jueves, 30 de noviembre de 2017

INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN EL AUTOCONCEPTO Y LA EMPATIA DE LOS ADOLESCENTES. TESIS DOCTORAL. María Segunda Íñiguez Fuentes. Valencia.2016 (Extracto)

PRIMERA PARTE.
MARCO TEÓRICO Y CONCEPTUAL
CAPÍTULO 1

INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN LA ADOLESCENCIA

En este primer capítulo se aborda la influencia de la familia en la adolescencia, así como los cambios de actitudes de los padres respecto a los hijos y de éstos respecto a sus padres. Se parte de la consideración de la influencia que los modelos parentales y el clima social familiar tienen en los adolescentes en el proceso de desarrollo personal. En base a lo cual se tratan algunos de los cambios significativos en las relaciones familiares en el período de la adolescencia, considerando que en el ámbito familiar esta etapa evolutiva representa una importante alteración de convivencia debido a los cambios que se dan afectando tanto a las conductas de los hijos adolescentes como de sus progenitores.

Por ello, se aborda el aspecto conflictivo en esta etapa evolutiva de la adolescencia, para comprender cuál es la raíz de dicha conflictividad del adolescente respecto a la familia (Oliva, 2006). El contexto familiar de la adolescencia es una realidad compleja, dado que el paso a la etapa adulta no está bien definido por la influencia de diversos factores como el acceso a comportamientos y conductas adultas en diversos ámbitos de la vida adolescente y juvenil. Entre estas conductas están el ocio, las relaciones sexuales o la libertad para elegir. El adolescente suele poner en cuestión “la autoridad” y la escala de valores de los progenitores y adultos con los que se relaciona. Este cambio puede suponer cierta inestabilidad y conflictividad en la familia (Oliva y Parra, 2004), aunque no conlleva necesariamente una ruptura intergeneracional (Cánovas, 2008).

En la actualidad las familias españolas son cada vez menos numerosas y más democráticas, como desde hace una década anticipaba Oliva (2006). Esta realidad conlleva cambios en su estructura y el surgimiento de nuevos tipos de familias, así como las familias monoparentales o las reconstituidas. Por otra parte, la propia realidad de esta etapa evolutiva en constante cambio requiere de necesarios los apoyos del entorno familiar para afrontar las situaciones cotidianas con éxito.

1.1 LA FAMILIA EN EL PROCESO DE SOCIALIZACIÓN

La familia tiene una gran importancia en el proceso de socialización de los hijos al ser en dicho contexto, principalmente, donde se adquieren los valores, las creencias, las normas y las formas de conducta adecuadas a las relaciones sociales. Una de las razones más importantes de dicha relevancia de la familia es el hecho de ser la primera comunidad y el ámbito en la cual se introduce al sujeto en el seno de cada de cultura.

La socialización familiar se entiende como el conjunto de procesos que suceden en el medio familiar, con los que se estimula el aprendizaje y la interiorización de valores, afectos, formas de entender la realidad y comportamientos, con los que la persona se enfrenta al mundo (Lila, Van Aken, Musitu y Buelga, 2006). Desde el nacimiento a la adolescencia, la familia juega un papel relevante en los principales ámbitos del desarrollo adolescente tales como la formación de la identidad, la autonomía y el ajuste psicosocial.

En familia se aprenden las normas que organizan la convivencia en una sociedad y sobre todo aquellas actitudes humanas que harán tener un futuro con éxito (Musitu y Cava, 2001). En el contexto de España, con estudios más recientes  como Íñiguez-Fuentes y Martí-Vilar (2011) respecto a la preferencia de valores de los jóvenes y Martí y Palma (2010) respecto a los adolescentes, señalan en ambos estudios la preferencia por la seguridad familiar entre los cuatro primeros valores elegidos, lo cual nos hace percibir la relevancia de la familia. La socialización de los adolescentes en su desarrollo debe:

"alcanzar relaciones maduras con personas de ambos sexos, adquirir un papel social masculino o femenino, aceptar el propio físico, lograr una independencia económica y emocional respecto a los padres, adquirir unos valores y un sistema ético que guíe su conducta, prepararse para crear una nueva familia y lograr una conducta socialmente responsable (Papalia, 2011, p. 234)".

Ya que los valores se asimilan especialmente por vía emocional, la familia es uno de los principales ámbitos que integra al individuo en la sociedad. Según Romeo, Bernal y Jiménez (2009) el punto de partida de la familia tiene un papel esencial en la educación de los hijos, colaborando en el proceso de las relaciones interpersonales y sociales.

1.1.1 La familia como principal agente de socialización

 La familia es la institución social que acoge al recién nacido y lo conecta con la sociedad, de manera condicionante (Alberdi, 1999). De ahí que sea el primero y el principal agente de socialización de los adolescentes, aunque no el único.

La familia como principal agente de socialización ha sido:

Desde siempre y en todas las culturas el modelo familiar, imperante en cada caso concreto, ha constituido la célula social y cultural más significativa, porque en ella se han producido las transmisiones más influyentes, persistentes y eficaces para la existencia humana. Así pues, pensamos que la familia constituye actualmente un grupo primario complejo de difícil organización (Cánovas, 2012, p. 232).

Según Alzate (2012) los valores los aprenden los hijos en el seno familiar, al verlos practicar a sus padres, madres, hermanos y otros miembros de la familia. Los valores son orientadores que determinan actitudes y comportamientos sociales, por tanto orientan la conducta individual y social. De modo similar también las creencias influyen en los hijos en el proceso de enseñanza-aprendizaje, por ello se han de considerar elementos de socialización.

1. 1. 2 Dimensiones de la socialización familiar

Respecto a los elementos de socialización en la familia, Musitu y García (2001) señalan dos dimensiones: coerción/imposición y aceptación/ implicación, que son independientes y que al cruzar dichas dimensiones, se establecen cuatro modelos de socialización parental. En este sentido se ha de tener en cuenta que esta tipología es ideal, pero que es normal encontrar aspectos de todos los rasgos en las familias e influencias de un estilo en otros.

La aceptación / implicación

El modelo teórico de socialización de los hijos, según dichos autores, se lleva a cabo a través de la familia y tiene aspectos de expresiones parentales que los denominan dimensiones. La dimensión de aceptación/implicación, son manifestaciones de los progenitores hacia los hijos de aprobación y afecto, que los hijos van desarrollando en sus formas de actuar y que se van adaptando a los valores y forma de organización familiar. En sentido contrario esta variable se formará con las respuestas de los padres de indiferencia delante de comportamientos y actuaciones de los hijos, de acuerdo con los valores familiares.

Tal estilo implica la afirmación de la autonomía del hijo y permite considerar las perspectivas de ambos. Para los hijos saberse protegidos por los padres facilitará su desarrollo en las diferentes dimensiones y que Musitu, Román y Gracia (1988) definen en tres vías:

a) El apoyo emocional es el afecto y la aceptación que los hijos pueden recibir de los padres, con manifestaciones de afecto y protección.
b) La asistencia instrumental se refiere, entre otras formas, al hecho de ofrecer a los hijos información, orientación, el apoyo y el cuidado en general.
c) Las expectativas sociales se refieren a las orientaciones para unos comportamientos socialmente adecuados y los que socialmente no lo son.

La coerción / imposición

El estilo de coerción/imposición se manifiesta cuando el hijo no responde adecuadamente a las normas y valores de la familia. La finalidad de este estilo es el cambio de comportamientos no adecuados, en el que se ejerce la prohibición verbal y física. Dicho estilo es expresado por actitudes de los progenitores, a través de las cuales orientan a sus, incluyendo amenazas y castigos.

Otros autores, como Alarcón (2012), señalan al respecto de ciertas actitudes paternas impositivas, que el control parental es aquella actitud que los padres tienen hacia sus hijos, con la intencionalidad de orientar su conducta de acuerdo a las normas de los padres. Dicho control se suele manifestar con actitudes orientadoras, como los consejos, las sugerencias, las amenazas e incluso el castigo.

Conclusiones

La familia según Alzate (2012) tiene la función de educar a los hijos desde el inicio de la vida. Dicha formación ha de tener dos objetivos elementales: el desarrollo del autoconcepto y la competencia social de aprender a aprender. De ahí la relevante función de los padres y tutores, que es la de promover ambientes sanos y adecuados para los hijos, en las diferentes etapas evolutivas.

Para concluir respecto al contexto de socialización familiar, se puede afirmar que tiene unas finalidades en las que va a tener influencia las creencias, las actitudes y costumbres. El horizonte de esta socialización es la continuidad de prolongar el sistema familiar en la sociedad y mejorarlo. Dicha finalidad es llevada a cabo a través de la comunicación de los miembros, generando procesos de socialización (Alzate, 2012). La familia es el primer ámbito social con el que el sujeto se encuentra y es precisamente esa realidad que le irá a influir de un modo u otro. Y señala Cánovas (2012) que:
La familia como primera estructura que acoge al menor posee gran importancia en relación a otros espacios educativos en el desarrollo integral del hijo. En ella, y a través de ella, tienen lugar transmisiones decisivas y persistentes para el ser humano que vienen a realizarse por medio de estilos parentales concretos (p. 149).

miércoles, 15 de noviembre de 2017

ESTILOS DE CRIANZA Y AMBIENTES FAMILIARES EN MENORES Y JÓVENES VIOLENTOS. UN MODELO PSICOTERAPÉUTICO DE APOYO PARA LA INTERVENCIÓN*. Ángel Estalayo, Olga Rodríguez y Juan Carlos Romero

RESUMEN
El presente artículo pretende mostrar una propuesta de psicoterapia de apoyo destinada al abordaje de la involuntariedad  del tratamiento en contextos no ambulatorios con población que cursa con violencia. Así se parte de la generación de un  ambiente validante fruto de la interacción entre variables individuales (estilos de apego, estilos de relación o crianza y emociones) que permita la maduración del paciente a través de una serie de etapas.
Palabras clave: psicoterapia de apoyo, involuntariedad, violencia, ambiente validante.

INTRODUCCIÓN
La consideración de los estilos de crianza como un factor  importante en el desarrollo madurativo de un niño supone una  cuestión que a priori parece indiscutible. No obstante, el análisis  de dicha infl uencia como elemento causal que produce contenidos consecuentes dependientes del contenido y forma de dicho estilo pudiera entrar en debate, según nuestra experiencia. A lo  largo de este texto intentaremos exponer nuestra postura acerca  de las dinámicas relacionales que generan respuestas funcionales o, en su defecto disfuncionales y los motivos que en nuestra  opinión lo posibilitan.


De esta manera, nuestro modelo de intervención (Psicoterapia de Vinculación Emocional Validante) parte de la premisa  de una bidireccionalidad entre los estilos de crianza o educativos de los padres o educadores con los respectivos estilos de  apego que presentan y los estilos de crianza o educativos percibidos por los hijos o educandos según sus propios estilos de  apego y las experiencias de relación acumuladas en su entorno  familiar.

De idéntica manera, partimos de considerar que dichas dinámicas contribuyen a generar un ambiente familiar que constituye un sistema que responde a un principio holístico desde el que el todo supone una entidad diferente a la suma de las partes y de sus causalidades relacionales. Así, dicho ambiente acaba influyendo a cada uno de sus componentes que no suelen ser conscientes de dicha infl uencia. Una de las consecuencias suele ser la contribución a generar un aprendizaje, adecuado o no, en la gestión, regulación o representación mental de los estados emocionales que se encuentran tras las respuestas funcionales o conductuales que se emiten.

Habida cuenta de todo lo anterior, la VEV se presenta como un modelo que pretende articular respuestas educativas, incluso pudieran reconsiderarse de re-crianza, para pacientes o usuarios que siguen una trayectoria de respuestas disfuncionales y trasgresoras. Se trata de un modelo que pretende articularse como una psicoterapia de apoyo destinada a los profesionales que intervienen en contextos de protección o de control con un encuadre intensivo, es decir, residencial. También se destina a la intervención psicosocial con personas que cursan su psicopatología con violencia expresada hacia ellos mismos o hacia los demás.

En este sentido, nuestra experiencia se basa en la intervención con adolescentes que presentan dinámicas de trasgresión de la norma o que requieren la articulación de un entorno convivencial de referencia sustitutivo al familiar de cara a su protección y adecuado desarrollo personal y social, y que además suelen presentar comportamientos violentos.

LA COMPRENSIÓN DE LAS DINÁMICAS FAMILIARES DESDE LA VEV

Nuestra postura respecto a los menores con los que nos relacionamos se basa en la concepción de que los estilos de crianza se pudieran corresponder desde su aspecto más funcional con los estilos educativos familiares tradicionales:

– Democrático: control alto, afecto y comunicación alto.
– Autoritario: control alto, afecto y comunicación bajo.
– Permisivo: control bajo, afecto y comunicación alto.
– Negligente: control bajo, afecto y comunicación bajo.

En este sentido, queremos subrayar que dentro de la modalidad de psicoterapia de apoyo que postulamos con nuestra propuesta vinculación emocional validante partimos de que las dinámicas familiares se componen de los estilos de crianza de los padres y de sus estilos de apego adulto por un lado y de la percepción de dichos estilos por parte de los hijos e hijas y de sus propios estilos de apego. Entre estos factores se daría una comunicación e infl uencia que partiría de una bidireccionalidad diferente al posicionamiento causal de influencia de los padres sobre los hijos, tal y como defienden otras posturas.

Así, entendemos que la elección paterna de un tipo de estrategia educativa disciplinar es el antecedente más que el consecuente de la conducta del hij@ (Hoffman, 1994).

De igual forma, partimos de una concepción de bidireccionalidad en la que se afi rma la afectación e infl uencia mutua tanto de expresión afectiva y temperamento como de tipo de conducta parental e infantil (Grazyna Kochanska).

La interacción entre el temperamento y reacción infantil y la forma de socialización parental provocaría interacciones diferentes con efectos positivos y negativos:

–  El temperamento del niñ@ puede ser causa también de un tipo de relación y actitud paterna.
–  Dicha bidireccionalidad se concreta en los estilos cognitivos de representación interna de l@s niñ@s de su experiencia relacional.
–  El objetivo de la educación es posibilitar un marco de relación que facilite un apego seguro.

Así las cosas, partimos de un concepto de apego seguro que se mantiene de forma estable como garantía de disponibilidad por parte de la fi gura de crianza, que proporciona en el niñ@ la anticipación de conductas de crianza satisfactorias, adecuadas a sus necesidades y prontas en sus respuestas, generando una base de confi anza y tranquilidad que le permita potenciar la exploración de su entorno y la interacción con los otr@s. (Bartholomew, 1990).

No obstante, este tipo de apego no siempre se da en padres o educadores, y por supuesto tampoco en los menores. Los estilos de apego de los que partimos serían los siguientes:

–  SEGURO: Cómodo con la intimidad y la autonomía; buena imagen de sí mismo y de los demás.
– PREOCUPADO: Ambivalente, demasiado dependiente; buena imagen de los demás, baja de uno mismo.
–  RESISTENTE: Negación del apego, contra-dependiente; mala imagen de los demás, alta de uno mismo.
– TEMEROSO: Miedo al apego, evitativo; mala imagen de los demás y de sí mismo.

En el análisis de la bidireccionalidad entre estilos de apego adulto y estilos de crianza ejercidos, entre esta dinámica descrita y los estilos de apego de los niños, recogemos la perspectiva de Sroufe que destaca la importancia de las relaciones diádicas, en los cuales el constructo del individuo sobre sí mismo y de otros hace surgir reacciones predecibles en otros que refuerzan y mantienen patrones de comportamiento y modelos internos.

Por otra parte, Magai e Hunziker, al contrario de Sroufe atribuyen la continuidad de los comportamientos relacionados con el apego a la estabilidad del ambiente en que se desarrolla el niñ@.

Con todo lo anterior, la dinámica entre todos los factores descritos genera ambientes familiares como resultante de un principio holístico de relación. Dicho ambientes pueden ser funcionales o validantes de las emociones de sus componentes o invalidantes. De esta forma un ambiente invalidante es muy nocivo para el niño con una alta vulnerabilidad emocional. A su vez, el individuo emocionalmente vulnerable y reactivo provoca la invalidez de un medio que de otra manera sería sustentador.

Una característica del  ambiente invalidante es la tendencia a responder errática e inapropiadamente a la experiencia privada (por ejemplo, a las creencias, pensamientos, sentimientos y sensaciones del niño) y, en particular, a ser insensible frente a la experiencia privada no compartida con el grupo. Los ambientes invalidantes tienden a responder de una manera exagerada (por ejemplo, reaccionar exageradamente o demasiado poco) a la experiencia que sí es compartida por el grupo. LINEHAN, Marsha; 2003: 22, Paidós: Barcelona).

Creemos que este tipo de ambientes se encuentra detrás de muchos síntomas y estructuras relacionales disfuncionales que presentan menores o jóvenes que cursan su sufrimiento con violencia y trasgresión.

La Psicoterapia de vinculación emocional validante procura establecer ambientes educativos validantes, en los que la fi gura del educador tiene, ante la gravedad de los problemas presentados, una labor de reeducación o quizá, permitiéndonos cierta licencia de recrianza.