Existen
muchas causas para la conducta humana en toda su diversidad, y lo mismo aplica
específicamente a la conducta criminal. El incremento de la violencia a nivel
global, así como de los delitos y actos criminales, recibe ya atención
prioritaria. Es así como la Convención Anual de Psiquiatría, APA -American
Psiquiatric Association-, realizada en Pensilvania en el 2002, estudió la
relación de los trastornos mentales con la violencia y la conducta agresiva.
Otras profesiones, gobiernos, países y organizaciones, como la Organización
Mundial de la Salud se han visto obligados a atender urgentemente el fenómeno
dado su amenazante y constante incremento. En Puerto Rico, ya desde el 1983 se
había celebrado el Primer Congreso sobre la Criminalidad en el Colegio de
Abogados auspiciado por el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP). En este
ensayo quiero resumir estudios e identificar variables de causa-etiología desde
las perspectivas biológicas, sociológicas y psicológicas. No pretendo ser
exhaustiva proveyendo profundidad de análisis sino limitarme a identificar en
un solo ensayo algunas de las principales variables asociadas con la conducta
criminal.
Causas
biológicas
Estamos
en un momento histórico crucial donde la nueva tecnología investigativa habrá
de ayudar a entender mejor -con evidencia clara y contundente- el verdadero
espectro de posibilidades en variables de índole biológica, orgánica,
congénitas o heredadas (tome por ejemplo el Proyecto del Genoma Humano).
No
creo que la biología pueda darnos la explicación total a la conducta criminal,
pero igualmente creo que es obligatorio que todo profesional del campo de las
Ciencias Sociales se actualice en estos nuevos descubrimientos e hipótesis, por
cuanto es objetivo y competente reconocer aquellas condiciones fisiológicas, neurológicas,
cromosómicas y anatómicas que puedan determinar algunos de los muchos casos de
conducta criminal.
La
gran cantidad de estudios para explicar la criminalidad en la perspectiva
biológica no es un evento, moda o patrón nuevo. No obstante, hoy día las
investigaciones giran explorando nuevas, o más específicas, variables que
incluyen una variedad enorme de factores físicos tales como los niveles
alterados de serotonina (perspectiva bioquímica; desbalances químicos),
alteraciones en el lóbulo frontal, ADD (desorden de déficit de atención),
niveles altos de testosterona combinados con niveles bajos de serotonina,
niveles bajos de colesterol, el efecto en general de los andrógenos, el efecto
de diversas drogas auto-inducidas (ingeridas), los efectos de las dietas
(enfoque nutricional), alteraciones por cobre y zinc, el efecto de traumas y
accidentes, el efecto de traumas en guerras o eventos de estrés en desastres
naturales (síndrome post-traumático), el efecto de la contaminación ambiental y
las toxinas, hiperactividad, problemas cognitivos, el efecto del tabaquismo en
la madre sobre los hijos (as), efecto del ácido úrico, la predisposición
genética, y la relación entre estados emocionales alterados (depresión y
ansiedad) y la conducta criminal, entre muchos otros.
A
continuación presento un breve resumen de algunos de los muchos estudios que
están siendo realizados en esta área de estudio en la relación entre factores
orgánicos y conducta criminal.
En
cuanto a trastornos bioquímicos: Serotonina (serotonina)
Richard
Wurtman (Crime Times, Vol 1, 1995) ha encontrado que dietas de alto
carbohidratos y bajas proteínas afectan los niveles normales de la serotonina,
neurotransmisor natural que cuando está en niveles alterados o anormales tiene
efectos cerebrales asociados con tendencias suicidas, agresión y violencia,
alcoholismo y conducta impulsiva. Las funciones normales de la serotonina son
la regulación de la excitación, los estados de ánimo, la actividad sexual, la
agresión y el control de los impulsos. Algunos estudios asocian niveles bajos
de serotonina con la conducta violenta-aberrante. Jeffrey Halperin (1995, en
American Journal of Psychiatry) comparó varones agresivos con no agresivos,
ambos con diagnósticos de ADD (déficit de atención) combinado con diagnósticos
de hiperactividad. Se les administró la droga fenfluramina, que provoca
respuestas en el sistema serotonergénico. Los resultados mostraron cambios
positivos en los niños agresivos al bajarle los niveles de serotonina. Matti
Virkkunen (1994) cree haber identificado variaciones genéticas específicas que
predisponen algunos individuos hacia la conducta suicida. Tomando casos de
jóvenes ofensores violentos, descubrió que una variante del gen THP (tryptophan
hydroxylase) cuyos códigos producen una enzima necesaria para la biosíntesis de
la serotonina, estaba asociada fuertemente con los intentos suicidas
irrespectivo a si los jóvenes eran, o no, impulsivos. Un segundo estudio,
demostró que bajos niveles del metabolito 5-HIAA (localizado en el líquido
cerebro espinal) están asociados con pobre control de la conducta impulsiva
(sobre todo en alcohólicos). Por último, estudios en monos consistentemente
demuestran altos niveles de agresividad cuando los niveles de serotonina son
bajos (Kyes, 1995).
Condiciones
congénitas: Síndrome fetal alcohólico
Estudios
realizados por Ann Streissguth (1991) encontraron que el 6.2% de los
adolescentes y adultos que muestran niveles significativos de conducta mal
adaptativa nacieron bajo condiciones de Síndrome Fetal Alcohólico. Esta
conducta evidenciada incluye impulsividad, falta de consideración con los
demás, mentir, engañar, robar, y adicción al alcohol o drogas. También
mostraron dificultad de vivir independientes a los padres, pobre juicio social
y dificultades en conducta sexual, soledad y depresión. No obstante, aunque
siempre se ha pensado que el alcoholismo de la madre es lo que más afecta,
también se han comenzado estudios sobre el papel del alcoholismo en el padre.
Estudios realizados por Theodore Cicero (1994) encontraron que los hijos de
hombres alcohólicos tienden a mostrar problemas de conducta y problemas en las
destrezas intelectuales. Cicero sugiere que esto está directamente relacionado
con el efecto del alcohol sobre los espermatozoides o las gónadas. Cicero dice
que los hijos varones de padres alcohólicos tienden a dar pobres ejecuciones en
los tests de aprendizaje y destrezas espaciales. También demuestran tener
niveles más bajos de testosterona y beta-endorfinas. Las hijas muestran niveles
hormonales alterados en hormonas relacionadas a tensión reaccionando de forma
distinta a situaciones de estrés a las féminas que no tienen el factor de
padres alcohólicos.
El
efecto de golpes-traumas y alteraciones del lóbulo frontal
Alan
Rosembaum (1994) realizó un estudio en los que descubre que los traumas
cerebrales anteceden cambios de conducta predisponiendo hacia un incremento en
violencia. Muchas de estas lesiones fueron adquiridas en la infancia tanto bajo
juegos como en accidentes o producto de maltrato infantil. Su estudio fue
realizado con 53 hombres que golpeaban a sus esposas, 45 hombres no-violentos y
felizmente casados, y 32 hombres no-violentos pero infelizmente casados. 50% de
los agresores habían sufrido alguna lesión en la cabeza previa a sus patrones
de violencia doméstica.
De
otra parte, Antonio Damasio (1995) sugiere que daños al lóbulo frontal a nivel
de la corteza cerebral puede evitar que la persona pueda formarse evaluaciones
de valor positivo o negativo al crear imágenes y representaciones sobre los
resultados, repercusiones y consecuencias futuras de acciones al presente
creando las bases de ciertas conductas sociopáticas. Estudios de Antoine
Bechara (1994) confirman la correlación entre lesiones de la corteza en el
lóbulo frontal y conductas peligrosas tales como “hacer daño solo por
divertirse”.
Estudios
con PET (tomografía de emisiones positrónicas; mide el insumo de glucosa al
cerebro) realizados por Adrian Raine (1994) demuestran que niveles bajo de
glucosa a la corteza pre-frontal son frecuentes en los asesinos (sus estudios
son preliminares; la muestra fue de 22 asesinos confesos con 22 no-asesinos de
control). Bajos niveles de glucosa están asociados con perdida de auto-control,
impulsividad, falta de tacto, incapacidad de modificar o inhibir conducta,
pobre juicio social. Los autores de este estudio plantean que esta condición
orgánica debe interactuar con condiciones negativas del ambiente para que la
persona entonces cree un estilo de vida y personalidad delincuente y violenta
de forma más o menos permanente.
Efectos
de medicamentos-drogas
Medicamentos,
legalmente recetados por médicos como parte de tratamiento a condiciones como
epilepsia, pueden tener efectos negativos aumentando la irritabilidad, la
actividad y el desajuste emocional. Tal es el caso de medicinas como Mysoline
que es recetada como anticonvulsivo (1994).
Efectos
Nutricionales
Katherine
y Kenneth Rowe (1994) estudiaron grupos de niños diagnosticados con
hiperactividad. Los padres les daban alimentos con colorantes como parte de sus
dietas regulares. El estudio consistió en una dieta con el colorante Amarillo
#5 y placebos para el grupo control. El reporte de los padres y observadores
fue que se manifestó un incremento en conductas de llanto frecuente, rabietas,
irritabilidad, inquietud, dificultad de conciliar el sueño, pérdida de control,
y expresiones de infelicidad. Muchas de estas conductas son precisamente las
que les crean problemas de ajuste escolar limitando su aprendizaje e
integración a las reglas del salón de clases.
Trastornos
hormonales
Ante
el hecho obvio de que el hombre tiende a mostrarse más agresivo que las
mujeres, las hormonas masculinas -la testosterona- ha sido objeto de estudio en
la conducta violenta. James Dabbs (1995) estudió 4,4462 sujetos masculinos
encontrando una alta incidencia y correlación entre delincuencia, abuso de
drogas tendencias hacia los excesos y riesgos en aquellos que tenían niveles
más altos de lo normal y aceptable en la testosterona. En las cárceles,
encontró que aquellos convictos de crímenes más violentos fueron los que más
altos niveles de testosterona reportaron. También encontró en los estudios de
saliva de 692 convictos por crímenes sexuales que estos tenían el nivel más
alto entre todos.
Alteraciones
en conducta por hiperactividad orgánica
Rachel
Gittelman (1995) sostiene que varones hiperactivos muestran una tendencia alta
de riesgo a entrar en conducta antisocial en la adolescencia. Esta tendencia es
cuatro veces mayor a la de jóvenes que no son hiperactivos, y parecen tener
historiales de más incidentes de arrestos, robos en la escuela, expulsión,
felonías, etc., 25% de los participantes en el estudio habían sido
institucionalizados por conducta antisocial.
Daño
cerebral
Estudios
demuestran que daños cerebrales son la regla entre asesinos y no la excepción.
Pamela Blake (1995) estudió 31 asesinos con ayuda de la tecnología médica de
los EEG’s, MIR’s y CT SCANS y con pruebas psiconeurológicas. Estos habían sido
acusados de ser miembros de gangas, o violadores, ladrones, asesinos seriales,
asesinos en masa, y dos habían asesinado hijos. En 20 de estos casos se pudo
establecer diagnósticos neurológicos claros. Cinco casos demostraron efectos de
síndrome fetal alcohólico, nueve mostraron retardo mental, un caso tenía
perlesía cerebral, uno más caso tenía hipotiroidismo; un caso tenía psicosis
leve, otro más tenía nicroadenoma en la pituitaria con acromegalia y retardo
mental fronterizo y otro tenía hidrocefalia; tres mostraron epilepsia; tres,
lesiones cerebrales y dos, demencia inducida por alcohol. Algunos mostraron
combinaciones. 64.5% mostraron anormalidades en el lóbulo frontal y 29%
parecían tener defectos en lóbulo temporal. 19 sujetos mostraron atrofia o
cambios en la material blanca del cerebro. El 83.8% de los sujetos mostró abuso
en sus infancias, y 32.3% había sido abusado sexualmente.
Intoxicaciones
y contaminación ambiental
Es
de reciente interés el estudio del efecto de diversas fuentes de toxicidad
sobre la humanidad. Un estudio formal sobre el efecto del plomo indica que
produce alteraciones en la conducta hacia la violencia y la conducta
antisocial. En este estudio, Herbert Needleman (1996) 212 varones de escuela
pública en Pittsburgh, entre las edades de 7-11, fueron evaluados en cuanto a
la concentración de plomo en sus huesos mediante pruebas de rayos X’s
fluorescentes. El plomo es acumulado a través de los años por diversas fuentes
que incluyen la exposición a pinturas, y se observó que con el pasar de los años,
según aumentaba la cantidad acumulada de plomo aumentaban los reportes de
agresividad, delincuencia, quejas somáticas, depresión, ansiedad, problemas
sociales, deficit de atención entre otras. Aunque los autores creen que hay
factores del ambiente social que contribuyen a estas conductas, enfatizan en la
importancia de prevenir la toxicidad cerebral por plomo.
Condiciones
y trastornos mentales
Diversos
estudios (Archives of General Psychiatry, Vol. 53, 1996) confirman que la
presencia de trastornos de salud mental incrementa la conducta violenta y
antisocial. Estudios en Dinamarca identificaron en 324,401 personas que
aquellos que tenían historial de hospitalizaciones psiquiátricas tenían más
probabilidad de ser convictos por ofensas criminales (tanto en hombres como en
mujeres) en una proporción de 3-11 veces más que aquellos que no tenían
historial psiquiátrico. La esquizofrenia, específicamente, aumenta la
probabilidad en 8% en hombres y en 6.5 en mujeres. El desorden de personalidad
antisocial aumenta la probabilidad en 10% en hombres y 50 en mujeres de
conducta homicida. Estudios en EU demuestran que el 80% de los convictos
cumpliendo carcel tienen historial psiquiátrico, con historial de abuso de
sustancias y conducta antisocial dependiente.
Nota
Final: Este resumen no agota las posibilidades. Existen muchos otras
investigaciones sobre diversos factores biológicos adicionales que pueden ser
leídos en la página de Crime Time la cual puede hallar en la siguiente
dirección: http://www.crime-times.org/
Bases
sociológicas
Así
como desde la biología y la genética podemos explicar las causas de la conducta
criminal como aquella que es causada por factores de herencia, anormalidades,
influencias de toxicidad, anormalidades producidas por golpes, lesiones y
traumas craneales, o por instintos de la especie animal, podemos analizar las
causas (etiología) desde las Ciencias Sociales: desde la Sociología y la
Psicología.
La
criminalidad legal se define operacionalmente de acuerdo a los estatutos del
Código Penal de Puerto Rico. Esta es la guía de referencia al orden público
social que ayuda a identificar cuales conductas son inaceptables por tanto se
formula en normas y leyes, donde la violación de cualquiera de las reglas
conlleva penas y culpas. Todo código, en este caso el penal, es producto de
unos acuerdos histórico-sociales. Son producto humano y constituyen la solución
propuesta para buscar, perpetuar y garantizar un cierto orden social. Desde
tiempos inmemorables los filósofos llamaron a estos acuerdos el “contrato
social”. No obstante, en todo grupo social y en toda época histórica hemos
confrontado la realidad de individuos que han mostrado serias dificultades de
ajuste, acatamiento o adaptación a las reglas; o sea, que alguna forma de
violación, o crimen, siempre ha estado presente. Algunas formas de
no-acatamiento no son necesariamente crímenes, sino el embrión de cambios
sociales necesarios ante la insuficiencia del sistema prevaleciente en un
momento dado. Por tanto, preferimos enfocar en el crimen cuando representa
peligro hacia los demás, y no persigue como objetivo favorecer o crear
condiciones para cambios sociales al colectivo, sino resolver problemáticas,
necesidades o intereses individuales. Algunas teorías sociológicas establecen
las causas de la criminalidad en diversos procesos o factores de la estructura
social:
Dr.
Walker
La
pobreza, la participación desigual en los recursos económicos existentes,
contribuye a alienar y perjudicar a las personas que pertenecen a las clases
sociales bajas. Plantea Walker que la persona pobre está sobre-expuesta a
limitaciones y frustraciones que les hacen reaccionar de tres formas: (a)
tratar de lograr las metas y aspiraciones aprendidas socialmente usando medios
desviados e ilegítimos, por ejemplo, con la venta de drogas; (Halperin, 1994)
puede reaccionar agresivamente ante la frustración de sus metas no logradas,
ejemplo, desahogando su coraje en vandalismo; (Archive of General Psychiatry,
1994) se adaptan a su pobreza con resignación, fatalismo, pasividad, falta de
fe hacia su futuro, falta de confianza, entre otras cosas; por ejemplo, viendo
el delito pero no haciendo nada por detenerlo.
Dra.
Madeline Román
Plantea
que el crimen es un problema de la estructura social. El estado criminaliza los
actos de la población con una lamentable tendencia a hacerlo en mayor
proporción con los sectores en pobreza. Las definiciones del delito son
instrumentos normativos que favorecen a los controles e intereses de las clases
dominantes. Cree que los gobiernos han usado estrategias de corte mecanicistas
en el manejo de la criminalidad, que en vez de prevenir lo que muchas veces
hacen es estereotipar aún más las comunidades pobres (ejemplos: los proyectos
comunales). Denuncia Román que la única respuesta ha sido aumentar el sistema
de control represivo (más cárceles, más delitos, etc.) en vez de bajar y
prevenir la conducta y sus causas. De otra parte, señala que el sistema de
justicia criminal ha sido demasiando complejo, grande, lento, inoperante y
hasta injusto en sus sistemas de manejo y aplicación de castigos. La Dra. Román
cree que la presencia de un estado asistencial, la desmoralización de la gente,
la falta de una distribución apropiada de los recursos contribuyen a perpetuar
la hostilidad, los conflictos y la desigualdad que en algunos individuos puede
provocar conducta antisocial como la única vía de salida.
Dr.
Ryan
Cree
que existe una tradición de “culpabilizar a la víctima”, que consiste en
atribuir responsabilidades a la pobreza y/o las minorías raciales y nacionales,
sin plantearse un análisis ni alternativas de cambios sobre las condiciones que
crearon las mismas. Cree que la política gubernamental de ofrecer justicia como
un favor humanitario (estado benefactor) y no como un derecho humano ha
contribuido a cargar negativamente la justicia social. Critica que la función
de los profesionales se ha limitado a la de identificar la víctima como ofensor
y no la de prevenir las situaciones/condiciones que estimulan el conflicto. La
culpa de la víctima tiende a afectar doblemente a los individuos en condiciones
de pobreza, ignorando la violencia institucional y confinándola falsamente a
solo ciertos sectores.
Prof.
Ruth Silva de Bonilla
Considera
que parte del problema de la criminalidad es que muestra una tendencia de dejar
fuera de su definición los crímenes de los poderosos. La población clase media
y pobre ve como pasan impunes delitos cometidos por gente en clases económicas
altas, como las medidas punitivas son más severas con el pobre y demasiado
laxas con el rico, y esta desigualdad en la administración y aplicación de las
leyes crea descontento y hostilidad. En estas posturas reseñadas hasta aquí
existe un elemento común: los/as autores/as piensan que el delito ocurre porque
la sociedad permite, mantiene o fomenta ciertas condiciones de desigualdad al
acceso o garantía de satisfacciones mínimas básicas entre los individuos que
componen la sociedad, y permite y legitima, de esta forma, la carencia de
recursos, dejándoles a estos individuos la posibilidad de optar por estrategias
ilegales para conseguir la satisfacción de sus necesidades. Otras posturas
culpabilizan a patrones y actitudes modernos como el consumismo. El antropólogo
social puertorriqueño, Dr. Seda Bonilla, plantea que los valores han sido
sustituidos -de aquellos del bien común y del crecimiento del ser por aquellos
que tienen que ver con lo que se tiene materialmente. Es su planteamiento que
hemos cambiado la cultura del ser por la cultura del tener. Este cambio ha
hecho que la obtención de valores materiales se convierta en una meta superior
a otras como la honradez, la sencillez, la humildad, entre otras.
La
tendencia hacia el urbanismo, con sus consecuentes variables como hacinamiento,
individualismo, industrialización no-planificada, el centralismo, ha sido una
de las consecuencias de la transformación social y económica del país. Según la
postura de la psicóloga Victoria Muñoz Mendoza, el crecimiento desmedido
poblacional en la zona urbana, particularmente la Zona Metropolitana, creó
zonificaciones que dejaron sin núcleos tradicionales a estas áreas (las plazas,
los parques, etc.), creando núcleos de urbanizaciones inconexas, haciendo que
se pierda el espacio público de compartir social. Los mecanismos tradicionales
de las comunidades rurales o de menor población se pierden en estos centros de
masa. Entre los fenómenos que incrementan urbanamente está la comisión del
delito y la dificultad de identificar a los delincuentes.
Los
factores del conflicto social son otra forma de identificar causas de la
criminalidad desde la perspectiva sociológica. Podemos observar como los
elementos estructurales y funcionales de todo sistema social tienen tendencia a
integrarse por consenso social lo que lleva a la consecución de un orden
social. La dinámica misma de la sociedad y la cultura provocan tensiones que se
expresan en diversos conflictos sociales. La historia de la humanidad es la
historia de la confrontación de intereses entre los diversos grupos que han
existido creando diversos tipos de conflicto por presión poblacional, por
estratificación social, por control del poder o por escasez de recursos. Los efectos
que provocan los conflictos como guerras, revoluciones, o anomia social son
parte de lo que puede incrementar violencia y en otros casos crímenes. El
conflicto social a veces es manejado con violencia y actos delictivos como
forma de resolver los problemas interpersonales. Randall Collins desarrolla una
teoría del conflicto social que se resume como sigue: las personas son
intrínsecamente sociables, pero también están predispuestas al conflicto en sus
relaciones sociales puesto que el conflicto suele producirse a nivel de las
relaciones sociales porque una o muchas personas tienen siempre la posibilidad
de utilizar la coerción violenta en su interacción. Collins creía que las
personas buscan maximizar su estatus subjetivo y que su capacidad para hacerlo depende
de los recursos que tengan. Cree que las personas persiguen su propio interés;
así, los conflictos son posibles por que los conjuntos de intereses pueden ser
radicalmente opuestos.
Tres
puntos son importantes en su teoría: En (Crime Times, Vol. 1, 1995) primer
lugar creía que la teoría del conflicto debía centrarse en la vida real más que
en las formulaciones abstractas. Collins considera que las personas no son
totalmente racionales y reconoce que son vulnerables a impulsos emocionales en
sus esfuerzos por lograr la satisfacción. En segundo lugar, creía que una
teoría de la estratificación desde la `perspectiva del conflicto debía examinar
los factores materiales que influyen en la interacción (Halperin, 1994); en
tercer lugar, Collins (1994) afirmó que en una situación de desigualdad, los
grupos que controlan los recursos suelen intentar explotar a los que los que
carecen de ese control.
Perspectiva psicológica
La
Psicología mantiene un cuerpo de teorías y modelos que nos permiten entender y
visualizar la conducta criminal desde varias perspectivas o Modelos que
integran la biológica, la social y la psicológica:
Como
reacción orgánica: Desde el modelo psicobiológico
Plantea
que las causas de la conducta están en la herencia, en la genética, en daños
congénitos (ocurridos durante el embarazo o en el parto), en exposición a
ambientes de contaminación ambiental, por defectos, mutaciones, anormalidades
físicas, accidentes, traumas fisiológicos o daño cerebral. Estas variables
fueron explicadas en detalle en la primera parte de este ensayo. Para entender
la conducta criminal desde una perspectiva orgánica debe hacerse una evaluación
clínica médica que pueda confirmar o descartar la presencia de alguna de estas
condiciones, antes de partir a diagnosticarla como conducta de causas
psicológicas. Si se confirma la causa orgánica, la persona se considera enferma
y no debería ser tratada como un delincuente común ya que la raíz de su
conducta está determinada por impulsos y condiciones deterministas que nada
tendría que ver con sus capacidades mentales, su raciocinio, o libre voluntad.
Estas condiciones orgánicas le harían no responsable de sus actos, por tanto
podría cualificar para defensas tales como GBMI (“Guilty, But Mentally Ill”;
culpable pero incompetente mental).
Como
reacción emocional: Desde el modelo intrapsíquico (Freudiano)
Plantea
que las personas son particularmente vulnerables en la primera infancia a
traumas, complejos, conflictos no resueltos que quedan archivados en el
inconsciente. Personas que sufren maltrato infantil, crianzas rígidas o
extremadamente laxas (sin estructura ni reglas parentales), relaciones
inadecuadas con los adultos, dificultades en la identificación sexual correcta,
tienden a desarrollar respuestas emocionales disfuncionales mientras crecen. De
no ser atendidas correctamente estas experiencias negativas y ansiógenas
permiten el desarrollo de reacciones neuróticas, psicóticas en algunos
extremos, que habrán de manifestarse en la vida a partir de la adolescencia.
Para muchos freudianos la conducta antisocial es la base de la conducta
criminal, y para que esto ocurra la persona debe haber desarrollado una
personalidad antisocial. Esta a su vez es el resultado de los traumas
inconscientes que dominan la conducta adulta aunque la persona desconozca -o no
reconozca- las causas en su pasado. La persona que comete delitos es una
persona con un problema médico-psicológico. Se considera enferma
emocionalmente. Este modelo es el que sirve de base para las defensas legales
por locura, ya que no contempla que la persona sea responsable de sus actos, y
de serlo, no concibe que la persona, por su enfermedad, tenga capacidad de
reconocer las implicaciones de la misma.
Como
reacción aprendida: Desde el modelo conductista
Plantea
que en principio todo en el ser humano, menos los reflejos, es producto del
aprendizaje, un proceso acumulativo de cambios que ocurren en el organismo de
acuerdo a la experiencia, conductas que buscan un objetivo adaptativo
dependiente y relativo a los estímulos que se reciben del ambiente social
externo en el cual está insertada la persona. La personalidad y la conducta es
el conjunto de reacciones aprendidas por premiación de acuerdo a las
contingencias externas. Por tanto, en este modelo, la conducta criminal es
adquirida mediante aprendizaje si resultara útil, adaptativo e instrumental
hacia metas (que también son aprendidas). Esta concepción es mecánica y plantea
que el ser humano, cuando comente delitos, lo hace como reflejo de lo que ha
aprendido en su ambiente social. En el sistema penal, la persona es responsable
de su conducta aprendida y debe ser sometida a los procesos correspondientes de
justicia.
Como
reacción a la socialización: Aprendizaje Social: Desde la perspectiva
Psicosocial
En
este modelo se combinan dos modelos (cognoscitivo y conductual) planteando que
el ser humano adquiere la conducta mediante un proceso de exposición,
moldeamiento e internalización de valores, actitudes, conductas y normas
(socialización primaria y secundaria). Se plantea que puede ocurrir por
imitación (Bandura) en donde hay presentes tres factores: a) un motivo que
induzca al cambio, conciente o inconsciente; b) un modelo que indique la
dirección del cambio (quiero comportarme como alguien que he visto); y c) una
recompensa (si me comporto como esa persona, lograré el mismo beneficio que él
logró con esa conducta). Otra forma de aprendizaje social es por aprendizaje
vicario, que consisten en aprender por las experiencias ajenas sin tener que
pasar directamente por la experiencia ( por ejemplo, lo que vemos en la
televisión o en el cine) También puede aprenderse mediante las necesidad por el
equilibrio cognoscitivo. De estas tenemos tres teorías predominantes: (Crime
Times, 1995) teoría del equilibrio de Frtiz Heider; (Halperin, 1994) teoría del
equilibrio cognitivo-afectivo de Rosemberg y Abelson; teoría de la disonancia
cognoscitiva de Leon Festinger (1995). En la primera, se pierde el equilibrio
cuando alguna necesidad no está satisfecha y las relaciones (condiciones) de
vida no son positivas y en donde pertenecer a algún grupo es importante por
tanto “el enemigo de mi amigo es mi enemigo”.
En
la segunda, debe haber consistencia entre lo que se piensa y lo que se siente
tanto a nivel personal como en la relación del individuo con los grupos. Si se
quiere aquello que no te permite satisfacer una necesidad, o si lo que te
satisface no se quiere, se crean condiciones de desequilibrio que hacen que la
persona caiga frecuentemente en contradicciones e inconsistencias. En la
tercera, la persona advierte que las creencias pueden chocar entre sí, y la
tendencia natural es a romper la incongruencia con carácter de urgencia. Por
ejemplo: “cualquiera puede llegar a ser gobernador de PR”. En los tres casos la
perdida de equilibrio, o consistencia, puede generar reacciones de frustración
e incongruencias que pueden inducir a la persona inclusive hacia la violencia.
Conclusiones
En
cada una de estas perspectivas encontramos que el grado de responsabilidad
sobre los actos humanos varía. En las biológicas y freudianas, la persona que
comete un delito bajo efectos de una condición, o en un estado mental
disfuncional, está muy enferma y no puede enfrentar las consecuencias de sus
acciones ni un proceso judicial. En cambio, en las perspectivas conductistas y
sociales la persona, aunque reconocida como “víctima” de una ambiente en el que
puede haber estado expuesto a circunstancias negativas y deformativas, se
considera responsable de sus acciones.
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