El caso de dos adolescentes cautivó durante meses a los psiquiatras de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur. Once residentes y cuatro psiquiatras titulados evaluaban sus síntomas y se reunían una vez a la semana para discutirlos.
Concluyeron desde el comienzo que Edward era un vampiro.
Pero como se suponía que tenía 100 años, y no los 17 que aparentaba, su malhumor adolescente sugería un desarrollo atrofiado.
En cuanto a Bella, su odio por sí misma y su predisposición para sacrificarse la hacían especialmente vulnerable a una relación peligrosa. Plan de tratamiento: terapia conductista cognitiva para contrarrestar sus pensamientos negativos automáticos.
¿Y qué importa si los pacientes no eran reales? Analizar la neurosis en la popular saga Crepúsculo fue una herramienta de enseñanza tan efectiva que el curso de 12 semanas, llamado "Terapia con colmillos", fue presentado en mayo durante la conferencia de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría.
"Fue mucho más divertido que asistir a una conferencia didáctica", afirma la jefa de residentes, Ashley Jones.
Sigmund Freud bautizó el complejo de Edipo inspirado por el personaje trágico de Sófocles, y estaba fascinado con Shakespeare y Dostoyevsky. Cada vez más, profesores que dictan desde clases básicas de psicología hasta otras de escuelas de medicina e institutos psicoanalíticos usan la ficción y las películas en trabajos académicos y cursos opcionales.
"Los estudiantes a veces pueden aprender sobre lo que significa ser humano tanto a través del estudio de películas y novelas populares como mediante el análisis de un paciente", asegura Glen Gabbard, profesor de psiquiatría y psicoanálisis de la Universidad de Medicina Baylor en Houston. Gabbard escribió el libro The Psychology of 'The Sopranos' (La Psicología de 'Los Sopranos'), que ofrece la perspectiva clínica sobre los personajes disfuncionales de la serie del canal por cable HBO. Organiza sus propias reuniones mensuales opcionales para residentes, en las que ven y discuten películas como Zona de miedo y Preciosa.
El uso de libros y películas en las aulas crece en parte porque los personajes de ficción obviamente no protegen su privacidad de la misma forma que los pacientes reales pueden hacerlo. Incluso cuando se esconden sus nombres y detalles, los pacientes deben dar su consentimiento para que se escriban o se analicen sus historias clínicas con otras personas, y muchos son reticentes a hacerlo.
Es más, con la ficción, los estudiantes están expuestos a una variedad mucho más amplia de desórdenes que lo que podrían llegar a encontrar en la vida real. "A no ser que trabajen en cárceles, muy pocos psicólogos alguna vez llegarán a ver psicópatas reales o personalidades antisociales severas", como Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes o Anton Chigurh en No hay lugar para los débiles, afirma John Rosegrant, un psicoanalista y director del Centro para Estudios Psicoanalíticos de Arizona, con sede en Tucson.
Los críticos sostienen que estudiar la condición humana a través de la ficción es poco realista, ya que los personajes tienen la dimensión que el autor quiere darles, y sus acciones responden sobre todo a un libreto. Los defensores responden que los pacientes reales a veces también mienten y sólo revelan lo que puede extraer un terapeuta.
Evaluar las motivaciones de personajes de ficción también puede ayudar a psicólogos y psiquiatras novatos a ganar experiencia y confianza. En la tarea asignada sobre Crepúsculo, los residentes evaluaron los factores biológicos, psicológicos y culturales que afectaban a cada personaje, y practicaron con diferentes diagnósticos, analizando cada explicación posible para los síntomas presentados. (¿Podría ser que el color de ojos cambiante de Edward fuera un síntoma de la Enfermedad de Wilson, una rara enfermedad que hace que el cuerpo retenga cobre? ¿Podría ser que beber sangre fuera una forma de pica, un desorden médico por el cual la gente se siente inclinada a comer artículos no alimenticios, como tierra o papel?).
Estipular que los vampiros y los hombres lobo eran reales fue necesario, afirma Nioaka Campbell, director de la residencia en psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Sur. "De otro modo, tendríamos que concluir simplemente que Bella era sicótica".
Además de reconocer síntomas, varios residentes afirmaron que leer Crepúsculo los ayudó a entender mejor a sus pacientes reales. "Las jovencitas, en particular, realmente se identifican con Bella; sienten que no encajan y que no son lo suficientemente buenas", afirma Jones.
De hecho, libros y películas que se convierten en sensaciones globales a menudo tienen ese éxito justamente porque contienen temas psicológicos universales que incluso los adolescentes y adultos mentalmente saludables experimentan.
Los libros de Harry Potter están llenos de angustia adolescente, decepción, lucha por la identidad e incluso fantasías de agresión y castración, como escribió Rosegrant el año pasado en la revista de la Asociación Psicoanalítica Estadounidense.
La batalla de Harry contra Voldemort puede interpretarse como un conflicto interno entre aspectos de su propia psique, señala Rosegrant. Los símbolos fálicos (serpientes, varas mágicas) abundan en todos los libros, una dinámica subconsciente común en adolescentes masculinos. Hermione en un momento se queja de que los magos varones compiten para ver quién tiene la vara mágica más poderosa.
A medida que avanzan los libros, el mayor desafío de Harry se convierte en confrontar las debilidades adultas. Atraviesa el doloroso proceso de desidealizar a sus padres, y descubre que su papá puede ser arrogante y cruel y que incluso su protector, Dumbledore, tenía un pasado vergonzoso.
La lucha por controlar nuevos impulsos sexuales también es un tema recurrente, tanto en la adolescencia ficticia como en la real, recalca Gabbard. Desde Romeo y Julieta hasta Titanic o Crepúsculo, hay un mensaje constante: "Si tienes relaciones sexuales, morirás".
"Estos temas son tratados desde la distancia segura que ofrece la pantalla para que los adolescentes y adultos tengan la ilusión de que los pueden controlar", dice Gabbard.
Los estudiantes de salud mental exploran incluso la literatura infantil en busca de temas psicológicos enterrados. Aunque el mundo de Winnie the Pooh parece inocente a primera vista, "está claro que involucra historias de individuos con serios problemas, muchos de los cuales incluso encajan en desórdenes significativos", escribieron en 2000 Sarah E. Shea y sus colegas en la revista de la Asociación Canadiense de Medicina.
Piglet sufre claramente de una ansiedad generalizada, dicen los autores. Igor tiene una depresión leve y podría beneficiarse de antidepresivos. Tigger es hiperactivo, impulsivo y le encantan los riesgos.
Pooh, que usualmente es descrito como un "oso con poco cerebro", es un manojo de desórdenes que incluyen una discapacidad cognitiva. "Al principio vemos como Pooh es arrastrado escaleras abajo y su cabeza se golpea", escriben los autores.
Las películas que retratan psiquiatras y psicólogos también son muy instructivas para los estudiantes, si acaso para enseñarles qué no hacer.
Gabbard dice que de unas 400 representaciones de terapeutas en películas, sólo ha encontrado un puñado acertadas, entre ellas Lorraine Bracco, en Los Sopranos. Pero incluso la Dra. Melfi de Bracco traiciona la confianza de su paciente cuando le dice a Tony por qué tiene moretones.
"Él se da cuenta de que ella está mintiendo y la sesión se deteriora rápidamente", dice Gabbard.
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