Eje teórico-clínico (Niños y Adolescentes)
“Pablo y los otros”
Como analista de niños y adolescentes, a menudo se presentan situaciones difíciles de resolver, ya que el niño depende de los padres o sustitutos para que el tratamiento se lleve a cabo. Pero además, en el transcurso de éste, se necesita que se produzcan cambios en el medio ambiente, que al no ser posible, nos enfrenta con nuestras propias limitaciones, y con sentimientos de impotencia.
Winnicott nos habla de los niños desposeídos, cuando se ven privados de ciertos rasgos esenciales de la vida hogareña. Muestran ciertas características como la falta de esperanza, gula, tendencia antisocial (dentro de ésta, el robo, la mentira, la suciedad en general). Señala como importante el valor de molestia de los síntomas, cuya motivación es en gran parte inconsciente. En estos casos adjudica como una de las causas a una madre que falló en la adaptación a las necesidades de su pequeño.
Agrego el siguiente párrafo de Green “…no existe par madre-hijo sin un padre en alguna parte. Porque aún si el padre es desterrado u odiado por la madre…”.el niño es el producto de la unión de ambos.
VIÑETA CLÍNICA:
Los padres (ambos, con estudios universitarios) llegan derivados por un profesional conocido de ellos, ante un pedido del colegio. Era la cuarta consulta que realizaban, siempre a pedido de la institución, siendo la primera a los 4 años de edad por falta de integración con sus pares. En ese momento estaba
finalizando 5° grado, y asistía a una academia de inglés. Tenía 11 años de edad. Motivo de consulta: Llega puntualmente a la primera entrevista, el padre, Jorge, y comenta que ya va a llegar su esposa. Pide permiso para apoyar el saco de traje en el diván, lo cual realiza en forma muy cuidadosa. Además, traía un maletín, lo abre y saca una agenda, que utiliza para tomar notas durante la misma.
Luego, llega Liliana, la madre, y comienza inmediatamente diciendo: “Estamos acá por un problemita de Pablo; tiene problemas de conducta en el colegio, con los otros chicos; los padres se quejaron. Está muy agresivo; le saca el sándwich a un compañero y le da un mordisco; rompió un vidrio en la escuela. Está muy cuestionador. No es muy querido por la maestra. En casa no acepta límites, no acepta consignas. Tiene una hermana, Paloma (5 años), aunque la cela mucho, no creemos que sea la causa, tiene que estar en otro lado. Es mentiroso. Le cuesta ser generoso y compartir. Yo ya no aguanto más, no sé cómo tratarlo.
Padre:” Hizo un año de tratamiento el año pasado, pero no había progresado. La cosa se iba desdibujando. Íbamos por la obra social. Eran sesiones de media hora y me hacía firmar recibos por dos sesiones. Era una manganeta. Sé que el psicoanálisis no es una panacea, con algunos no funciona, pero Pablo es maleable. Con el Psicoanálisis puede corregir algunas cosas.
Analista: ¿A qué creen qué se debe lo que le ocurre a Pablo?
Padre: Con la historia de la familia. Pablo no vivió una relación de pareja muy tranquila; los 6 primeros años, inclusive en el embarazo. Por problemas míos temperamentales, agresivos, por cosas obsesivas mías. Esas cosas en mi terapia se fueron solucionando. Hice 20 años de psicoanálisis y suspendí hace 6 meses.
Igualmente sigo medicado…La vida cotidiana en casa es muy nerviosa.
Soy paranoico, de perseguirme con cosas. Liliana también es muy temperamental, le grita. Yo a veces le he pegado, es incontrolable. Recién ahora estamos estabilizando la situación económica (pierde empleos por las características de su personalidad). Nuestra pareja tiene cosas por resolver. En casa es un ambiente de disputa permanente.
Madre: Nosotros le gritamos porque Pablo no cumple las consignas. Tenemos carga de problemas y no podemos aceptar el desorden. Tenemos responsabilidad, no me estoy escapando a eso, pero él no responde. Hay una cuestión de valor que me preocupa mucho.
Padre: Este chiquito tiene cosas lindas, importantes; un C.I. por encima de la media. Es bilingüe. Tiene mucha sensibilidad y mucha ternura…En su temperamento contestatario, hay un proceso de identificación con estos primeros años malos, y con un padre a veces agresivo… En el colegio tiene problemas de integración con sus pares. Es un solitario.
Como podemos observar, el padre manifiesta cierta conciencia de la participación de la familia disfuncional en los trastornos del niño. La madre, en cambio, parece culpar al niño “porque no responde”.
Historia de la pareja: Se conocieron en la facultad. Jorge era profesor de Liliana. A los dos meses se fueron a vivir juntos. La madre dice “…queríamos tener un hijo.
A los 8 meses me quedé embarazada. No estábamos preparados aunque había sido una decisión en común. La convivencia nos afectó a los dos. No nos llevábamos bien”. El padre agrega “…nos unió los desamparos mutuos. Yo venía de un divorcio. Una muerte de un hermano en situaciones trágicas. Venía de una depresión profunda, muy medicado. Yo notaba que ella estaba sola, frágil…”
Evidentemente, se trataba de una pareja que se unió para reparar sus propias carencias. No parece haber habido deseo de hijo.
Se contrató dos sesiones semanales para el niño, y una entrevista mensual con los padres.
A medida que avanzaba el tratamiento, se observó que gran parte del día del niño, transcurría en la calle, andando en bicicleta o paseando por video juegos. Era llamativo el descuido en su ropa y aseo personal. Se lo veía repetidas veces con moretones producidos por peleas con otros niños.
A las sesiones aparecía con comestibles (papas fritas, helados, chocolates, etc.) que comía con voracidad, a veces hasta sentirse mal. A menudo decía que traía la comida para “almorzar” en el consultorio.
En los juegos imponía reglas, que modificaba según su conveniencia, ya quem nunca quería perder o que el otro lograse una jugada a su favor. Uno de sus juegos favoritos era unir autos con plastilina hasta formar un robot que ganaba a todos sus contrincantes. También le gustaba dibujar a superhéroes.