenes infractores, resultados referidos a prevalencia de 12
meses. Cerca de la mitad de la muestra de infractores presenta un trastorno
disocial (46,9%), aún aplicando los criterios más estrictos de discapacidad
percibida. Si sólo se consideraran el criterio clínico, la frecuencia alcanza
al 71,4% de la muestra, ambos valores muy distante del 5% y 9%,
respectivamente, que se observa en el grupo de los controles.
Un
segundo grupo de diagnósticos de elevada frecuencia son aquellos asociados a
consumo de sustancias, evidenciando la estrecha relación que parece existir
entre esta conducta y la comisión de delitos. Las prevalencias son elevadas; el
abuso de alcohol alcanza a uno de cada cuatro infractores de ley y las
prevalencias de dependencia al alcohol y a cannabis llegan al 12% y 16%,
respectivamente, amén de un 10,2% de abuso de marihuana; resultados que han de
mirarse teniendo en consideración la edad media de la muestra -que alcanza a
los 16 años- y que están marcadamente por encima del 1% y 2% de las
prevalencias observadas en el grupo control.
Finalmente,
resulta llamativa la diferencia en la distribución de la capacidad intelectual
entre ambos grupos. Mientras el 74% de los adolescentes escolarizados alcanza
un rango de inteligencia normal, un 23% está por sobre esta clasificación y
sólo un 3% está catalogado como normal lento. En contraposición, el 16% de los
adolescentes institucionalizados fue evaluado con una inteligencia normal
promedio y el 78% está dentro de categorías de clasificación que reflejan un
potencial intelectual deficitario. Los resultados vienen a confirmar la
asociación entre intelecto y conducta delictual, a la vez que da cuenta de la
necesidad de intervenciones preventivas tempranas que apunten a disminuir el
déficit establecido en la temprana infancia.
Conclusiones
Se
observa una mayor presencia de trastornos psicopatológicos en el grupo de
infractores, con elevada prevalencia de trastorno disocial y abuso de
sustancias y una menor capacidad intelectual.
Consistentemente,
también se observa un menor rendimiento escolar global.
No
se observan diferencias entre los grupos en relación al auto-reporte de haber
sufrido violencia y/o maltrato ni en la presencia de antecedentes psiquiátricos
en sus familiares directos.
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(1) Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, Universidad de Concepción, Chile.
(2) Departamento de Psicología, Universidad de Concepción, Chile.
(3) Doctor en Psicología.
(4) Psicólogo.
Correspondencia:
Pedro Rioseco S. E-mail: priosec@udec.cl
Revista chilena de neuro-psiquiatría versión On-line ISSN 0717-9227
Rev. chil. neuro-psiquiatr. v.47 n.3 Santiago 2009
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