martes, 27 de marzo de 2012

ENFERMEDAD MENTAL Y DELINCUENCIA. ESPERANZA MUÑOZ ZAFRA



RESUMEN:
El objetivo perseguido en este artículo es analizar la posible relación entre enfermedad mental y conducta violenta y/o delictiva. Se recogerán algunos de los principales trastornos mentales y se valorará que porcentaje de ellos delinquen, que tipo de delitos suelen perpetrar, características de los mismos etc...Se recogerán así mismo los tipos de asesinos en serie y en masa y por su gravedad, se analizará la psicopatía y la personalidad sádica.


INTRODUCCIÓN


Históricamente, los límites entre el trastorno mental y la conducta violenta han sido muy imprecisos. En la actualidad aún persiste la creencia popular de que los delitos más graves como pueden ser el asesinato con componentes sexuales, la conducta parricida, el neonaticidio...y los que incluyen elementos que permiten la clasificación de agravamiento de un delito (ensañamiento y alevosía, víctimas muy vulnerables etc) son llevados a cabo por personas con algún tipo de enfermedad mental grave. Desde numerosas asociaciones de enfermos mentales se ha pretendido "limpiar" la imagen de los mismos. Sin embargo, sí que parece existir un porcentaje significativo de pacientes que a causa de haber abandonado su tratamiento farmacológico o su consumo irregular unido al abuso de drogas psicoactivas, pueden desarrollar conductas violentas. El papel de los medios de comunicación no hace más que aumentar la creencia en la asociación enfermedad mental- delincuencia. Delitos puntuales de gran violencia protagonizados por una proporción pequeña de estos enfermos pasan a convertirse en la generalidad.

Por otra parte, si se analiza la postura tomada por los profesionales de la salud mental, tampoco existe uniformidad de criterio. Así laAsociación Americana de Psiquiatría (APA), defiende que, "la mayor parte de las personas violentas no sufren enfermedad mental y que con tratamiento, la persona con trastorno mental no es más peligrosa que la población general". Al margen de este postulado, se encuentra en la literatura numerosos estudios científicos que demuestran que personas con desequilibrios psiquiátricos graves, aquellos que tienen un tratamiento inadecuado o que, aún siendo adecuado no lo siguen, son más propensos a manifestar conductas violentas que la población general. Gran asociación existe según estos estudios, entre la esquizofrenia (especialmente la de tipo paranoide) y la violencia. Hay que tener en cuenta que, gran cantidad de ellos han sido criticados por su falta de rigor científico y como consecuencia de esto, ha acabado produciéndose la llamada "psiquiatrización de la conducta criminal". Conviene romper una lanza a favor de otros muchos estudios que sí han llevado una metodología científica rigurosa. Destacar el llamado "Estudio MacARTHUR". Se trata de un trabajo multidisciplinar realizado en EE.UU. durante más de una década. Se perseguía un doble objetivo: por un lado, la valoración científica del riesgo de violencia, y por otro, la creación de una posible herramienta de actuación para que los distintos profesionales de la salud mental pudiesen valorarla. La investigación arrojó datos interesantes. Así, se observaron dos predictores para la conducta violenta: uno la psicopatía y otro, el haber sido víctima de malos tratos durante la infancia. También se halló que la tasa de violencia era significativamente superior en los esquizofrénicos y sobre todo en aquellos que eran consumidores de sustancias psicoactivas y/o alcohol.


UN POCO DE HISTORIA

Resulta interesante conocer el punto de partida en este tema. Decir que la suerte que corrían los enfermos mentales durante la edad media era la de ser considerados como poseídos por el demonio.
Esta concepción tardará mucho tiempo en ser cambiada y partiendo de esta idea, es lógico que el tratamiento legal que recibían estos enfermos iba en consonancia con la de ser valorados como endemoniados. No será hasta el año 1724 cuando un tribunal anglosajón por primera vez habla de inimputabilidad para las personas con enfermedad mental.
No es hasta el S. XIX cuando la psicología criminal comienza a desarrollarse de manera más rigurosa. El papel de Cesare Lombroso es esencial en este desarrollo. Su obra "El hombre criminal" recoge el análisis de los rasgos criminales. Estudiando las características de los distintos tipos de criminales establece una comparación con las morfologías antropológicas prestando una especial atención a los aspectos más psicológicos de la conducta. Dando un salto en el tiempo, Brussel, psiquiatra forense, en 1957 estableció el que se ha considerado como el primer perfil científico psicológico de un delincuente. Su caso tuvo especial repercusión ya que ayudó a la policía a buscar a un individuo que llevaba operando 10 años atrás y que era conocido como "el loco de las bombas". Del estudio de sus crímenes y de una serie de notas encontradas, Brussel dedujo lo siguiente: debía tratarse de un paciente paranoico, ofreció su edad aproximada, profesión, estado civil e incluso su indumentaria. Con estas descripciones, la policía detuvo al culpable que finalmente confesó ser él el autor de los crímenes.

PSICOSIS Y CONDUCTA VIOLENTA

La psicosis constituye lo que algunos conocen como la auténtica locura, y es que se trata de una enfermedad que irrumpe en la personalidad y que conlleva una pérdida de conciencia de la realidad. Dentro del gran grupo que supone la enfermedad psicótica, es el Trastorno Delirante el cuadro clínico más peligroso. El delirio es considerado como un factor de riesgo de conducta violenta, especialmente aquellos delirios cuya temática es la celotipia, el perjuicio o la persecución. Los hechos violentos típicos de este tipo de trastornos se caracterizan por una "premeditación delirante".
Existe un delirio previo pero también una progresión delictiva además de una circunstancia estresante previa al delito. El delito se comete con lucidez, serenidad y precisión y aunque es desproporcionado, puede resultar "comprensible" (el sujeto no hace más que cumplir con el deberque le dicta su delirio). Suelen delinquir en solitario y cuando son capturados, no parecen mostrar arrepentimiento alguno sino más bien un desapego emocional ante el crimen y una convicción personal de haber hecho justicia. Es también característico en ellos su actitud negativista, desconfiada o desafiante ante el proceso judicial, mostrando su total rechazo al mismo.
Al margen de esto, es necesario apuntar que no todos los actos que realizan los psicóticos tienen una relación directa con su psicopatología. Esto sólo vendría a ocurrir según parece cuando la enfermedad está ya en estadios muy avanzados y la psicosis impregna toda la personalidad del paciente y por tanto todos sus actos.
Desde el punto de vista legal, la tendencia viene siendo el considerar en estos delincuentes la eximente completa o incompleta, por lo que su imputabilidad se vería disminuida.
Por contra a lo que popularmente se podría pensar, los crímenes cometidos por personas con grave enfermedad mental (tanto la psicosis como la demencia lo son) son mucho menores en número que los perpetrados por la población general o la afectada por disfunciones psíquicas de menor gravedad (tales como en abusadores de sustancias, trastornos de ansiedad, trastornos de la personalidad...). Es lo que se analizará en el siguiente punto.
Para tener una idea de qué porcentaje de sujetos con estos trastornos llevan a cabo conductas delictivas, se recoge un revisión sobre 52 sentencias del Tribunal Supremo (Sala de lo Penal) realizada por la Universidad Complutense:

* Esquizofrenia Paranoide: 34%
* Esquizofrenia indiferenciada: 16%
* Psicosis inducida por drogas: 12%
* Trastorno esquizoafectivo bipolar: 12%
* Psicosis sin especificar: 10%
* Trastorno delirante: 8%
* Esquizofrenia desorganizada: 4%
* Trastorno psicótico breve: 2%
* Esquizofrenia residual: 2%
Aunque existe una gran variabilidad en la tipología delictiva, basándonos en estas 52 sentencias, sería la siguiente:
* Delitos contra la salud pública: 18%
* Homicidio: 16%
* Asesinato: 13%
* Robo con intimidación: 13%
* Lesiones: 11%
* Agresión sexual: 10%
* Abuso sexual: 6%
* Tenencia ilícita de armas: 5%
* Incendio: 5%
* Violencia familiar: 3%

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD

¿Qué se entiende como trastorno de la personalidad? Según el DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), los rasgos de personalidad son tendencias persistentes de formas de percibir, relacionarse y pensar sobre el entorno y uno mismo y que se manifiestan en una amplia gama de contextos sociales y personales. Dichos rasgos constituirán trastornos de personalidad cuando sean inflexibles, desadaptativos y causen deterioro funcional significativo o malestar subjetivo. Aunque la persona que padece un trastorno de personalidad mantenga íntegra las facultades intelectivas superiores y comprenda que un hecho es ilícito, puede no llegar a poner en práctica estas capacidades de manera eficaz si el trastorno es grave. De esta manera, serán valorados como eximente incompleta cuando se determine que existe una disminución importante de la capacidad de auto- determinación y además que exista una causalidad psíquica entre el trastorno de la personalidad y el delito cometido.
Verdaderamente, no puede hablarse de una "personalidad delincuente" dadas las grandes diferencias individuales existentes aunque sí se ha demostrado que el infractor sistemático se caracteriza por sus rasgos de hostilidad, búsqueda de sensaciones, desviación psicopática, hipomanía y depresión, bajo ajuste emocional y asertividad.

Legalmente, los trastornos de personalidad deben ser valorados como eximentes incompletas cuando "se determine una disminución importante de la capacidad de autodeterminación (STS 24 ENERO 1991, 22 DE ABRIL 1993 y 3 DE JUNIO 1994) y siempre que exista unacausalidad psíquica entre el trastorno de la personalidad y el delito cometido" (STS 6 DE ABRIL 1992 y 23 DE ENERO 1993).
De todo el elenco de trastornos de la personalidad, se analizarán dos de ellos por su especial relación con la actividad delictiva: psicopatía y personalidad sádica.

PSICOPATÍA Y TRASTORNO SÁDICO DE LA PERSONALIDAD

Pese a que la psicopatía es uno de los más graves trastornos de la personalidad, las clasificaciones oficiales (tales como CIE y DSM) no la incluyen y el motivo parece hallarse en razones de política criminal. Que no aparezca en las clasificaciones no significa que no sea utilizado y culturalmente aceptado.
La personalidad psicópata posee, por decirlo de algún modo, dos grandes factores disfuncionales: el afectivo y el conductual. De la disfunción afectiva destaca su insensibilidad, fuerte narcisismo y frialdad emocional. Las características de sus disfunciones conductuales coinciden con los síntomas recogidos del trastorno antisocial de la personalidad (sí incluido en las clasificaciones). Por tanto, la mayoría de los psicópatas serán considerados como poseedores de un trastorno antisocial pero no todos los diagnosticados con este último deberán ser considerados como psicópatas.

Uno de los autores más relevantes en la investigación en esta área es Hare. Él establece la siguiente clasificación de individuos psicópatas:primario, secundario y sociópata. El secundario se ve afectado por ansiedad, remordimientos y por introversión. El sociópata se caracteriza por una socialización adecuada, por carecer de figura parental correcta, haber crecido en ambientes pobres u hostiles...Pero sin duda, el que llama más la atención es el psicópata primario. A diferencia del anterior, ha recibido una educación correcta. No tienen una afectividad sincera o auténtica y no temen al castigo. Se descartan en estos individuos los trastornos del pensamiento, son extrovertidos y no padecen ansiedad. Narcisistas y egocéntricos, no les importa utilizar a los demás en su propio beneficio. Sin capacidad para la autocrítica, son impulsivos y al no temer al castigo, tampoco aprenden de la experiencia.
Hay que reconocer que sólo algunos de ellos se convierten en criminales violentos. Entre ellos, los más inquietantes son los asesinos múltiples. A su vez, estos pueden clasificarse en función de las características del crimen perpetrado en: asesinos en masa (asesinar a más de 2 ó 3 personas en un mismo episodio temporo-espacial), asesino en serie (en distintos episodios) y un tipo intermedio (con características de ambos). Dentro de los asesinos en masa, la prevalencia de trastornos psicóticos es alta. Así, algunos estudios sitúan en un 50% los sujetos con historia psiquiátrica previa, en un 40% los que manifestaron síntomas psicóticos durante la comisión del crimen (delirios paranoides y alucinaciones) así como graves dificultades en las relaciones personales (HEMPEL et al. 1999). Por esta razón, se han dividido los asesinos en masa en psicóticos (normalmente paranoides) y no psicóticos (con frecuencia depresivos)

Volviendo al psicópata, el que es considerado como un psicópata criminal suele ser un asesino en serie. Comete sus asesinatos separados en el tiempo, sin que exista una clara conexión entre ellos aunque a menudo muestran un patrón común que debe ser encontrado para relacionar las muertes y perseguir al criminal.
No existe tampoco en este caso un único tipo psicológico de asesino en serie. Sí que parece existir cierta relación entre el haber sufrido algún tipo de trauma infantil (abandono, maltrato, abuso...) y padecer en la edad adulta un trastorno psicopático.
Más allá de la psicopatía se encuentra el Trastorno Sádico de la Personalidad. De nuevo, nos encontramos con la problemática de no estar incluido en las clasificaciones oficiales. Al margen de esto, R. BRITAIN formuló un perfil psicológico muy descriptivo del criminal sádico. Según él, se trata de un individuo que por su estilo de vida y su estructura "aparente" de personalidad, puede pasar inadvertido. Muy inteligente y meticuloso en sus crímenes. Suele ser varón, menor de 35 años, solitario, muy educado, seductor aunque con escasa potencia sexual, egocéntrico, narcisista e hipocondríaco. Siente fascinación por las armas, simbología nazi y por las lecturas y comics con escenas violentas. Estos individuos suelen delinquir cuando han sufrido algún tipo de "agresión" a su autoestima. Gran planificación, frialdad, excitación seguida de gran alivio tras cometer el crimen. Observar el sufrimiento que provocan les excita aún más. Es un asesino muy organizado, no deja indicios en la escena del crimen. La víctima es bien elegida, suele hablar con ella durante el hecho, la amordaza, arremete, mata y después hace desaparecer el cadáver. Le gusta coleccionar lo que considera "trofeos" de sus víctimas. No siente culpa alguna y durante los interrogatorios policiales suele mostrarse con gran serenidad. Imperturbable en todo momento. ¿El móvil de sus crímenes? A menudo es simbólico, como una venganza contra figuras parentales (80-90% de ellos refiere haber sido víctima de abuso físico, sexual y/o emocional), contra la sociedad, contra la mujer, contra la propia existencia...

Puesto que ni la psicopatía ni el sadismo son consideradas enfermedades mentales, los que la padecen son considerados legalmente como criminales con una violencia primitiva, sin el mínimo grado de culpabilidad y que saben y quieren hacer lo que hace, y por tanto, no se les aplica eximente alguna. En el futuro puede plantearse un serio problema y es que las últimas investigaciones en técnicas de neuroimagen han hallado diferencias significativas en el funcionamiento cerebral del psicópata al compararlo con el de una persona normal. Las imágenes sugieren en el cerebro psicópata:
Cerebros funcionalmente distintos.
Anormalidad en el lóbulo temporal izquierdo.
Anormalidad en el funcionamiento de la amígdala, hipocampo e hipotálamo.
Hipofunción del cuerpo calloso y del giro angular izquierdo.
Hiperactividad en el giro cingulado anterior.
Hipoactividad del lóbulo prefrontal.
Si nos atenemos a las investigaciones, pese a que la conducta criminal psicopática y sádica nos resulte completamente reprochable, ¿son realmente responsables de todos y cada uno de sus crímenes? Queda en el aire esta reflexión a la espera de que nuevos estudios científicos permitan dar respuesta así como qué puede hacerse con estas personas ya que hoy por hoy, la mayoría de los tratamientos llevados a cabos han demostrado ser poco o nada eficaces.

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