I. Introduccion
Hasta mediados
del siglo pasado, el estudio del fenómeno de la conducta desviada se encontraba
anclado a las concepciones positivistas, que limitaban el objeto del análisis –centrándolo
exclusivamente en el desviado, el antisocial, las motivaciones del
comportamiento antisocial o desviado, etc.- y determinaban además el método
del análisis. – basado en la observación y la descripción del fenómeno,
de carácter causal-explicativo.- Se concebía al delincuente como
una suerte de “entidad patológica” ante la cual la sociedad organizada en base
a los inmutables valores que debía preservar a toda costa, debía actuar a fin
de encontrar las razones de la patología, y aplicar el remedio. Tal
ha sido( y es) la base ideológica fundamental de las políticas estatales
dirigidas exclusivamente a la corrección del problema criminal, aplicando penas
y sanciones con cada vez mayor severidad y violencia.
Sin embargo, tal sustento
doctrinario comenzó a declinar cuando los estudios sociológicos pusieron en
tela de juicio la imagen estática de la organización social,
establecida a base del sometimiento individual a las reglas
establecidas por el grupo.
La teoría del “labelling approach”
también llamada de la reacción social o del “etiquetamiento”, revolucionó en su
momento los círculos intelectuales al otorgar relevancia a los mecanismos de
control de la sociedad como los auténticos creadores de la conducta antisocial,
en abierta oposición a los estudios imperantes que, volcados en el estudio del
delincuente, no prestaban atención a los problemas del control social, ni
cuestionaban las definiciones otorgadas por las normas, ni criticaban el
funcionamiento del sistema ni la aplicación normativa a la realidad social.
Por
el contrario, el objeto central del análisis del fenómeno criminal en el
“etiquetamiento” es precisamente la acción del control social, su
comportamiento selectivo y su impacto en el sujeto sobre el que actúan. Su
campo de estudio se centró en este nivel. En tal sentido, su aporte en una
concepción cabal del proceso por el cual una persona va estructurando un
comportamiento contrario a las normas establecidas ha sido valiosísimo.
Si bien
en su momento se le hicieron, y aún pueden hacérsele hoy, diversas
observaciones, su impacto en la evolución del pensamiento
criminológico es, y sigue siendo, trascendental. Al estudio de estas
teorías centradas en el estudio de los mecanismos del control social antes que
en el estudio de la motivaciones de la conducta antisocial, está dirigido el
presente trabajo.
II. RESPECTO AL CONCEPTO DE “CONTROL SOCIAL”.
Los sociólogos definen el
Control Social como una extensión del proceso de socialización, mediante el
cual una persona aprende y se conduce conforme lo que se considerada
“adecuado” para su sistema social. Como lo anota Joseph Fichter, para actuar
“....hace presión
sobre las personas para que se conformen con las pautas, papeles, relaciones e
instituciones que son considerados de alto valor en la cultura.” Su acción,-y esto
es oportuno recalcar- no se restringe al concepto estatal únicamente. “La
sociedad contemporánea conoce y teme el poder dominante del Estado sobre los
individuos. Sin embargo, las exigencias de la institución política en la
mayoría de las sociedades son de hecho indirectas e impersonales. Mucho más
poderosa es la influencia de otros grupos, y es un axioma que los pequeños
grupos primarios ejercen sobre el comportamiento individual mayor y más directo
control que las grandes asociaciones secundarias”.[1]
El control social no tiene un solo nivel de acción,
en función pluralidad- individuo. Existe un control inverso; el jefe ejerce su
influencia sobre el grupo para que se allane a los valores que fomenta o
representa. Existe también la presión de grupos sobre la totalidad de la
sociedad, como es el caso de algunas minorías políticas o los llamados “grupos
de presión económica”.
La distinción básica entre los
tipos de control social es la siguiente:
-Controles
Formales: Los que el sistema elabora cuidadosamente, son
promulgados solemnemente y son de carácter obligatorio para todo aquél que
se encuentre de algún modo subordinado a la autoridad que establece la
norma. De tal tipo son las Leyes, decretos reglamentos, etc.
-Controles
informales: Son de tipo más sutil y se usan para imponer un
comportamiento acorde con las prescripciones del sistema social.
En tal área de acción, podemos
encontrar otros tipos de control:
-Control de grupo, que es
ejercido por la totalidad sobre sus integrantes para mantener su cohesión
interna. Tiene varios niveles: el familiar y educativo, el económico y
político, el recreativo y religioso.
-Control Institucional, que es
el que ejerce el grupo sobre la totalidad social, repitiendo comportamientos
establecidos y desarrollando en otros la progresiva aceptación a tales
comportamientos.
De otra parte las pautas de
comportamiento establecido y aceptado por la sociedad, deben ser comunicadas a
aquellos que están obligados a mantenerlas. Sin una efectiva comunicación, y en
varios niveles, el control social no tendría forma de llevar a cabo su
misión. Se requiere que las reglas consideradas básicas o fundamentales, sean
internalizadas por todos los miembros. Esto se logra mediante mecanismos de
carácter formal, como son las órdenes o mandatos emanados del Estado o de la
autoridad (Leyes, decretos) o mediante mecanismos indirectos o informales, como
el proceso educativo, la publicidad y la propaganda.
Como podemos apreciar, el
control social de carácter informal cumple un rol trascendental para establecer
los motivos o intereses que llevan al poder político a crear la imagen de la
criminalidad. La instancia familiar produce esquemas de comportamiento en el
individuo; los miembros de la familia reciben roles sociales que se espera sean
cumplidos a cabalidad. El proceso educativo en sus primeros años está generalmente
construido en base a conceptos como “obediencia” y “disciplina”, defendiendo el
modelo social preeminente a través de su estructura. Los medios de
comunicación, por su parte, imponen modelos de comportamiento por medio de la
publicidad.
En tal sentido, es válida la
conclusión de Villavicencio Terreros:
“Las sanciones penales son sólo un medio de control social, y probablemente, ni
siquiera el más importante.” [2]
III. LA TEORIA
DEL ETIQUETAMIENTO, DE LA REACCION SOCIAL O DEL “LABELLING APPROACH”.
Como ya se ha expresado, esta concepción afirma que la conducta
delictiva es el resultado del proceso de “rotulación” o “etiquetamiento” que
efectúa la misma sociedad, y no una enfermedad o degradación de ella. En las
siguientes líneas intentaremos desarrollar sus fundamentos más importantes.
3.1.
Principales Antecedentes.
Tiene sus antecedentes en dos tendencias de la sociología
norteamericana:
a) Interaccionismo
simbólico,
b) Etnometodología.
-El
Interaccionismo Simbólico, considera
que la realidad social se forma por interacciones concretas entre individuos, a
quienes un proceso de tipificación confiere un significado que es
abstraído de las situaciones concretas y se extiende por medio del
lenguaje.
Esta corriente, fundamentada
al igual que las anteriores en la filosofía fenomenológica, pone énfasis en la
interacción de los individuos y en la interpretación de estos procesos de
comunicación. De tal manera, no presta mucha atención a las estructuras
sociales, a los sistemas y a las relaciones funcionales, sino al mundo de
significados de los símbolos dentro del cual actúan los sujetos.
El método está basado en la
interpretación de las acciones a partir de los elementos que se encuentran en
la situación social a estudiar. Los fundadores más
importantes son: Cooley (1909 Social organization), George H.Mead (1934, Mind,
Self and Society), Blumer (1969, Symbolic interaccionism, perspectiva and
method), y Thomas (en: Zllderveld, 1973, De theorie van bet symbolisch
interaccionisme).
Los fundamentos teóricos más
importantes son:
· La alienación del
sentido de la comunicación cotidiana, contraria a la búsqueda de identidad y
del importante papel que juega en la sociedad la empatía (capacidad de ponerse
en el lugar de otro).
· La realidad social
se explica a través de las interacciones de los individuos y grupos sociales
(en este sentido se opone al determinismo social). Para interpretar la
actuación de los grupos e individuos no es suficiente estudiar su comportamiento
visible, sino también es relevante considerar su conciencia y sus pensamientos
como parte de sus actuaciones (contrario al conductismo).
Esta visión está basada en la
concepción teórica del hombre, a la vez producto y productor de su realidad
social. La interpretación, el sentido de las acciones, es resultado de las
interacciones que tienen una intencionalidad y un objeto; este sentido es
objetivo en la medida en que la interpretación es intersubjetiva. Se llega a la
interpretación de que una situación es real si los involucrados la definen como
tal (pragmatismo). Los hombres construyen la verdad, es decir, la verdad no
existe, por sí como tal.