RESUMEN:
El TDAH como factor de riesgo en el comportamiento antisocial es un rubro que hasta el momento ha sido poco analizado, no obstante parece imprescindible su investigación, en tanto que dicho síndrome genera una serie de repercusiones sociales en la vida del sujeto. Es por eso que, la presente investigación analiza la correlación existente entre el TDAH y el comportamiento antisocial en un estudio de tipo transeccional, descriptivo correlacional en una muestra de 73 sujetos de un centro de internamiento para menores infractores. Entre los resultados más sobresalientes se encontró que la impulsividad-trastornos de conducta es el factor asociado al TDAH con un grado de correlación mayor en función de la conducta antisocial y delictiva de los adolescentes.
ABSTRACT:
ADHD as a risk factor for antisocial behavior is an area that has so far been little studied, however his research seems essential, as the syndrome generating a series of social impact in the life of the subject. Thus, this research examines the correlation between ADHD and antisocial behavior in a study of type crosssectional, descriptive correlational study in a sample of 73 subjects in a detention center for juvenile delinquents. Among the most notable was that the impulsive-behavioral disorders are the factor associated with ADHD to a greater degree of correlation in terms of criminal and antisocial behavior of adolescents.
El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) es un tema que en los últimos tiempos ha sido foco de atención, ya que ha comenzado a despertar el interés de diversos profesionales de la salud. Hoy hiperactividad, impulsividad e inatención, inadecuadas para el grado de desarrollo del niño. Es el problema de comportamiento más común durante la infancia; constituye la enfermedad crónica más frecuente del periodo escolar aparece en edades tempranas, repercute en la vida diaria del niño y existe la probabilidad de que persista a lo largo de la vida” [1].
Según el DSM-IV-TR [2], la prevalencia del trastorno se sitúa entre el 3% y el 7% en niños en edad escolar. También se comenta que “el TDAH se diagnostica entre 6 y 9 veces más frecuentemente a niños que a niñas. Se cree que muchas niñas en realidad tienen TDAH y no se les diagnostica porque a menudo exhiben menos comportamientos perturbadores asociados con la hiperactividad/impulsividad” [3].
Barkley, Fischer, Smallish y Fletcher [4] siguiendo a niños con TDAH hasta la adultez confirman que han estado comprometidos en una serie de actividades antisociales en un grado mayor en comparación con los sujetos sin TDAH. Así pues, “los problemas de concentración, la impulsividad y las conductas de riesgo entre los 8 y los 10 años en varones con una mayor probabilidad de autoinformar violencia entre los 16-18 años, a los 32 años, y con mayor probabilidad de haber realizado crímenes violentos entre los 10 y los 32 años” [5]. Por su parte, “la hiperactividad ha sido vinculada con la posibilidad de ejercer delincuencia temprana, así como con una mayor probabilidad de reincidencia en el delito una vez iniciada la vida adulta” [5].
Si bien las expresiones del comportamiento antisocial, tales como la agresión, el desafío, y problemas de la conducta, son comunes en niños con TDAH, por otro lado se puede mencionar que en gran medida intervienen los factores de socialización inherentes a la constelación de problemas de los sujetos con TDAH, ya que “las dificultades sociales de los niños con TDAH se mantienen a lo largo del tiempo: en la etapa de preadolescencia son frecuentes las conductas perturbadoras, controladoras, disruptivas, e incluso agresivas, y entre el 50% y 80% de los niños con TDAH experimentan todavía problemas con sus iguales en la adolescencia. Los problemas sociales de los niños con TDAH con los compañeros en la niñez son un factor de pronóstico social negativo permanente que afecta al desarrollo de la personalidad, a la madurez social y a la adaptación interpersonal a lo largo de la vida” [6].
La evolución del trastorno hasta incurrir en conductas antisociales y delictivas no resulta sorprendente si se toma en cuenta que uno de los sectores que se encuentra más afectado es el social, ya que dichos niños “experimentan dificultades interpersonales y baja competencia social, a pesar de que se esfuerzan por ser aceptados, e informan que quieren pasárselo bien con sus compañeros” [6]. La impulsividad, el bajo control emocional, la poca comprensión que tienen de la percepción de su comportamiento en los otros, hace que no sean aceptados por sus compañeros, además de que “cuando se deciden a jugar con otros niños no suelen seguir las reglas del juego, no aceptan perder, despliegan escasas conductas de cooperación e intentan imponer su voluntad a toda costa” [7]. De hecho los adolescentes con TDAH muestran pocas habilidades de comunicación socialización, lo que puede afectar el desarrollo de su personalidad, si se toma en cuenta que la adolescencia es “una etapa en la que los amigos y compañeros se convierten en los agentes de socialización más importantes y en los principales recursos en las situaciones difíciles y estresantes que acontecen durante este periodo evolutivo” [6] Aunque las expresiones del comportamiento antisocial, tales como la agresión, el desafío, y problemas de la conducta, son comunes en niños con TDAH.
Método
Al tomar en cuenta los principios de la metodología cuantitativa se tiene que, es un estudio de tipo transeccional, descriptivo correlacional en una muestra intencionada. Este tipo de investigaciones se caracterizan por describir la relación entre dos o más variables en un momento determinado. Es así como la presente investigación tiene como objetivo describir la relación entre las diferentes variables de hiperactividad, conducta antisocial, conducta delictiva y edad en un tiempo establecido.
Sujetos
Participaron 73 sujetos masculinos de un centro de internamiento para Menores Infractores de 12 a 22 años de edad.
Procedimiento
La información obtenida mediante los instrumentos aplicados (WURS y Cuestionario de conductas A-D) se vaciaron en una base de datos elaborada mediante el SPSS versión 12, 0 para Windows. Los estadísticos incluyen, el análisis de frecuencias de las variables atributivas socio – demográficas, correlación bivariable de Pearson y el análisis por factores. De cada uno de los instrumentos se aplica el análisis de confiabilidad, mediante alfa de Crombach.
Instrumentos
El Wender-Utah rating Scale (WURS) es un cuestionario retrospectivo, el cual posee la capacidad para discriminar a los pacientes con TDAH durante su infancia, mediante 25 reactivos. Tiene una especificidad de 90.8 % y una sensibilidad del 91.5%, en el análisis factorial se aprecia la existencia de cuatro factores (problemas atencionales subjetivos [PE], impulsividad-trastorno de conducta [ITC], impulsividad hiperactividad [IH] Ydificultades atencionales [DA]) que muestran la coherencia en la interpretación del trastorno y con lo observado en población adulta y población infantil (Rodríguez Jiménez).
El objetivo del cuestionario de conductas antisociales y delictivas (cuestionario de conductas es detectar la existencia de conductas antisociales (conductas que tienden a romper reglas sociales, [CA], actividades que van en contra de la autoridad [CA2], tendencia a molestar a terceras personas [CA3], actividades para ensuciar el entorno [CA4] y conductas que presentan la tendencia a hacer trampas [C5]) y delictivas (actividades relacionadas con el robo [CD1], conductas que denotan la tendencia a la obtención ilegal del dinero [CD2], acciones de violencia [CD3] y actividades que son dirigidas al uso de la fuerza [CD4]) en niños y adolescentes. Es un cuestionario que consta de 40 reactivos y consiste en contestar una serie de frases sobre cosas que las personas hacen alguna vez; por lo que es probable que las personas que lean dichas frases probablemente hayan hecho alguna de esas cosas que en el cuestionario se mencionan (Seisdedos Cuberos).
Resultados
A continuación se presenta información relacionada con la aplicación de instrumentos en la población en el estudio (WURS y Cuestionario de conductas A-D), de igual forma se muestran los puntajes medios más altos y más bajos de la escala WURS y las escala de conductas A-D en cada una de sus subcategorías por edad, al tiempo que, se obtiene un análisis a partir de la correlación bivariable de Pearson, por último se hace una comparación entre las medias y desviaciones estándar de la escala de conductas A-D entre menores infractores y sujetos sanos.
Los resultados toman en cuenta en un primer momento a los puntajes alcanzados por edad en correspondencia con los factores asociados a las conductas antisociales y delictivas, posteriormente se hace un análisis global por edad en función de los factores propiamente dichos. En lo que respecta a la conducta antisocial se encuentra que las medias más elevadas están en los extremos de la población, esto es, en la población de 14 y 22 años, así pues, se observa que estos puntajes están relacionados con las conductas que tienden a romper reglas sociales y actividades que van en contra de la autoridad (puntuando 5.00 en ambas). Para la categoría de conductas delictivas los sujetos de 20 y 22 años fueron los que obtuvieron las medias más elevadas que, hacen referencia a actividades relacionadas con el robo y conductas que denotan la obtención ilegal del dinero.
En cuanto a los resultados generales del presente análisis se tiene que el factor asociado a las conductas antisociales con mayor relevancia es la tendencia a romper reglas sociales en tanto que obtiene una media de 2.81 destacando por encima de los demás factores. El factor que presenta menor relevancia dentro de este rubro es el relativo a conductas con tendencia a hacer trampas (0.89), así pues, de manera global se obtiene que el factor que presenta una desviación estándar más elevada es el que se refiere a las actividades que van en contra de las autoridades (1.69) y la desviación más baja se encuentra en las conductas que presentan la tendencia a hacer trampas (0.82). En cuanto a las conductas delictivas se destacan las conductas que denotan la tendencia hacia la obtención ilegal del dinero como factor más relevante con una media de 2.22 y, el factor con menos relevancia en este rubro es el de actividades que son dirigidas al uso de la fuerza, ya que se obtiene una media de 0.89, la desviación estándar más elevada en lo tocante a conductas delictivas lo obtienen las actividades relacionadas con el robo (2.12) y, la desviación estándar más baja se encuentra en las actividades que son dirigidas al uso de la fuerza.
Si se toma en cuenta un análisis más específico se encuentra que el factor más asociado a los problemas emocionales subjetivos es la tendencia a molestar a terceras personas, mientras que impulsividad-trastornos de conducta se relaciona en mayor medida con comportamientos que tienden a romper reglas sociales, actividades que van en contra de la autoridad y la tendencia a molestar a otras personas, puntuando .628, .610 y .605 respectivamente (conductas antisociales). El factor de impulsividad-trastornos de conducta también se relaciona con factores que denotan violencia (conductas delictivas) con un nivel de correlación de .618.
Conclusiones
El objetivo principal de la investigación consiste en analizar la correlación existente entre el TDAH, la conducta antisocial y la conducta delictiva, por lo que se espera encontrar a un acentuado número de sujetos con altos puntajes en la escala WURS y la escala de conductas A-D, no obstante, la población se muestra un tanto reticente ante la aplicación, ya que en lo tocante a los resultados de conducta antisocial y delictiva en parte se observa negación de la problemática (9 casos), pues, pretendieron dar una buena impresión acerca de su comportamiento.
En lo que respecta a la edad se puede comentar que, existe mayor identificación con el síndrome en edades situadas en los extremos de la población, por un lado se encuentra que los chicos de 14 años se muestran más identificados con los factores asociados al TDAH como problemas emocionales subjetivos e impulsividad-trastornos de conducta y en el otro extremo se aprecia que para la edad de 20 años existe mayor relación con impulsividad-trastornos de conducta y dificultades atencionales, en cuanto a los 22 años existe mayor identificación con impulsividad-hiperactividad e impulsividad-trastornos de conducta, y en general el factor asociado al TDAH que obtuvo mayor puntuación es impulsividad-hiperactividad, sin embargo impulsividad-trastornos de conducta está presente en casi todas las edades lo que constata que existe una fuerte relación entre problemas de conducta y comportamiento antisocial. La lógica de los resultados puede asociarse al curso del TDAH, esto es, los sujetos de 14 años reflejan estar más identificados con el trastorno y, los sujetos de 20 y 21 parecen tener más conciencia acerca de su comportamiento, al tiempo que, al estar concluyendo la etapa de la adolescencia el factor aceptación no es tan primordial, en contraste con los jóvenes de 15 a 19, ya que en ellos subyacen una serie de “transformaciones físicas, mentales y sociales que implican un estado de inestabilidad y de inquietud [9], asimismo poseen un “pobre autoconcepto… baja autoestima y poca confianza” [10], lo que provoca busquen constantemente, la aceptación de los demás y por lo tanto otorgan respuestas que sugieren una buena imagen acerca de sí mismos.
También es importante resaltar que el factor asociado al TDAH que mayor correlación tiene con las conductas antisociales y delictivas es el de impulsividad – trastornos de conducta, lo cual no resulta sorprendente ya que, el hecho de mostrar un deterioro conductual desde edades tempranas eleva las probabilidades de que éste se mantenga en la adolescencia e incluso continúe en la vida adulta [11], de igual forma en el estudio de García et al. [7] se encuentra que los niños con TDAH y problemas de conducta manifiestan un comportamiento aún más disruptivo en tanto sufren mayor rechazo por parte de sus iguales. Asimismo resulta común encontrar al trastorno oposicionista desafiante y al trastorno disocial como patologías comórbidas al TDAH [1, 12]. Lo cual queda de manifiesto en los resultados de la correlación obtenida en los puntajes de Pearson, ya que las dimensiones de la escala AD que resultan más significativas en relación a impulsividad-trastronos de conducta son las conductas que tienden a romper reglas sociales, actividades que van en contra de la autoridad, tendencia a molestar a terceras personas (conductas antisociales) y acciones de violencia (conductas delictivas), lo que deja ver que, por una lado se encuentra deterioro significativo en función de la dimensión social, no obstante las cuestiones que denotan violencia tienen relación con comportamientos impulsivos, en tanto manifiestan dificultad para controlar sus acciones.
Al tomar en cuenta los resultados que se obtienen en la presente investigación parece conveniente prestar atención a las consecuencias que subyacen del TDAH en nuestra población, ya que las probabilidades de que dicho trastorno mude en comportamientos antisociales en la adolescencia son considerables [4, 5, 6, 8, 13]. Por lo tanto es sustancioso promover la intervención en edades tempranas en el rubro del diagnóstico y el tratamiento para evitar futuras complicaciones. Autores como García, Expósito, Martínez y Quintanar [14]; Martínez, Moreno y Soler [15] y Vaquerizo [16] entre otros, resaltan la importancia del diagnóstico del TDAH. En el caso de Martínez et al. [13] y Vaquerizo [16] destacan el diagnóstico, inclusive, en edades de educación preescolar, lo que resulta de gran ayuda en función de la prevención del comportamiento antisocial, pues un diagnóstico a tiempo podría atenuar el deterioro emocional que sufren los niños con TDAH como consecuencia de la complejidad de las relaciones sociales y familiares; en este sentido Miranda, Grau, Marco y Roselló [17] realizan una investigación en lo tocante a las relaciones familiares y los métodos
disciplinarios de los que se sirven los padres de niños con TDAH y menciona que “los padres de niños con TDAH suelen aplicar estrategias de disciplina más inconsistentes y agresivas que los padres de niños sin TDAH”. Asimismo en un estudio conjunto Presentación, García, Miranda, Siegenthaler y Jara [18] comentan que, factores como la vida social, la relación matrimonial, la relación entre hermanos y, en general la dinámica familiar se ve afectada a consecuencia de la convivencia cotidiana con un niño con TDAH, por lo que resulta grave que muchos niños “no están recibiendo la atención que precisan para que su adaptación al contexto familiar y a los otros ámbitos en los que se desenvuelven sea adecuada” [18]
Referencias
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12º Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis 2011
www.interpsiquis.com - Febrero-Marzo 2011
Psiquiatria.com
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