A la sociedad española se le deberían poner los ‘pelos de punta’. La mayoría de los jóvenes españoles ve como algo habitual los comportamientos violentos, incluso los justifica en determinados casos.
Estos nuevos datos de una realidad en constante debate, la de la violencia juvenil, son los que acaba de aportar una investigación con 800 chicos y chicas de entre 12 a 18 años de toda la geografía española. A ellos, junto a sus padres y a 200 profesores, de ESO y Bachillerato, se les ha realizado una encuesta que indaga en sus causas.
Chicos que pegan, compañeros de clase que agreden, padres que denuncian a sus propios hijos… el incremento en las dos últimas décadas de adolescentes con comportamientos agresivos ha desatado la alarma social y ha despertado el interés científico por desvelar los factores de riesgo que la desencadenan. Pero también es mayor el número de jóvenes que es testigo de casos de violencia. Así, uno de cada seis jóvenes manifiesta haber presenciado un caso de violencia de género en los lugares donde se mueve (16,7%), en su círculo de amigos (11,6%) y a nivel familiar (2,3%). Llamativo es también, y tal y como se acaba de poner de manifiesto durante el VI Foro de Debate Social de la Fundación Pfizer, marco donde se ha presentado el nuevo trabajo, que un 51% de los chavales cree que, en algunos casos, las agresiones pueden estar justificadas (en defensa propia o de un familiar, en caso de atraco, para evitar una pelea, por amenazas verbales o para defender a los débiles, entre otros). Incluso para el 20% de ellos, consumir alcohol es una ‘excusa’ para ser violento. Sus padres, en cambio (un 77,5%), no aceptan ninguna justificación para las conductas violentas.
Compañeros acosados
Las bebidas alcohólicas son, precisamente y junto con las drogas o haber vivido comportamientos violentes, los factores que para la mayoría de ellos pueden influir en la agresividad juvenil.
Preocupante resulta el hecho de que un 75,1% asegure conocer a algún compañero que ha sido insultado alguna vez, amenazado o acosado por otros alumnos, incluso un 54,9% manifiesta que estos hechos han llegado a desembocar ‘en las manos’.
Estas cifras justifican que uno de cada cuatro estudiantes crea que algún alumno acude a clase con miedo a ser agredido o acosado, situación que un 10,4% manifiesta experimentar personalmente, aunque sea de forma ocasional. Pero a veces no es necesario salir de casa para recibir un ‘cachete’.
Temor también deben sentir algunos profesores, aunque sólo sea porque más del 60% de los docentes asevera conocer a algún compañero que ha sufrido daños físicos o amenazas directas por parte de alumnos. Y todo pese a que la mayoría de maestros cree que “nuestra sociedad ha ido convirtiendo a la escuela en la principal responsable de la educación, desarrollo y socialización de los jóvenes por encima de las propias familias”. Defienden también que la escuela es casi “el único espacio donde hay mecanismos de detección de comportamientos violentos de los jóvenes”,
Para Francisco Javier San Sebastián Cabasés, jefe de la Unidad de Psiquiatría Infanto Juvenil del Hospital Ramón y Cajal, y uno de los participantes en el foro, es “fundamental que los padres enseñen a sus hijos el respeto a los educadores. Los buenos educadores son imprescindibles para las generaciones futuras”.
Riesgos ‘on line’
Al ‘acoso virtual’ también hay referencias en el estudio. El 8% de los jóvenes menciona haber sufrido algún tipo de maltrato psicológico a través del teléfono móvil, y el 11,6% por Internet. En ambos casos, la mayor parte de las veces por desconocidos. Se da la circunstancia de que sólo la mitad de los padres, de los jóvenes que mencionan este maltrato, ha tenido conocimiento de esta situación (3,7% y 6,2% respectivamente).
Para el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda, “igual que se acompaña a los hijos en su vida real, hay que acompañarles en la vida virtual, para que poco a poco puedan soltarse. Se deben vigilar sus perfiles virtuales, los sitios por los que navegan y advertirles de la existencia de ciertos peligros”.
Este experto da un toque de atención al recordar que “siguen siendo muchos los niños que están todo el día delante de Red o la televisión, viendo contenidos inadecuados para su edad, como actos violentos. Ahora se nos ha olvidado, por ejemplo, que los menores no tienen colegio por las tardes y que están en casa solos. Es complicado conciliar la vida familiar y laboral y mucho más controlar qué ven nuestros menores en la televisión o Internet”.
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