Resumen
La
anomia conduce el individuo para una sociedad carente en el consenso del
contenido de las normas sociales haciendo con que las personas vivan sin
adherir o cumplir las reglas sociales causando daño a una buena
interacción individuo-sociedad; en este
sentido, el sentimiento anómico refiérese a un estado mental de desespero y de
abandono que acompaña el sujeto, debido a la falta de acceso a los medios
socialmente prescritos para la realización de los fines sociales. Las conductas
desviantes refiérense a los comportamientos que no están de acuerdo con los
códigos y los preceptos morales socialmente establecidos, infringiendo
simultáneamente reglas de conducta y causando prejuício a la sociedad y al individuo. En este estudio se pretende
verificar la asociación del sentimiento anómico con las conductas desviantes en
jóvenes. Doscientos treinta y cinco hombres y mujeres con edad entre 13 y 20
años, de la red de educación pública y particular de la ciudad de João Pessoa
PB, han respondido a la escala de sentimiento de estar a la margen de la
sociedad, a la escala de conductas antisociales y delictivas y cuestiones sociodemográficos.
A partir del programa AMOS GRAFICS 16.0, se observaron indicadores
psicométricos que comprobaron la asociación, positiva, entre sentimientos
anómicos y las conductas desviantes.
Palabras
Claves: Sentimientos anómicos, conductas antisociales y delictivas, jóvenes.
Abstract
The
anomie leads the individual to a society lacking the consensus of the content
of social norms so that people can live without adhering or fulfill the social
rules hurting a good individualsociety interaction. That been said, the feeling
anomic refers to a mental state of hopelessness and helplessness that
accompanies the subject, due to lack of access to socially prescribed ways to
the achievement of social goals. The deviant behaviors refer to behaviors that
are not in accordance with codes and socially established moral precepts, while
violating rules of conduct and causing harm to society and the individual. This
study aims to verify the association of feeling with the anomic deviant
behavior in young people. 235 men and women aged 13 to 20 years, the network of
public and private education in the city
of João Pessoa, the scale of respondents feeling of being on the fringes of
society, the scale of antisocial and criminal behavior and socio-demographic.
From the program AMOS 16.0 grafics, it was observed psychometric indicators
that demonstrated the positive correlation, between anomic feeling and deviant
behavior.
Keywords:
Feeling anomic, pipelines antisocial and criminal behaviors, young
Introducción
Las
explicaciones sobre las causas de la violencia entre jóvenes han sido buscadas
por las ciencias humanas, sociales y de la salud. Ese problema, también, ha
preocupado la población brasileña en general y las instituciones de control y
formación social (por ejemplo, escuela, familia, etc.) sobre las razones que
llevan jóvenes a manifestaren
comportamientos violentos. La violencia entre jóvenes brasileños ha sido
destacada, principalmente cuando sus autores no son sólo aquellos que
corresponderían a las características
socioeconómicas y culturales atribuidas a jóvenes considerados violentos cuando
se refiere a los indicadores estándar de
pobreza-riqueza, ruptura de la personalidad, exclusión social, disfunción
familiar y de falta de oportunidades para gozar de bienestar material de sus autores (Adorno, 2002; Beato,
Peixoto & Andrade, 2004; Formiga & Gouveia, 2002; Paixão, 1983; Pino,
2007; Olmo, 1999).
No
bastase el perjuicio de la violencia entre jóvenes, sobre el daño humano y
social, también ha sido discutido bajo a la perspectiva de un perjuicio material que ella causa.
Conforme Santos e Kassouf (2008), los gastos públicos y particulares en la
prevención, combate y control de la violencia a cada década, exceden el total de
5% del PIB brasileño, además, de las pérdidas aún no contabilizadas, con
respecto del capital humano, calidad de
vida, reducción en el turismo, etc. A pesar de esa inversión, la violencia ha
aumentado, haciendo ascender a la tasa de mortalidad de jóvenes de 15 a 19
años, haciendo que Brasil sea el 3er lugar en el mundo en muertes de jóvenes
asociados a la conducta delictiva (Coffey, Veit, Wolfe, Cini & Patton,
2005; Kahn, 1999; Laub &Vaillant, 2000; Waiselfisz, 2008).
Sin
embargo, ese es un fenómeno que tiene formas distintas, alcanzando un alto
porcentaje de actos desviantes y causando fuertes daños a la población. Para
abordadlas, es necesario tener claro las distintas modalidades en que la violencia se presenta, así como, sus
diferentes causas (Sanmartín, 2006). Según Formiga, Estevam, Camino, Anderson e
Santos (2010), las modalidades de la violencia entre jóvenes, generalmente, ha
sido atribuido al constructo del comportamiento agresivo, conducta desviante y
uso potencial de drogas. Para eses autores, en un estudio con jóvenes de Paraíba,
estado brasileño, fue observada una relación positiva entre eses constructos.
Pero, a título de parsimonia científica, se pretende contemplar en el presente
estudio, solamente una de las facetas de la violencia: las conductas
desviantes.
Las conductas desviantes no solamente
estuvieron condicionadas a las incontables elaboraciones cuanto a su concepto,
pero también, las controversias en la
forma de análisis del problema y en la forma de tratar con las personas responsables
por la conducta. De manera general, este tipo de conducta se refiere a un
conjunto de transgresiones, solo aceptas como es, cuando considera un
determinado contexto sociocultural (Neto, 2004).
En la actualidad, sin embargo, en estas conductas no ha sido identificadas
autor y rótulo específico, son conductas muy variadas, a pesar de evidentes,
llevada a cabo por personas que ni siempre son identificadas, pudiendo
presentarse como una conducta antisocial y/o delictiva. Estas conductas se
refiere a los comportamientos que no están de acuerdo con los códigos
establecidos por las autoridades de determinado espacio geográfico y con los
preceptos morales socialmente establecidos, violando, simultáneamente códigos
de conducta moral (Carvalho, 2010; Formiga & Gouveia, 2003).
Según Formiga y Gouveia (2003) y Formiga
(2005), la conducta antisocial se refiere a falta de conciencia de las normas
que deben ser respetadas – desde a la norma de limpieza de las calles al
respeto con los colegas en el que se
refiere a ciertos juegos – no practicadas por algunos
jóvenes. En esa dirección, este tipo de conducta se caracteriza por el echo de causaren incómodo, pero sin que causen necesario daños físicos a otras
personas; solo dicen a respeto a las bromas de los jóvenes o simplemente a la
búsqueda por la ruptura de algunas leyes sociales.
Sobre a conducta delictiva, eses autores a
conciben como merecedoras de punición jurídica, capaces de causar daños graves,
morales y/o físicos. Así que, tales conductas pueden ser consideradas más
severas que las anteriores, representando una amenaza eminente a la orden
social vigente. Estas conductas tienen en común es que las dos interfieren en
los derechos y deberes de las personas, amenazando su bienestar, así como
diferenciándolas en su función de gravedad de las consecuencias oriundas
(Formiga & Gouveia, 2003; Molina & Gómez, 1997).
Posiblemente,
todo joven practica o ha practicado algún tipo de conducta antisocial, que es
del repertorio de ellos, resaltando como un desafío en la ruptura de las normas sociales y reglas
tradicionales de la sociedad, evidenciando las normas de la generación de sus
padres, como exceden y que impiden eses jóvenes de realizaren su propia
voluntad.
Se considera que un fenómeno con esta fuerza
entre los jóvenes es típico de una sociedad que tiene sus valores debilitados y
las acciones institucionales de control del comportamiento, fracasadas cuanto
al establecimiento de la norma social (Beato, Peixoto & Andrade, 2004;
Feijó, 2001; Minayo et. all., 1999; Moreira
Rosário & Costa, 2008; Mulvey & Cauffman, 2001; Paixão, 1983).
El aumento de la conducta antisocial y
delictiva entre jóvenes, principalmente, aquellos sin historia de delincuencia
en la época actual, debe a un cambio cultural que tiene perfil de los países
occidentales, en otras palabras, el aumento del individualismo (Formiga &
Diniz, 2010).Conforme
Reykowski (1994), esta perspectiva individualista destaca el bienestar do self
como principal orientación a la adaptación, por otro lado, la perspectiva
colectivista tiene como enfoque el bienestar para el grupo. Todas las
diferencias cognitivas, actitudinales y de comportamiento entre colectivismo y
individualismo son oriundas de esta
diferencia en suposiciones implícitas sobre el mundo social.
El individualismo tiene como presupuesto
fundamental la racionalidad, basándose en los principios de regulaciones,
reglas y leyes, de modo a favorecer a
individualización, autonomía, autorrealización y la libertad de elección. Por
otro lado, el colectivismo tiene como presupuesto fundamental las relaciones,
basándose en los principios del bienestar colectivo, papeles, deberes y
obligaciones, favoreciendo a la convivencia en grupo.
Es en este sentido que “... el impulso para la
individualización estimuló mayor libertad en las relaciones entre trabajadores
y empleadores, hombres y mujeres, padres y hijos. Las formas tradicionales de
deferencia cedieran lugar a una nueva afirmación de derechos
individuales,reforzadas, si necesario, por apelación a las cortes de justicia”
(Kumar,1997, p. 179). De acuerdo con Giddens (1998), esta condición ya había sido vislumbrada por Emile Durkheim, el
cual defendía la necesidad de que las
personas precisasen ser ‘individualistas’, pero sin que eso favoreciese
la justicia social y el fortalecimiento y consistencia de la autoridad moral en
la sociedad.
Pero, para Sorj e Martuccelli (2008), la
perspectiva defendida por Dukheim en el que se refiere a la necesidad de una
mayor individualidad de los sujetos,
debería implicar en el aumento de la autonomía y iniciativa individual, pero,
no fue eso que pasó. Al contrario, las personas con una acción individualista,
no la realizaban con base en la negociación de las relaciones interpersonales y
del respeto a las normas y reglas sociales, tornando, con eso, opaca la
relación del mundo subjetivo del individuo y la
sociedad. Esto ha causado una perdida del reconocimiento y
comprensión de los espacios de la
sociabilidad destinados a la cohesión social y no un estado de
desorganización.
El hecho es que este cambio cultural ha
llevado el sujeto a la priorización de necesidades personales en que la meta
sería la obtención de prestigio. Así que, en la falta de recursos o mismo de
apoyo social para alcanzar tal prestigio,
el individuo se utilizaría de conductas desviantes, el que revelaría no solo
la delincuencia juvenil, pero, una falta de estructura y descrédito del poder
disciplinario de las instituciones normativas y formadoras de la conducta
juvenil y la disolución del poder socializador de estas instituciones cuanto a
la transmisión moral y ética para los jóvenes, indicando así, un tiempo de
anomia (Idhac, 2009; De Giorgi, 2005; Formiga & Diniz, 2010; Lipovetsky,
1986).
Tal estado de anomia sigue un camino de caos
social, en la que, romper la norma o manifestar alguna conducta desviante entre
los jóvenes puede ser un acto ennoblecedor para la construcción de la imagen
juvenil y la busca de las aspiraciones del consumo para propia realización del
sujeto. Un desvío excesivo de la norma transpone los espacios de la vida
particular de las personas, afectando los espacios públicos y colectivos y un sentimiento de
inseguridad y exclusión social (Arendt, 2009; Neto, 2006; Sorj &
Martuccelli, 2008).