jueves, 8 de noviembre de 2012

Conducta antisocial de los adolescentes y su realización con el éxito académico. María de Lourdes Solís Segura* Martha Díaz Flores** Eduardo Tenorio Morón***


Resumen
Se han realizado desde hace años, muchos estudios en diferentes aspectos para crear y desarrollar modelos preventivos de las conductas antisociales en adolescentes, centrados en factores de riesgo y con ello se pudiesen lograr resultados alentadores.
Se han realizado diferentes esfuerzos para llevar a cabo programas enfocados en el manejo de determinadas variables de riesgo.
La etiología de las conductas antisociales de los adolescentes sugiere que un modelo de prevención viable, este modelo, debe incluir una atención simultánea a un número de factores de riesgo presentes en diferentes aspectos sociales y ajustarse a las distintas etapas del desarrollo.
La revisión bibliográfica efectuada muestra diversas investigaciones realizadas en adolescentes que tienen un mayor comportamiento conflictivo en el proceso de socialización, revelan que son los que estos adolescentes, presentan un mayor número de asignaturas reprobadas al final del curso escolar.
Palabras clave: Conducta, antisocial, adolescencia, responsabilidad, éxito académico.

Abstract
Has been made for years, many studies in different ways to create and develop preventive models of antisocial behaviors in adolescents, focusing on risk factors and thereby could achieve encouraging results. Various efforts have been made to carry out programs focused on the management of certain risk variables. The etiology of adolescent antisocial behavior suggests that a viable prevention, this model, model must include a simultaneous attention to a number of risk factors present in different social aspects, and conform to the different stages of development. The literature review carried out shows various research in adolescents who have a more confrontational behavior in the socialization process, reveal that those who are these teens have a greater number of subjects failed at the end of the school year.
Key words: Anti-social behaviour, teenage, responsibility, academic success.

Tradicionalmente, la adolescencia ha representado un periodo crítico en el inicio y/o incremento de problemas del comportamiento, específicamente en el antisocial y delictivo, La alta participación de jóvenes en actos antisociales y delictivos es una amenaza potencial para el desarrollo individual, social y económico de un país. Los jóvenes con estas características atraviesan sin éxito por los procesos de educación formal, debido a ello se involucran en actividades marginales y de alto riesgo psicosocial (Sanabria, 2009).
El costo de la delincuencia implica familias desintegradas y rompimiento de relaciones, así como no práctica de valores en el núcleo familiar; jóvenes muertos prematuramente, y con ello, pérdida del capital humano y de vidas humanas productivas, y un precio económico debido a la alta y costosa atención de las emergencias derivadas de la delincuencia, por ejemplo, los costos para la atención de la salud y de programas educativos y de rehabilitación (Sanabria, 2009).
Los adolescentes, quienes presentan comportamientos antisociales y delictivos en edades tempranas y por tiempo prolongado (niños pequeños y/o preadolescentes), forman parte de un grupo en alto riesgo para continuar con las mismas conductas y de mayor gravedad durante la edad adulta. Estos mismos jóvenes también estarían en alto riesgo para otros problemas, como dificultades académicas, consumo de sustancias psicoactivas y comportamientos sexuales de riesgo (Sanabria, 2009).
Actualmente, existe una multiplicidad de términos para hacer referencia a la conducta antisocial, como las conductas agresivas e impulsivas y los trastornos o problemas de la conducta, entre otros (Sanabria, 2009).
Acorde a Sanabria, el término conducta antisocial hace referencia a “diferentes comportamientos que reflejan trasgresión de las reglas sociales y/o sea una acción contra los demás”, en este caso por parte de adolescentes y jóvenes (Sanabria, 2009).
La incluyen trasgresión de normas sociales en relación con la edad, tales como romper objetos de otras personas en lugares públicos o la calle, el cine, autobuses; golpear, agredir a otras personas; falsificar notas, no asistir al colegio o llegar tarde intencionalmente, copiar en un examen; ensuciar las calles y las aceras rompiendo botellas o vertiendo las basuras; tirar piedras a la gente, casas o autos; hasta conductas delictivas como robar y agredir a otras personas (Sanabria, 2009).

Arce (2010) parte de la base de que el comportamiento antisocial como el prosocial, son adquiridos. Se entiende por factores de riesgo aquellas variables individuales y ambientales que aparecen vinculadas con el comportamiento desviado; y por factores protectores, aquellas variables o características individuales y ambientales vinculadas al comportamiento prosocial, como las que potencian las capacidades de los individuos expuestos a altos niveles de riesgo para afrontar con éxito dichas situaciones adversas.

Al respecto, Farrington (1996) resumió en 12 los principales factores de riesgo: factores pre y peri-natales; hiperactividad e impulsividad; inteligencia baja y pocos conocimientos; supervisión, disciplina y actitudes parentales; hogares rotos; criminalidad parental; familias de gran tamaño; de privación socioeconómica; influencias de los iguales; influencias escolares; influencias de la comunidad; y variables contextuales.

Por su parte, Lösel y Bender (2003) condensaron en 10 los factores protectores más relevantes: factores psicofisiológicos y biológicos; temperamento y otras características de personalidad; competencias cognitivas; apego a otros significativos; cuidado en la familia y otros contextos; rendimiento escolar; vínculo con la escuela y empleo; redes sociales y grupos de iguales; cogniciones relacionadas con uno mismo, cogniciones sociales y creencias; y factores de la comunidad y vecindario (Arce, 2010).

Estos factores de protección o riesgo no se dan de forma aislada, sino en combinación unos con otros, la combinación de los factores de riesgo ha dado lugar a los modelos de vulnerabilidad o de déficit de destrezas en tanto la de los factores de protección, a los de competencia.

Pero ¿qué es un modelo de vulnerabilidad?, se entiende por ello a un conjunto de variables que se dan juntas y facilitan el comportamiento antisocial y delictivo. Por el contrario, un modelo de competencia se obtiene de la unión de variables de protección que pueden sumar sus efectos. Por ejemplo D’Zurilla (1986) entiende la competencia social como un amplio rango de habilidades y estrategias de afrontamiento; Peterson y Leigh (1990) como la conjunción de procesos atribucionales, habilidades interpersonales y empatía; o, entre muchos otros, Garrido y López (1995) como el resultado de destrezas cognitivas (razonamiento, pensamiento, resolución de problemas), habilidades sociales, valores y control emocional. En todo caso, estas propuestas agrupan un rango de variables cognitivas, sociales o ambas para explicar, en último término, la competencia cognitivo-social o no del individuo frente al comportamiento antisocial o delictivo.

Los factores de riesgo social, tales como el vecindario o la exposición a modelos, que se ha evidenciado pueden actuar como un potenciador o inhibidor de la competencia social y de comportamientos antisociales y delictivos (Arce, 2010).
Otra de las grandes líneas de investigación sobre el comportamiento antisocial y delictivo se ha centrado en la evolución. En ésta se han propuesto los modelos de desarrollo, principalmente sociomorales que asumen como causa de la adquisición del comportamiento antisocial y delictivo un estancamiento en el desarrollo; y los dirigidos a variables del desarrollo o a las trayectorias de desarrollo. Las trayectorias más significadas incluyen: trayectorias de curso persistente, de inicio a edades tempranas, de inicio en la adolescencia y de inicio en la adultez.

Arce (2010) señala que todas estas teorías del desarrollo coinciden en señalar el inicio de la adolescencia (14 años) como un punto crítico, bien porque se ha producido un estancamiento en el desarrollo moral o psicosocial previamente a la adolescencia (entre los 10 y los 14 años), bien porque con la adolescencia (14 años) se inicia una de las trayectorias en la adquisición del comportamiento antisocial y delictivo (Arce, 2010).

Acorde a Bringas (2009), en la adaptación escolar de los adolescentes intervienen una serie de factores, que dados en mayor o menor medida, traen como resultado un éxito académico o, por el contrario, el fracaso escolar. Estos factores son variados –como la motivación que tiene el alumno para el estudio, la relación que establece con los profesores y compañeros, así como con otros amigos–, al mismo tiempo que sus influencias van a proporcionar también experiencias de mejora en el aprendizaje de las habilidades y de las respuestas prosociales, tanto dentro como fuera del aula (Bringas, 2009).

Por otro lado, en el contexto familiar, cabe destacar la actitud paterna hacia el ambiente escolar y la preocupación de los padres por el nivel de rendimiento en la adaptación escolar de sus hijos. Diferentes estudios con niños y adolescentes demuestran que el rendimiento escolar puede verse afectado, no solamente por el tiempo que dedican al estudio diariamente, el nivel de inteligencia y/o la responsabilidad que presentan, sino también por las diferentes actividades que los estudiantes realizan en su vida diaria, tales como el consumo de los diferentes medios electrónicos de comunicación –televisión, videojuegos e Internet–, que forman parte de la actividad diaria de nuestros jóvenes en su socialización, se ha observado que el uso continuado de medios de comunicación electrónicos, cuando conlleva una menor dedicación al estudio, tiene repercusión en el rendimiento académico, y en algunos casos extremos se llega a relacionar con el absentismo escolar.

Para explicar el comportamiento adaptativo de los adolescentes Bringas considera que es necesario tener en cuenta una serie de variables relacionadas con el propio individuo, o variables internas, como son las características psicobiológicas o temperamentales, así como las variables sociocognitivas. Entre las primeras, tiende a referirse hiperactividad, extraversión, responsabilidad, neuroticismo, impulsividad, búsqueda de sensaciones o ‘temperamento difícil’. Entre las variables sociocognitivas, asumidas como la interrelación entre la persona y su entorno, se situarían las expectativas, un procesamiento de la información deficiente y habilidades de resolución de problemas (Bringas, 2009).

Las variables referentes al contexto o situación que rodea al adolescente se deben de considerar importantes, cuando se quiere explicar y comprender la presencia de comportamientos conflictivos y antisociales en el desarrollo de su socialización. Los factores explicativos consideran a la familia, el tamaño de la misma, su desestructuración, el historial paterno de conductas antisociales, las pautas de disciplina.

En la escuela, el fracaso escolar, podría considerarse un factor de riesgo desencadenante de un comportamiento antisocial, lo que explicaría que ello pueda llevar, por un lado, al absentismo y, en algunos casos, a un abandono temprano de la escuela que favorece el proceso de inadaptación o marginación –la mayor disponibilidad de tiempo libre lo ocupan en la calle– y, por otra parte, a una baja autoestima asociada a la autopercepción dentro del ambiente escolar (Bringas, 2009).

El ejercicio de las conductas antisociales está determinado por una interacción entre características intrínsecas a los individuos así como influencias provenientes de diversos grupos sociales. Esta afirmación se encuadra claramente en la teoría del aprendizaje social de Bandura (1969, 1977), quien considera al proceso de socialización como una adquisición de conductas y valores determinada, en su mayor parte, por un conglomerado de relaciones sociales en las que el individuo está inmerso (Muñoz, 2004).

Muñoz (2004) considera que en el rubro de los factores escolares, las principales variables implicadas son:

·Fracaso académico: se ha mostrado como una variable relevante para la explicación de la conducta antisocial juvenil. En este sentido, Farrington (1989) encontró que obtener pobres rendimientos en la escuela elemental predecía estar convicto por delito violento. El 20% de los chicos con informes de los profesores acerca de un bajo rendimiento en la escuela elemental a la edad de 11 años fueron condenados por delitos violentos en su etapa adulta, comparados con un porcentaje inferior al 10% en el grupo con rendimiento normal. Asimismo, aquellos que referían un bajo rendimiento en la escuela secundaria mostraron el doble de probabilidad de estar convictos por violencia.

·Apego escolar: la escuela tiene abundantes elementos positivos como institución social y pedagógica. Por ejemplo: los buenos modelos de comportamiento del profesorado, las expectativas de los alumnos adecuadamente altas con una respuesta eficaz, una enseñanza interesante y bien organizada, un buen uso de las tareas para casa. Así como, las relaciones de apoyo mutuo entre el hogar y la escuela también serían importantes.
Desde las teorías del control social se ha enfatizado en la importancia del apego o compromiso hacia la escuela como importante factor protector contra el crimen. La evidencia disponible apoya la hipótesis de que el bajo nivel de apego a la escuela predice un posterior comportamiento violento. Datos semejantes son los de Crosnoe y cols., (2002), quienes encuentran que aquellos adolescentes con un mayor vínculo hacia la escuela tenían menos posibilidades de verse inmiscuidos en situaciones problemáticas.

·Elevada delincuencia y vandalismo en la escuela: Farrington (1989) encontró que los chicos que tenían altos índices de delincuencia a la edad de 11 años informaban levemente, aunque significativamente, más comportamiento violentoque otros jóvenes al llegar a la adolescencia y etapa adulta. Por otro lado, el vandalismo escolar puede consistir en agresiones físicas por parte de los alumnos contra profesores o contra sus compañeros; violencia contra objetos y cosas de la escuela amenazas, insultos, intimidación, aislamiento o acoso, entre los propios escolares.

Este último fenómeno se ha llamado bullying. El bullying es una forma de violencia entre niños que suele ocurrir en el colegio y en sus alrededores. Bajo este término se engloban tres formas de violencia: física (golpes, escupir, etc.), verbal (insultos, menosprecios, etc.) y psicológica (falsos rumores, intimidaciones, etc.). Estas conductas son buenos predictores de posteriores actividades antisociales y criminales (Muñoz, 2004).

Muñoz (2004) presenta resultados donde se han realizado diferentes esfuerzos para llevar a cabo programas enfocados en el manejo de determinadas variables de riesgo, obteniendo resultados muy positivos al lograr efectos protectores durante varios años de seguimiento.
Esta forma de aproximaciones se centran en la educación en la infancia y adolescencia, el soporte familiar, el entrenamiento de los padres, la promoción de la competencia social y académica y las estrategias de cambio organizacional escolar. Pese a los avances, aún no se conoce certeramente el resultado que estas intervenciones pueden tener en la población general y en situaciones concretas de alto riesgo familiar, social o personal. En cualquier caso, resulta necesario desarrollar abordajes preventivos que tengan como objetivo la población general y/o las poblaciones de riesgo, adaptando las estrategias de intervención a las distintas etapas de desarrollo cognitivo, psicológico, fisiológico y social de las mismas.

Conclusiones
Se debe considerar la presencia de conductas conflictivas en el comportamiento de los adolescentes como un predictor y/o un resultante del fracaso académico o del abandono escolar.
Los resultados de los teóricos revisados han confirmado que los adolescentes con representación de mayor presencia de comportamientos conflictivos en su proceso de socialización, son quienes, al mismo tiempo, refieren un mayor número de asignaturas reprobadas al final del curso escolar.
Si se tiene en cuenta que el éxito académico depende, entre otros factores, por ejemplo: del tiempo que los adolescentes dedican diariamente a sus tareas escolares, no es de extrañar que los jóvenes considerados conflictivos en su adaptación y comportamiento, sean los que reprueban más asignaturas, de igual forma son los que menos tiempo pasan realizando las tareas académicas fuera del horario escolar.

*Maestra en Seguridad. Docente y responsable del Programa de Desarrollo Humano en la Facultad de Odontología de la UAEM.
lur1818@yahoo.com.mx
**Doctora en Educación. Docente y Responsable del Proyecto Institucional de Fortalecimiento de los Valores Universitarios de la UAEM.
marfalda08@gmail.com
***Doctor en Educación. Docente de la Escuela Preparatoria de la UAEM, Presidente de Área Académica de Historia Nivel Medio Superior.



Bibliografía
Arce, R., Seijo, D., Fariña, Laila, F. y Mohamed-Mohand. (2010). Comportamiento antisocial en menores: Riesgo social y trayectoria natural de desarrollo en: Revista Mexicana de Psicología, vol. 27, núm. 2, junio, 2010, pp. 127-142. México: Sociedad Mexicana de Psicología, A. C.
Bringas Molleda, C., Rodríguez Díaz, F. J. y Herrero Díez, F. J. (2009). Responsabilidad y Comportamiento Antisocial del Adolescente como Factores asociados al rendimiento escolar en: Acta Colombiana de Psicología, vol. 12, núm.2, diciembre, 2009, pp. 69-76. Bogotá: Universidad Católica de Colombia.
Muñoz García, J. J. (2004). Factores de riesgo y protección de la conducta antisocial en adolescentes en: Revista Psiquiátrica Facultad Medicina Barna 2004; 31(1):21-27
Sanabria, A. M., Uribe Rodríguez, A. F. (2009). Conductas antisociales y delictivas en adolescentes infractores y no infractores en: Pensamiento Psicológico. Vol. 6, Núm.13, 2009, pp. 203-217.

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