Resumen
La
anomia conduce el individuo para una sociedad carente en el consenso del
contenido de las normas sociales haciendo con que las personas vivan sin
adherir o cumplir las reglas sociales causando daño a una buena
interacción individuo-sociedad; en este
sentido, el sentimiento anómico refiérese a un estado mental de desespero y de
abandono que acompaña el sujeto, debido a la falta de acceso a los medios
socialmente prescritos para la realización de los fines sociales. Las conductas
desviantes refiérense a los comportamientos que no están de acuerdo con los
códigos y los preceptos morales socialmente establecidos, infringiendo
simultáneamente reglas de conducta y causando prejuício a la sociedad y al individuo. En este estudio se pretende
verificar la asociación del sentimiento anómico con las conductas desviantes en
jóvenes. Doscientos treinta y cinco hombres y mujeres con edad entre 13 y 20
años, de la red de educación pública y particular de la ciudad de João Pessoa
PB, han respondido a la escala de sentimiento de estar a la margen de la
sociedad, a la escala de conductas antisociales y delictivas y cuestiones sociodemográficos.
A partir del programa AMOS GRAFICS 16.0, se observaron indicadores
psicométricos que comprobaron la asociación, positiva, entre sentimientos
anómicos y las conductas desviantes.
Palabras
Claves: Sentimientos anómicos, conductas antisociales y delictivas, jóvenes.
Abstract
The
anomie leads the individual to a society lacking the consensus of the content
of social norms so that people can live without adhering or fulfill the social
rules hurting a good individualsociety interaction. That been said, the feeling
anomic refers to a mental state of hopelessness and helplessness that
accompanies the subject, due to lack of access to socially prescribed ways to
the achievement of social goals. The deviant behaviors refer to behaviors that
are not in accordance with codes and socially established moral precepts, while
violating rules of conduct and causing harm to society and the individual. This
study aims to verify the association of feeling with the anomic deviant
behavior in young people. 235 men and women aged 13 to 20 years, the network of
public and private education in the city
of João Pessoa, the scale of respondents feeling of being on the fringes of
society, the scale of antisocial and criminal behavior and socio-demographic.
From the program AMOS 16.0 grafics, it was observed psychometric indicators
that demonstrated the positive correlation, between anomic feeling and deviant
behavior.
Keywords:
Feeling anomic, pipelines antisocial and criminal behaviors, young
Introducción
Las
explicaciones sobre las causas de la violencia entre jóvenes han sido buscadas
por las ciencias humanas, sociales y de la salud. Ese problema, también, ha
preocupado la población brasileña en general y las instituciones de control y
formación social (por ejemplo, escuela, familia, etc.) sobre las razones que
llevan jóvenes a manifestaren
comportamientos violentos. La violencia entre jóvenes brasileños ha sido
destacada, principalmente cuando sus autores no son sólo aquellos que
corresponderían a las características
socioeconómicas y culturales atribuidas a jóvenes considerados violentos cuando
se refiere a los indicadores estándar de
pobreza-riqueza, ruptura de la personalidad, exclusión social, disfunción
familiar y de falta de oportunidades para gozar de bienestar material de sus autores (Adorno, 2002; Beato,
Peixoto & Andrade, 2004; Formiga & Gouveia, 2002; Paixão, 1983; Pino,
2007; Olmo, 1999).
No
bastase el perjuicio de la violencia entre jóvenes, sobre el daño humano y
social, también ha sido discutido bajo a la perspectiva de un perjuicio material que ella causa.
Conforme Santos e Kassouf (2008), los gastos públicos y particulares en la
prevención, combate y control de la violencia a cada década, exceden el total de
5% del PIB brasileño, además, de las pérdidas aún no contabilizadas, con
respecto del capital humano, calidad de
vida, reducción en el turismo, etc. A pesar de esa inversión, la violencia ha
aumentado, haciendo ascender a la tasa de mortalidad de jóvenes de 15 a 19
años, haciendo que Brasil sea el 3er lugar en el mundo en muertes de jóvenes
asociados a la conducta delictiva (Coffey, Veit, Wolfe, Cini & Patton,
2005; Kahn, 1999; Laub &Vaillant, 2000; Waiselfisz, 2008).
Sin
embargo, ese es un fenómeno que tiene formas distintas, alcanzando un alto
porcentaje de actos desviantes y causando fuertes daños a la población. Para
abordadlas, es necesario tener claro las distintas modalidades en que la violencia se presenta, así como, sus
diferentes causas (Sanmartín, 2006). Según Formiga, Estevam, Camino, Anderson e
Santos (2010), las modalidades de la violencia entre jóvenes, generalmente, ha
sido atribuido al constructo del comportamiento agresivo, conducta desviante y
uso potencial de drogas. Para eses autores, en un estudio con jóvenes de Paraíba,
estado brasileño, fue observada una relación positiva entre eses constructos.
Pero, a título de parsimonia científica, se pretende contemplar en el presente
estudio, solamente una de las facetas de la violencia: las conductas
desviantes.
Las conductas desviantes no solamente
estuvieron condicionadas a las incontables elaboraciones cuanto a su concepto,
pero también, las controversias en la
forma de análisis del problema y en la forma de tratar con las personas responsables
por la conducta. De manera general, este tipo de conducta se refiere a un
conjunto de transgresiones, solo aceptas como es, cuando considera un
determinado contexto sociocultural (Neto, 2004).
En la actualidad, sin embargo, en estas conductas no ha sido identificadas
autor y rótulo específico, son conductas muy variadas, a pesar de evidentes,
llevada a cabo por personas que ni siempre son identificadas, pudiendo
presentarse como una conducta antisocial y/o delictiva. Estas conductas se
refiere a los comportamientos que no están de acuerdo con los códigos
establecidos por las autoridades de determinado espacio geográfico y con los
preceptos morales socialmente establecidos, violando, simultáneamente códigos
de conducta moral (Carvalho, 2010; Formiga & Gouveia, 2003).
Según Formiga y Gouveia (2003) y Formiga
(2005), la conducta antisocial se refiere a falta de conciencia de las normas
que deben ser respetadas – desde a la norma de limpieza de las calles al
respeto con los colegas en el que se
refiere a ciertos juegos – no practicadas por algunos
jóvenes. En esa dirección, este tipo de conducta se caracteriza por el echo de causaren incómodo, pero sin que causen necesario daños físicos a otras
personas; solo dicen a respeto a las bromas de los jóvenes o simplemente a la
búsqueda por la ruptura de algunas leyes sociales.
Sobre a conducta delictiva, eses autores a
conciben como merecedoras de punición jurídica, capaces de causar daños graves,
morales y/o físicos. Así que, tales conductas pueden ser consideradas más
severas que las anteriores, representando una amenaza eminente a la orden
social vigente. Estas conductas tienen en común es que las dos interfieren en
los derechos y deberes de las personas, amenazando su bienestar, así como
diferenciándolas en su función de gravedad de las consecuencias oriundas
(Formiga & Gouveia, 2003; Molina & Gómez, 1997).
Posiblemente,
todo joven practica o ha practicado algún tipo de conducta antisocial, que es
del repertorio de ellos, resaltando como un desafío en la ruptura de las normas sociales y reglas
tradicionales de la sociedad, evidenciando las normas de la generación de sus
padres, como exceden y que impiden eses jóvenes de realizaren su propia
voluntad.
Se considera que un fenómeno con esta fuerza
entre los jóvenes es típico de una sociedad que tiene sus valores debilitados y
las acciones institucionales de control del comportamiento, fracasadas cuanto
al establecimiento de la norma social (Beato, Peixoto & Andrade, 2004;
Feijó, 2001; Minayo et. all., 1999; Moreira
Rosário & Costa, 2008; Mulvey & Cauffman, 2001; Paixão, 1983).
El aumento de la conducta antisocial y
delictiva entre jóvenes, principalmente, aquellos sin historia de delincuencia
en la época actual, debe a un cambio cultural que tiene perfil de los países
occidentales, en otras palabras, el aumento del individualismo (Formiga &
Diniz, 2010).Conforme
Reykowski (1994), esta perspectiva individualista destaca el bienestar do self
como principal orientación a la adaptación, por otro lado, la perspectiva
colectivista tiene como enfoque el bienestar para el grupo. Todas las
diferencias cognitivas, actitudinales y de comportamiento entre colectivismo y
individualismo son oriundas de esta
diferencia en suposiciones implícitas sobre el mundo social.
El individualismo tiene como presupuesto
fundamental la racionalidad, basándose en los principios de regulaciones,
reglas y leyes, de modo a favorecer a
individualización, autonomía, autorrealización y la libertad de elección. Por
otro lado, el colectivismo tiene como presupuesto fundamental las relaciones,
basándose en los principios del bienestar colectivo, papeles, deberes y
obligaciones, favoreciendo a la convivencia en grupo.
Es en este sentido que “... el impulso para la
individualización estimuló mayor libertad en las relaciones entre trabajadores
y empleadores, hombres y mujeres, padres y hijos. Las formas tradicionales de
deferencia cedieran lugar a una nueva afirmación de derechos
individuales,reforzadas, si necesario, por apelación a las cortes de justicia”
(Kumar,1997, p. 179). De acuerdo con Giddens (1998), esta condición ya había sido vislumbrada por Emile Durkheim, el
cual defendía la necesidad de que las
personas precisasen ser ‘individualistas’, pero sin que eso favoreciese
la justicia social y el fortalecimiento y consistencia de la autoridad moral en
la sociedad.
Pero, para Sorj e Martuccelli (2008), la
perspectiva defendida por Dukheim en el que se refiere a la necesidad de una
mayor individualidad de los sujetos,
debería implicar en el aumento de la autonomía y iniciativa individual, pero,
no fue eso que pasó. Al contrario, las personas con una acción individualista,
no la realizaban con base en la negociación de las relaciones interpersonales y
del respeto a las normas y reglas sociales, tornando, con eso, opaca la
relación del mundo subjetivo del individuo y la
sociedad. Esto ha causado una perdida del reconocimiento y
comprensión de los espacios de la
sociabilidad destinados a la cohesión social y no un estado de
desorganización.
El hecho es que este cambio cultural ha
llevado el sujeto a la priorización de necesidades personales en que la meta
sería la obtención de prestigio. Así que, en la falta de recursos o mismo de
apoyo social para alcanzar tal prestigio,
el individuo se utilizaría de conductas desviantes, el que revelaría no solo
la delincuencia juvenil, pero, una falta de estructura y descrédito del poder
disciplinario de las instituciones normativas y formadoras de la conducta
juvenil y la disolución del poder socializador de estas instituciones cuanto a
la transmisión moral y ética para los jóvenes, indicando así, un tiempo de
anomia (Idhac, 2009; De Giorgi, 2005; Formiga & Diniz, 2010; Lipovetsky,
1986).
Tal estado de anomia sigue un camino de caos
social, en la que, romper la norma o manifestar alguna conducta desviante entre
los jóvenes puede ser un acto ennoblecedor para la construcción de la imagen
juvenil y la busca de las aspiraciones del consumo para propia realización del
sujeto. Un desvío excesivo de la norma transpone los espacios de la vida
particular de las personas, afectando los espacios públicos y colectivos y un sentimiento de
inseguridad y exclusión social (Arendt, 2009; Neto, 2006; Sorj &
Martuccelli, 2008).
A pesar de Durkheim (1893/1995; 1925/2002)
considerar que la acción delictiva (leer, criminal) podría ser entendida como
algo normal en la dinámica de cualquier sociedad, mismo que
en niveles soportables, esa acción debería ser punida y inhibida, porque es
reprobada por la sociedad. Esto ocurriría tanto por causar perjuicio a la orden
y armonía de la sociedad cuanto por la indicación de que el sujeto no fue capaz
de interiorizar las normas y los valores sociales exigidos por la sociedad.
Para aquellos que buscan la armonía y el
bienestar social, una condición delictiva hace surgir sentimientos y conductas
de rechazo a esta situación. La intensidad y la facilidad del delito revelan
una debilidad en la integración entre individuo, sociedad y las leys para la
orden social, originando la anomia.
El estudio sobre la anomia ganó fuerza
conceptual y de análisis de los
problemas sociales con Emile Durkheim en sus libros División del Trabajo Social y
Suicidio. Para Durkheim
(1894/2004; 1897/2000), la anomia se refiere a una condición que la
sociedadpasa, una dinámica de sus relaciones interpersonales, cuanto al
reconocimiento de la ausencia de referencia de las normas y reglas sociales que
orientan y regulan el comportamiento social deseable del individuo y
instituciones. La existencia de la anomia en la sociedad queda ineficaz el
poder regulador, que las normas sociales y instituciones de control tiene sobre
los comportamientos sociales, siendo incapaz de la cohesión de la sociedad.
Conforme Agnew (1997), Durkheim concebía que
el estado anómico es una condición peculiar de la sociedad moderna y
consecuente del desarrollo económico de
ella, en la cual los valores, la moral y la ética es determinada por el enriquecimiento material de las personas,
haciendo con que se entreguen a sus pasiones y vivan solamente para si mismo,
no existiendo solidaridad y cooperación entre los miembros de la sociedad, por
consiguiente, una consciencia que pueda priorizar el colectivo y el social. De
acuerdo con McClosky (1976; 1978), la anomia conduce el individuo-sociedad.
Mismo que la concepción de Durkheim sobre la
anomia ha sido significativa para el establecimiento del tema en la Sociología
y Criminología, otro estudioso de gran influencia en el estudio de la anomia
fue Robert Merton. Él desarrolló de forma sistemática la perspectiva teórica
propuesta por Durkheim, así como la asociación de este tema con la conducta
desviante desviante (Caliman, 2006; Giddens, 2005; Huertas, 200; Reyes, 2008).
Distinto de Durkheim, el concepto de la anomia
elaborado por Merton (1938/2002) fue cambiado, refiriéndose a la presión que la
sociedad impone a las personas para que se comporten, de forma desviante,
cuando las normas y la realidad social entran en conflicto. La fisura señalada
por Durkheim entre la sociedad y las normas sociales, hasta puede ser
reconocido por Merton (1938/2002), pero, de acuerdo con este autor, la anomia
ocurre entreel subsistema de los fines y de los medios institucionalmente
aceptos para que el desvío social se realice.
Merton (1938/2002), en su libro Teoría social y Estructura social, con base en la concepción de la anomia y con
el objetivo de avanzar en el concepto y explicación del problema del desvío
social en la sociedad moderna, además de ampliar el concepto, aclara la función
de la anomia cuando se tratar de explicar los conflictos y la orden social.
Para este autor, la anomia es un problema estructural y no cíclica, además de
se causar del poder impuesto de las
normas sociales necesarias por la clase social favorecida, se trata de la
imposibilidad de que el sujeto acepte y actúe normativamente, pues, esto se
debe a las desigualdades sociales determinadas por la clase social mayor para
la realización de los objetivos de los más desfavorecidos. La ruptura de la
estructura cultural da lugar a una división entre las normas y los objetivos
establecidos por la cultura y las condiciones estructura de las personas de la
sociedad y del grupo seguir de acuerdo con el que se requiere. En otras
palabras, para Merton la anomia tenía como origen la constatación por parte de
los individuos y grupos de una incongruencia en la sociedad, haciendo con que los
medios socialmente disponibles sean insuficientes para el alcance de metas
socialmente valoradas.
A partir de los estudios de Durkheim y Merton,
varias pesquisas fueron desarrolladas con el objetivo de operacionalizar,
psicológica y sociológicamente, el concepto y la mensurabilidad de la anomia
(Caliman, 2006; Rodriguéz, 2006). De esta forma, Srole (1956) ha establecido,
en termos psicológicos, un concepto y una mensurabilidad sobre esta variable.
Este autor concebía la anomia como un estado mental, es decir, un sentimiento
de desespero y de abandono que acompaña el sujeto, debido a la falta de acceso a los medios socialmente prescritos
para la realización de los fines sociales.
De acuerdo con Rodríguez (2006), a pesar de
encontrar otros autores que también atribuyó a la anomia un estado mental en
termos de la falta de sentido y
pertenencia en la dinámica individuo-sociedad – por ejemplo, Mathieu Deflem
(1989) Harold Laswell (1952) – en termos pragmáticos, cuanto al
constructoanomia, Srole (1956) merece ser destacado porque él ha desarrollado
un instrumento para la mensurabilidad del constructo. Se trata de una escala
del tipo likert, compuesta por cinco elementos para medir el grado de anomia
(teniendo como un sentimiento) de las personas.
Con base en la concepción de Srole, Travis
(1993) elabora una escala alternativa
para evaluar la anomia en termos psicológicos, una vez que considera la
propuesta de Srole (1956) muy amplia en termos conceptuales y, principalmente,
cuando se pretende medir la anomia con muestras más diversificadas y
compararlas a subculturas. Travis (1993), toma como referencia la teoría de la
alienación (específicamente, del aislamiento social) y de la anomia, pasando a
elaborar un instrumento con siete elementos, que debería ser respondido una
escala del tipo likert. Esta escala tenía como objetivo medir cuanto el sujeto
siente que estar a la margen de la sociedad en relación a la realización de sus
objetivos, o sea, cuanto se siente socialmente excluido.
Así, a partir de estas perspectivas teóricas,
se cree que habiendo por parte de un individuo una mayor percepción de su
exclusión en la sociedad, sintiéndose impotente para realizar sus objetivos,
probablemente, este será capaz de manifestar una conducta antisocial y delictiva.
El presente estudio tiene como hipótesis la verificación de un modelo teórico
en que el sentimiento de estar a la margen de la sociedad a unirse,
positivamente, con las conductas antisociales y delictivas.
Método
Participantes
Ha participado del estudio doscientos treinta
y cinco jóvenes de 13 a 20 años, con una distribución equitativa de jóvenes del
sexo masculino (49%) y del sexo femenino (51%), de la red de educación pública
y particular de la ciudad de João Pessoa – Paraíba, que de manera voluntaria
ha aceptado participar del estudio.
Instrumentos
Los participantes respondieron los
cuestionarios siguientes:
Escala de sentimiento de estar a la margen de
la sociedad (MOS - Margins of Society Scale). La MOS fue desarrollada por
Travis (1993) y adaptada por Sousa y cols. (2003) para la realidad brasileña,
presentando alfas seguros.
La presente escala es compuesta por siete
elementos que buscaban evaluar cuanto las personas sienten sufrir una exclusión
social (por ejemplo, Yo me siento mucho solo hoy; No importa cuanto la persona
luche en la vida, no hay diferencia; yo
me siento discriminada socialmente; Siento como si mi mundo estuviera cayendo;
Yo quería ser alguien importante; Es difícil para mí decir lo que es cierto y
errado hoy; No me gusta vivir de acuerdo con las reglas de la sociedad). Para
responder, la persona debe leer cada cuestión y indicar cuanto ellas están de
acuerdo con cada una de las siete cuestiones y indicar (marcando con una X o
círculo) una escala del tipo Likert, que van de 1 - Desacuerdo totalmente, 2 -
Desacuerdo en parte, 3 - Ni de acuerdo ni en desacuerdo, 4 - De acuerdo en
parte y 5 - De acuerdo totalmente.
En este estudio, fuera que la escala ha
revelado indicadores de consistencia interna aceptables para la realidad
brasileña. Ella presentó indicadores de cualidad de ajuste para su modelo
estructural próximos a los recomendados en la literatura: χ2/gl (7,11/11) =
0,64; RMR = 0,04; GFI = 0,99; AGFI = 0,98; CFI = 1,00; RMSEA = 0,00 (0,00-0,04). El valor de ECVI y CAIC no fueron necesarios
por no haber modelo para ser comparado (Byrne, 1989;Tabachnick & Fidell,
1996; Van de Vijver & Leung, 1997).
Escala de Conductas Antisociales y Delictivas.
Este instrumento, propuesto por Seisdedos (1988) y validado por Formiga y
Gouveia (2003) para la realidad brasileña, comprende en una medida de
comportamiento en relación a las Conductas Antisociales y Delictivas. Tal
medida es compuesta por cuarenta elementos, distribuidos en dos factores, como
sigue: conductas antisociales. Sus elementos no expresan delitos, pero
comportamientos que desafían la orden social y infligen normas sociales (por
ejemplo, tirar basura sobre el piso mismo cuando tiene un basurero; tocar la
campana en la casa de alguien y salir corriendo); y las conductas delictivas,
estas incorporan comportamientos delictivos que están fuera de la ley,
caracterizando una infracción o una conducta incumplidora y perjudicial a
alguien o mismo la sociedad como un todo (por ejemplo, robar objetos de los
coches; obtener dinero amenazando personas más débiles). Para cada elemento,
los participantes deberían indicar cuanto tenían el comportamiento señalado en
su cotidiano. Para eso, ha utilizado una
escala de respuesta con diez puntos, teniendo los siguientes extremos: 0 =
Nunca y 9 = Siempre.
La presente escala reveló indicadores
psicométricos consistentes identificando los factores destacados anteriormente;
para la Conducta Antisocial fue encontrado un Alpha de Crobach de 0,86 y la
Conducta Delictiva o Delincuente, 0,92. Considerando la Análisis Factorial
Confirmatoria, realizada con el Lisrel 8.0, se ha demostrado esas dimensiones
anteriormente encontradas (χ²/gl = 1,35; AGFI = 0,89; PHI (Φ) = 0,79, p >
0,05) en la análisis de los principales componentes (Formiga, 2003; Formiga
& Gouveia, 2003).
Caracterización sociodemográfica. Los
participantes respondieron un conjunto de preguntas sobre características
personales (sexo, edad, etc.) con el objetivo de caracterizar los entrevistados
de la pesquisa.
Procedimiento
y análisis de los datos
Todos los procedimientos adoptados en esta
pesquisa han seguidos directrices previstas en la Resolución 196/96 del CNS y
en la Resolución 016/2000 del Consejo Federal de Psicología (Cns, 1996; Anpepp,
2000).
Para la aplicación del instrumento, el
responsable por la coleta de los datos visito a coordinación o dirección de las
instituciones de educación, hablando directamente con los directores y/o
coordinadores para después intentar el permiso de los profesores responsables
de cada disciplina, buscando obtener su autorización para ocupar una clase y
aplicar los cuestionarios. Después del permiso, se estableció contacto con los
estudiantes, exponiendo brevemente los objetivos de la pesquisa, solicitando su
participación voluntaria.
Fue declarado a los entrevistados que no
habría respuesta correcta o equivocada y que mismo que se necesite una
respuesta individual, estos no deberían verse obligados en contestarlo,
pudiendo abandonar a cualquier momento, sea cuanto estuviera con el instrumento
en sus manos o al empezar su lectura, o otra eventual condición. En cualquier
un de estos eventos no hubiera problema de su abandono.
A todos era previsto el anonimato de sus
respuestas, destacando que ellas serían tratadas en su conjunto
estadísticamente; a pesar del cuestionario ser auto-administrado, con
instrucciones necesarias para que puedan ser respondidos, los colaboradores ha
estado presentes durante toda aplicación para eliminar cualquier duda o
realizar aclarar lo que ha hecho indispensable, no interfiriendo en la
lógica y comprensión de las respuestas
de los entrevistados. Un único aplicador, anteriormente entrenado, ha estado
presente en clase, presentando los instrumentos, resolviendo dudas y dando la
cualidad general de las respuestas emitidas por los entrevistados.
En el que se refiere a la análisis de los
datos de esta pesquisa, fue utilizado la versión 18.0 del paquete estadístico
SPSS para Windows. Fueron calculadas estadísticas descriptivas (tendencia central
y dispersión). Los siguientes indicadores estadísticos para o Model de
Ecuaciones Estructurales (SEM) fueran considerados según una bondad de ajuste subjetiva.
Este
programa estadístico tiene la función de presentar, de forma más sólida,
indicadores psicométricos dirigido a una mejor construcción de la adaptación y precisión de la escala
desarrollada, así como, permita diseñar un modelo teórico pretendido en el
estudio.
Con el programa AMOS, versión 16.0, ha
pretendido probar la adecuación del modelo unidimensional, considerando como
entrada la matriz de covarianzas, teniendo que adoptar el estimador ML (Maximum Likelihood). Este tipo de
análisis estadística es más cuidadosa y rigurosa de que aquella que a la del
primer estudio en el presente estudio. Esto permite probar directamente una
estructura teórica, como es el caso de la que se proponen en el presente
estudio. Esta análisis presenta algunos índices que permiten evaluar la
cualidad de ajuste del modelo propuesto (Byrne, 1989; Hair, Anderson, Tatham
& Black, 2005; Kelloway,1998; Tabachnick & Fidell, 1996; Van de Vijver
& Leung, 1997), por ejemplo:
•
El χ² proba La probabilidad del modelo teórico se ajustar a los datos; cuanto
mayor este valor, peor el ajustamiento. Este ha sido poco empleado en la
literatura, siendo más común considerar su razón en relación a los grados de
libertad (χ²/g.l.). En este caso, valores hasta cinco indican un ajustamiento adecuado.
•
Root Mean Square Residual (RMR), que indica el ajustamiento del modelo teórico
a los datos, en la medida en que la diferencia entre los dos se acerca de cero.
Para el modelo ser considerado bien
ajustado, el valor debe ser menor que 0,05.
•
El Goodness-of-Fit Index (GFI) y el Adjusted Goodness-of-Fit Index (AGFI) son
análogos al R² en regresión múltiple. Sin embargo, indican la proporción de
varianza-covarianza en los datos explicada por el modelo. Estos varían de 0 a
1, con valores en la casa de los 0,80 y 0,90, superior, indicando un
ajustamiento satisfactorio.
•
El Comparative Fit Index (CFI) compara, de forma general, el modelo estimado y
el modelo nulo, considerando valores más cerca de un como indicadores de
ajustamiento satisfactorio (Hair, Anderson, Tatham & Black, 2005).
•
La Root-Mean-Square Error of Approximation (RMSEA), con su intervalo de
confianza de 90% (IC90%), es considerada de un indicador de “maldad” de ajuste,
así como, valores altos indican un
modelo no ajustado. Se supone como ideal que o RMSEA se encuentra entre 0,05 y 0,08, aceptando valores hasta 0,10 (Garson, 2003;
Kelloway, 1998).
•
El Expected Cross-Validation Index (ECVI) y el
Consistent Akaike Information Criterion
(CAIC) son indicadores empleados para evaluar la adecuación de un modelo
determinado en relación a otro. Valores
bajos do ECVI y CAIC
expresan el modelo con mejor ajuste (Hair,
Anderson, Tatham & Black, 2005; Bilich, Silva & Ramos, 2006).
Resultados
y discusión
Considerando
el objetivo central de este estudio – la
explicación de la conducta desviante a partir del sentimiento de estar a la
margen de la sociedad – compone, a partir de la
análisis y modelización de ecuación estructural, en el programa AMOS
16.0, la verificación empírica cuanto a sus criterios predictivos de esta
variable, garantizando, con eso, una fuerza y consistencia explicativa entre
ellas.
Para eso, ha considerado un modelo no
recursivo de ecuaciones estructurales.
Después, los debidos cambios en los ajustes de error, he encontrado un
modelo adecuado, presentándose la
siguiente razón: χ2/gl = 1,97; RMR =
0,05; GFI = 0,98; AGFI = 0,96; CFI = 1,00, RMSEA = 0,02 (0,00-0,05). Se observó
que el peso de la variable considerada sobre el sentimiento de estar a la
margen de la sociedad presentó una puntuación asociativa positiva ( = 0,36) con las conductas
desviantes .
Considerando
que el modelo propuesto fue comprobado, se eligió en realizar un análisis de varianza a fin de evaluar la puntuación media de las respuestas de los sujetos
en las conductas antisociales y delictivas en relación al sentimiento anómico. De esta forma, hubiera un resultado significativo cuanto a una puntuación media superior, solamente, para alta conducta
antisocial (M = 2,67, DP = 0,05) [F (1,234) = 7,54, p < 0,01] en el que se
refiere al sentimiento anómico de los sujetos. Para ça conducta delictiva, los
resultados no fueron significativos, condición esta que ES comprensible, pues,
la muestra no ha contemplado,específicamente, jóvenes con historia de delincuencia
o aquellos que estaban en instituciones coercitivas.
Así como, probablemente, el sujeto con un
sentimiento de exclusión, no observa al cumplimiento de las normas sociales,
manifestando mayor conducta antisocial. Objetivamente, se refiere al estado
mental de este sujeto cuanto a la debilidad de la cohesión social y apoyo
afectivo de las personas en su entorno en termos de la aceptación y adhesión de
las normas sociales, impidiendo con eso la falta de acción desviante, mismo que
los otros puedan transgredir (Aceituno, Asún, Ruiz, Reinoso, Venegas &
Corbalán, 2009).
Sin embargo, estando estos sujetos, con una
autopercepción de abandono social, esta,
por su vez, distorsionaría la realidad, haciendo con que el sujeto no
comprenda la organización y la
funcionamiento de la sociedad cuanto a la condición de alcanzar los fines
sociales a partir de los medios socialmente aceptos (McClosky &
Schaar, 1965; Srole, 1956) sin romper la norma social vigente.
De forma general, de acuerdo con López (2009),
este sentimiento anómico objetiva un análisis del individuo, el cual, como
parte de la sociedad es quien, a partir de sus características personales nota
el sistema social desorganizado, llevando el sujeto al desvío de conducta. Este
desvío, por su vez, es justificado, no solamente porque la sociedad ha
fracasado con sus promesas sociales y económicas, destinadas a su ascensión
personal, pero también, que ese fracaso social ha influenciado la baja
identidad y ambigüedad sentimental de la persona con la sociedad vigente y el
establecimiento de las reglas de control de la conducta, tanto de la
exterioridad cuanto de la internalidad de las reglas y normas sociales
(Laswell, 1952; Deflem, 1989; MacIver, 1950).
Un
estudio desarrollado por Aillet, Le Queau e Olm (2000), mismo que no se utilice
la escala de Travis (1993), pero, abordando semejante perspectiva teórica sobre la anomia
psicológica, se observó que ese tipo de anomia, no solamente ha influenciado
las conductas de riscos y la criminalidad (mayor hedonismo, mayor inestabilidad
psíquica, etc.), pero, también, una tendencia suicida. A pesar del concepto de
anomia psicológica necesitar de algún ajuste, pues, existe una cuantidad
significativa de teóricos que buscan proponer una mensurabilidad de este constructo
en termos psicológicos (Nikos & Agnew, 1997; Atteslander & Gransow;
Western, 1999), tal constructo, cada un a su modelo de evaluación, tiene el
objetivo tanto de verificar la negatividad social del sujeto a fin de que si
pueda establecer no solo compensaciones sociales, cuanto a las intervenciones
psicológicas cuando fuera el caso del sujeto presentar un alto sentimiento
anómico.
Silgemann (1981), en un estudio con
brasileños, utilizando la escala de Srole se observó una relación positiva con la Alienación. O
sea, cuanto mayor el sentimiento anómico, el cual, para Srole (1956) se refiere
a la sensación de abandono, mayor el sentimiento de impotencia social, mayor la
pasividad y acomodamiento con la situación vivida por la persona, ya que ella
no era capaz de cambiar en nada, pues en el sistema, la persona no tiene poder
de soberanía, predominando una especie de vacío interior y impotencia.
Considerando la perspectiva de la anomia
psicológica atribuida por Travis (1993), de acuerdo con la prueba del modelo
teórico verificado en este estudio, una autopercepción del sujeto ante su papel
en la sociedad, y, principalmente, en la valoración de él cuanto su función
para el cambio social y realización de los objetivos necesarios por la sociedad
para que todos sus miembros lleguen a lo que deseen con base en las normas
prescritas, probablemente, podría inhibir la conducta desviante entre los
jóvenes; de otra manera, el desvío podrá ocurrir, pues, con una auto
sentimiento anómico, el sujeto no solo manifestará una experiencia de vacío
social, pero también, de que él necesita asimilar y reconocer los valores de
los otros, a fin de que su dignidad se afirme, colocando la margen de su
desarrollo social y psicológico su condición de ser creativo y espontáneo.
El instrumento propuesto por Travis (1993)
para evaluar la anomia psicológica ha probado un modelo causal en termos de la
intensidad de la conducta desviante (la conducta antisocial y la delictiva)
asociada al sentimiento anómico, específicamente, en el que se refiere a las
personas que sienten sufrir una exclusión social. Tal resultado permite
reflexionar sobre la debilidad del estado mental de los individuos en termos de
su valoración, como ser social, en la sociedad, y la estructura y organización
psicológica cuanto a la pertenencia y identidad social.
El sentimiento anómico podría, así,
corresponder una traza psicológica de vacuidad, atracción por el nuevo y el
efímero, los cuales, cuando identificados, serían capaces de predecir las
conductas humanas, especialmente, aquellas destinadas a la ruptura de la norma y regla social. Esta sensación de vacuidad y aislamiento reflexiona la
declinación del poder de instituciones
tradicionales, como el Estado y la familia y su apoyo social y emocional a los sujetos que forman estas instituciones, imperando con esto el individualismo,
la incertidumbre del futuro y una acción que experiencia el aquí-y-ahora,
causando una crisis no solo en la cohesión social, pero también en la cualidad
de vida y en el estado psicológico ante a lasn creencias y actitudes sociales
socialmente deseables, causando una excesiva dedicación en conductas
individualistas (Aceituno, Asún, Ruiz, Reinoso, Venegas & Corbalán, 2006; Formiga & Diniz, 2011; Gadea, 2006; Magalhães, 1998; McCloskey, 1976).
Esta dinámica invidualista, establecida en la
estructura y organización del trabajo concebido por Durkheim, así como, del
conflicto medio-fin social señalado por Merton, probablemente, puede predecir
las conductas desviantes. Esto, porque el sujeto busca cada vez más satisfacer
su necesidad y interese particular, ya que el Estado no ha cumplido su promesa
y,por no cumplir, no merece confianza, haciendo con que el sujeto se sienta
rechazado y marginado diante del avanzo social y económico de la sociedad (Formiga
& Diniz, 2011; Silgemann, 1981; Reyes, 2004).
Se señala, con esto, en dirección de la
insatisfacción con las normas legales y/o sociales, en la cual, ellas son
insuficientes para orientación del comportamiento individual, de acuerdo ha
conformado a los medios y fines establecidos culturalmente llevando a las
conductas desviantes. Este individualismo, tal como discutido anteriormente,
favorece una mayor valoración de las normas individuales, las cuales se
superponen a las normas sociales, principalmente, porque el individuo no se
siente integrado al sistema, pero, también, porque el respeto, la consideración
y civilidad para con él mismo y para con otro ya no son dedicados, así, la
incredulidad en si mismo y en la sociedad es una condición inevitable,
construyendo en él una sensación de falta de interese con él mismo y con todo
que pueda hacer la sociedad mejorar. Esto es, nada más importa, ya que el
próprio sujeto no es importante.
De acuerdo con Garcia (2006), cerca al que
considera Durkheim y Merton, se cree que debido a la evolución de la sociedad
industrial, los individuos están desorientados y inadecuados, pues el éxito
económico es provocador de la falta de control sobre los deseos del hombre por
una sociedad y normas socialmente aceptas, causando perjuicios en el grado de
control social y fuerza de los vínculos sociedad-individuo para el
comportamiento social; al enfatizar los resultados encontrados en este estudio,
se va más allá, el proceso evolutivo de la
sociedad
y su fuerza capitalista es influyente, también, de experiencias psicológicas
subjetivas del sentimiento de inferioridad, causando un desacoplamiento ante a
los derechos u deberes establecidos y
exigidos por el Estado y sus autoridades.
El problema anomia y conducta desviante no debería
ser exclusividad de carencias sociales y económicas, pero, también, de la
percepción del sujeto cuanto un ser que no siente como parte de la sociedad, un
ser que no valorado y incluso en los planes del avanzo y éxito de la sociedad vigente, se torna un sujeto
incapaz de interiorizar, con eso, un
sentimiento de ciudadanía. Así, la falta de la internalización de un sentimiento de orden, reflexiona una
limitación de la racionalidad de la identificación de los lazos sociales responsables por la
sostenibilidad de la armonía social y resolución de los conflictos causadores
de las conductas criminales (Pegoraro, 2006).
Este sentimiento anómico señala en dirección
de una conducta de subversión, la cual es responsable por la desintegración y
ruptura de las relaciones sociales, pero, también, por la no sumisión a las
relaciones sociales de orden interior y social. El deseo de estar y permanecer
unido es lo que impide la disolución de la estructura social y psicológica,
capaz de regular la reciprocidad, el reconocimiento y aceptación de las
diferencias de las funciones sociales de cada sujeto establecida
jerárquicamente y un enfoque mayor con la solidaridad social; si no es así, el
desvío social aparecerá.
Mismo que ha sido el objetivo principal del
presente estudio, esto es, evaluará estructura factorial de la escala MOS, es
importante señalar que la escala propuesta por Travis (1993) es próxima de la
perspectiva psicológica de la escala de la anomia resaltada por McCloky y
Schaar (1965) y de Srole (1956) las cuales fueron validadas por Rodríguez
(2006) con una muestra en Costa Rica. Específicamente, la escala de McCloky y
Schaar (1965) presentó indicadores de ajuste aceptables por la literatura
vigente (por ejemplo, χ2 = 33,74; gl =
25; p= 0,11, RMR = 0,45, RMSEA = 0,04, CFI = 0,96, GFI = 0,96 e AGFI = 0,93).
Considerando el constructo psicológico para se
evaluar la anomia, la escala de Travis
(1993)
ha revelado, en este estudio, mejores indicadores de lo que fue encontrado por
Rodríguez (2006). Se nota que, a pesar de la diferencia cualitativa entre estos
indicadores, esto no puede ser considerado una condición de eliminación y
inviabilidad de la escala evaluada por Rodriguez (2006), pero, se debe señalar
que la escala de Travis (1993) se tratade más una pieza del rompecabezas del
estudio de la anomia psicológica. Sin embargo, se exige que futuros estudios
sean realizados con esa escala con fin de evaluar la precisión del constructo.
La
prueba de este modelo teórico cuanto a la perspectiva psicológica de la anomia
y su explicación para la conducta antisocial y delictiva se reflexiona sobre la
necesidad de se rescatar no solamente de la autoestima, pero también, una
consciencia colectiva en las personas en relación al sentimiento de que ellas
son parte de la construcción y integración de la sociedad.
Este
hecho corresponde al establecimiento, en el sujeto, del sentimiento de
inclusión social no solo ante las promesas del Estado, pero también, del
cumplimiento de ellas por parte del propio Estado y de las personas que allí
viven. Estas por su vez, probablemente, influyen en inhibición de la manifestación de la
conducta desviante (antisocial o delictiva).
Fuera los gastos con la violencia ya señalados
anteriormente, otros pueden ser previstos, ya que con el aumento de la
violencia y la ineficiencia de las leyes y normas sociales, mayor la necesidad
de invertir en la vigilancia y otras estrategias destinadas a frenar
comportamientos desviantes (relato constante ante a la situación del tránsito o
mismo de la criminalidad en las ciudades brasileñas – por ejemplo, Rio de
Janeiro, São Paulo, etc.), así como, aumentar con el establecimiento de estas
estrategias de vigilancia, el sentimiento de inclusión y de una autopercepción
de que la persona, el grupo, la comunidad, etc,. son importantes para la
sociedad, por eso, son organizados factores de protección social.
Estudios futuros podrían buscar nuevas
variables asociadas a la anomia, con objetivo de orientar profesionales en
áreas distintas, sobretodo en la educación, así como orientar el desarrollo de
políticas públicas con el objetivo de disminuir la percepción de la ruptura de
las normas sociales. Por ejemplo, el ambiente educacional ofrece un campo rico
para las investigaciones de la relación entre anomia y otras variables
relacionadas al tema, no solo por el histórico de violencia en nuestras
escuelas, pero también, debido al hecho de que laeducación ha sido desafiada en
la función de permitir una mayor igualdad social.
Se espera que los objetivos de este estudio se
hayan completado y que agregue más una variable en el estudio sobre las
conductas desviantes en jóvenes brasileños. Cree que contribuyen, en lo que se
refiere al estudio de la anomia en el espacio de la ciencia psicológica,
reflexiones sobre la participación de las instituciones de protección
psicosocial (por ejemplo, familia, escuela, ONG’s, etc.) ante a la organización
y administración de la conducta socialmente deseable y mantenimiento de las
relaciones interpersonales, mirando la armonía social y psicológica.
Aunque considere probada la hipótesis
levantada en el presente estudio, en estos
resultados
es necesario considerar algunas limitaciones: sería interesante un estudio en
que se aborde las variables sociodemográficas como influencia de la anomia y de
las conductas desviantes; podría ser útil un estudio intercultural y
transcultural con el objetivo de evaluar tanto la variación de la anomia cuanto
de la conducta desviante asumidas por los jóvenes de diferentes contextos
sociales y culturales; por fin, podría contestar un estudio con las mismas
variables, contemplando grupos juveniles considerando la dinámica parental de
socialización cuanto a la participación de los padres e de la escuela,
comparándolos a los jóvenes sin participación de estas instituciones.
Con todo, se debe destacar que cuando se
considera los resultados de este estudio es necesario tener en cuenta los
aspectos específicos o universales de cada contexto cultural en la evaluación
de estas variables cuando se pretender abordarlas para otros espacios sociales.
Por un lado, es importante considerar las dimensiones locales, especificas o
exclusivas (emics) de la orientación d cada cultura, así como, y no menos
importante, evaluar las dimensiones universales (etics) de la Cultura, con el
objetivo de comparar los constructos
estudiados aquí para otro espacio geopolítico y social (Muenjohn & Armstrong, 2007; Triandis, McCusker,
Betancourt, Iwao, Leung, Salazar; Setiadi, Sinha, Touzard & Zaleski, 1993;
Triandis, 1995; Van de Vijver & Leung, 1997).
*Correspondencia:
nsformiga@yahoo.com.
1
Doctor en Psicología Social por la Universidade Federal da Paraíba. Profesor en
el curso de Psicología en la Faculdade Mauricio de Nassau.
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