Se considera que los niños menores de 6 años pasan en promedio 2 horas al día frente a una pantalla, la mitad mirando televisión (TV) y el resto con DVD/videos, computadora y videojuegos. Sin embargo, más importante es lo que miran. El 95% de los niños ve programas que no están hechos para audiencias jóvenes, y aún la programación comercial de TV para niños puede representar un riesgo para los más pequeños. El nivel de violencia en programas de aire destinados a niños exceden muchas veces al de los programas de adultos; incluso las películas infantiles muestran personajes manifestando violencia con regocijo o llanto
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Estudios experimentales en escolares y adolescentes encontraron que la programación televisiva está asociada con violencia, y confirmaron que reduciendo esta situación disminuye la conducta agresiva. Algunos estudios muestran que el efecto de la TV antes de los 5 años es un factor de riesgo potencial para el desarrollo de conductas desafiantes y agresión en la escuela temprana, pero no distinguen entre los tipos de programas involucrados.
El consenso entre investigadores es que el contenido de la programación es el mediador crítico de los efectos de la TV en los niños.
Los autores realizaron este estudio para determinar si la exposición frecuente a programación televisiva violenta durante la edad preescolar podría llevar a conductas agresivas posteriores.
Métodos
Fuente de datos
Los datos se obtuvieron del Panel de Estudio de Ingresos Dinámicos (PEID), un análisis longitudinal que se inició con 4800 familias en 1968 supervisado por la Fundación Científica Nacional de Estados Unidos. En 1997 se agregó el Cuestionario de Desarrollo Infantil (CDI) que se administró a cuidadores primarios de 3563 niños entre 0 y 12 años, e incluyó datos demográficos, psicológicos y de comportamiento en padres y niños, y datos sobre el uso del tiempo diario (un día a la semana y uno de fin de semana durante un año escolar). Entre los hogares elegidos como muestra del PEID, se obtuvieron datos en 1997 con el CDI en el 88% de los casos. En el 2002, los respondedores fueron evaluados con una encuesta similar, con una tasa de seguimiento del 91%
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Población
Se incluyeron a todos los niños con edades comprendidas entre 24 y 60 meses en 1997, y que fueron reevaluados a los 5 años siguientes, cuando tenían 7a 9 años de edad
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Variables de resultado
Los padres completaron el “Indice de Problemas de Comportamiento” (IPC) que investiga conductas antisociales a partir de los siguientes parámetros: el niño es tramposo, mezquino con los demás, no muestra arrepentimiento, es destructivo, desobedece en la escuela y tiene problemas con sus docentes, cada uno con 3 opciones de respuesta (de “no es cierto” a “a menudo es cierto”), obteniéndose un 12,2% de niños con conductas antisociales. Este punto de corte fue utilizado en un esfuerzo por aproximarse al Percentilo 90 usado en otros estudios donde se aplicó el PCI y que indicaba tendencia a padecer alteraciones de conducta
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Principales predictores
Se utilizaron los datos de programación diaria de la época, y se clasificaron los shows de TV y las películas de video por su contenido. Se asignó un atributo educativo cuando tenían un claro intento por enseñar, con un componente cognitivo o prosocial explícito (lección con contenido similar al escolar o sobre conductas apropiadas y relaciones interpersonales). Se consideró contenido violento cuando la agresión era parte central de la trama o del personaje, si el principal objetivo era la pelea, o si el nivel de violencia en el programa era superior a lo esperado en un día cotidiano en la vida del niño. El término “violencia” incluyó: lenguaje hostil, conducta amenazadora y agresión ficticia o real. Los shows se clasificaron en 3 categorías: educativo, no violento y violento
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Covariables
Se ajustaron como covariables: raza, etnia, sexo, edad al momento del estudio, educación de los padres, presencia paterna en el hogar, depresión materna, estimulación emocional y cognitiva del niño, conductas antisociales, castigo físico severo hacia el niño y relación parental conflictiva con los hijos
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Resultados
Se obtuvieron datos de 184 niños y 146 niñas en ambos períodos de estudio. La edad promedio de los participantes fue de 49 meses.
Ajustada para todas las covariables, la programación televisiva violenta fue asociada con un riesgo aumentado de comportamiento antisocial en general. En el análisis estratificado, sin embargo, la asociación estuvo presente para los varones pero no para las niñas. La programación no violenta y la educativa no se asociaron con conductas agresivas para ninguno de los sexos. Disminuir el tiempo de exposición en aquellos niños que miran más de 5 horas diarias de programas violentos en TV atenuó pero no eliminó la asociación entre este hecho y la manifestación de conductas antisociales o de agresividad
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Discusión
Los autores encontraron en este estudio que el hecho de mirar programas violentos en TV a los 2-4 años de edad se asocia con un riesgo aumentado de conductas antisociales a la edad de 7-9 años para los niños, pero no para niñas. No se encontró un efecto significativo de los otros tipos de programación sobre las alteraciones de la conducta para ambos sexos. Estos hallazgos confirman los datos de otros autores en los cuáles la exposición a escenas violentas en TV promueven la agresión en la vida real.Los diferentes efectos del contenido, particularmente de los programas educativos, tienden a producir un efecto protector importante y sugiere la alternativa de que ciertos tipos de programas pueden ser beneficiosos para los niños sin disminuir necesariamente todas las horas frente a la TV. Otros autores encontraron que la selección de programas puede promover comportamientos prosociales en niños preescolares.
Es también interesante la asociación hallada para niños y no para niñas. Esto podría atribuirse a diferencias de sociabilización entre sexos, predisposición genética para la agresión, o quizás a la selección de programas debido a que miran cosas diferentes.
Estos resultados son importantes ya que la conducta agresiva en la infancia temprana ha sido repetidamente vinculada con violencia en la infancia y adolescencia. Aunque algunas conductas agresivas menores están presentes desde la infancia, la agresión manifiesta comienza durante la infancia temprana y el preescolar, y la pelea real física y la violencia interpersonal ocurren tardíamente durante la pubertad y la adolescencia. Los primeros años de vida del niño constituyen el período crítico durante el cuál la mayoría aprende a usar alternativas no agresivas frente a situaciones violentas; cuando esto no ocurre los jóvenes pueden continuar una trayectoria de agresión.
Estos hallazgos deben ser interpretados dentro de ciertas limitaciones: la naturaleza observacional de estudio no permite establecer en forma definitiva una relación causa-efecto. Sin embargo, el control de conductas antisociales está basado en datos confirmados en forma experimental en niños mayores, apoyando esta posibilidad. Además se perdieron ciertos datos de algunos shows en particular, principalmente los dibujos animados. La clasificación de este tipo de programas como no violentos puede haber sesgado los resultados porque gran parte de ellos son realmente agresivos.
Aún con estas limitaciones, los resultados de los autores sugieren que la modificación de la programación televisiva para preescolares podría tener efectos a largo plazo sobre la conducta agresiva en niños mayores.
Comentario
Distintas situaciones de la vida cotidiana (actividad laboral de ambos padres, supervisión del niño por personas mayores o cuidadores, inseguridad en las calles, etc.) llevan a que los niños pasen su tiempo libre frente a una pantalla de televisión, muchas veces sin control del contenido de los programas que miran. Diversos estudios apoyan la teoría de que la programación televisiva violenta puede influir en niños pequeños desencadenando a largo plazo conductas agresivas o desafiantes. La supervisión de los programas que miran los niños por parte de cuidadores primarios y el fomento de actividades recreativas y del juego, pueden contribuir al entretenimiento del niño pequeño disminuyendo su exposición a situaciones violentas que puedan influir en su conducta durante la edad escolar y la adolescencia.
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