Resumen:
El presente trabajo tiene como objetivo evaluar la calidad métrica de una escala construida para medir la conducta antisocial en adolescentes. Para ello, se analizó una muestra compuesta por 640 participantes de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años de edad, a los que se les aplicó el instrumento. Todos los participantes en el estudio procedían de diferentes centros educativos de la Comunidad de Madrid y participaron en el presente estudio de forma confidencial y anónima. Los resultados obtenidos apoyan la estructura unidimensional de la escala a través de un factor de segundo orden. En relación con su consistencia interna, el coeficiente de fiabilidad obtenido fue satisfactorio, así como la validez convergente que se examinó a través de diferentes medidas de agresión. Se discuten las implicaciones de las propiedades psicométricas examinadas en este estudio y su utilidad para evaluar la conducta antisocial en adolescentes.
El presente trabajo tiene como objetivo evaluar la calidad métrica de una escala construida para medir la conducta antisocial en adolescentes. Para ello, se analizó una muestra compuesta por 640 participantes de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años de edad, a los que se les aplicó el instrumento. Todos los participantes en el estudio procedían de diferentes centros educativos de la Comunidad de Madrid y participaron en el presente estudio de forma confidencial y anónima. Los resultados obtenidos apoyan la estructura unidimensional de la escala a través de un factor de segundo orden. En relación con su consistencia interna, el coeficiente de fiabilidad obtenido fue satisfactorio, así como la validez convergente que se examinó a través de diferentes medidas de agresión. Se discuten las implicaciones de las propiedades psicométricas examinadas en este estudio y su utilidad para evaluar la conducta antisocial en adolescentes.
Palabras clave: Conducta antisocial, validez de constructo, fiabilidad, adolescentes.
Title: Psychometrical properties of the Antisocial and Criminal Behavior Scale in adolescents.
Abstract: The present study focuses on the metric quality of a scale designed for measuring antisocial behavior. The scale was applied to a sample composed by 640 adolescents of both sexes with an age range between 12 and 18 years old. All participants in the study belonged to schools from the Community of Madrid and their participation in the research was completely confidential and anonymous. The application of the confirma-tory factor analysis showed a onedimensional structure composed by a general dimension of antisocial behavior. The internal consistency showed by the scale was broadly satisfactory. Implications of results concerning the factor structure and construct validity of the scale in adolescents are dis-cussed.
Key words: Antisocial behavior, construct validity, reliability, adolescents.
Introducción
La conducta antisocial incluye actos que claramente infringen las reglas sociales y se dirigen contra los demás (Stoff, Breiling y Maser, 1997). Este tipo de conductas constituyen un conglomerado de acciones que acarrean graves consecuencias a la sociedad, dado que los jóvenes y adolescentes que se comportan antisocialmente agreden, roban y quebrantan las más elementales normas y códigos de una sociedad (Burt y Donnellan, 2009; Kazdin y Buela-Casal, 2002; Peña y Graña, 2006; Renda, Vassallo y Edwards, 2011).
Además de sus graves consecuencias inmediatas, las previsiones a lo largo del tiempo reflejan que los adolescentes antisociales, cuando se convierten en adultos, siguen presentando estos comportamientos, así como otros tan problemáticos como el consumo de sustancias y la desadaptación laboral, familiar e interpersonal (Kazdin y Buela-Casal, 2002). Precisamente, la mayor variedad y frecuencia de aparición precoz de conductas antisociales predice la persistencia de conductas antisociales más graves en la edad adulta, incluido el abuso de alcohol y drogas (Muñoz-Rivas, Graña, Peña y Andreu, 2002).
A pesar de su incuestionable relevancia teórica y práctica, no existe hasta el momento suficiente consenso sobre la conceptualización de la conducta antisocial, dado que es un constructo complejo y su uso en la investigación es frecuentemente ambiguo ya que, en no pocas ocasiones, se emplea haciendo alusión a diferentes conductas sin una clara delimi-tación terminológica (Rutter, Giller y Hagell, 2000). En general, la conducta antisocial hace referencia a una diversidad de actos que generan daño en los demás, frecuentemente en forma de agresión, o que violan las normas sociales y los derechos de los demás (Burt y Donnellan, 2009; Peña y Graña, 2006). Sin embargo, el que una conducta se conceptualice como antisocial también está en función del juicio o valoración social acerca de la gravedad de los actos cometidos y de su alejamiento de las pautas normativas en una sociedad en concreto (Kazdin y Buela-Casal, 2002). En esta valoración intervienen multitud de factores tales como la edad del me-nor, su sexo, la clase social y otras circunstancias socio-contextuales (Pahlavan y Andreu, 2009; Romero, Sobral y Luengo, 1999; Vázquez, 2003).
Claro está que un elemento central de este tipo de conductas es que constituyen acciones que son ejercidas contra la integridad de los demás, vulneran las normas sociales y jurídicas vigentes y reflejan un grado de severidad, frecuencia e intensidad que las hacen cualitativamente diferentes del resto de conductas problemáticas o desadaptativas que aparecen a lo largo de la infancia y adolescencia (Garaigordobil, 2005). Las conductas antisociales, dado que incluyen una amplia gama de conductas tales como agresión y violencia, hurtos, vandalismo, piromanía, mentiras, absentismo escolar, huidas de casa y abuso de alcohol y drogas, son susceptibles de ser agrupadas mediante un continuo que iría desde las menos graves, o también denominadas conductas problemáticas, a las de mayor gravedad que llegarían a la conducta delictiva y/o criminal (Loeber y Stouthamer-Loeber, 1998).
En cuanto a la red nomológica de este constructo, su estudio también resulta complejo ya que la distinta expresión de la conducta antisocial varía en función de la generación o cohorte de pertenencia (Calvete y Orue, 2010; Lahey y Waldman, 2003; Peña, 2010), del género (Calvete, 2008; La-hey y Waldman, 2003; Lahey et al., 2000; Rescorla, Achenbach, Ivanova, Dumenci y Almqvist, 2007) y de otros facto-res socioculturales y económicos (Peña, Andreu, Graña,Pahlavan y Ramírez, 2008; Sobral et al., 2000), además de estar estrechamente ligada a otros comportamientos de riesgo como el abuso de drogas (Muñoz-Rivas, Graña y Cruzado, 2000). En este sentido, el análisis de las distintas dimensiones de este constructo tendría implicaciones teórico-prácticas de especial relevancia ya que posibilitaría, por un lado, desarrollar instrumentos de evaluación más precisos en el diagnóstico de estas conductas y, por otro, identificar los factores de riesgo que específicamente están asociados a cada una de las formas de expresión de la conducta antisocial (Burt, 2009; Garaigordobil, 2005; Sobral, Romero, Luengo y Marzoa, 2000).
A pesar de estas limitaciones, parece existir al menos cierto consenso en relación con las distintas dimensiones que integran la conducta antisocial y que abarcarían desde las conductas predelictivas, agresión y ruptura de normas sociales hasta el abuso de alcohol y drogas (Burt y Donnellan, 2010; Cho, Martin, Conger y Widaman, 2010; Loeber y Stouthamer-Loeber, 1998; Peña, 2011). Todas estas conductas no se presentan de forma independiente durante la infancia y la adolescencia sino que estarían fuertemente asociadas entre sí, configurando agrupaciones o constelaciones de comportamientos problemáticos (Kazdin y Buela-Casal, 2002; Rutter et al., 2000). Estos comportamientos problemáticos compartirían un conjunto de factores de riesgo que acabarían por configurar, bajo un factor general unidimensional, un estilo de vida antisocial en el joven y adolescente (Jessor, 1984, 1993; Peña, Andreu y Graña, 2009).
En cuanto a los instrumentos de evaluación que han sido diseñados en nuestro país para evaluar este amplio rango de conductas (p. ej., Luengo, Carrillo, Otero y Romero, 1994; Martorell y Silva, 1993; Seisdedos, 1988), destacar que permiten una evaluación unidimensional de la conducta antisocial y presentan, por lo general, adecuadas propiedades psicométricas. No obstante, dado que estos instrumentos no han sido revisados durante los últimos años, algunos de sus ítems resultan claramente obsoletos en nuestros días. Es por esto, por lo que se justificaría la construcción de una escala que incorporase ítems de comportamiento antisocial presentes en la actualidad en los adolescentes de nuestro país.
Por tanto, la principal finalidad del presente trabajo fue construir una escala que incorporase ítems de comportamiento antisocial presentes en los adolescentes de nuestros días. Un segundo objetivo consistió en analizar su validez de constructo mediante estrategias de análisis factorial confirmatorio, comprobando la invarianza de la estructura factorial de la escala en el grupo de hombres y mujeres, así como su validez convergente a través del estudio de su asociación con otras variables con la que cabría esperar que estuviera relacionada. En tercer lugar, se pretendió proporcionar datos sobre su fiabilidad (consistencia interna).
Método
Participantes
La muestra estuvo compuesta por 640 adolescentes procedentes de distintos centros educativos de Educación Secundaria e Institutos de Bachillerato de la Comunidad de Madrid. A través del contacto previo que se mantuvo por parte de los investigadores con la dirección y los equipos de orientación de cada uno de los centros, se procedió a la selección de las aulas que fueron tomadas como unidad muestral. En el estudio participaron todos los estudiantes de las aulas seleccionadas en cada centro, procediendo en todos los casos de aulas intactas seleccionadas aleatoriamente de los centros del estudio.
De los participantes, el 70% cursaban estudios de la E.S.O. y el 21% estudios de Bachillerato, mientras que el 9% restante estaban en programas de garantía social o en cursos de formación profesional de grado medio. El rango de edad estuvo comprendido entre los 12 y los 18 años de edad, siendo su edad media de 15.2 años (desv. típ.=1.5). El 48.4% (n=310) eran varones, mientras que el 51.6% (n=330) fueron mujeres. El 96.9% de los encuestados eran españoles y el 3.1% inmigrantes, siendo medio el nivel socio-económico auto-informado por los participantes. La participación de los adolescentes en el estudio fue totalmente voluntaria, así como también el anonimato de las respuestas dadas por los adolescentes. El estudio mantuvo a lo largo de su desarrollo una tasa de respuesta del 100%.
Instrumentos
- Escala de Conducta Antisocial y Delictiva. Para contar con un amplio conjunto de ítems que fueran representativos del constructo de medida, tres expertos en psicología forense participaron en el proceso de construcción del instrumento. Se utilizó este procedimiento dado que la valoración de los ítems a través del juicio de expertos contribuye notablemente a incrementar la representatividad de los ítems (Carretero-Dios, Pérez y Buela-Casal, 2006). Partiendo de las definiciones del constructo y revisando a fondo la literatura y otras escalas existentes en nuestro país, los expertos construyeron los ítems y los agruparon en las siguientes dimensiones o factores:
a) Comportamientos predelictivos (Factor I). Este factor, compuesto por cuatro ítems, incluyó una serie de conductas no expresamente delictivas, aunque sí desviadas de las normas y reglas sociales: faltar al colegio, fugarse de casa, viajar en transportes públicos sin pagar, conducir vehículos sin permiso o autorización y hacer pintadas.
b) Comportamientos vandálicos (Factor II). Este factor, compuesto por cuatro ítems, incluyó conductas claramente delictivas realizadas sobre objetos o propiedades: daños o destrucciones de paradas de autobuses, señales de tráfico o cabinas telefónicas, daños y destrucción de mobiliario urbano.
c) Infracciones contra la propiedad (Factor III). Este factor, compuesto por seis ítems, incorporó conductas delictivas como robos y hurtos en diferentes contextos y lugares: entrar sin permiso en una casa, edificio o propiedad privada.
d) Comportamiento violento (Factor IV). Este factor, compuesto por seis ítems, incorporó conductas delictivas que implicaban la participación en agresiones contra personas y posesión/uso de armas: llevar un arma como una navaja, un palo o un cuchillo.
e) Consumo de alcohol y drogas (Factor V). Este factor, compuesto por cinco ítems, hizo referencia al consumo de alcohol y drogas vinculadas a la conducta antisocial y delictiva en la adolescencia: consumir cannabis, cocaína o anfetaminas.
Finalmente, los investigadores añadieron una escala de respuesta de valoración dicotómica (verdadero/falso), elaborando las instrucciones en las que se indicaban que la tarea del adolescente era señalar la presencia durante el último año de cada una de las conductas descritas en la escala.
- Cuestionario de Agresión Proactiva-Reactiva –RPQ- “Reactive-Proactive Aggression Questionnaire” (Raine et al., 2006). Para examinar la relación de la escala de conducta antisocial con otras variables con las que debería estar relacionada, se utilizó el cuestionario RPQ que fue aplicado a la misma mues-tra de participantes. El RPQ está compuesto por 23 ítems (12 proactivos p. ej.: has gritado a otros para aprovecharte de ellos y 11 reactivos p. ej.: te has enfadado cuando otros te han amenazado). En su adaptación española en población de adolescentes (Andreu, Peña y Ramírez, 2009), la consistencia interna, calculada mediante el coeficiente alfa de Cronbrach, fue de .84 para la agresión reactiva y de .87 para la agresión proactiva. La consistencia interna de la escala total fue de .91.
Procedimiento
Una vez seleccionadas las aulas en cada uno de los centros participantes, el tutor del curso autorizó la participación de los adolescentes en el estudio y conjuntamente con un investigador organizaron el calendario de las horas disponibles para la aplicación de los instrumentos en función de la disponibilidad de los alumnos o del desarrollo del programa escolar. La aplicación de los instrumentos se realizó de forma colectiva en ausencia de los profesores para evitar así que los adolescentes se vieran influidos por su presencia a la hora de contestar a los cuestionarios. La duración de la prueba fue de aproximadamente 40 minutos. Los cuestionarios se aplicaron en orden contra-balanceado para controlar los posibles efectos contaminadores del cansancio o la fatiga de los participantes. Previa a la aplicación experimental de la escala, se realizó un estudio prepiloto con veinte adolescentes procedentes de los mismos centros educativos con el objetivo de identificar posibles problemas de comprensión y redacción de los ítems. Este estudio no modificó la propuesta original de la escala.
Análisis de datos
Con el fin de analizar la validez de constructo de la escala de conducta antisocial, se contrastaron dos modelos de medida. Estos modelos se estimaron utilizando el programa AMOS 19 (SPSS). El modelo 1 puso a prueba la estructura de cinco factores propuesta por los expertos que construyeron la escala (Comportamiento predelictivo, Comportamientos vandálicos, Infracciones contra la propiedad, Comportamiento violento y Consumo de alcohol y drogas). El modelo 2 evaluó la estructura con los cinco factores de primer orden del modelo 1, agrupados por un solo factor de segundo orden de acuerdo a los modelos teóricos unidimensionales de la conducta antisocial.
Para contrastar estos modelos se partió de la matriz de correlaciones policórica y la matriz de covarianzas asintótica para realizar todas las estimaciones requeridas al trabajar con variables ordinales. El método de estimación seleccionado fue el de Mínimos Cuadrados no Ponderados –ULS-, ya que la distribución de las puntuaciones de los ítems no presentó una distribución normal multivariante (Coeficiente de Mardia = 317.95).
Siguiendo las recomendaciones de Hu y Bentler (1999) para determinar el ajuste del modelo propuesto se presenta una combinación de aquellos índices más utilizados en la in-vestigación. Se considera que son adecuados los valores superiores a .90 tanto en el denominado Índice de Bondad de Ajuste (GFI), como en el Índice Ajustado de Bondad de Ajuste (AGFI). En el caso del estadístico de la Raíz del residuo cuadrático medio (RMR), los valores iguales o por deba-jo de .05 indican un buen ajuste del modelo.
La invarianza de la estructura factorial de la escala se contrastó entre los grupos de hombres y de mujeres con objeto de comprobar si el género producía algún tipo de modificación en la estructura factorial de la escala o en el porcentaje de variabilidad explicada en cada uno de los ítems. Para ello, se replicó el análisis para el total de la muestra en cada grupo de hombres y mujeres. Tras este análisis, los ítems alcanzaron una adecuada variabilidad explicada al menos del 10% y los índices de bondad de ajuste obtenidos tanto en la muestra de varones (GFI=.93; AGFI=.91; RMR=.04) y de mujeres (GFI=.96; AGFI=.91; RMR=.05), confirmaron la estructura unidimensional de la escala en ambos grupos.
Para el análisis de las evidencias externas de la validez, se utilizó el coeficiente de correlación de Pearson entre las puntuaciones totales de la escala de conducta antisocial y las dos subescalas del Cuestionario de Agresión Reactiva y Proactiva. En relación con la fiabilidad de la escala, se calcularon los índices de consistencia interna (alfa de Cronbach) para las subescalas del instrumento y para la escala en su conjunto. Finalmente, para el análisis de los ítems se tuvo en cuenta el índice de discriminación, basado en la correlación (corregida) ítem-test, el índice de dificultad (proporción de sujetos que en el último año ha llevado a cabo la conducta antisocial indicada en la pregunta) y el índice de validez (capacidad para pronosticar la agresión reactiva y proactiva).
Resultados
Evidencias de validez de la escala
En la Figura 1 se representa el modelo 1 compuesto por cinco factores o dimensiones de la conducta antisocial. Los índices obtenidos (GFI=.93; AGFI=.93; RMR=.007) seña-lan una adecuada bondad de ajuste del modelo pentadimensional. No obstante, este análisis identificó cinco ítems con escasa variabilidad explicada (menos del 10%), cargas factoriales por debajo de .30 y elevadas correlaciones entre los factores (por encima de .60). Consecuentemente, se procedió a eliminar aquellos ítems con una variabilidad explicada menor del 10% [ítem 5: fugarse de casa; ítem 21: golpear a un familiar hasta dañarle; ítem 24: consumir cocaína o anfetaminas; ítem 25: consumir alucinógenos o éxtasis; e ítem 26: consumir inhalantes]; elaborándose así un nuevo modelo factorial confirmatorio.
La Figura 2 representa el modelo unidimensional de la escala de conducta antisocial, compuesta finalmente por 25 ítems. Los índices de bondad de ajuste fueron satisfactorios (GFI=.95; AGFI=.94; RMR=.008) y confirmaron una estructura unidimensional de segundo orden de la escala de conducta antisocial. En este modelo se observó que la variabilidad observada en las puntuaciones de todos los ítems de la escala es adecuadamente explicada por las dimensiones identificadas en el análisis. Los cinco factores planteados en el primer modelo quedaron agrupados por un factor general que explicó el 88% de la varianza del Factor I (Comportamiento Predelictivo), el 82% de la varianza del Factor II (Comporta-miento Vandálico), el 88% de la varianza del Factor III (Infrac-ciones contra la Propiedad), el 67% de la varianza del Factor IV (Comportamiento Violento) y, finalmente, el 58% del Factor V (Consumo de Alcohol y Drogas). En el Anexo 1 se presenta la versión definitiva de la escala.
Finalmente, con el objeto de encontrar en el estudio evidencias sobre la validez convergente de las puntuaciones de la escala de conducta antisocial, se analizaron las relaciones entre la escala construida y el Cuestionario de Agresión Reactiva y Proactiva. Las correlaciones halladas entre la escala de conducta antisocial y la agresión fueron positivas y es-tadísticamente significativas. En el caso de la agresión reactiva fue moderada (r=.39; p<.05), siendo la correlación obtenida en relación con la agresión proactiva más elevada (r=.61; p<.05).
Figura 1. Modelo dimensional de la escala de conducta antisocial
Nota. Las correlaciones entre cada dimensión vienen representadas con flechas bidireccionales. Los coeficientes B estandarizados se representan enci-ma de cada una de las flechas unidireccionales. La variabilidad explicada de los ítems viene indicada entre paréntesis.
Figura 2. Modelo unidimensional de la escala de conducta antisocial.
Nota. Las correlaciones entre cada dimensión vienen representadas con fle-chas bidireccionales. Los coeficientes B estandarizados se representan enci-ma de cada una de las flechas unidireccionales. La variabilidad explicada de los ítems y factores viene indicada entre paréntesis.
Estimación de la fiabilidad
La consistencia interna de la escala, estimada a través del Coeficiente alfa de Cronbach, fue de .86. La consistencia in-terna de los factores fue de .46 (Factor I), .67 (Factor II), .66 (Factor III), .58 (Factor IV) y, finalmente, .61 (Factor V).
Análisis de los ítems
En la Tabla 1 se muestran los índices de dificultad, discriminación y validez, así como la desviación típica de cada uno de los 25 ítems que componen la versión final de la es-cala de conducta antisocial y delictiva en adolescentes. Analizando la fiabilidad de la escala total eliminando cada uno de los ítems, se observa que ninguno de los valores obtenidos es superior a .86. En cuanto al índice de dificultad de cada ítem, índice de discriminación e índice de validez, calculado en relación con las puntuaciones obtenidas por cada sujeto en la agresión reactiva (AR) y proactiva (AP), los datos muestran la calidad individual de cada uno de los ítems de la escala seleccionados previamente por el análisis factorial confirmatorio, siendo estos resultados congruentes con la adecuada validez de constructo y la elevada fiabilidad mostrada por la escala en los análisis anteriores.
Discusión
El objetivo de este estudio fue construir una escala de conducta antisocial en adolescentes mediante la realización de un análisis psicométrico que pusiera de relieve: (a) su estructura factorial (validez de constructo), (b) su validez convergente con otras medidas con las que cabría esperar que la conducta antisocial estuviera asociada, y (c) su fiabilidad (consistencia interna).
Mediante estrategias de análisis factorial confirmatorio se contrastó un primer modelo de medida de la conducta antisocial. Los resultados obtenidos en este primer modelo, compuesto por cinco factores o dimensiones, mostraron una elevada correlación entre los factores definidos. Estos resultados llevaron a plantear la realización de un nuevo análisis confirmatorio de segundo orden a través de un factor general que agrupase las cinco dimensiones definidas en el primer modelo.
Los resultados obtenidos en este segundo modelo de medida evidenciaron la naturaleza unidimensional de la conducta antisocial, siendo consistentes con los resultados obtenidos por otros estudios que señalan precisamente que los comportamientos antisociales, especialmente durante la infancia y la adolescencia, configuran agrupaciones o constelaciones de comportamientos problemáticos fuertemente asociados entre sí al poseer una etiología común (Pastor, Balaguer y García-Merita, 1998; Jessor, 1993; Kazdin y Buela-Casal, 2002; Peña, Andreu y Graña, 2009; Peña, 2011).
Destacar que en el presente estudio la estructura unidi-mensional propuesta para la escala de conducta antisocial se vio también confirmada en el grupo de hombres y de mujeres, por lo que estos resultados aportan evidencias adiciona-les sobre la validez de constructo del instrumento. Ahora bien, es necesaria la realización de futuros trabajos que repliquen esta estructura en hombres y mujeres utilizando mues-tras que incluyan distintas poblaciones de adolescentes para poder aportar así mayor evidencia sobre la invarianza de la estructura unidimensional de la conducta antisocial.
Por otra parte, y a pesar de que la validez convergente que ha mostrado la escala en relación con las puntuaciones obtenidas por los adolescentes en la agresión reactiva y proactiva ha sido satisfactoria, ya que era esperable encontrar elevadas correlaciones entre la conducta antisocial y especialmente la agresión proactiva (Andreu, 2010; Andreu, Peña y Larroy, 2010; Andreu, Peña y Ramírez, 2009), se considera conveniente que futuros estudios profundicen en la relación existente entre la conducta antisocial y otras medidas no autoinformadas de agresión. Estos estudios permitirían aportar una mayor evidencia externa sobre la validez del instrumento (Carretero-Dios y Pérez, 2007; Martínez-Arias, Hernández y Hernández, 2006).
Precisamente, debido al uso de instrumentos de auto-informe, este estudio presenta varias limitaciones ya que la deseabilidad social podría estar influyendo en las respuestas dadas por los sujetos a las preguntas de la escala y, en consecuencia, afectar a las propiedades psicométricas e interpretación de los resultados obtenidos. Futuros estudios deberán ampliar este trabajo con informes procedentes de fuentes ex-ternas al adolescente (profesores, iguales y familiares).
A modo de conclusión, los resultados obtenidos en este trabajo muestran, por una parte, que la escala de conducta antisocial y delictiva es un instrumento que permite evaluar de forma fiable y válida la conducta antisocial en adolescentes. Por otra parte, este estudio amplía la evidencia empírica sobre la unidimensionalidad de la conducta antisocial mostrada por adolescentes de ambos sexos; constituyendo un punto de partida para su análisis y comparación con otras poblaciones en diferentes contextos socioculturales.
Agradecimientos.- Los autores agradecen la financiación concedida por el Ministerio de Ciencia e Innovación a través del Proyecto SEJ2007-60303.
* Dirección para correspondencia [Correspondence address]:
José M. Andreu. Departamento de Psicología Clínica. Universidad Complutense de Madrid. Campus de Somosaguas, 28223. Madrid (España). E-mail: jmandreu@psi.ucm.es
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Anexo 1.Ítems de la Escala de Conducta Antisocial y Delictiva en Adolecentes.
1. He viajado en autobús, metro o tren sin pagar.
2. He conducido un coche, una moto o una motocicleta sin permiso de conducir o sin seguro.
3. He escrito o pintado en muros, autobuses o viviendas.
4. He faltado a clase sin motivo justificado.
5. He dañado o destruido una parada de autobús, una señal de tráfico o una cabina telefónica.
6. He dañado o destruido una ventana, una papelera pública o una farola.
7. He dañado o destruido mobiliario del colegio.
8. He dañado o destruido un asiento en un autobús, metro o tren.
9. He robado dinero de una cabina telefónica o de una máquina expendedora.
10. He robado algo de una tienda, del colegio o de tu casa.
11. He robado alguna cartera o bolso.
12. He entrado sin permiso en una casa, edificio o propiedad privada.
13. He comprado algo que sabía o sospechaba que era robado.
14. He llegado a vender algo que sabía o sospechaba que era robado.
15. He llevado un arma, como una navaja, un palo o un cuchillo.
16. He amenazado a alguien con un arma o con pegarle para conseguir dinero o algo de valor.
17. He estado activamente involucrado en peleas o desórdenes en un grupo o pandilla.
18. He prendido fuego intencionadamente a algo como un coche, un bosque, una casa o alguna otra cosa que no me pertenecía.
19. He golpeado a alguien que no conocía hasta llegar a dañarle.
20. He agredido a alguien con una navaja, un palo u otra arma.
21. He consumido cannabis, hachís o porros.
22. He consumido cerveza, vino, licor o combinados.
23. He llegado a estar borracho.
24. He llegado a vender hachís, porros u otro tipo de drogas.
25. He sido detenido por la policía por consumir drogas en un lugar público.
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