Este
estudio pone a prueba un modelo ecológico como marco teórico explicativo de la
antisocialidad juvenil. 204 jóvenes mexicanos que cursaban la educación
secundaria o preparatoria contestaron un cuestionario con preguntas acerca de
la violencia intrafamiliar, su conducta antisocial, la ingesta de alcohol de
sus madres, los problemas de conducta escolar, algunas características del
ambiente familiar, escolar y del barrio y las actitudes acerca de la violencia.
Los datos fueron analizados a través de un modelo estructural en el cual las
variables investigadas constituyeron factores e índices que representaban a los
niveles de la teoría ecológica. Los resultados mostraron que el microsistema
tuvo un efecto directo en la conducta antisocial de los menores, el exosistema
mostró un efecto también directo en el microsistema y por lo tanto uno
indirecto en la conducta antisocial de los menores, y el macrosistema tuvo un
efecto directo en el exosistema y uno indirecto en la antisocialidad de los
jóvenes. Lo anterior parece respaldar el modelo ecológico, como explicación
coherente de la conducta antisocial en los menores.
Palabras
clave: conducta antisocial, jóvenes, modelo ecológico, ecuaciones
estructurales.
ABSTRACT
The
aim of this research was to test an ecological model as explanation of juvenile
delinquency. 204 Mexican students of junior and high school answered a
questionnaire containing questions about family violence, antisocial behavior,
child abuse, mother and father alcohol consumption, as well as some family,
school, and neighborhood environmental characteristics. Observed variables
constituted factors and indexes that represented the ecological theory.
Structural equation modeling was used to analyze data. Results showed that the
microsystem had a direct effect on antisocial behavior of youths, the exosystem
had also a direct effect on the microsystem and an indirect effect on
antisocial behavior, while the macrosystem had a direct effect on the exosystem
and an indirect effect on antisocial behavior. These results seem to support
the ecological model as an appropriate explanation of juvenile antisocial
behavior.
Key
words: antisocial behavior, juveniles, ecological model, structural equations.
La
delincuencia juvenil y las conductas antisociales en menores son problemas
complejos que atraen la atención de la sociedad por sus manifestaciones cada
vez más frecuentes y violentas. En México fueron arrestados 58,720 menores en
el año de 1997 y 56,448 en 1998 (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e
Informática, INEGI, 1998). Estos indicadores representan únicamente los de los
menores que fueron internados en los centros de atención por algún delito
grave, pero el número de menores denunciados por alguna infracción es mucho
mayor que el de los internados (únicamente entre el 10% al 15% son internados).
Por ejemplo en la ciudad de Hermosillo, en el estado norteño de Sonora, de 300
denuncias que se recibieron en la policía en el mes de enero del 2000,
únicamente 50 fueron turnadas al Consejo Tutelar para Menores. De éstos
únicamente 31 fueron detenidos; el resto de los menores fue amonestado o fueron
entregados en custodia familiar. Esto demuestra que los datos del INEGI no
constituyen una aproximación real a la magnitud del problema, ya que la
institución procesa únicamente la información proveniente de los menores que
fueron arrestados o detenidos en algún Consejo o tribunal.
De
acuerdo con las estadísticas del gobierno, en el estado de Sonora en 1996 se
arrestaron 14, 355 jóvenes entre los 11 y los 18 años, quienes fueron
consignados en los tribunales para menores. Estos representan el 6% de la
población total de jóvenes en esa entidad (Gobierno del Estado de Sonora,
1998). En el año de 1997 se atendieron 13,833 menores en las delegaciones y/o
representaciones del Consejo Tutelar para Menores (Gobierno del Estado de
Sonora, 1998). En cuanto a la atención externa, se dio servicio a 22,491
menores en 1997 (Gobierno del Estado de Sonora, 1998). En total fueron
atendidos 36,321 menores, los que conforman el 15% de la población total de
éstos. Los datos no consideran a los menores que fueron denunciados y
entregados a sus padres después de recibir una amonestación, quienes
constituyen la mayor parte de los jóvenes infractores. Lo anterior mostraría
que un gran porcentaje de la población juvenil (quizá entre el 15% y el 30%) en
México se involucra en actividades criminales y esto constituye una
preocupación que requiere la comprensión de los determinantes de la
antisocialidad juvenil.
Teorías
explicativas
Diversas
teorías se han cuestionado el origen de la violencia en los humanos. Los
filósofos y los investigadores debaten acerca de la naturaleza
"noble" o "salvaje" de las personas (Freud, 1930; Lorenz,
1966). Freud y otros psicoanalistas aseguran que la agresión es el producto de
un primitivo y poderoso deseo por la muerte al cual ellos llaman Tánatos.
Lorenz (1966) argumenta que la violencia es instintiva. Sin embargo, los
estudios científicos actuales reportan que las causas de la violencia son
múltiples y éstas incluyen factores biológicos, fisiológicos, conductuales,
sociales, económicos y políticos (American Psychological Association's
Comission on Youth Violence, 1993; National Research Council, 1993; Ollendick,
1996).
Lerner
y Galambos (1998) plantean que, de manera consistente con las condiciones
individuales y las contextuales, existen factores centrales básicos en la
génesis y en el desarrollo de las conductas de riesgo de la criminalidad, sobre
las cuales se puede trabajar en prevención. Estos comprenden tres factores
individuales y tres contextuales: 1) la edad (la iniciación temprana en una
conducta de riesgo en la adolescencia); 2) las expectativas respecto de la
escuela y de las calificaciones escolares; 3) conducta(s) general(es), tales
como acciones inapropiadas; 4) observar influencias antisociales, ya que muchas
veces más allá de los factores individuales los factores contextuales son los
que conducen a la generación de conductas de riesgo; 5) las influencias de los
padres, particularmente sus estilos autoritarios o permisivos; y 6) las
influencias del vecindario.
El
modelo ecológico
Bronfenbrenner
(1987) propone una perspectiva ecológica del desarrollo de la conducta humana.
Esta perspectiva concibe al ambiente ecológico como un conjunto de estructuras
seriadas y estructuradas en diferentes niveles, en donde cada uno de esos
niveles contiene al otro. Bronfenbrenner denomina a esos niveles el
microsistema, el mesosistema, el exosistema y el macrosistema. El microsistema
constituye el nivel más inmediato en el que se desarrolla el individuo
(usualmente la familia); el mesosistema comprende las interrelaciones de dos o
más entornos en los que la persona en desarrollo participa activamente; al
exosistema lo integran contextos más amplios que no incluyen a la persona como
sujeto activo; finalmente, al macrosistema lo configuran la cultura y la
subcultura en la que se desenvuelve la persona y todos los individuos de su
sociedad. Bronfenbrenner (1987) argumenta que la capacidad de formación de un
sistema depende de la existencia de las interconexiones sociales entre ese
sistema y otros. Todos los niveles del modelo ecológico propuesto dependen unos
de otros y, por lo tanto, se requiere de una participación conjunta de los
diferentes contextos y de una comunicación entre ellos.
Bronfenbrenner
y Ceci (1994) han modificado su teoría original y plantean una nueva concepción
del desarrollo humano en su teoría bio-ecológica. Dentro de esta teoría, el
desarrollo es concebido como un fenómeno de continuidad y cambio de las
características bio-psicológicas de los seres humanos, tanto de los grupos como
de los individuos. El elemento crítico de este modelo es la experiencia que
incluye no sólo las propiedades objetivas sino también las que son
subjetivamente experimentadas por las personas que viven en ese ambiente.
Bronfenbrenner y Ceci (1994) argumentan que, en el transcurso de la vida, el
desarrollo toma lugar a través de procesos cada vez más complejos en un activo
organismo bio-psicológico. Por lo tanto el desarrollo es un proceso que deriva
de las características de las personas (incluyendo las genéticas) y del
ambiente, tanto el inmediato como el remoto y dentro de una continuidad de
cambios que ocurren en éste a través del tiempo. El modelo teórico es referido
como un modelo Proceso-Persona-Contexto-Tiempo (PPCT).
Belsky
(1980) retomó el modelo original de Bronfenbrenner y lo aplicó al abuso
infantil. En la aplicación de Belsky, la familia representaba al microsistema;
y el autor argumentaba que en este nivel más interno del modelo se localiza el
entorno más inmediato y reducido al que tiene acceso el individuo. El
microsistema refiere las relaciones más próximas de la persona y la familia, es
el escenario que conforma este contexto inmediato. Éste puede funcionar como un
contexto efectivo y positivo de desarrollo humano o puede desempeñar un papel
destructivo o disruptor de este desarrollo (Bronfenbrenner, 1987). El mundo de
trabajo, el vecindario, las relaciones sociales informales y los servicios
constiturían al exosistema, y los valores culturales y los sistemas de
creencias se incorporarían en el macrosistema. Como lo mencionábamos, para
Belsky (1980) el exosistema es el segundo nivel y está compuesto por la
comunidad más próxima después del grupo familiar. Ésta incluye las
instituciones mediadoras entre los niveles de la cultura y el individual: la
escuela, la iglesia, los medios de comunicación, las instituciones recreativas
y los organismos de seguridad. La escuela constituye un lugar preponderante en
el ambiente de los jóvenes; ellos permanecen una gran parte de su tiempo en
este lugar, el que contribuye a su desarrollo intelectual, emocional y social.
El macrosistema comprende el ambiente ecológico que abarca mucho más allá de la
situación inmediata que afecta a la persona. Es el contexto más amplio y remite
a las formas de organización social, los sistemas de creencias y los estilos de
vida que prevalecen en una cultura o subcultura (Belsky, 1980; Bronfenbrenner,
1987). En este nivel se considera que la persona se ve afectada profundamente
por hechos en los que la persona ni siquiera está presente. La integración en
la sociedad es parte de la aculturación de los individuos a las instituciones
convencionales, las normas y las costumbres (Angenent & Man, 1996).
Emery
y Laumann-Billings (1998) utilizaron el modelo ecológico para analizar las
causas y las consecuencias de las relaciones familiares abusivas y
establecieron a la familia como el contexto más inmediato. El contexto
ecológico más amplio lo constituyeron las cualidades de la comunidad en las que
está inmersa la familia, tales como la pobreza, la ausencia de servicios, la
violencia, la desorganización social, la carencia de identidad dentro de sus
miembros, y la falta de cohesión en ella. Por su parte, el contexto
sociocultural estuvo formado por los valores y las creencias culturales.
En
el presente estudio retomamos el modelo ecológico aplicado por Belsky (1980) al
abuso infantil. En este modelo, Belsky propone los mismos sistemas que
Bronfenbrenner, pero los define de manera diferente. Segun Belsky (1980) las
relaciones dentro de la familia constituyen el vínculo más próximo y el sistema
más inmediato en el que se desenvuelven los niños, al que denomina
microsistema. El barrio y la escuela son contextos importantes para los
menores, pero constituyen otro nivel de interacción, al cual llama el
exosistema y por último, Belsky considera que la cultura constituye el
macrosistema.