viernes, 22 de febrero de 2013

ORIGEN DE LAS CONDUCTAS ANTISOCIALES: ECONOMIA, POBREZA, DESINTEGRACION FAMILIAR, VIOLENCIA FAMILIAR, ABUSOS SEXUALES. Emiliano Carrillo Carrasco.Costa Rica.


En México, los medios de comunicación han transmitido continuamente mensajes que expresaban un incremento en la participación de adolescentes en la comisión de infracciones, así como también un aumento en su reincidencia. La falta de satisfacción de las necesidades físicas, las deformidades corporales, la falta de afecto y el fracaso en las relaciones familiares, son las principales frustraciones y pueden ejercer gran influencia sobre el desarrollo de la actividad antisocial. En la situación de pobreza, la continua frustración por no poder obtener las necesidades primordiales crea tensiones psíquicas que se descargan por medio de la violencia y de actos destructivos.
Dentro de los factores que, como consecuencia tienden a motivar la conducta antisocial del menor, se encuentran que una de las principales, se trata de la violencia familiar, la misma desintegración negativa de la familia, el medio ambiente, la condición económica, el abandono, la prostitución, etc.  La desintegración familiar negativa, es el motivo por el que los menores se convierten en infractores de la ley, lo qué puede ser desde un simple ladrón hasta un homicida.

Los Factores como desatender a los menores por problemas familiares como la violencia la separación de los padres, puede provocar que estos vayan buscando refugio en el alcohol, en las drogas o en la compañía de personas que los conllevan a ser antisociales e inclusive los sustitutos de los padres los amigos que en su entorno son solidarios y de autoprotección. La edad es una de las variables que permite confirmar diferencias muy importantes en la estructura de las conductas antisociales. Las esta- dísticas criminales dan de la distribución por edad que se eleva durante todo un período de la existencia humana y que, después disminuye pro gresivamente  hasta desaparecer o que en peores casos sigue y aumenta.

El comportamiento antisocial comienza a menudo en los primeros años de la adolescencia con pequeños robos. En gran medida, estas infracciones son de forma ocasional; es decir, que rara vez es premeditada y que puede surgir del deseo de divertirse con los amigos o para obtener algunos bienes materiales.  La adolescencia es la época en la que las fuerzas normales y anormales adquieren sus direcciones y fines. El problema de la adolescencia es el de su desarrollo sexual, así como a adquirir conductas violentas y a la vez lo llevan al consumo de alcohol y otras drogas como medio de rebeldía o de descarga. Con la madurez física, el adolescente va tomando conciencia de su sexualidad y de sus capacidades para desvelarse y aguantar muchas horas de ocio.

El adolescente tiene que enfrentar la adaptación al medio que lo rodea, y muchas veces no lo logra, manifiesta un rechazo a todas las normas de control y se vuelve agresivo  contra su familia, la religión y la sociedad. El adolescente al sentirse incomprendido, se refugia en sus amigos, y sus amigos en la misma situación se refugian todos en el alcohol y otras drogas, experimentan y encuentran gusto y placer por esas actividades.

Los jóvenes hoy no creen en nada o en casi muy poco, en cosas desechables que surgen un día y para el atardecer ya son obsoletas, no tienen sentido, de ahí que sean presas fáciles (clientes frecuentes) del mercado el cual plantea solo gozar y gozar. El adolescente entra en un período en el que la competencia por demostrar quién es el más fuerte o quién es el que tiene más, hace que actúe sin pensar, muestran una exagerada rebeldía, volubilidad emocional y extrañeza por no sentirse cómodos con su ambiente.

Así mismo, las perversiones son comunes. Se deben a debilidades mentales y a inclinaciones por lo que otras personas dicen. También es en la adolescencia en la que se presenta la homosexualidad en ambos sexos. Problema hoy propios de la adolescencia e inicios de ésta son: el pandillerismo, el bullying (comúnmente relacionado con los plante- les escolares), el cyberbullying (subir videos a you-tube u otros donde se muestran la riñas o el acoso electrónico), y más gravemente su ingreso al crimen organizado, donde las cosas son de poder, satisfacción y placeres.

Es muy común que los hijos no tengan relación durante el día con sus padres, y también es común que los hijos en su mayoría no conozcan a éstos. El tiempo que el adolescente pasa fuera de su hogar, es el tiempo en el que va formando su actitud hacia el futuro, las alteraciones que se den en esa etapa son las que marcarán la vida adulta del sujeto.

Cuanto más se permita persistir en este tipo de conductas anti- sociales, más difícil será detenerlas mediante medidas sociales o de intervención con fines preventivos. Por ello, resulta decisivo impedir, el de su adaptación a los medios en los que se desenvuelve, medios que muchas veces lo llevan lo antes posible que los niños y adolescentes se dejen atraer por conductas antisociales que, al ser mayores de edad se convierten en criminalidad (sin dejar de ser conductas antisociales). El menor de edad puede mostrar conductas que determinan o señalan su antisocialidad; por ejemplo, la furia, ésta parece ser una emoción frecuente en los menores, se manifiesta en golpear, morder, destruir, arrojar objetos, tomar objetos, la violencia, entre otras que son identificadas por los psiquiatras como trastorno disocial.  Los trastornos de conducta forman parte de los trastornos que tienen su aparición durante la infancia y la adolescencia, y por lo tanto el tipo de comportamientos que los niños presenten debe ser cotejado con los procesos afines a su desarrollo evolutivo, por ello la importancia de las etapas del desarrollo y de los factores criminógenos.

El trastorno disocial forma parte de lo que el DSM IV-TR especifica como uno de los trastornos de aparición en la infancia y la adolescencia. Su principal rasgo constituye “un patrón de comportamiento persistente y repetitivo en el que se violan los Derechos básicos de los otros o importantes normas sociales adecuadas a la edad del sujeto” se trata por supuesto de desviaciones más pronunciadas que la simple “maldad infantil” o la “rebeldía adolescente”.

Por lo general implica la participación consciente por parte del niño o adolescente en actos que involucran un conflicto con la normativa social o con los códigos de convivencia implícita en las relaciones en sociedad. Si uno de estos factores es la educación, el  haber estudiado una carrera no es garantía de encontrar un empleo bien remunerado en México. En los 32 estados dela federación mexicana, 35% de los desempleados en 2011 tuvieron un nivel de preparación medio superior y superior en promedio, de acuerdo con el INEGI. O sea: de cada 100 habitantes sin una fuente de ingresos, 35 terminaron la preparatoria y/o la universidad.

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