viernes, 29 de marzo de 2013

Crianza y agresividad de los menores: ¿es diferente la influencia del padre y de la madre?. Ana Tur-Porcar, Vicenta Mestre, Paula Samper y Elisabeth Malonda. Universidad de Valencia

La crianza aporta mensajes y reglas que modulan el desarrollo de la personalidad de los menores. Estos mensajes tienen una influencia positiva o negativa sobre su conducta. El objetivo de este estudio empírico ha sido analizar las relaciones entre la agresividad física y verbal de los hijos y las hijas y el estilo de crianza practicado por el padre y por la madre. Se ha realizado sobre una muestra de 2.788 alumnos entre 10 y 15 años, que cursan el tercer ciclo de Educación Primaria (44%) y el primer ciclo de Educación Secundaria (56%). De ellos, 1.412 son varones (50,6%) y 1.375 son mujeres (49,3%). Los resultados muestran que la agresividad de los hijos varones está más relacionada con los factores de crianza asociados a la madre, además de la inestabilidad emocional. En las hijas, ambos progenitores influyen por igual.

Parenting and children’s aggression: Are there differences in the infl uence of the father and the mother? Child rearing provides messages and rules that mediate the children’s personality. These messages have a positive or negative infl uence on their behaviour. The objective of this empirical study was to analyse the relationship between physical and verbal aggression of sons and daughters and parenting style practiced by the father and the mother. The sample consisted of 2,788 students, aged 10 to 15 years, studying either the third cycle of Primary Education (44%) or the  fi rst cycle of Secondary Education (56%). Of them, 1,412 were boys (50,6%) and 1,375 were girls (49,3%). The results show that children’s aggressiveness is more related to factors associated with the mother’s parenting.  In the case of daughters, the infl uence of parenting factors are caused by both parents (father and mother).

La familia constituye el entorno donde los menores reciben los primeros mensajes de cariño, aceptación, rechazo o abandono. En las últimas décadas la investigación sobre la influencia de la familia en el desarrollo del comportamiento de los hijos ha tenido un fuerte empuje y ha sido objeto de numerosas investigaciones, que ponen el acento en los efectos positivos de la disciplina inductiva centrada en el amor y el control positivo, frente a los efectos negativos de un estilo más punitivo, permisivo o negligente (Baumrind, 1996; Mestre, Tur, Samper, Nácher y Cortés, 2007; Mestre, Tur, Samper y Latorre, 2010; Oliva, Parra y Arranz, 2008; Ortiz, Apodaca, Etxebarría, Fuentes y López, 2008a; Rodrigo et al., 2004; Rudy y Grusec, 2006; Torío-López, Peña-Calvo e IndaCaro, 2008).

Con todo, los estilos de crianza y el desarrollo de los hijos pueden tener efectos distintos al relacionarlos con la cultura o la clase social (Darling y Steinberg, 1993). En culturas asiáticas, de estructuras familiares colectivistas (como la india, pakistaníes…), el autoritarismo de los padres no se relaciona con la emocionalidad negativa de los hijos (Rudy y Grusec, 2006); mientras que en culturas occidentales el autoritarismo tiene efectos negativos en el desarrollo de los hijos (Cummings, Goeke-Morey, Papp y Dukewich, 2002; Mestre et al., 2010; Parra y Oliva, 2006). Investigaciones realizadas en culturas occidentales demuestran que los menores que crecen en ambientes familiares regidos por el apoyo y la atención tienden a desarrollar un mejor ajuste psicológico y mayores índices de autoestima (Alonso-García y Román-Sánchez, 2005). La comunicación, el apoyo y el cariño estimulan el desarrollo positivo del niño (Mansager y Volk, 2004; Torío-López et al., 2008). Es más, cuando el afecto es alto las estrategias disciplinarias de los padres son más eficaces y llegan a relacionarse negativamente con las conductas violentas del adolescente (Estévez, Murgui, Moreno y Musitu, 2007).
De la misma forma, impulsar la autonomía del menor se relaciona con un desarrollo positivo (Parra y Oliva, 2006), sobre todo cuando está unida al afecto (Laible y Carlo, 2004). En estos estudios, al comparar los estilos educativos paterno y materno se comprobó que las madres obtenían puntuaciones más elevadas, se las consideraba más implicadas en la crianza y eran más afectuosas.
Por otro lado, Eisenberg y sus colaboradores (Eisenberg, Fabes, Guthrie y Reiser, 2000) encontraron que la capacidad de los padres de regular la emoción se relaciona negativamente con problemas externalizantes y positivamente con un comportamiento social apropiado. Estos autores demostraron que el calor parental, así como la expresión de las emociones cálidas y cercanas, dirigidas directamente a los hijos, se relacionan con la seguridad emocional de estos últimos (Eisenberg et al., 2001) y con la expresividad positiva de los menores (Eisenberg et al., 2003).

viernes, 15 de marzo de 2013

Trastornos del comportamiento en la adolescencia: evaluacion clinica individual y familiar. C. Ballesteros Alcalde* y J. L. Pedreira Massa** *Jefa Sección de Psiquiatría Infantil. Hospital Universitario de Valladolid. **Paidopsiquiatra. Hospital Universitario Príncipe de Asturias (Alcalá de Henares).

Evolución historico-conceptual: su importancia para la evaluacion.

Los trastornos del comportamiento constituyen un grupo de síntomas muy amplio, cuya clasificación y ubicación nosológica ha tenido dificultades por diversas causas, lo que se ha visto reflejado en los sucesivos sistemas de clasificación, sean DSM ó CIE. Todo ello ha influido, obviamente, en los diversos métodos de evaluación clínica que se han ido proponiendo.
Los cambios han estado motivados por la consideración como hecho clínico fundamental en cada uno de ellos de diferentes condiciones en la definición, en principio se eligieron la sociabilización y la agresividad como cualidades básicas para la separación en cuatro grupos: comportamiento infrasocializado, agresivo y no agresivo; comportamiento socializado, agresivo y no agresivo (DSM-III, 1980). «La validez de estos subtipos diagnósticos dentro de la categoría de trastornos de conducta es controvertida. Algunos investigadores creen que se podría hacer una clasificación más útil basándose en la variedad, frecuencia o gravedad del comportamiento antisocial, en lugar del tipo de alteración, mientras otros opinan que los tipos infrasocializado y socializado representan trastornos diferentes» (DSM-III, pág. 52).
Las tipologías diferían tanto en los factores predisponentes como en la evolución clínica. Los diferentes grupos parecían tener distinto curso clínico, p.e. el tipo infrasocializado agresivo evolucionaba con frecuencia a trastorno antisocial de la personalidad, mientras el tipo socializado no agresivo podría conseguir una razonable adaptación social y laboral en la etapa adulta (DSM-III, pág. 53). Etiopatológicamente el tipo infrasocializado presentaba factores más precoces biográficamente, graves y numerosos, que el tipo socializado. Factores familiares tales como rechazo paterno, educación poco adecuada, disciplina rígida, asícomo cambio frecuente de figuras parentales o el cuidado en una institución se recogían como predisponentes para el tipo infrasocializado. La falta de padre, el padre alcohólico o pertenecer a una pandilla de delincuentes lo sería para el tipo socializado.

El DSM-III-R (1987) enfatizaba, basándose en estudios empíricos, que los comportamientos anómalos se realizasen en solitario o en grupo, y los clasifica en tres tipos: grupal, agresivo solitario e indiferenciado, cuyos dos primeros relaciona con el tipo socializado no agresivo e infrasocializado agresivo respectivamente del DSM-III. Establece asímismo criterios de gravedad: leve, moderado y grave, tomando como base para ello el número de comportamientos alterados y el daño causado a los demás.
El DSM-IV (1994) cambia la denominación a trastornos disociales y agrupa los criterios diagnósticos en cuatro apartados: comportamiento  agresivo que causa daño físico; comportamiento no agresivo que causa perdidas o daños a la propiedad; fraudes o robos y por último violaciones graves de las normas.
Asimismo, como en el DSM-III-R, se consideran tres niveles de gravedad, con las mismas características que en aquel.

Por primera vez se establecen dos subtipos en función de la edad de inicio del trastorno: de inicio infantil y de inicio adolescente, cuyo interés radica en que ambos difieren en hechos de suma importancia: la naturaleza de los problemas de comportamiento, el curso evolutivo y, por tanto, pronóstico; asímismo en su diferente incidencia en varones y mujeres.
Son los de inicio infantil, observados preferentemente en varones, los que comportan mayor agresividad sobre los otros, relaciones problemáticas con los compañeros, y antecedentes de trastorno negativista desafiante, con evolución frecuente a trastorno de personalidad antisocial. Se considera que en el T. disocial influyen factores genéticos y ambientales; el riesgo aumenta con padres biológicos o adoptivos con Tr. Personalidad Antisocial o con un hermano con Tr. Disocial; padres con dependencia del alcohol, Tr. Déficit de Atención con Hiperactividad y trastorno del estado de ánimo o esquizofrenia.

La descripción de subtipos diferentes, que se ha realizado tanto en las clasificaciones al uso como por algunos autores con experiencia en estos trastornos, se ha basando en diferencias de factores etiopatogénicos, clínicos, evolutivos y terapéuticos, enriqueciendo el conocimiento de esta aún compleja y poco organizada, categoría diagnóstica.
Para Rutter y Geller (1984) las categorías socializada y no socializada fueron las más válidas, en relación al establecimiento del pronóstico. Patterson (1982) encuentra dos significativos agrupamientos sintomatológicos en los niños 1) problemas primarios de agresión y 2) problemas de robos de forma significativa. Ambos se diferencian tanto en la estructura familiar como en la respuesta terapéutica.

Loeber y cols. (1993) proponen tres subtipos de comportamientos: delincuentes conflictivos con la autoridad, abierto (p. ej. violencia) y encubiertos (p. ej. robos) siguen diferentes patrones de desarrollo, comorbilidad y pronóstico. Su identificación permite plantear objetivos específicos para la prevención y para el tratamiento.

Recientemente, se ha definido un constructo basándose en ciertas características como son el control de los impulsos, consideración hacia los demás, responsabilidad y supresión de la agresión, que se ha denominado «restrictivo». Usualmente funciona como un factor de protección, pero parece que existe una relación curvilínea entre el mismo -en sus niveles más altos y más bajosy la actividad delictiva. Los delitos de ambos extremos difieren: los sujetos con sobre-restricción cometen menos actos delictivos pero más violentos que el sujeto con infra-restricción.

Es probable que el grupo de comienzo en la infancia, el infrasocializado, o con infra-restricción y el que presenta comportamientos anómalos abiertos constituyan el mismo subgrupo definido en sus características desde diferentes perspectivas.

viernes, 8 de marzo de 2013

NUEVA ESTRATEGIA EN LA PREVENCION DE LA VIOLENCIA" "CASA VERDE DE LOS NIÑOS". Lic. Aída Ch. de Saks.

A la memoria de Françoise Dolto
Haber trabajado con Françoise Dolto ha sido un maravilloso privilegio en mi vida  de psicoanalista. Fue testimonio de una ética. No le interesaban los sabios sino que le  interesaba la vida. 
Decía, “el psicoanálisis debería estar al alcance de todos; en esta sociedad que hoy  más que nunca necesita de palabras de aliento y de fuerza vital para seguir renovándose y  creando nuevos caminos. 
Considero que Françoise Dolto nos ha marcado un nuevo tiempo histórico del  psicoanálisis dándonos a los que lo ejercemos la responsabilidad de devolver los beneficios  implícitos que ha aportado y aporta el psicoanálisis reconociendo que el lado curativo es  sólo una de las facetas de nuestro accionar profesional. Le interesaba la sociedad iluminada  por los procesos psicoanalíticos. 
Desde pequeña decía que iba a ser médica de educación; una medicina, una  psicología, un psicoanálisis destinado a corregir las patologías que muchas veces produce  la educación colocándola desde una perspectiva social, tanto como comprender los malos entendidos entre el niño y sus progenitores que producen angustias y sufrimientos. En su concepto de prevención decía: "Dejad a los niños producir sus gestos y sobre estos gestos poned palabras".
Lo más interesante del psicoanálisis  es que comprende en profundidad al ser humano y que será entonces a través de su comprensión que en el futuro se podrá llegar entre otras cosas a la prevención de la violencia que es una erotización perversa de las relaciones arcaicas de los seres humanos entre sí y que se van repitiendo. 
Estaba abierta a la cultura y atenta a todas aquellas dificultades que surgieron cotidianamente entre el niño y sus padres tratando de escuchar al niño como el lugar convergente de las quejas de los padres, a veces de los maestros y se interrogaba por toda la dinámica familiar diciendo que el analista debe estar a la escucha de lo que transmiten como prohibiciones de vivir generándose la maraña de lo no dicho o del discurso familiar frente a reacciones nocivas inconscientes de los adultos. 

Elizabeth Roudinesco en el libro sobre Lacan dice: “utilizó su poder de sugestión no para reinar sobre un mundo de esclavos sino para servir a la causa de los oprimidos; en la historia de su destino esos oprimidos fueron primero los niños y más bien el pueblo soñado de esa infancia imaginaria de la que ella había sido desposeída en la tontería de su educación, después en el interior de ese pueblo fueron los oprimidos de los oprimidos, es decir, los niños pobres, pobres por su origen social, pobres por su miseria psíquica, pobres por su desgracia corporal; se ocupó así de todos los niños sufrientes, neuróticos, psicóticos, paralíticos, ciegos, inválidos, débiles mentales o sordos; lo sabemos hoy, hizo milagros”. 
Maison Verte es un lugar creado por Françoise  Dolto en 1979 para prevenir los trastornos relacionales en la infancia. Es una forma más en la que consiguió salir de su gabinete psicoanalítico para insertarse en la cultura, en la sociedad.