Una encuesta permite detectar su agresividad, empatía o conflictos familiares para ofrecer terapia personalizada
02.08.10. DANIEL DOMÍNGUEZ - SANTIAGO ¿Me afecta ver a alguien llorar? ¿Culpo a otro de mis errores? ¿Cuántos amigos tengo? ¿Me pregunto por el sentido de las cosas que me ocurren? Con preguntas como éstas, se puede medir el riesgo de que un menor de edad condenado por un delito reincida al salir a la calle. Al menos así lo muestran los primeros ensayos que se están realizando en Galicia, dirigidos por la Unidad de Investigación Prevención y Problemas Conductuales (Udipre) de la Universidade de Santiago (USC) y en colaboración con tres centros de internamiento de la comunidad: el Concepción Arenal y el Ciemma, de A Coruña, y el Monteledo de Ourense. “En España no existía un instrumento diseñado para esto”, destaca Berta Fernández, psicóloga del segundo y una de las investigadoras implicadas en un proyecto piloto que comenzó a funcionar hace más de un año.
A la encuesta realizada a los jóvenes, se une un informe individualizado elaborado por el educador social del centro en que cumplen condena, explicitando biografía, carácter, causa de la condena, si consume drogas o ha sufrido maltrato, un diagnóstico del entorno familiar... Cruzando ambos se elabora el diagnóstico de riesgo que indica los factores problemáticos que presenta el joven a nivel individual y social.
En el primer caso se determina si el joven muestra impulsividad o empatía, busca sensaciones o consume de drogas. En el segundo, se mide su rechazo al grupo o el grado de protección familiar. Una vez detectados los factores problemáticos y de riesgo, una terapia “personalizada” incide sobre ellos “Si sigues fumando sabes que tendrás alto riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular. Pues por qué no crear un instrumento para valorar técnicamente el resultado de nuestra intervención”, ilustra Iñaki Mariño, coordinador de la Fundación Camiña, gestora de los tres centros de menores donde se está ensayando el VRAIG (Valoración de Riesgo en Adolescentes Infractores Gallegos).
Este sistema pretende revelar las claves psicosociales de cada menor. Detectar si son capaces de ponerse en el lugar del otro, por ejemplo, resulta crucial. “Es fundamental para detectar la dureza emocional o los indicios de una psicopatía”, indica una investigadora vinculada al proyecto.
En el VRAIG trabajan, además de Fernández, otra trabajadora social del Ciemma y 10 educadores sociales más. Los test todavía se encuentran en fase de ajuste porque muchos jóvenes no comprendían el significado de algunas preguntas y el equipo de psicólogos está “adaptando las cuestiones a su vocabulario” para lograr una mayor eficacia y evitar que los datos de delincuencia juvenil sigan aumentando.
El año pasado la Fiscalía Superior de Galicia incorpóro 1.431 expedientes de reforma a menores de edad, un 7,3%, más que en el año 2008.
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