La Esquizotipia es un trastorno intermedio entre la personalidad normal, introvertida e inhibida del adolescente y la esquizofrenia como patología propiamente dicha; y se manifiesta por un comportamiento antisocial y por ciertas formas de percibir y pensar de características psicóticas.
Esta alteración de la personalidad, que es de menor magnitud que en las psicosis, se considera de tipo benigna y se puede presentar como una eclosión de creatividad, con la vivencia de experiencias atípicas y gran sensibilidad sensorial.
Los investigadores Charles McCreery y Gordon Claridge, de la Universidad de Oxford, denominaron esquizotipia feliz o sana a este trastorno, distinguiendo cuatro componentes básicos en su manifestación:
l) experiencias atípicas: por ejemplo, creencias extrañas, pensamiento mágico y percepciones aberrantes.
2) desorganización cognitiva: o sea déficit de cognición, problemas para la toma de decisiones, inestabilidad emocional y ansiedad o miedo social.
3) anhedonia introvertida: es decir, disgusto por el contacto físico y social, falta de interés en las relaciones interpersonales y en otro tipo de actividades, inclinación por la soledad y la independencia.
4) impulsividad no conformista: o dificultad con el control de los impulsos, fallas de la inhibición, agresividad audaz con abuso.
En la Universidad Autónoma de Barcelona se está investigando este tema desde hace veinte años.
El equipo del Dr. J.E.Obiols, aplicó en su investigación, la clasificación de McCreery y Claridge para evaluar a adolescentes de 13 a 16 años, observando que cuanto mayor es la edad, más importante resulta la desorganización cognitiva y la vivencia de experiencias atípicas, siendo el puntaje de los varones más alto que el de las mujeres en estos conceptos, mientras que las jóvenes registraban en mayor proporción el síntoma de anhedonia introvertida; aunque los investigadores atribuyen esta diferencia más al rol que al género en si mismo.
También se pudieron observar comportamientos pseudopsicóticos y además depresión.
Un 7,5% de los adolescentes que se sometieron a este estudio, presentaban delirios, como los de persecución o ideas de complots en su contra, y alucinaciones auditivas y visuales.
El 4% de estos jóvenes mostraban signos negativos, como aislamiento social, desinterés, poca energía e inexpresividad emocional.
El 4,5% tenían síntomas de depresión, como llanto sin motivo aparente, incapacidad para proyectarse en el futuro, sentimientos de culpa y deseos de morir.
El 9,8% registraba todos los síntomas mencionados, tanto negativos como positivos, además depresión.
Por lo tanto, se pudo comprobar que en los adolescentes investigados se encuentraron, en mayor o menor grado síntomas psicóticos y que éstos se acentuaban en los que tenían depresión.
Es difícil el diagnóstico diferencial, ya que es común que los adolescentes en general, se comporten de manera atípica, que sufran desbordes, que permanezcan inhibidos y solitarios, que tengan dificultades para relacionarse y que usualmente pasen de la depresión a la euforia en poco tiempo.
De todos modos, es importante detectar el nivel de estas manifestaciones, principalmente si hay depresión, para decidirse a hacer una consulta.
La adolescencia es un período de grandes dificultades de adaptación, de rebeldía hacia el entorno familiar y social, y de aislamiento, en la búsqueda de la propia identidad y del si mismo.
Los adolescentes tratan de explicarse la realidad, que les resulta desconocida, por medios mágicos o esotéricos. Se comportan en forma extraña, adoptan códigos para comunicarse entre ellos que son ininteligibles para los adultos, conductas y vestimentas excéntricas, una actitud extremista en contra de todo convencionalismo, con el objetivo de diferenciarse y poder encontrarse a si mismos.
El contacto con las drogas puede desencadenar estas experiencias pseudopsicóticas.
Arminda Aberasturi, destacada psicoanalista, distinguió a esta etapa del desarrollo como la anormalidad normal del adolescente.
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