RESUMEN:
El
objetivo perseguido en este artículo es analizar la posible relación entre
enfermedad mental y conducta violenta y/o delictiva. Se recogerán algunos de
los principales trastornos mentales y se valorará que porcentaje de ellos
delinquen, que tipo de delitos suelen perpetrar, características de los mismos
etc...Se recogerán así mismo los tipos de asesinos en serie y en masa y por su
gravedad, se analizará la psicopatía y la personalidad sádica.
INTRODUCCIÓN
Históricamente,
los límites entre el trastorno mental y la conducta violenta han sido muy
imprecisos. En la actualidad aún persiste la creencia popular de que los
delitos más graves como pueden ser el asesinato con componentes sexuales, la
conducta parricida, el neonaticidio...y los que incluyen elementos que permiten
la clasificación de agravamiento de un delito (ensañamiento y alevosía,
víctimas muy vulnerables etc) son llevados a cabo por personas con algún tipo
de enfermedad mental grave. Desde numerosas asociaciones de enfermos mentales
se ha pretendido "limpiar" la imagen de los mismos. Sin embargo, sí
que parece existir un porcentaje significativo de pacientes que a causa de
haber abandonado su tratamiento farmacológico o su consumo irregular unido al
abuso de drogas psicoactivas, pueden desarrollar conductas violentas. El papel
de los medios de comunicación no hace más que aumentar la creencia en la
asociación enfermedad mental- delincuencia. Delitos puntuales de gran violencia
protagonizados por una proporción pequeña de estos enfermos pasan a convertirse
en la generalidad.
Por
otra parte, si se analiza la postura tomada por los profesionales de la salud
mental, tampoco existe uniformidad de criterio. Así laAsociación Americana de
Psiquiatría (APA), defiende que, "la mayor parte de las personas violentas
no sufren enfermedad mental y que con tratamiento, la persona con trastorno
mental no es más peligrosa que la población general". Al margen de este
postulado, se encuentra en la literatura numerosos estudios científicos que
demuestran que personas con desequilibrios psiquiátricos graves, aquellos que
tienen un tratamiento inadecuado o que, aún siendo adecuado no lo siguen, son
más propensos a manifestar conductas violentas que la población general. Gran
asociación existe según estos estudios, entre la esquizofrenia (especialmente
la de tipo paranoide) y la violencia. Hay que tener en cuenta que, gran
cantidad de ellos han sido criticados por su falta de rigor científico y como
consecuencia de esto, ha acabado produciéndose la llamada
"psiquiatrización de la conducta criminal". Conviene romper una lanza
a favor de otros muchos estudios que sí han llevado una metodología científica
rigurosa. Destacar el llamado "Estudio MacARTHUR". Se trata de un
trabajo multidisciplinar realizado en EE.UU. durante más de una década. Se
perseguía un doble objetivo: por un lado, la valoración científica del riesgo
de violencia, y por otro, la creación de una posible herramienta de actuación
para que los distintos profesionales de la salud mental pudiesen valorarla. La
investigación arrojó datos interesantes. Así, se observaron dos predictores
para la conducta violenta: uno la psicopatía y otro, el haber sido víctima de
malos tratos durante la infancia. También se halló que la tasa de violencia era
significativamente superior en los esquizofrénicos y sobre todo en aquellos que
eran consumidores de sustancias psicoactivas y/o alcohol.
UN
POCO DE HISTORIA
Resulta
interesante conocer el punto de partida en este tema. Decir que la suerte que
corrían los enfermos mentales durante la edad media era la de ser considerados
como poseídos por el demonio.
Esta
concepción tardará mucho tiempo en ser cambiada y partiendo de esta idea, es
lógico que el tratamiento legal que recibían estos enfermos iba en consonancia
con la de ser valorados como endemoniados. No será hasta el año 1724 cuando un
tribunal anglosajón por primera vez habla de inimputabilidad para las personas
con enfermedad mental.
No
es hasta el S. XIX cuando la psicología criminal comienza a desarrollarse de
manera más rigurosa. El papel de Cesare Lombroso es esencial en este
desarrollo. Su obra "El hombre criminal" recoge el análisis de los
rasgos criminales. Estudiando las características de los distintos tipos de
criminales establece una comparación con las morfologías antropológicas prestando
una especial atención a los aspectos más psicológicos de la conducta. Dando un
salto en el tiempo, Brussel, psiquiatra forense, en 1957 estableció el que se
ha considerado como el primer perfil científico psicológico de un delincuente.
Su caso tuvo especial repercusión ya que ayudó a la policía a buscar a un
individuo que llevaba operando 10 años atrás y que era conocido como "el
loco de las bombas". Del estudio de sus crímenes y de una serie de notas
encontradas, Brussel dedujo lo siguiente: debía tratarse de un paciente
paranoico, ofreció su edad aproximada, profesión, estado civil e incluso su
indumentaria. Con estas descripciones, la policía detuvo al culpable que
finalmente confesó ser él el autor de los crímenes.
PSICOSIS
Y CONDUCTA VIOLENTA
La
psicosis constituye lo que algunos conocen como la auténtica locura, y es que
se trata de una enfermedad que irrumpe en la personalidad y que conlleva una
pérdida de conciencia de la realidad. Dentro del gran grupo que supone la
enfermedad psicótica, es el Trastorno Delirante el cuadro clínico más
peligroso. El delirio es considerado como un factor de riesgo de conducta
violenta, especialmente aquellos delirios cuya temática es la celotipia, el
perjuicio o la persecución. Los hechos violentos típicos de este tipo de trastornos
se caracterizan por una "premeditación delirante".
Existe
un delirio previo pero también una progresión delictiva además de una
circunstancia estresante previa al delito. El delito se comete con lucidez,
serenidad y precisión y aunque es desproporcionado, puede resultar
"comprensible" (el sujeto no hace más que cumplir con el deberque le
dicta su delirio). Suelen delinquir en solitario y cuando son capturados, no
parecen mostrar arrepentimiento alguno sino más bien un desapego emocional ante
el crimen y una convicción personal de haber hecho justicia. Es también
característico en ellos su actitud negativista, desconfiada o desafiante ante
el proceso judicial, mostrando su total rechazo al mismo.
Al
margen de esto, es necesario apuntar que no todos los actos que realizan los
psicóticos tienen una relación directa con su psicopatología. Esto sólo vendría
a ocurrir según parece cuando la enfermedad está ya en estadios muy avanzados y
la psicosis impregna toda la personalidad del paciente y por tanto todos sus
actos.
Desde
el punto de vista legal, la tendencia viene siendo el considerar en estos
delincuentes la eximente completa o incompleta, por lo que su imputabilidad se
vería disminuida.
Por
contra a lo que popularmente se podría pensar, los crímenes cometidos por
personas con grave enfermedad mental (tanto la psicosis como la demencia lo
son) son mucho menores en número que los perpetrados por la población general o
la afectada por disfunciones psíquicas de menor gravedad (tales como en
abusadores de sustancias, trastornos de ansiedad, trastornos de la
personalidad...). Es lo que se analizará en el siguiente punto.
Para
tener una idea de qué porcentaje de sujetos con estos trastornos llevan a cabo
conductas delictivas, se recoge un revisión sobre 52 sentencias del Tribunal
Supremo (Sala de lo Penal) realizada por la Universidad Complutense:
*
Esquizofrenia Paranoide: 34%
*
Esquizofrenia indiferenciada: 16%
*
Psicosis inducida por drogas: 12%
*
Trastorno esquizoafectivo bipolar: 12%
*
Psicosis sin especificar: 10%
*
Trastorno delirante: 8%
*
Esquizofrenia desorganizada: 4%
*
Trastorno psicótico breve: 2%
*
Esquizofrenia residual: 2%
Aunque
existe una gran variabilidad en la tipología delictiva, basándonos en estas 52
sentencias, sería la siguiente:
*
Delitos contra la salud pública: 18%
*
Homicidio: 16%
*
Asesinato: 13%
*
Robo con intimidación: 13%
*
Lesiones: 11%
*
Agresión sexual: 10%
*
Abuso sexual: 6%
*
Tenencia ilícita de armas: 5%
*
Incendio: 5%
*
Violencia familiar: 3%
TRASTORNOS
DE LA PERSONALIDAD
¿Qué
se entiende como trastorno de la personalidad? Según el DSM-IV (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), los rasgos de
personalidad son tendencias persistentes de formas de percibir, relacionarse y
pensar sobre el entorno y uno mismo y que se manifiestan en una amplia gama de
contextos sociales y personales. Dichos rasgos constituirán trastornos de
personalidad cuando sean inflexibles, desadaptativos y causen deterioro
funcional significativo o malestar subjetivo. Aunque la persona que padece un
trastorno de personalidad mantenga íntegra las facultades intelectivas
superiores y comprenda que un hecho es ilícito, puede no llegar a poner en
práctica estas capacidades de manera eficaz si el trastorno es grave. De esta
manera, serán valorados como eximente incompleta cuando se determine que existe
una disminución importante de la capacidad de auto- determinación y además que
exista una causalidad psíquica entre el trastorno de la personalidad y el
delito cometido.
Verdaderamente,
no puede hablarse de una "personalidad delincuente" dadas las grandes
diferencias individuales existentes aunque sí se ha demostrado que el infractor
sistemático se caracteriza por sus rasgos de hostilidad, búsqueda de
sensaciones, desviación psicopática, hipomanía y depresión, bajo ajuste
emocional y asertividad.
Legalmente,
los trastornos de personalidad deben ser valorados como eximentes incompletas
cuando "se determine una disminución importante de la capacidad de
autodeterminación (STS 24 ENERO 1991, 22 DE ABRIL 1993 y 3 DE JUNIO 1994) y
siempre que exista unacausalidad psíquica entre el trastorno de la personalidad
y el delito cometido" (STS 6 DE ABRIL 1992 y 23 DE ENERO 1993).
De
todo el elenco de trastornos de la personalidad, se analizarán dos de ellos por
su especial relación con la actividad delictiva: psicopatía y personalidad
sádica.
PSICOPATÍA
Y TRASTORNO SÁDICO DE LA PERSONALIDAD
Pese
a que la psicopatía es uno de los más graves trastornos de la personalidad, las
clasificaciones oficiales (tales como CIE y DSM) no la incluyen y el motivo
parece hallarse en razones de política criminal. Que no aparezca en las
clasificaciones no significa que no sea utilizado y culturalmente aceptado.
La
personalidad psicópata posee, por decirlo de algún modo, dos grandes factores
disfuncionales: el afectivo y el conductual. De la disfunción afectiva destaca
su insensibilidad, fuerte narcisismo y frialdad emocional. Las características
de sus disfunciones conductuales coinciden con los síntomas recogidos del
trastorno antisocial de la personalidad (sí incluido en las clasificaciones).
Por tanto, la mayoría de los psicópatas serán considerados como poseedores de
un trastorno antisocial pero no todos los diagnosticados con este último
deberán ser considerados como psicópatas.
Uno
de los autores más relevantes en la investigación en esta área es Hare. Él
establece la siguiente clasificación de individuos psicópatas:primario,
secundario y sociópata. El secundario se ve afectado por ansiedad,
remordimientos y por introversión. El sociópata se caracteriza por una
socialización adecuada, por carecer de figura parental correcta, haber crecido
en ambientes pobres u hostiles...Pero sin duda, el que llama más la atención es
el psicópata primario. A diferencia del anterior, ha recibido una educación
correcta. No tienen una afectividad sincera o auténtica y no temen al castigo.
Se descartan en estos individuos los trastornos del pensamiento, son
extrovertidos y no padecen ansiedad. Narcisistas y egocéntricos, no les importa
utilizar a los demás en su propio beneficio. Sin capacidad para la autocrítica,
son impulsivos y al no temer al castigo, tampoco aprenden de la experiencia.
Hay
que reconocer que sólo algunos de ellos se convierten en criminales violentos.
Entre ellos, los más inquietantes son los asesinos múltiples. A su vez, estos
pueden clasificarse en función de las características del crimen perpetrado en:
asesinos en masa (asesinar a más de 2 ó 3 personas en un mismo episodio
temporo-espacial), asesino en serie (en distintos episodios) y un tipo
intermedio (con características de ambos). Dentro de los asesinos en masa, la
prevalencia de trastornos psicóticos es alta. Así, algunos estudios sitúan en
un 50% los sujetos con historia psiquiátrica previa, en un 40% los que
manifestaron síntomas psicóticos durante la comisión del crimen (delirios
paranoides y alucinaciones) así como graves dificultades en las relaciones
personales (HEMPEL et al. 1999). Por esta razón, se han dividido los asesinos
en masa en psicóticos (normalmente paranoides) y no psicóticos (con frecuencia
depresivos)
Volviendo
al psicópata, el que es considerado como un psicópata criminal suele ser un
asesino en serie. Comete sus asesinatos separados en el tiempo, sin que exista
una clara conexión entre ellos aunque a menudo muestran un patrón común que
debe ser encontrado para relacionar las muertes y perseguir al criminal.
No
existe tampoco en este caso un único tipo psicológico de asesino en serie. Sí
que parece existir cierta relación entre el haber sufrido algún tipo de trauma
infantil (abandono, maltrato, abuso...) y padecer en la edad adulta un
trastorno psicopático.
Más
allá de la psicopatía se encuentra el Trastorno Sádico de la Personalidad. De
nuevo, nos encontramos con la problemática de no estar incluido en las
clasificaciones oficiales. Al margen de esto, R. BRITAIN formuló un perfil
psicológico muy descriptivo del criminal sádico. Según él, se trata de un
individuo que por su estilo de vida y su estructura "aparente" de
personalidad, puede pasar inadvertido. Muy inteligente y meticuloso en sus
crímenes. Suele ser varón, menor de 35 años, solitario, muy educado, seductor
aunque con escasa potencia sexual, egocéntrico, narcisista e hipocondríaco.
Siente fascinación por las armas, simbología nazi y por las lecturas y comics
con escenas violentas. Estos individuos suelen delinquir cuando han sufrido
algún tipo de "agresión" a su autoestima. Gran planificación,
frialdad, excitación seguida de gran alivio tras cometer el crimen. Observar el
sufrimiento que provocan les excita aún más. Es un asesino muy organizado, no
deja indicios en la escena del crimen. La víctima es bien elegida, suele hablar
con ella durante el hecho, la amordaza, arremete, mata y después hace
desaparecer el cadáver. Le gusta coleccionar lo que considera
"trofeos" de sus víctimas. No siente culpa alguna y durante los
interrogatorios policiales suele mostrarse con gran serenidad. Imperturbable en
todo momento. ¿El móvil de sus crímenes? A menudo es simbólico, como una
venganza contra figuras parentales (80-90% de ellos refiere haber sido víctima
de abuso físico, sexual y/o emocional), contra la sociedad, contra la mujer,
contra la propia existencia...
Puesto
que ni la psicopatía ni el sadismo son consideradas enfermedades mentales, los
que la padecen son considerados legalmente como criminales con una violencia
primitiva, sin el mínimo grado de culpabilidad y que saben y quieren hacer lo
que hace, y por tanto, no se les aplica eximente alguna. En el futuro puede
plantearse un serio problema y es que las últimas investigaciones en técnicas
de neuroimagen han hallado diferencias significativas en el funcionamiento
cerebral del psicópata al compararlo con el de una persona normal. Las imágenes
sugieren en el cerebro psicópata:
Cerebros
funcionalmente distintos.
Anormalidad
en el lóbulo temporal izquierdo.
Anormalidad
en el funcionamiento de la amígdala, hipocampo e hipotálamo.
Hipofunción
del cuerpo calloso y del giro angular izquierdo.
Hiperactividad
en el giro cingulado anterior.
Hipoactividad
del lóbulo prefrontal.
Si
nos atenemos a las investigaciones, pese a que la conducta criminal psicopática
y sádica nos resulte completamente reprochable, ¿son realmente responsables de
todos y cada uno de sus crímenes? Queda en el aire esta reflexión a la espera
de que nuevos estudios científicos permitan dar respuesta así como qué puede
hacerse con estas personas ya que hoy por hoy, la mayoría de los tratamientos
llevados a cabos han demostrado ser poco o nada eficaces.
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