La provincia reunió a 650 profesionales de todo el país en torno al congreso Poder, Cultura y Locura y debatieron sobre las patologías que los más jóvenes hoy deben afrontar a diario
Tradicionalmente, se ha considerado a las manifestaciones de la “locura” como muy variadas y se pueden considerar como parte de ella síntomas de diversos estados. En cada caso, el afectado muestra una conducta que se aparta de la “normalidad” de una forma determinada.
Por eso, los afectados quedan desplazados de su entorno social. Frecuentemente se manifiesta como una pérdida de control, en la que los sentimientos se muestran desinhibidamente. La conducta se desplaza fuera de lo racional y las consecuencias de los propios actos no se tienen en cuenta. Los actos pueden ser objetivamente absurdos e inútiles. La diferencia entre lo real y lo irreal puede desaparecer, viéndose perturbada la percepción de la realidad. Las características perceptibles de la locura abarcan un área amplia entre la actividad frenética y la catatonia. De un lado están los maníacos; en el otro los depresivos y los apáticos. A menudo se dan disfunciones en las capacidades comunicativas, que pueden disminuir la inteligibilidad del discurso y pueden parecerse al habla de un niño pequeño: repetición de porciones de frases, reduplicación, hablar con rimas simples, onomatopeyas o cantar canciones infantiles.
Para reflexionar sobre las formas en que estos padecimientos asumen en este momento histórico los adolescentes, la Asociación de Psicoanálisis realizó un congreso en donde debatieron sobre Poder, Cultura y Locura.
“La salud mental tiene que ver con el bienestar de los individuos en un contexto social y político. Y lograr el bienestar está directamente conectado con la satisfacción de las necesidades de los seres humanos. Frente a una sociedad que plantea nuevos vínculos, donde se debaten los modelos de autoridad y las figuras del poder, y donde la violencia cotidiana se adueña de algunos espacios, se planteó un lugar de encuentro donde analizar estos temas con un foro interdisciplinario”, explicaron los organizadores.
Expusieron jueces, filósofos, lingüistas, docentes y funcionarios. “Buscamos generar la participación de distintos actores sociales”, explicó la psicoanalista Liliana Scharovsky presidente del congreso, y agregó: “El resultado fue la presentación de más de 130 trabajos libres y una concurrencia que superó las 650 personas de todo el país. Esto nos hizo dar cuenta de que pusimos el dedo en el ventilador, que habíamos tocado temas sensibles y que había necesidad de hablar de esto”.
Incertidumbres actuales
“La locura es cuando no hay nada de dónde sostenerme, ni dentro ni fuera mío”, explicó la secretaria general del Congreso, María Angélica Maronna, en respuesta a la consulta respecto de ciertas conductas por parte de los adolescentes.
“Los jóvenes están expuestos a modelos impuestos por una cultura como la actual, que busca instalar un standard de cómo ser adolescente. A lo mejor –agrega– en otro momento social se podían encontrar ciertas respuestas que daban la ilusión de solidez y seguridad, sin embargo ahora es todo impreciso y deja desprotegido a alguien que se está formando como persona”.
Según la psicoanalista, esta confusión del adolescente lo impulsa a búsquedas erróneas, como las drogas. “Lo más difícil para las sociedades es tolerar la incertidumbre, el no saber, la búsqueda, ésas son las cosas que un adolescente busca y como no hay respuestas absolutas, no lo puede resistir, y como evasión busca respuestas en algunas conductas antisociales”, subraya.
La influencia de la tecnología de la comunicación en los jóvenes es también uno de los temas que captó la atención de los psicoanalistas.
“La velocidad de los contactos hace que se achique la tolerancia a la espera”, coinciden. “Hay dificultades para aceptar el límite: dónde empieza y dónde termina la intimidad de una persona. La diferenciación es enriquecedora porque lo contrario contribuye a la confusión de quién soy y quién es el otro”.
—¿En el congreso se habló de los adolescentes sin proyectos, sin deseos, cómo se explica esto?
—A la notoria debilidad de las tradicionales usinas sociales productoras de sentido. Productoras de respuestas a la ineludible (aunque tantas veces tácita) pregunta: ¿Para qué? Para qué estudiar, para qué trabajar, para qué vivir incluso. Fundamentales instituciones, otrora, productoras decisivas de subjetividad: la familia, la institución educativa, la fábrica, el Estado, la religión, etcétera, se encuentran en proceso de reconstrucción, implosión, lucha, debate, declinación o cambio hacia nuevas formas, muchas aún insospechadas. Relacionadas con las anteriores, instituciones más abstractas e íntimas (casi nunca reconocidas como tales) se encuentran tocadas y sumidas en el vértigo de un torbellino de mutaciones culturales: la pareja, el amor, la amistad, la palabra como compromiso, el valor del trabajo, la noción de justicia, la convivencia, la solidaridad, el bien común, la construcción del futuro personal y el colectivo, la relación entre ambos, la trascendencia, entre otros.
Trastorno límite
Otro de los tópicos salientes del congreso fue el del Trastorno Límite de la Personalidad en Adolescentes.
Los organizadores explicaron que el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) es una condición que empieza en la niñez temprana, pero a menudo no se despliega completamente hasta la adultez joven (de los veinte a los veinticinco).
“Es un trastorno común que, se estima, afecta entre el diez y catorce por ciento de la población general”, explicó la psiquiatra Paula Herrera y agregó: “La causa del TLP no se comprende en su totalidad, pero algunos entendidos creen que puede ser el resultado de un desbalance químico en el cerebro. Estos químicos (neurotransmisores) ayudan a balancear el humor y las influencias genéticas y ambientales. Este trastorno de salud mental es más común entre la gente cuyos miembros de la familia también tienen TLP. También se notó que la gente que desarrolló este desorden, sufrió un trauma importante en la niñez temprana. El trauma puede ser físico, sexual, abuso emocional, negación, o tal vez una agobiante o perturbadora separación de uno de los padres”.
—¿Cuáles son los síntomas del trastorno límite de la personalidad?
—Quienes sufren del Trastorno Límite de la Personalidad, tienen síntomas de emociones inestables, impulsividad, una autoimagen débil, dificultad para controlar la ira, sentimientos intensos de rechazo y abandono; y, a menudo, se automutilan. También batallan con emociones de depresión, desórdenes alimenticios o abuso de sustancias. Las víctimas del TLP, frecuentemente se cortan o queman a sí mismas. Muchas, especialmente en sus primeros años, están plagadas de pensamientos suicidas y de repetidos intentos de suicidio. Sus comportamientos erráticos, usualmente terminan en relaciones inestables con otros. Esto intensifica sus sentimientos de vacío, ira y su desesperación por librarse de la culpa.
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