lunes, 19 de mayo de 2014

Predicción de riesgo de reincidencia en agresores sexuales. Meritxell Pérez Ramírez, Santiago Redondo Illescas, Marian Martínez García,Carlos García Forero y Antonio Andrés Pueyo. Universidad de Barcelona.

La evaluación del riesgo de conducta violenta es un campo emergente en la actual Psicología de la Delincuencia. A partir de la investigación sobre carreras criminales y predictores de riesgo, durante los últimos años se han desarrollado diferentes escalas de evaluación del riesgo de violencia. Uno de estos instrumentos es el Sexual Violence Risk Assessment-20 (SVR-20), traducido y adaptado al español en el Grupo de Estudios Avanzados en Violencia de la Universidad de Barcelona. El objetivo de este estudio es evaluar la capacidad del SVR-20 para predecir la reincidencia sexual en una muestra española de delincuentes sexuales. 
Para ello se ha aplicado el SVR-20 de forma retrospectiva a un grupo de 163 agresores sexuales ya excarcelados. La capacidad discriminativa del instrumento ha sido evaluada a través del modelo de regresión logística. Se obtuvo un porcentaje de clasificaciones correctas de los sujetos no reincidentes del 79,9% y de los sujetos reincidentes del 70,8%. La curva ROC obtenida muestra una buena capacidad discriminativa del SVR-20 con un valor de área bajo la curva (AUC) de 0.83. La principal conclusión de este estudio es que el SVR-20 es un instrumento de utilidad para mejorar los pronósticos de riesgo de violencia sexual.

Recidivism risk assessment in sex offenders. Violent behaviour risk assessment is one of the most relevant research areas in current Psychology of Crime. Various scales for violence risk assessment have recently been developed from research about crime careers and risk factors. One of these instruments is the Sexual Violence Risk Assessment-20 (SVR-20), translated and adapted to Spanish by the Group of Advanced Studies in Violence of the University of Barcelona. The goal of this study is to verify the predictive capacity of the SVR-20 to predict sexual violence recidivism in a Spanish sample of sexual offender inmates. The method used was a retrospective study based in 163 sexual offender files and a 4-year time lag. The data were analysed with the logistic regression technique. Of the sample, 79.9% non recidivist individuals were correctly classified, and 70.8% recidivist individuals. The ROC curve obtained for the model shows a very good discriminant capacity for the SVR-20, with a 0.83 AUC value. The main onclusion of this study is that the Spanish adaptation of SVR-20 is a good instrument to predict the risk of sexual violence.

En nuestra sociedad actual la violencia en general, y la violencia sexual en particular, son problemáticas de gran relevancia que inquietan a los ciudadanos y a los poderes públicos (La Fond, 2005). Ante una creciente alarma social, agravada a menudo por los medios de comunicación, tanto los responsables de las instituciones, como los expertos interesados en este ámbito, buscan medios para prevenir las conductas violentas. A pesar de que los delincuentes sexuales presentan una tasa baja de reincidencia oficial (que internacionalmente se sitúa en un 20%), la atención pública que suscitan sus delitos ha derivado en la búsqueda de soluciones legislativas, en ocasiones drásticas, para afrontar el problema de la violencia sexual y su reincidencia (Mercado y Ogloff, 2007).

En el ámbito aplicado, la predicción del riesgo de violencia constituye en la actualidad un reto para las instituciones de justicia (Lalumière y Quinsey, 1996; Quinsey, Lalumière, Rice, y Harris, 1995). Los mejores resultados en la predicción suelen obtenerse mediante una combinación de variables psicológicas y comportamentales, y no sólo a partir del uso exclusivo del juicio clínico experto o bien de variables actuariales, como pueden ser la edad de los sujetos, su nivel educativo, el barrio en el que viven, etc. (Rodríguez, López, y Andrés Pueyo, 2002). Por otro lado, diversos estudios han relacionado ciertos factores de personalidad y los delitos violentos (Ortiz-Tallo, Fierro, Blanca, Cardenal, y Sánchez, 2006; Sobral, Luengo, Gómez-Fraguela, Romero, y Villar, 2007), entre los que destacarían impulsividad, ausencia de miedo o búsqueda de sensaciones (Herrero y Colom, 2006). 

Recientemente, para superar algunos de los inconvenientes de sistemas de predicción tanto puramente clínicos como puramente actuariales, se han desarrollado sistemas basados en el juicio profesional estructurado. Éstos evalúan el riesgo en base a unas directrices explícitas basadas en investigaciones empíricas. La ventaja de este método de predicción es que resulta sistemático pero a la vez suficientemente flexible para permitir una adecuada aplicación práctica (Douglas, Cox, y Webster, 1999).

Un procedimiento de evaluación específico basado en el juicio profesional estructurado es el Sexual Violence Risk-20 (SVR-20) (Boer, Hart, Kropp, y Webster, 1997). El SVR-20, como se abreviará a partir de ahora, es un protocolo diseñado para la evaluación del riesgo de violencia sexual de delincuentes sexuales adultos.

Esta guía de valoración del riesgo fue desarrollada considerando las investigaciones empíricas y la práctica clínica de los expertos en el ámbito de los factores de riesgo de violencia sexual. Es necesario clarificar el significado que se confiere en este trabajo a los términos factores de riesgo e ítem para evitar interpretaciones confusas de los mismos. La expresión «factores de riesgo» se emplea en la investigación sobre carreras criminales para hacer referencia aquellos elementos y variables personales o sociales cuya presencia hace más probable el mantenimiento de la actividad delictiva de un sujeto o, de otra manera, incrementa su riesgo delictivo.

Con este mismo significado se utilizará «factor de riesgo» en este trabajo. Por su lado, el término «ítem» se empleará en referencia a una unidad de información sobre el sujeto y sus circunstancias personales o sociales, que puede ser valorada como presente, parcialmente presente o ausente. Dichas unidades de información (o sea,los ítems) se basan en la investigación sobre factores de riesgo.

Así, cada ítem del SVR-20 valora información sobre el individuo que puede ser un factor de riesgo para su conducta futura. Pero, en ningún caso, el uso de la expresión factor de riesgo debe identificarse con el significado más habitual del término factor en Psicología. En el SVR-20, la evaluación del riesgo se realiza por un experto forense a partir de la valoración de una lista estandarizada de factores de riesgo que permite finalmente adoptar un juicio de riesgo global.

Los profesionales forenses que trabajan con delincuentes sexuales al servicio de los tribunales o en las prisiones se enfrentan a una presión creciente para que evalúen con precisión los niveles de riesgo y muestren un proceso de toma de decisión lo más trans-
parente posible (Craig, Beech, y Browne, 2006). Un delincuente sexual que se valore como sujeto de alto riesgo requerirá un control y una supervisión comunitaria mucho más estrictos que un sujeto que se considere de bajo riesgo de reincidencia sexual. Por este motivo, una buena predicción de la reincidencia sexual es necesaria tanto para evitar futuras víctimas como para reducir el coste institucional de estos sujetos y, como consecuencia, maximizar los recursos disponibles en la atención a individuos que realmente lo requieran. 

Actualmente, en España no se utilizan de manera sistemática y generalizada instrumentos de predicción del riesgo de reincidencia sexual que, como el SVR-20, podrían resultar de la máxima utilidad. Por este motivo, esta investigación puede tener relevancia científica y práctica en cuanto que constituye un primer intento de validación empírica en España de un instrumento de utilidad para los técnicos que trabajan en la predicción del riesgo de agresión sexual. En concreto, el objetivo de este estudio es aplicar el SVR-20 de manera retrospectiva a una muestra de agresores sexuales, excarcelados de una prisión española, con la finalidad de evaluar la capacidad predictiva de este instrumento para anticipar la posi-
ble reincidencia sexual.

Específicamente, la valoración mediante el SVR-20 de cada sujeto de la muestra, a partir de la información documental disponible sobre el mismo, ha permitido estimar en cada caso si este instrumento habría predicho correctamente a los reincidentes sexuales. Para ello, el riesgo de reincidencia pronosticada por el instrumento ha sido contrastado con la reincidencia empírica observada.

Método

Participantes

Los sujetos que forman parte de esta investigación provienen del conjunto de la población de agresores sexuales que cumplieron condena en el Centro Penitenciario Brians de Barcelona desde su inauguración en mayo de 1991 hasta diciembre del 2002. A partir de esta población se seleccionó, para este estudio, una muestra de 163 sujetos varones, de los cuales 95 eran agresores sexuales de mujeres adultas (violadores) y 58 habían abusado de menores. El criterio de selección consistió en que los expedientes de los sujetos dispusieran de la máxima información posible, y, en todo caso, de la información suficiente, a los efectos de cumplimentar los ítems del SVR-20.

La edad de los sujetos oscilaba entre 27 y 68 años (Media=44.41, DT= 9.29). En relación con el nivel académico, el 72,4% tenían estudios primarios, un 12,9% estudios secundarios y un 7,4% estudios superiores. Con referencia al estado civil, el 47,2% de los sujetos eran solteros, un 34,4% estaban casados y un 17,8% separados. Estos valores no resultaron distintos atendida la variable tipo de delito sexual cometido (violación o abuso de menores). 

viernes, 2 de mayo de 2014

Propiedades psicométricas de la Escala de Conducta Antisocial y Delictiva en adolescentes. José M. Andreu* y María E. Peña. Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico I. Universidad Complutense de Madrid

Resumen: 
El presente trabajo tiene como objetivo evaluar la calidad métrica de una escala construida para medir la conducta antisocial en adolescentes. Para ello, se analizó una muestra compuesta por 640 participantes de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 12 y los 18 años de edad, a los que se les aplicó el instrumento. Todos los participantes en el estudio procedían de diferentes centros educativos de la Comunidad de Madrid y participaron en el presente estudio de forma confidencial y anónima. Los resultados obtenidos apoyan la estructura unidimensional de la escala a través de un factor de segundo orden. En relación con su consistencia interna, el coeficiente de fiabilidad obtenido fue satisfactorio, así como la validez convergente que se examinó a través de diferentes medidas de agresión. Se discuten las implicaciones de las propiedades psicométricas examinadas en este estudio y su utilidad para evaluar la conducta antisocial en adolescentes.
Palabras clave: Conducta antisocial, validez de constructo, fiabilidad, adolescentes.

Title: Psychometrical properties of the Antisocial and Criminal Behavior Scale in adolescents.
Abstract: The present study focuses on the metric quality of a scale designed for measuring antisocial behavior. The scale was applied to a sample composed by 640 adolescents of both sexes with an age range between 12 and 18 years old. All participants in the study belonged to schools from the Community of Madrid and their participation in the research was completely confidential and anonymous. The application of the confirma-tory factor analysis showed a onedimensional structure composed by a general dimension of antisocial behavior. The internal consistency showed by the scale was broadly satisfactory. Implications of results concerning the factor structure and construct validity of the scale in adolescents are dis-cussed.
Key words: Antisocial behavior, construct validity, reliability, adolescents.

Introducción
La conducta antisocial incluye actos que claramente infringen las reglas sociales y se dirigen contra los demás (Stoff, Breiling y Maser, 1997). Este tipo de conductas constituyen un conglomerado de acciones que acarrean graves consecuencias a la sociedad, dado que los jóvenes y adolescentes que se comportan antisocialmente agreden, roban y quebrantan las más elementales normas y códigos de una sociedad (Burt y Donnellan, 2009; Kazdin y Buela-Casal, 2002; Peña y Graña, 2006; Renda, Vassallo y Edwards, 2011).
Además de sus graves consecuencias inmediatas, las previsiones a lo largo del tiempo reflejan que los adolescentes antisociales, cuando se convierten en adultos, siguen presentando estos comportamientos, así como otros tan problemáticos como el consumo de sustancias y la desadaptación laboral, familiar e interpersonal (Kazdin y Buela-Casal, 2002). Precisamente, la mayor variedad y frecuencia de aparición precoz de conductas antisociales predice la persistencia de conductas antisociales más graves en la edad adulta, incluido el abuso de alcohol y drogas (Muñoz-Rivas, Graña, Peña y Andreu, 2002).

A pesar de su incuestionable relevancia teórica y práctica, no existe hasta el momento suficiente consenso sobre la conceptualización de la conducta antisocial, dado que es un constructo complejo y su uso en la investigación es frecuentemente ambiguo ya que, en no pocas ocasiones, se emplea haciendo alusión a diferentes conductas sin una clara delimi-tación terminológica (Rutter, Giller y Hagell, 2000). En general, la conducta antisocial hace referencia a una diversidad de actos que generan daño en los demás, frecuentemente en forma de agresión, o que violan las normas sociales y los derechos de los demás (Burt y Donnellan, 2009; Peña y Graña, 2006). Sin embargo, el que una conducta se conceptualice como antisocial también está en función del juicio o valoración social acerca de la gravedad de los actos cometidos y de su alejamiento de las pautas normativas en una sociedad en concreto (Kazdin y Buela-Casal, 2002). En esta valoración intervienen multitud de factores tales como la edad del me-nor, su sexo, la clase social y otras circunstancias socio-contextuales (Pahlavan y Andreu, 2009; Romero, Sobral y Luengo, 1999; Vázquez, 2003).

Claro está que un elemento central de este tipo de conductas es que constituyen acciones que son ejercidas contra la integridad de los demás, vulneran las normas sociales y jurídicas vigentes y reflejan un grado de severidad, frecuencia e intensidad que las hacen cualitativamente diferentes del resto de conductas problemáticas o desadaptativas que aparecen a lo largo de la infancia y adolescencia (Garaigordobil, 2005). Las conductas antisociales, dado que incluyen una amplia gama de conductas tales como agresión y violencia, hurtos, vandalismo, piromanía, mentiras, absentismo escolar, huidas de casa y abuso de alcohol y drogas, son susceptibles de ser agrupadas mediante un continuo que iría desde las menos graves, o también denominadas conductas problemáticas, a las de mayor gravedad que llegarían a la conducta delictiva y/o criminal (Loeber y Stouthamer-Loeber, 1998).

En cuanto a la red nomológica de este constructo, su estudio también resulta complejo ya que la distinta expresión de la conducta antisocial varía en función de la generación o cohorte de pertenencia (Calvete y Orue, 2010; Lahey y Waldman, 2003; Peña, 2010), del género (Calvete, 2008; La-hey y Waldman, 2003; Lahey et al., 2000; Rescorla, Achenbach, Ivanova, Dumenci y Almqvist, 2007) y de otros facto-res socioculturales y económicos (Peña, Andreu, Graña,Pahlavan y Ramírez, 2008; Sobral et al., 2000), además de estar estrechamente ligada a otros comportamientos de riesgo como el abuso de drogas (Muñoz-Rivas, Graña y Cruzado, 2000). En este sentido, el análisis de las distintas dimensiones de este constructo tendría implicaciones teórico-prácticas de especial relevancia ya que posibilitaría, por un lado, desarrollar instrumentos de evaluación más precisos en el diagnóstico de estas conductas y, por otro, identificar los factores de riesgo que específicamente están asociados a cada una de las formas de expresión de la conducta antisocial (Burt, 2009; Garaigordobil, 2005; Sobral, Romero, Luengo y Marzoa, 2000).

A pesar de estas limitaciones, parece existir al menos cierto consenso en relación con las distintas dimensiones que integran la conducta antisocial y que abarcarían desde las conductas predelictivas, agresión y ruptura de normas sociales hasta el abuso de alcohol y drogas (Burt y Donnellan, 2010; Cho, Martin, Conger y Widaman, 2010; Loeber y Stouthamer-Loeber, 1998; Peña, 2011). Todas estas conductas no se presentan de forma independiente durante la infancia y la adolescencia sino que estarían fuertemente asociadas entre sí, configurando agrupaciones o constelaciones de comportamientos problemáticos (Kazdin y Buela-Casal, 2002; Rutter et al., 2000). Estos comportamientos problemáticos compartirían un conjunto de factores de riesgo que acabarían por configurar, bajo un factor general unidimensional, un estilo de vida antisocial en el joven y adolescente (Jessor, 1984, 1993; Peña, Andreu y Graña, 2009).

En cuanto a los instrumentos de evaluación que han sido diseñados en nuestro país para evaluar este amplio rango de conductas (p. ej., Luengo, Carrillo, Otero y Romero, 1994; Martorell y Silva, 1993; Seisdedos, 1988), destacar que permiten una evaluación unidimensional de la conducta antisocial y presentan, por lo general, adecuadas propiedades psicométricas. No obstante, dado que estos instrumentos no han sido revisados durante los últimos años, algunos de sus ítems resultan claramente obsoletos en nuestros días. Es por esto, por lo que se justificaría la construcción de una escala que incorporase ítems de comportamiento antisocial presentes en la actualidad en los adolescentes de nuestro país.
Por tanto, la principal finalidad del presente trabajo fue construir una escala que incorporase ítems de comportamiento antisocial presentes en los adolescentes de nuestros días. Un segundo objetivo consistió en analizar su validez de constructo mediante estrategias de análisis factorial confirmatorio, comprobando la invarianza de la estructura factorial de la escala en el grupo de hombres y mujeres, así como su validez convergente a través del estudio de su asociación con otras variables con la que cabría esperar que estuviera relacionada. En tercer lugar, se pretendió proporcionar datos sobre su fiabilidad (consistencia interna).