RESUMEN
La conducta delictiva tiene sus orígenes en las disfunciones en el ambiente en que la persona
se desarrolla que modifica sus rasgos de personalidad, considerando que la conducta humana
se forma a través de la influencia de los factores sociales, ambientales, hereditarios, entre
otros; varios autores han estudiado la estructura y formación de la personalidad humana,
siendo Eysenck el pionero de las investigaciones sobre la conducta desarrolló la teoría de la
personalidad delictiva en donde se basó en tres dimensiones que son el psicoticismo (P), la
extraversión (E), y el neuroticismo (N) para definir las características y reacciones de los
sujetos con dichas conductas. El presente ensayo: Explicación de la formación de la conducta
delictiva desde la teoría de la personalidad de Eysenck; tuvo como objetivo analizar la
formación de la conducta delictiva relacionando los componentes de la personalidad
expuestos en la teoría de Eysenck a través de la utilización del método de investigación
bibliográfica descriptiva. El desarrollo se basará de un marco teórico sobre las definiciones
de conducta, personalidad delictiva, explicación de la teoría de personalidad de Eysenck,
propuesta de tratamiento tanto para la persona afectada como para su familia a través del
método cognitivo conductual para la mejora de la calidad de vida del individuo y su entorno.
Se concluye que el modelo psicobiológico de Eysenck explica cuando una conducta es
delictiva determinada por situaciones sociales hostiles, los factores de temperamento,
aprendizaje, conflictos parentales, entre otros aspectos que predispone a que se formen
conductas delictivas en la persona.
Palabras claves: conducta delictiva, personalidad, teoría de Eysenck, PEN, cognitivoconductual.
ABSTRACT
The criminal behavior has its origins in the dysfunctions in the environment in which the
person develops that modifies his personality traits, considering that the human behavior is
formed through the influence of the social factors, environmental, hereditary , among others;
Several authors have studied the structure and formation of the human personality, being
Eysenck the pioneer of the conduct investigations developed the theory of the criminal
personality where it was based on three dimensions that are the psychoticism (P), the
Extraversion (E), and neuroticism (N) to define the characteristics and reactions of the
subjects with such behaviors. The present essay: Explanation of the formation of the criminal
behavior from the theory of the personality of Eysenck; It aimed to analyse the formation of
the criminal behavior relating the components of the personality exposed in the theory of
Eysenck using the descriptive bibliographic research method. The development will be based
on a theoretical framework on definitions of conduct, criminal personality, explanation of the
personality theory of Eysenck, proposal of treatment for both the affected person and his
family through the cognitive method Behaviour to improve the quality of life of the
individual and its environment. It is concluded that the psychobiological model of Eysenck
explains when a behavior is criminal determined by hostile social situations, temperament
factors, learning, parental conflicts, among other aspects that predisposes to form Criminal
conduct in the person.
Keywords: criminal behavior, personality, Eysenck theory, PEN, cognitive-behavioral.
INTRODUCCIÓN
El ser humano se desarrolla a partir de la relación de aspectos genéticos, sociales,
psicológicos y culturales que influyen en la formación de la conducta y personalidad, cuando
una de estas estructuras se desestabiliza es cuando existen riesgos de que las reglas de
comportamiento socialmente preestablecidas se infrinjan, el resultado será el desarrollo de
conductas antisociales en el individuo (Palacios & Martínez, 2017).
Los rasgos de conducta antisocial en el ser humano cuando aún se encuentra en la etapa de
la niñez se suelen disfrazar y considerar como comportamientos normales referente a su edad;
por cuanto, dichos comportamientos agrupados y durante un periodo determinado de tiempo,
ya en la etapa de la adolescencia,son predisponentes para desencadenar problemáticas, serían
considerados como desajustes de la personalidad que afectarán a la edad adulta formándose
una conducta delictiva en la persona (Sanabria & Uribe, 2009).
Por tal motivo Eysenck dedicó parte de su vida y sus estudios para comprender la
personalidad del ser humano a través de tres dimensiones las cuales son: psicoticismo,
extraversión y neuroticismo (PEN), relacionando la conducta delictiva del ser humano a los
altos puntajes reflejados en cualquiera de estas dos dimensiones de personalidad (Schmidt, y
otros, 2010).
El presente ensayo tiene como objetivo analizar la formación de la conducta delictiva
relacionando los componentes de la personalidad expuestos en la teoría de Eysenck a través
de la utilización del método de investigación bibliográfica descriptiva.
El presente
documento consta de resumen, introducción, desarrollo donde se dará a conocer las posibles
causas para que se forme una personalidad delictiva, las consecuencias que estas conllevan,
se mencionarán los modelos que estudian la personalidad humana enfocándose en la teoría
de personalidad de Eysenck, y por último se expondrá una propuesta de tratamiento enfocado
en la terapia cognitivo-conductual, también constará de conclusiones, anexos y la bibliografía
respectiva.
FORMACIÓN DE LA CONDUCTA DELICTIVA SEGÚN EYSENCK
La conducta humana es observable y a pesar de su complejidad se puede predecir los sucesos
que ocurrirán antes, durante o después de una acción determinado por ciertos factores como
sociales, ambientales, hereditarios, entre otros, debido a que el contexto donde las personas
se desarrollan es muy importante para los futuros cambios cognitivos y psicológicos donde
se rompen las normas sociales pre-establecidas y así se experimentan nuevas conductas no
adaptativas como las delictivas (Sánchez, Xóchitl, & Robles, 2018).
Según Estrada, Rodríguez, Cerros, y Solano (2015), manifiestan que el aumento de conductas
delictivas ha generado preocupación a nivel mundial, en investigaciones se puede evidenciar
que los factores ambientales familiares caracterizados por malos tratos, hostilidad, tensiones,
falta de comunicación, rupturas en el hogar como el caso de las familias monoparentales son
generadores de ira o culpa que repercuten en la conducta del individuo por la falta de
resolución de problemas dentro del contexto familiar.
La ruptura del hogar según Torres, Ortega, Reyes, & Garrido, (2011) genera una situación
muy delicada en el futuro desarrollo del menor que como resultado de conflictos entre los
progenitores lo ubican en una triangulación entre la pareja y el hijo, no obstante, aquello no
implica que la perfección se encuentre en las familias nucleares, sino el hecho de que la
familia no se encuentre emocional y funcionalmente estable se adhiere a otros problemas, es
por ello que (Baumrind, citado en Estrada, Rodríguez, Cerros, & Solano 2015), aportan que
los estilos parentales son una clave para explicar cómo se puede desarrollar el
comportamiento delictivo en los adultos que tiene origen en su niñez y adolescencia.
Es por ello que según Cantón , Cortés, & Justicia (2002), descartan la posibilidad que
únicamente los hijos de padres divorciados lleguen a convertirse en delincuentes; a veces, el
riesgo aumenta debido a la falta de control y atención que se tendría que brindar en una
familia funcional, además, cuando se da la separación y alguna persona allegada al contexto
trata de suplir el puesto vacío que quedó, el progenitor que se encuentra a cargo se puede
sentir al margen del control de su hijo ubicándose entre lo permisivo y lo autoritario.
En dicho contexto de ruptura Fainsilber-Katz y Gottman, 1993, citado por Gómez, Martín,
& Ortega (2017) manifiestan que el joven siente rechazo social por la ansiedad que ocasionan
en ellos por la manera hostil en la que los padres se desenvuelven en el hogar, por ello sienten
la libertad en muchos de los casos de hacer lo que deseen porque según su perspectiva los
padres no tienen derecho a reclamar ni juzgar nada provocando sentimientos de rebeldía en
el mismo, siendo los niños más proclives a tener vínculos con personas que posean
sentimientos negativos similares a los que ellos tienen y de esa manera se sientan más
comprendidos y compensen el espacio de afecto y comunicación que los padres no le han
brindado en su totalidad.
Por ello la familia influye significativamente en el desarrollo de la persona porque cuando es
caracterizada por un ambiente de baja cohesión, llenas de conflictos, sin interacción,
socialización negligente favorece la formación de la conducta delictiva y antisociales, a
diferencia de las familias que viven en un ambiente de cercanía, con normas y reglas
establecidas suscitan un desarrollo positivo (Sánchez, Xóchitl, & Robles, 2018).
Las conductas antisociales o delictivas se refieren a una amplia gama de manifestaciones
como mentiras, hurtos, acoso, bullying, violaciones, homicidios, entre otros, que aunque a
simple vista son de mayor o menor grado de daño o intensidad generan ruptura de las reglas
del buen vivir y daño contra la sociedad y el medio ambiente en general, que se lo asocia a
los rasgos de personalidad por la inestabilidad y frialdad emocional, rasgos egocentristas, o
simplemente a la búsqueda de sensaciones debido a la dificultad para establecer vínculos
afectivos (Sánchez & Robles, 2013).
Cabe recalcar que según la teoría de asociación diferencial la conducta delictiva no se
desarrolla en las personas por su nivel socioeconómico ya que la delincuencia en general no
es únicamente resultado de la población de clase baja, sino que, indistintamente al estatuto
social o cultural al que pertenezca pueden realizar conductas y poseer valores antisociales
porque se lo puede aprender por contacto social con otros, o por la adquisición de actitudes
delictivas desarrolladas por diversos factores anteriormente mencionados (Rico, 2016).
Según Rodríguez (2010), el bajo nivel de autocontrol es una característica de las personas
que desarrollan conductas delictivas porque tienden a buscar recompensas inmediatas, son inestables, no poseen habilidades ni académicas ni cognitivas, son insensibles y por ende no
se proyectan las posibles consecuencias de su comportamiento a diferencia de los que sí
tienen un nivel de autocontrol estable, es decir, al aumentar los niveles de bajo autocontrol a
su vez incrementan los actos de conducta antisocial.
En el modelo de coerción considera que el comportamiento desordenado en los niños puede
generar fracaso tanto escolar como familiar que se manifiesta con rechazo que provoca en el
niño baja autoestima con mayor riesgo de depresión ocasionando que se involucre con grupos
rebeldes o antisociales y el riesgo de generarse en él comportamientos delictivos aumenta
(Patterson 1986, citado por Rico 2016).
Sánchez, Xóchitl, & Robles (2018), mencionan que no sólo influye en el desarrollo
disfuncional de los hijos la crianza ineficiente o inadecuada de los padres sino también otros
aspectos que repercuten en su futuro, es decir, cuando ya se encuentran en la etapa de la
adultez, aspectos como el alcoholismo en uno de sus padres o en ambos, las transiciones o
rupturas familiares ya mencionadas llevan al niño a un contexto familiar desagradable e
inestable sin comunicación ni afecto y con sentimientos de rechazo, el hecho de que los
padres se separen es un factor desencadenante según estudios para que el niño desarrolle una
personalidad delictiva que va evolucionando aún más a medida que va creciendo como ser
humano y aunque no se lo puede tomar como regla general predomina en una mayor cantidad
que se desarrolle la conducta antisocial en el sexo masculino.
Según Halty, González, & Sotoca (2017) para determinar la personalidad delictiva es
necesario centrarse en teorías que tienen como denominador común el estudio de ciertos
rasgos presentes en la estructura de la personalidad que describen cuales son los rasgos
fundamentales de un individuo que comete actos delictivos, entre las teorías que abarcan esta
temática se encuentran los 16 factores de Cattell, la teoría de la personalidad de Eysenck, la
teoría de los cinco factores de Costa y MaCrae, la teoría de Zuckerman y el modelo
psicobiológico de la personalidad de Gray.
Dentro de todas las teorías ya mencionadas, investigaciones afirman que la teoría de la
personalidad de Eysenck quien fue uno de los pioneros al momento de estudiar la
personalidad delictiva según menciona Sánchez & Robles (2013), es el modelo más adecuado para explicar el perfil de la personalidad delictiva relacionada con el delito debido a que
posee fundamentación neurocientífica sólida y a su vez es de fácil comprensión lo que
permite una íntegra descripción de la personalidad, plantea que producto de las influencias
ambientales con predisposiciones genéticas en los individuos se desarrolla la conducta
delictiva explicándose a través de procesos psicofisiológicos en los cuales se engloba la
emotividad, la excitación y el condicionamiento que determina la conducta del ser humano
ante situaciones determinadas donde intervienen también las condiciones afectivas en las que
se desenvuelve el individuo desde su niñez que repercute en su posterior desarrollo (Halty ,
González, & Sotoca, 2017).
La personalidad según Eysenck es una estructura semi-estable y duradera que forma el
carácter el cual se relaciona a la conducta conativa que es la voluntad, el temperamento que
se refiere a la conducta afectiva, es decir, a la emoción, el físico que engloba el estado
corporal y neuroendocrino del ser humano y por último el intelecto que trata de la conducta
cognitiva refiriéndose a la inteligencia, todos estos aspectos forman y establecen la
personalidad de un individuo que al ser afectado alguno de estos rasgos, su conducta sufre el
riesgo de ser afectada con tendencia a convertirse en antisocial o delictiva (Schmidt, et al.,
2010)
En la explicación de la formación de la conducta delictiva desde la teoría de la personalidad
de Eysenck se puede mencionar que dicho autor contempla tres rasgos fundamentales que
son alto psicoticismo, extraversión y neuroticismo (PEN) que se consideran puntuaciones
desde las intermedias hasta las extremas Sánchez & Robles (2013); propone a su vez dos
dimensiones más que son la ansiedad y la impulsividad donde intervienen los sistemas
neurológicos que responden netamente a los factores ambientales de recompensa y castigo
siendo más satisfactorio para la persona obtener estímulos recompensantes que de castigo, es
decir, debe mostrar puntaje alto en impulsividad y bajo en ansiedad para que el individuo sea
considerado que posee personalidad delictiva (Araya & Crespo, 2016).
El perfil de la personalidad delictiva se lo puede analizar según las diferentes dimensiones
de personalidad partiendo por el neuroticismo que es lo opuesto a la estabilidad ya que se
evidencia por la ansiedad, los trastornos en el estado de ánimo, una persona con alto N padece de rasgos depresivos con quejas somáticas, preocupación, baja autoestima, cambios de
humor, sentimientos de culpa, es emotivo, tenso, irracional, tímido funcionando como
reforzador de los rasgos antisociales que si desde la infancia se va forjando en la adolescencia
o juventud es más complejo cambiar a conductas saludables (Bello, Palacio, Rodríguez, &
Oviedo, 2015).
En cuanto a la extraversión que es lo opuesto a la introversión Schmidt, & otros (2010),
refieren que el individuo tiene gran capacidad de ser sociable, siente gran atracción hacia las
fiestas, es asertivo, despreocupado, dominante, le gustan las emociones fuertes debido a su
tenacidad y por lo arriesgado e impulsivo, es muy astuto, vivaz, activo, tiene tendencias a la
agresión y no puede mantener control hacia sus emociones, de manera general a esta
dimensión no es una persona confiable.
Una persona con alto psicoticismo encierra todo lo antes mencionado ya que el individuo
prefiere la soledad, la depresión, es poco empático e incluso agresivo, es impulsivo, hostil,
egocéntrico, antisocial, buscador de sensaciones, es por ello que se considera al P como el
rasgo más determinante para definir la conducta delictiva ya que incluye cierto grado de
psicopatía considerando que en algunos casos este rasgo se caracteriza por presentar
alucinaciones o delirios por tener perturbaciones en el pensamiento, en la conducta motora y
en las emociones y sobretodo la ausencia de culpa (Eysenck 2007, citado en Bello, Palacio,
Rodríguez, & Oviedo 2015; Hernández, 2013).
El ser humano puede ser definido según Schmidt, y otros (2010), en función al grado de
extraversión (E), neuroticismo (N) y psicoticismo (P), donde por ejemplo al individuo no se
lo considera simplemente como extravertido sino que se estudia el grado de extraversión que
posee el mismo para determinar el grado de afectación en su conducta, considerando a su vez
que dichos rasgos tienen una determinación genética en la cual interactúan las estructuras
hormonales y fisiológicas, es por ello que afirmó que su teoría se trataba de un modelo
psicobiológico de la personalidad.
Por aquello Eysenck basándose en las 3 dimensiones propone que las personas que tengan
un elevado puntaje en por lo menos dos de las tres dimensiones son más propensas a
desarrollar conductas antisociales sobretodo en la dimensión de psicoticismo ya que las otras dos solo intensifican las conductas antisociales (Abella & Bárcena, 2014); en una
investigación realizada sobre personalidad, género y el tipo de delito se encontró que en las
personas con delitos violentos se desarrolla alta extraversión y psicoticismo a diferencia de
las personas que cometen delitos no violentos que solo poseen alto neuroticismo (Suárez &
Betancurt, 2016).
Existe una clasificación referida por Muñoz (2017), que explica el motivo por el cual
mientras más alta sea la puntuación mayor probabilidad existe de que en la persona se
desarrolle una conducta antisocial, por ejemplo, en el neuroticismo si la puntuación es alta la
persona es ansiosa, preocupada, deprimida, tiene problemas al dormir, en cambio, cuando la
puntuación es baja la persona es apacible, tiene buen control emocional; lo mismo ocurre con
la extraversión a mayor puntuación la persona es impulsiva, desinhibida, arriesgada, tiende
a ser agresiva y a menor puntuación es tranquila, reservada, controla sus sentimientos; al
igual que en el psicoticismo a mayor puntuación el individuo se presenta despreocupado por
las personas, cruel, inhumano, agresivo y a menor puntuación es empático, cálido, amable y
carente de agresividad.
En muchos países como España los planes de tratamiento para jóvenes con conductas
delictivas (delincuentes, maltratadores, delincuentes de alto riesgo, drogodependientes,
agresores sexuales, entre otros) se dan principalmente en las prisiones donde les brindan
programas al aire libre, de control y manejo de ira, de habilidades de crianza de los hijos, los
entrenan en habilidades de pensamiento, y muchas más) el gran problema es que el número
de encarcelados cada día crece más por la dureza de la ley (Redondo & Pueyo, 2007).
Terol (2008), manifiesta que plantear propuestas de tratamiento ha marcado una gran
dificultad en los profesionales encargados de la intervención debido a las complicaciones y
las resistencias al cambio que existe en este tipo de población, tales como, la manipulación,
la decepción, la identificación pseudomaligna (simulación de ciertos sentimientos en
situaciones determinadas) y control sádico que reflejan las personas con conductas delictivas
al terapeuta.
Es importante recalcar que así como existen complicaciones por parte de la población con
conductas delictivas, también en el terapeuta se producen dificultades que obstaculizan la intervención clínica, como que se dé en la terapia contratransferencia, aniquilación
terapéutica por la errónea creencia que no funcionará el tratamiento obligando al terapeuta a
evitar un probable fracaso, también se presenta en el terapeuta miedo a padecer agresión por
parte del paciente, incapacidad profesional aceptando que el caso es complejo, disminuyendo
su interés profesional; evidentemente la intratabilidad de los pacientes con conductas
delictivas es una creencia común porque mientras más alto sea el grado de psicoticismo más
complicada se volverá la intervención para el terapeuta por el nivel de manipulación e
intimidación, la carencia empática por parte del paciente que dificulta establecer programas
efectivos que rehabiliten a los mismos (Terol, 2008).
El tratamiento cognitivo-conductual tanto individual como grupal, se acerca a una
intervención más realista para prevenir o atenuar la conducta delictiva mejorando el
comportamiento humano con la ideología que el individuo primero tiene que cambiar su
pensamiento para que mejore su comportamiento, siendo esta la modalidad con mayor
efectividad a corto y largo plazo considerando que es necesario que el tratamiento sea
diseñado en primera instancia de manera individual y tratado por un equipo multidisciplinario
con la intervención de disciplinas como la criminología, derecho, trabajo social, la sociología,
la psicología, entre otras, para posterior realizar una intervención grupal, a su vez, al refuerzo
cognitivo y las terapias grupales son eficaces para la adquisición de habilidades sociales,
laborales y resolución de conflictos (Redondo & Pueyo, 2007).
La importancia de primero trabajar de manera individual según Acevedo & Romel (2014),
se presenta por la necesidad de reducir la ansiedad, lograr la estabilidad del examinado y la
adherencia al tratamiento, lograr que el paciente acepte que para su bienestar es necesario
que reconozca que tiene un problema en su conducta, que la terapia es muy útil, y que con
ello se podría prevenir que se desarrolle trastornos en el estado de ánimo.
Acevedo & Romel (2014) refieren que dentro de la técnica conductual se encuentra el
desarrollo de nuevas habilidades, el entrenamiento en relajación, en la solución de problemas,
la regulación emocional y control de ira, las técnicas de exposición y de afrontamiento,
prevención de recaídas, y dentro de las técnicas cognitivas para regular el comportamiento
encontramos el desarrollo del pensamiento, el procesamiento emocional, la reestructuración cognitiva, la utilización y mezcla de dichas técnicas se podrían utilizar para el tratamiento
que ayudarán a minorar la conducta delictiva en las personas logrando mejorar dichas
competencias que son de vital importancia en la vida social del individuo.
Por motivos antes mencionados el tratamiento cognitivo conductual es muy eficaz porque
busca reducir de manera general cuatro niveles de funcionamiento del individuo que están
afectando su desarrollo, los cuales son en primera instancia reducir los síntomas que generan
malestar, luego modular el temperamento de la persona, para posterior reducir el deterioro
en el funcionamiento social-laboral del paciente y finalmente poder modificar los esquemas
de la personalidad ya existentes en el individuo como señala Caballo (2001), a su vez refiere
que el nivel uno y tres son más fáciles la modificación y reinserción a la normalidad a
diferencia de los niveles dos y cuatro en los cuales sólo se pueden modificar más no
reestructurar totalmente.
Los programas de intervención con la familia del paciente son muy importantes, al ser la base
de la formación del ser humano son los encargados de inducir en los hijos valores y normas
a través de la disciplina para evitar o disminuir los comportamiento desorganizados y
delictivos, modificar los patrones agresivos de comunicación, considerando que los padres
son la influencia directa que tiene en un niño y es el punto clave para que este desarrolle un
buen o mal comportamiento social; en caso de que ya exista la conducta delictiva es
indispensable el apoyo familiar para que el paciente pueda superar esta etapa, reconocer que
no está solo y que pueda tener un motivo por el cual ser mejor ser humano; en caso de la
familia no haber recibido terapias para mejorar todo el círculo del paciente, al momento de
reinsertarse a su familia puede recaer si vuelve al mismo contexto que fue causante en parte
de la conducta delictiva que está luchando por eliminar (Rey, 2014).
Es necesario mencionar según Rey (2014), que la efectividad de la intervención terapéutica
en la mayoría de los casos es satisfactoria y por ende positiva, esto también depende de
muchos factores como la gravedad del delito, la edad de inicio del comportamiento antisocial,
la edad actual del paciente, el grado de adherencia que el paciente desee tener con el
tratamiento y su disponibilidad para el cambio.
CONCLUSIONES
Se concluye que la personalidad delictiva se forma a través de varios factores tanto
hereditarios, sociales, culturales, ambientales que se pueden ir modificando a medida que el
ser humano se va desarrollando y que su contexto va cambiando, considerando que en la
niñez los rasgos de conducta antisocial no se perciben correctamente hasta que el individuo
llega a la etapa de la adolescencia.
El modelo psicobiológico de Eysenck a través de las PEN explica detalladamente cuando una
conducta es delictiva determinada por ciertos factores y mientras más alta sea la puntuación
más grado de afectación existe en la conducta del ser humano con mayor probabilidades de
riesgo en que se desarrolle una personalidad delictiva sobre todo en la dimensión del
psicoticismo, es por esta razón que tanto las situaciones sociales hostiles, los factores de
temperamento, aprendizaje, conflictos parentales, problemas con el abuso de sustancias de
los progenitores y de la propia persona en la juventud, entre otras situaciones predispone a
que se formen conductas delictivas.
La terapia cognitivo-conductual es de gran ayuda para transformar las conductas delictivas y
a su vez reinsertar a las personas a la comunidad a través de técnicas tanto individuales como
grupales que permitan al individuo relacionarse de una manera saludable con los demás
quitándose los pensamientos negativos de su mente, siempre y cuando se tenga presente que
los resultados se van observando poco a poco y que se necesita de la predisposición de
cambio del paciente.
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